Partida Rol por web

Las palabras de la pequeña Yamileth, hicieron que relajara su posición de combate y tras un bufido, guardó sus hachuelas en sus manos y se agacho tras la pequeña y la acaricio mientras le decía con voz hermana.- No seas así... Yami... sabes que no me gusta sentir que te haces daño por mí... pero debíamos pararlos.

Entre ellos seguro que se encuentras las nuevas semillas de la destrucción. Puede que murieran unos cuantos inocentes, pero al menos frenaríamos su paso antes de llegar....

Iba a seguir hablando cuando la voz del chico mayor se irguió con fuerza con una clara intención.

Con voz severa, tras ver que de nuevo Lion hablaba de más, grité.- ¡¡¡ CÁLLATE LION !!!.

No hubo más palabras, mientras se cruzaba de brazos y miraba al chico del ave y este ponía cara de enfado y miraba cruzando también los brazos hacia el muchacho anterior.

La chica de la flecha miró tras la postura más sumisa de Lion a la chica más alta y tras un asentimiento, bajo el arco y se acercó a vosotros con gesto militar, sin perder la sonrisa de sus labios.

Miró a aquellos que habían dado preguntas al aire y dije tras tragar saliva.- Será mejor empezar de nuevo... como debiera de haber sido en verdad.

Aplico su mano sobre el pecho y dijo.- Soy Nhydia, hija de Nekhbet... y estos son... Lion, Yamileh, John y los mellizos son Iagho y Kassandra.

Su mano poco a poco indicaba la posición de cada uno de sus compañeros hasta volver a acabar en su cintura.

Con los brazos abajo, y la mirada fija en la luna que parecía desperazarse con un tono carmesí dijo- Desde hace tiempo... sabíamos que en la luna roja, Oldland volvería a ser tentada en su voluntad.

Un nuevo concilio de sangre sería llamado, portador de esperanza y de torturas... dos posibles sendas que nunca converjerán... Por vuestro número diría que vosotros sois ese nuevo concilio, pues entre los sellos se adivinan que serán veintidós.

Tomo silencio intentando pensar en lo siguiente pero no recordaba mucho más... Estaba nerviosa, hacía tiempo que se preparaba para aquello pero finalmente no había pensado que los nervios saldrían al final. Si la viera su madre, seguro que alzaría una media sonrisa, pues ella nunca perturbó su apariencia ni su condición.

Kassandra sabía lo que sentía Nydhia y se adelantó, apoyando su mano en su hombro pidiendo la vez. Miro a cada uno de vosotros y dijo con la voz más calmada que como se había enfrentado a su hermano.- Siento deciros esto... pero Oldland ya os ha enlazado... es más, hace casi trece meses que leí que llegaríais aquí.

Y más aún siento decir que tenéis razón, cuando habláis de batalla. Pero no con nosotros, pues la misión de la Guardia de Nekhbet es seguir su cometido... y es salvaguardar la última estancia a expensas de que llegue el concilio que renueve Oldland o la destruya para siempre.

Su mirada iba hacía el suelo mientras desnudaba su torso, hasta dejarlo con una tela negra que cubría sus pechos y que dejaba a la vista una piel herida por la marca de Melknhar pero llena de efigies y tatuajes que en negro parecía formar sellos, uno tras otro...

Apoyó su mano sobre el suelo y aquellas mismas palabras en idioma antiguo parecían ordenarse sobre la roca y formar un amplio diagrama que se dibujaba sobre el suelo rocoso, sin necesidad de grafos o plumas, como si cada palabra supiera su orden y posición.

Cada palabra se dibujaba en el aire como si la tinta pudiese flotar... y como una ilusión... al segundo después de que vuestras miradas se fijasen un momento en él, todo parecía borrarse como un castillo de naipes, que cae tras un sople de aire sin más...

- Bienvenidos a aquellos que han venido por Oldland y la esperanza de los demás... y a aquellos que desean nuestra muerte les digo... Qué se preparen para luchar...

Miró a aquel sitio donde se había dibujado el sello y dijo.- Responderemos a todas vuestras preguntas, pues de vuestro destino depende el de los demás...

La posibilidad de lucha nisiquiera me inmutó, como si yo fuera de otra dimensión, me mantuve retraida, como siempre, a un costado de Fiona. Incluso cuando ella se puso a la defensiva en caso de que sufriera un ataque, yo nisiquiera me moví, un blanco fácil probablemente.

