Te cuento: Lo habitual en estos casos es hacer la Viñeta, en la cual se incluye la narración de la batalla y la muerte del personaje. Pero antes, es común que el jugador separe aparte el post de la muerte en sí para que yo lo pueda poner en la escena del cementerio.
Ese mismo texto luego formará parte también de la Viñeta del difunto personaje, pero en la escena del cementerio no se pone la Viñeta entera, sino sólo el trocito de la muerte del personaje.
Bethan caminaba entre cuerpos ensangrentados. No se trataba de ningún glorioso campo de batalla. Eran las calles podridas y oscuras de Solaz. En algún momento entre ese punto y dos horas antes, Caratorcida había dejado a su caballo Viejotully en una cuadra a seis calles de aquí. Le había empezado a llamar Viejotully desde la muerte de Ser Hadder, y ahora estaba defendiendo a su asesino.
Nadie le preguntaría nada al volver al castillo si le veían herido; en Solaz del Soldado las peleas, incluso a espada, son una constante. Pero si en el fragor de la lucha el que resultaba herido era Viejotully, desvelaría que se trataba de algo serio. Un combate montado, nada accidental. Mucho peor resultaría que su montura se torciese una pata, o fuese abatido a flechazos. Entonces sí que estaría en un lío, sin un modo de volver a Aguasclaras.
Visto en perspicacia... o perspectiva, o como quiera que se diga, aquello fue un error garrafal. Era viejo y vestía una pesada armadura que no se ponía desde la caída del Gremio del Trueno. Sudaba a mares, y estaba agotado. Le dolía el brazo izquierdo, con lo que le costaba sujetar la alabarda, y el pecho se le encogía como si estuvieran propinándole una serie de pinchazos desde dentro. Bethan no sabía cómo era un ataque al corazón, pero lo hubiese preferido mil veces antes de soportar el dolor que le estaba atenazando.
Dió un paso más... Los hombres de los Lefford habían sido masacrados, pero uno de sus caballos seguía en la calle. Si lograba alcanzarlo podría huir hasta la cuadra y montar en Viejotully dejando la segunda montura como un buen botín de guerra. Podría decir que lo había ganado en una apuesta.
Otro paso más, ya casi podía coger las riendas. El viejo Sanguedor, astuto como un zorro, se había perdido en un rodeo, y Caster y el bastardillo memo estaban a menos de una carga de su rival Ser Baltrigar, y otro jinete que Bethan no había visto en su vida. A parte de esa visión, completaban el cuadro los cadáveres de las dos facciones, y el caballo, el bendito caballo de aquel mercenario anónimo al que no habían pagado lo suficiente para haber muerto. Y entonces, todo se truncó.
En el último paso para salvar la distancia con su salvación, Caster giró su montura hacia Bethan y cargó contra él. Y el bastardo idiota le siguió, como un perrillo faldero. El caballo se asustó, se encabritó y relinchó, y salió trotando por un callejón. Y con el animal se fueron las posibilidades de Bethan. Caracortada, o Cicatriz, que al ritmo que va terminará con más nombres que el caballo de Bethan, descargó contra la fea cara de Caratorcida un aluvión de golpes con su maza.
Bethan no sabría contar los golpes, ni decir si en el espacio entre una mazada y la siguiente Haudrey llegó a conectar algún golpe a pesar de su infinita inutilidad. Lo cierto es que Bethan no podía dar ni un solo paso, y el dolor del brazo izquierdo no le permitía elevar la alabarda lo suficiente para detener un golpe de un jinete montado. Era un blanco quieto y enorme. Y en algún momento en medio de aquella paliza, el corazón de Bethan le dejó de latir.
Muchas gracias, he añadido el texto al post de tu defunción en la escena del cementerio de la partida.