- Jajajaja, más payasos para este circo... Nuevamente esa voz que me perturba siempre Abro los ojos y miro con rostro de duda a todos lados. La verdad no entiendo que hago acá y quienes son todos, solo sé que pertenezco a un legado. Mi memoria es de corto plazo, casi considerado como amnesia por lo que recuerdos son pocos los que tengo. A excepción de la voz... No, la voz tiene gran memoria y me recuerda todo.

- Chiquilla imbecil, no se te ocurra alejarte de esta mujer (Fiona), es tu única protección... No puedes hacer nada por ti misma, eres una basura... Suena nuevamente.

- ¿Quiénes son ellos, Fiona? Digo con una voz casi imperceptible.

La situación volvió a cambiar de nuevo ante la aparición de nuevos extraños, tres jóvenes que parecieron calmar la situación no solo para los jóvenes que habían detenido su posible ataque sino tambien por algunos en su grupo. Lo que ella finalmente le calmaba al no ser una gran guerrera como los dos Grovehns que tenia cerca.

Sin embargo lejos de poner paz a toda la situación se empezó a revelar mas cosas de este lugar que ella desconocía y que le enojaba ya que de nuevo se sentía traicionada al pensar que la habían obligado a estar en este lugar sin la información que otros poseían.

Finalmente cuando terminaron su discusión entre ellos, las jóvenes les daban la posibilidad de preguntar. “Ya algunos les hemos preguntado sobre lo que pasa aca.” le recordó algo molesta suspirando mientras se movia de un hombro al otro en Alastor. “Hay aquí algunos que parecen saber algo de lo que pasa aquí…” comento dándole un leve toque a Dyehuty que habia permanecido cerca de ellos. “Pero el resto en que me incluyo, no conocemos ni siquiera cual es el trabajo que tienen aquí ni el significado de esos símbolos.” Dijo mientras señalaba el cuerpo de ella y luego el suelo.

Suficientes sandeces. El espectáculo de dibujitos de su supuesta líder termina de agotar mi paciencia, pues pocas cosas me ofuscan más que la teatralidad y el misterio rancio. Chasqueando los dedos con fuerza, tal y como hago en la corte cuando voy a lanzar las acusaciones lapidarias que constituyen el final de mi alegato, y usualmente la condena del acusado, llamo la atención de la chica dibujante de símbolos.

- Apreciaría que dejasemos de lado los rodeos y las florituras. - Anuncio mirándola directamente a los ojos. - Los que hemos acudido lo hemos hecho siguiendo el llamado de la ciudad y nuestra sangre. Sabemos que antes fue un lugar de gloria pero, ¿que se espera de nosotros aquí? ¿A qué te refieres con que habrá batalla? ¿Y que son esos sellos que has mostrado? Habla claro y antes podremos llevar a cabo nuestro cometido.

Mientras hablo mantengo una posición adelantada y con el mentón alzado. Una mano en el bolsillo y la otra en alto, gesticulando, bien señalando al resto de mis hermanos de sangre cuando me refiero a ellos o apuntándola a ella directamente cuando realizo exigencias. No es la primera vez que tengo que sacar información de un testigo revoltoso.

Esta vez fue el hermano el que se adelantaba, a su hermana. Apresurándose en tapar su piel, mientras buscaba la mirada de los hombres esperando que no escudriñaran su piel, a la vez que respondía a Katalina.

- Hace mucho tiempo... cuando aún se alzaba la catedral de Baal en pie, y guardaba en su corazón la puerta indemne, hubo una lucha como la que esta a punto de comenzar... Y entre ellos estuvo Nekhbet. - Se giró por un momento para mirar a Nhydia pero finalmente siguió. - Ella sobrevivió aquella cruenta batalla, y tras superar aquella guerra decidió instalarse en Oldland, dando todo lo que tenía para mantener la esperanza viva... Pues tras lo que vivió sabía que se volverían a abrir heridas, nuevas vidas a probar... pero que si la esperanza no se perdía Oldland volvería aquella etapa de calma una vez más.

- Ella dió todo lo que tenía, incluso su motivación... pues aún cuando su cuerpo estuvo débil y sus manos temblaban al caminar procuró que su semilla germinará en esta tierra seca. Para seguir ayudando a esta tierra... esperando que pronto volvieras escribirse los antiguos textos que guardaban todo aquello que sucedió, y que como antaño fueran guardados por un Guardián... - Hizo hincapié en aquella última palabra mirando a Nói.

- Sus enseñanzas siguieron creciendo entre los habitantes de esta tierra maldita a pesar de que nuestra ciudad moría sin más. A día de hoy, todos aquellos que decidimos seguir sus palabras e intención formamos la Guardia de Nekhbet...

De los ojos de Nhydia brotaba una lágrima mientras se esforzaba en seguir manteniendo la sonrisa sin más. Tragó una amarga palabra mientras sentía los ojos arder. Iagho calló y Kassandra se alzaba ya arropada para seguir...

Me mantenía a una distancia considerable sosteniendo la mano de Theora y al lado de Nimay con quien solía intercambiar alguna que otra mirada, más que todo para organizarnos en el caso de que se desmadre todo y haya que proteger a la niña.

Como era de esperar, las palabras de la pequeña logran que una media sonrisa se dibuje en mis labios. - Gracias Theora, descuida... Entre Wardjan, Tyr, Haathee y nosotros dos algo bueno iremos a hacer. - intento animarla, lo mejor en estas situaciones es que ella se sintiera segura. 

A su vez Olenna obrando de buena fe ya le había otorgado un consejo, comenzaba a ver gestos amables en ella hacia la pequeña como los tuvo con Sylvia. Desde ya que los tenía en cuenta, aunque mi atención se centraba en el grupo que teníamos enfrente. 

Ante lo previsible, las explicaciones surgieron por parte de aquellos muchachos. Las mujeres no sólo ponían en orden a los chicos sino también, rompieron el silencio brindándonos motivos y contándonos una historia de la cual uno tenía que pensar si en verdad existía la predisposición a creerla o no. 

Me mantuve en silencio manteniendo la guardia, mientras que en el suelo se dibujaban unas letras gracias a la magia de aquella mujer, no perdí detalle de sus tatuajes y sus palabras. Como escapaba a mi conocimiento, intenté memorizarlo por si en algún momento lo asocio con algo ya sea un recuerdo de mi pasado o algún libro. Todo servía para descubrir e indagar un poco más a fondo. 

Como algunos realizaban un sondeo de la situación haciendo preguntas, aguardé en silencio. No era momento de intervenir, al menos quería escuchar todo lo que tenían para decir y finalmente optar por una postura acorde. Eso si, algo me quedó claro, habría una batalla y fue en ese momento cuando detuve la mirada en Theora para negar con mi cabeza aquel pensamiento. La niña estaba expuesta a todo lo que pueda gestarse y eso era preocupante. 

- Nimay... Hay que evitar que no le suceda algo. - susurré al hombre tras dedicarle una mirada, ya se imaginaba de quien hablaba. 

Kassandra peinó su pelo hacía atrás mientras miraba al lugar donde los sellos aparecieron para difuminarse sin más.- Nadie sabe que esconden, sólo que su destello conlleva muerte y don... Pues Oldland cobra con sangre parte de su favor.

- Veintidós sellos, como veintidós sois los llamados esta vez al lugar... y hablando de lugar... - Miró hacía un lado y dijo a su hermano.- Iagho, la noche se alza y deben de llegar...Tu has retrasado su camino, y tu les deberás guiar...

El hermano la miró de lado sin negarle aquello que decía. Pero con fastidio por sentirse reclamado una vez más... Escondió sus manos en el abrigo al igual que su mentón, y sin una palabra cerró sus ojos para concentrarse. Aquello que iba hacer necesitaba esfuerzo y concentración.

La tierra bajo vuestros pies empezó a temblar, y de forma instintiva tomasteis de nuevo postura de batalla... Las bestias esperaban una palabra para empezar a atacar... las armas desenfundadas y las mentes dispuestas a no recular. Pero esta vez no era solo el vuestro, sino también el suelo que llegaba hasta los seis Guardianes.

El segmento de tierra que os recogía a todos se elevaba como si una plataforma diferente al suelo que había debajo fuese, hasta llegar a unos centímetros por encima del verdadero nivel del lugar, y luego de forma rápida, aquella plataforma comenzó a surcar las ruinas, evitando muros en el suelo, y árboles que escalaban sin control... hasta llegar una zona más abierta, donde las ruinas parecían concurrir... como un lugar céntrico y especial, pues a pesar de las ruinas lejanas parecía que se había tratado con mimo aquella zona. Esperando que la muerte no llegara a aquella zona o al menos su tétrica devastación.

Debajo de vuestros pies la arena se deshacía dejando vuestros pasos ante la piedra lacerada de aquel lugar.

El ambiente y la esencia del lugar bajo aquella luna reflejaban rectitud y respeto, por algo que nadie había visto allí jamás... una gran plaza circular... que a sus orillas daba a luz a las ruinas y árboles, mientras en esa misma linde como adecentadas y buscadas, varias estatuas acaecían mutiladas y suplicantes, a los pies de unos sepulcros que como asientos de piedra dejaban espacio a su alrededor....

Aquel lugar cerraba una gran extensión... puede que fuera el antiguo suelo de un lugar sagrado, pues allí donde vuestros pies ahora pisaban, estaba cubiertos de losas de piedra que algún día lucieron con esplendor, para hoy solo estar bajo el manto de la hierva que intentaba nacer desde las heridas que la muerte dejaba a su paso.

En una zona central de la linde, y mirando al interior, se desplegaba la imagen pétrea de un ángel, que con mirada vacía, parecía negar su vista hacía aquella imagen de Oldland, esperando solo recordar la anterior.

El óxido en su rostro parecía haber surcado lágrimas en recuerdo de lo que un día fue, por el murmullo de su mente y de lo que no podrá volver a ver. Mientras sus manos, se agarraban a una espada que ya no sería señal de justicia, pues si algún día lo fue, dejo que su propia tierra se marchase y destruyese con embistes de odio y poder.

Poco a poco vuestros pasos se mezclaban en aquella plaza divisando el lugar, escuchando el murmullo de algún vestigio de río que nutría la vegetación que os arropaba, mientras la luna indiscreta os miraba con sopor.

A diferencia de vosotros visteis como los pasos de los seis no pudieron llegar allí, como si el mismo lugar, impidiese la entrada de aquel que no se esperaba... como si fuera solo un sitio cedido con invitación.

Una invitación que conllevaba un precio, y que tras el último paso del último de vosotros, a unos metros de la linde, entre las ruinas, un ligero estallido de luz cadente se apagaba... como sellando vuestros pasos en aquella situación.

Kassandra se apoyó el hombro de su hermano y os dijo.- Este es vuestro sitio... Ahora depende de vosotros... 

Nora se agazapó, separando las piernas para ampliar el suelo que pisaba, tratando de no perder el equilibrio mientras notaba como la tierra bajo sus pies se removía, y se desplazaba, surcando las ruinas, notando un poderoso escalofrío recorriéndole la espalda, y a Rakshasa avanzar hasta cuadrarse frente a ella, en posición defensiva, con gran parte del pelaje erizado debido a la tensión y al nerviosismo que experimentaba su compañera.

La mujer miró alrededor, varias veces, como tratando de dilucidar la llegada de algún enemigo antes de que de hecho se abalanzase sobre todos ellos. Pero aquello no sucedió. La tierra cesó su movimiento, y los depositó en lo que parecía ser un lugar emblemático en medio de lo que aún se llamaba Odland y sin embargo había perdido toda la gloria.

Aún cuando el movimiento había concluido, se mantuvo en tensión, durante algunos instantes, y cuando descartó otras presencias extrañas y comprobó que aquellos que habían intentado agredirlos parecían no poder aproximarse a aquel punto, relajó poco a poco la postura- La guardia de Nekhbet...-repitió, como rememorando aquellas palabras- Nunca había oido hablar de tal cosa, ¿y vosotros?-preguntó, a los que se situaban a su alrededor.

- ¿Depende de nosotros? ¿¡El que!? Maldita sea... - mascullo entre dientes mientras me veo confinado en el lugar, sin tener claro aún el propósito por el que se nos ha traído. Esta gente me pone furioso, pues solo hablan con acertijos y paparruchadas enrevesadas, como si les diera miedo hablar claro y de frente.

Expulsando aire con fuerza lo la nariz zapateo el lugar, examinándolo para ver si encontrase alguna pista de nuestro misterioso deber en esta estúpida ciudad de misterios y tramas ocultas.

Llegaron 3 chicas, siendo la Eve la más impresionante. Aunque tras sus palabras, entendí que nunca antes hubiésemos visto tal variación. Quizás era medio Melknhar, quizás había alguien más maldita que yo. En cualquier caso, que ellas pusieran en su sitio a ellos, era algo que me satisfacía. Tanto que evité preguntar si tenían que hacer de Noe, ahí con cada "parejita" de cada legado...

Las respuestas empezaron a llegar, si bien las preguntas eran tantas o más. No la sorprendía, pero había algo que la había llamado la atención, pero nuevamente hicieron el jueguecito de alterar el terreno. Al menos esta vez no incluyó una caída, sino una vertiginosa subida. Agradecí el cambio, si bien el ángel me daba muy mal rollito. Pero eso no era lo peor, parecía que iban a quedarse los 22 aquí a solas, y los guardianes - o lo que realmente fueran - iban a dejarnos con demasiadas preguntas. Les miré con decepción y malestar.

¿Cuál era el legado de esa tal Nekhbet? - Quizás a los demás les daba igual, pero yo necesitaba saber más, saber cómo podían los 3 legados seguir a alguien. Alguien que sobrevivió a una inexplicada batalla, que decían que íbamos a reproducir nuevamente...

Por varios segundos más después de dar aquel consejo a la niña Olenna permanece estática, escuchando todo lo que se dice y mirando todo lo que se hace. Sus pupilas están tan dilatadas como justo después de la caída, convirtiendo sus iris sólo en un anillo fino de color marrón, y sus oídos tan atentos que probablemente podría repetir cada una de las palabras oídas unos segundos después de ser pronunciadas.

Sin embargo no siente que las cosas que esos chicos dicen vayan con ella en absoluto. Para Olenna es mucho más plausible la idea de que se lo estén inventando, o de que no sea más que un código para hablar sobre las fortalezas o debilidades del grupo antes de lanzarse al unísono a comérselos vivos. No cree nada de lo que dicen, y se nota.

En el momento en que la chica se libra de su ropa y extiende los tatuajes de su piel por el suelo eso es como una confirmación para Olenna: se trata de una trampa. No tiene ni idea de qué son esos símbolos, pero no pueden deparar nada bueno. De otra manera esos críos hablarían de una manera mucho más clara.

A partir de ese instante no se lo piensa demasiado. Deja que el chico hable, contando esa absurda historia, esperando un momento de distracción para lanzarse a por él. Tal y como ya ha planeado antes, el melknhar ha de ser el primero en caer.

—Zapato —murmura al terminar esa cuenta atrás que sólo ella comprende. Y entonces echa a correr, sin importarle si lo hace sola o acompañada, bastón en mano. Lo hace totalmente dispuesta a aprovechar el momento para eliminar a la mayor de las amenazas.

Sin embargo no llega adonde el chico se encuentra. Antes de eso el suelo empieza a temblar, elevándose, y tiene que detener sus pasos para no caer. Se agarra a la propia tierra, maldiciéndose a sí misma por haber esperado demasiado, y alterna sus ojos entre sus captores y la propia plataforma de arena que los levanta.

—¿Por qué le obedeces? —le pregunta entonces al suelo en un susurro, y sin apartar su vista del artífice de todo aquello se inclina para poner un oído sobre la tierra, como si esta pudiera darle una respuesta.

Olenna hace todo el viaje agarrada al suelo, erizada como un felino en peligro y con los dientes apretados. Sus pupilas viajan entre conocidos y desconocidos: Sylvia, el hombre hormiga, la niña, el del panda, el falso príncipe... Cuando llegan a su destino se encuentra enfadada y nerviosa. No le gusta que no sean sus pies las que le hayan traído a ese sitio. No le gusta nada.

Y en cuanto la tierra vuelve a ser suelo y el suelo vuelve a ser firme se pone en pie. Sus pasos son decididos, y se dirigen hacia el mismo lugar donde acaba de apagarse una especie de luz. Sin llegar a comprobarlo por sí misma golpea la zona con su bastón, como si se tratara de un bate.

Un instante más tarde y tras comprobar que intentar salir es inútil Olenna está caminando con rapidez de un lado a otro, como un animal enjaulado. Su mirada se alterna entre todos los que están fuera, y la forma de apretar sus labios parece prometer más que un abrazo en cuanto encuentre la manera de abandonar ese lugar. Oye lo que dicen, pero tarda varios segundos en escucharlo. Se siente tensa, acorralada, y cuando lanza su voz lo hace con determinación y desafío.

—¿Y por qué tiene que importarnos lo que le pase a esta ciudad? —pregunta antes de liberar todo el aire de sus pulmones con un resoplido y seguir caminando por el sitio, inquieta.

—Nada le pasará —respondió con firmeza a Deidre, en el mismo tono tenue que había usado la joven—. Para eso estamos aquí, ¿no? —añadió, permitiéndose el lujo de dedicarle una sonrisa a la chica.

Después sus ojos buscaron a Theora y después de las palabras que le dedicó Olenna, él asintió y trató de transmitirle a la pequeña parte de una seguridad que ni siquiera él tenía en realidad. 

—Quédate cerca de nosotros, ¿vale?

El hombre no entendía nada de todo lo que estaba sucediendo. Las palabras crípticas, las inscripciones luminosas y los acertijos de aquel grupo de muchachos le resultaban ajenos y si no fuese por la sensación que se había instalado en su estómago de estar donde debía estar, tal vez se habría arrepentido de haber seguido el rastro que lo había llevado a Oldland.

En cuanto la tierra comenzó a temblar de nuevo Nimay se movió para ayudar a Deidre y Theora a mantener el equilibrio. Él asentó sus pies y flexionó sus rodillas de forma automática y con una fuerza que parecía inusitada en un hombre, trató de sujetarlas a ambas. Mientras tanto, Haathee adoptó una postura extraña para un elefante y dobló las patas delanteras, asentando su posición y ofreciendo sus colmillos como asideros para los que se encontraban cerca de ellos.

Cuando el suelo se detuvo soltó a la joven y a la niña. Al contemplar al ángel que parecía condenado a llorar eternamente, frunció el ceño. Y más lo hizo cuando se dio cuenta de que, al parecer, estaban atrapados por algún tipo de magia. Se giró y trató de salir por donde habían llegado, pero no tardó en darse cuenta de que no era posible y sus pasos lo llevaron de vuelta junto a ellas, negando con la cabeza.

Empezó a musitar entre dientes una oración pidiendo protección a Ganesha, pero cuando llegó la pregunta de Nora, detuvo la letanía y miró a la mujer con cierta curiosidad. Dudó un instante, recordando cómo había sido ignorado antes, pero terminó por responder a su pregunta.

—Nunca. —Hizo una pausa y contempló a la joven de piel de ébano antes de añadir algo más. —Pero tú sabes de qué va este asunto, ¿no es así? Antes hablaste de «la última vez». ¿Qué se espera de nosotros?

Y allí estaba atando cabos a medida que los jóvenes ofrecían algunas respuestas, enigmáticas por cierto. Sólo que para la mayoría, incluida yo, nos parecía muy extraño el asunto de los veintidós elegidos, la guardia de Nekhbet y el verdadero motivo de nuestro llamado... Una historia bien creada pero... ¿Qué teníamos que ver en todo esto?.

 Ellos eran muy conscientes de lo que decían pero nos dejaban fuera de toda comprensión, como si nosotros estuviéramos al tanto de lo que está sucediendo. Era la sensación reinante al menos...

Por su parte, Olenna intenta arremeter contra ellos sin escuchar la petición de la mujer de los tatuajes hacia el muchacho, quien a través de unos segundos inmerso en su profunda oscuridad, totalmente concentrado, cierra sus ojos para controlar de nuevo el suelo, al derrumbarlo forjando una plataforma que nos llevaría hacia su objetivo. Quizás un nuevo lugar para la masacre...

La mayoría reacciona ante el movimiento, siendo Olenna una de las más perjudicadas, aunque por suerte o el buen uso de sus habilidades, logra subir a la misma comportándose como un animal enjaulado, dejándose llevar por la incomodidad reinante.

Negando con mi cabeza, mantengo estado de alerta absoluto apretando mis dientes de la bronca, me sentía una marioneta de aquel grupo y por la misma inercia de la situación nada podía hacer de momento.

Sólo que al sentir el brazo de Nimay rodeando mi cintura, mis ansias de sacar mi lado feroz desaparece, al ser consciente de que intentaba protegernos desde que el suelo comenzó a derrumbarse. Por esa razón, abrazo a Theora y a él, dejando a la niña en medio para que nada le suceda. Completamente sorprendida por la capacidad del elefante, admirada por el control que tenía con su cuerpo y la conexión tan íntima con su dueño. Sorprendente...

Durante aquel pequeño trayecto viajando entre las ruinas de Odland, tuve que calmar a Tyr ya que el estado de hostilidad reinaba en todo su cuerpo al igual que en el mío. Sin embargo, luego de tal hazaña, contemplo a Odland mientras sentía una enorme punzada en mi pecho, casi al punto de la agonía porque los recuerdos se agolpaban de nuevo en mi mente, al punto de la confusión.

¿Por qué siento esto?

Al tocar suelo firme, agradezco a Nimay por su gesto. -Gracias, te debo dos ya. - expreso esbozando una sonrisa mientras le dedico una dulce mirada que habrá durado unos segundos ya que la escultura había captado por completo mi atención.

-No te separes de nosotros Theora. -susurro sujetando la mano de la niña al revisar todo el perímetro a través de mis ojos lupinos. Tyr por consecuencia hace lo mismo, denotando hostilidad a simple vista.

¿Y ahora? - murmuro expectante, mientras algunos comenzaban a increpar al grupo de jóvenes a través de lógicas preguntas y Nimay rompía el silencio buscando la forma de que la mujer de piel morena suelte algo de lo que sabe.

Por mi parte continuaba relacionando todo, si ellos detuvieron sus pasos ahora y nosotros debíamos seguir porque hemos recibido “El llamado”, había un precio que pagar ya que Odland no te daba nada gratis. ¿Cuál sería? ¿Quién estaría dispuesto a pagarlo? Faltaba información porque la sensación era ir directo al matadero y no me hacía mucha gracia.

Kat se sorprendió un poco que les dieran finalmente una respuesta más directa de las divagaciones que hasta ahora habían recibido. Aunque a pesar de lo que habia pensado en un principio eso no termino aclarando lo que pasaba pero averiguo algo que parecía importante en el grupo.

Sin embargo antes que pudiera preguntar por algo más específico, de nuevo fueron sujetosa un abrupto movimiento por ese joven que controlaba la tierra. A un lugar extrañamente bien mantenido con una plaza central iluminada por la luna y rodeada por estatuas que se veían tan vivas que generaban un escalofrió en Katalina.

Se sorprendió cuando Nora admitió un desconocimiento de esto, cuando antes por sus palabras parecía tener mas conocimiento que el resto. Por suerte no habia sido la única en notarlo. “Yo tampoco habia escuchado de esto, pero como…Nimay” habia tardado en recordar su nombre. “Pensaba que sabias mas que nosotros por como hablas antes.”

Fiona escuchó con atención todo lo que los guardianes iban diciendo, por fin empezaba a comprender lo que estaba pasando y por qué habían sido convocados. Mientras comenzaba a hacer sus conjeturas en silencio la suave voz de Raffariel la sacó de sus pensamientos.

- Son los guardianes de Oldland, cariño... hemos sido invitados a participar en una guerra- le contestó. Entonces la tierra tembló y comenzó a trasnpostarlos a otro lado, Fiona en un gesto maternal abrazó el menudo cuerpo de Raffariel, mientras trataba por todos los medios de no caer al suelo... mantener el equilibrio con aquellos tacones de infarto era casi una proeza, una proeza de la que salió indemne, no estaba dispuesta a acer de nalgas y mancharse su modelo de Channel, le encantaba ese vestido... cuando la tierra dejó de temblar, se permitió aflojar los brazos sobre Raffariel- ¿Estás bien?- le dijo a la muchacha inspeccionándola, como si se tratase de su hija... eso era lo que tenía ser madre, que se le escapaba su instinto maternal... Cuando se aseguró de que la chica estaba bien, se dió cuenta de que había perdido su cigarrillo- Chts...- maldijo para sí misma, no se iba a poner a buscarlo, abrió el bolso y miró el paquete... debería de haberse traído más tabaco.