Desde que las órdenes fueron impartidas Sino se apartó un poco y se sentó en el suelo para preparar sus pinturas de guerra y comenzar con su maquillaje. La experiencia que le había dado tanta práctica en el pasado hizo que fuera un juego de niños para él. Los dedos se movían con agilidad y destreza marcando la línea que dividiría su rostro en dos, y la pintura fue poco a poco recubriendo la mitad de su cara. En unos pocos minutos Sino estaba preparado con su pintura de guerra típica.
Aún así escuchó de lejos la idea de los símbolos de protección que ofrecía Khadesa y se lo pensó bien... finalmente decidió acercarse a la pitonisa pero vio a Ponzoña hablando íntimamente con ella así que decidió esperar en silencio a unos metros... Les dejaría algo de intimidad antes de pedir a la pitonisa que le pintara un símbolo de protección.
Día 12 del Castor
Dedos despertó con los primeros rayos de sol. Aunque había entrenado levemente la noche anterior, se encontraba de maravilla esa mañana. Sus heridas estaban totalmente cerradas y no sentía dolor alguno.
Levantándose de su lecho fue a asearse. Justo al terminar escuchó la voz de Khadesa, que traía provisiones. Se acercó y saludó a los presentes. Al animar Khadesa a los presentes a servirse, cogió unas pocas zanahorias y unos pocos rábanos que desayunó con ganas y hambre.
Después cogió su daga y fue a entrenar durante algunas horas. Estaba contenta por poder, al fin, mover su cuerpo, y con tanto reposo sus músculos se habían entumecido. Además había perdido agilidad al no entrenar, así que con una batalla próxima, consideró que era necesario que se esforzase al máximo.
Las horas pasaron volando. Con el aliento entrecortado y el corazón galopando por el ejercicio al que ya no estaba acostumbrado su cuerpo tras días de reposo, Dedos fue a asearse. Esta noche era una noche muy importante: iban a celebrar la victoria sobre los enemigos, además de que los que se lo habían ganado iban a jurar.
Cuando terminó de asearse se arregló las rastas, que esta noche luciría sueltas, alrededor de su cara. Se puso unos pocos abalorios que tenía y se colgó la daga de la cintura, no sin antes sacarle brillo y afilarla. También sacó brillo a su broche y alisó su capa, que de usarla poco seguía limpia y en
perfectas condiciones. Chaman Rojo iba a estar orgulloso de haberle pedido que fuese su Hermana de Capa.
En cuanto terminó de arreglarse empezaron a sonar los tambores que anunciaban el comienzo de la ceremonia. Se acercó al recuadro formado por sus compañeros y amigos. Se sentía un poco nerviosa, y estaba más animada que los días anteriores.
Pronto Analista convocó a los nuevos hermanos de capa, y Dedos dio un paso adelante, con la cabeza alta y porte orgullosa, pero con su habitual sonrisa en la cara, que la hacía parecer una niña. Recibió la capa que debería ponerle sobre los hombros a Chaman Rojo y esperó, como todos los demás, a que empezase el discurso.
Miró a los demás asistentes, y se dio cuenta de que Campaña, Matagatos y Ponzoña no llevaban su capa. ¿Qué habría pasado? Últimamente no se estaba enterando de nada.
Para su sorpresa, tres de los reclutas que iban a jurar renunciaron a ello, entre ellos Niña de Oro. Los miró esperando que hubiesen meditado bien la decisión. Después Teniente y Analista empezaron los discursos. Se quedó seria, escuchando con atención todo lo que se decía. Sabía lo importante que era para esos reclutas convertirse en Hermanos esa noche. Ella, hace no mucho tiempo, pasó por lo mismo.
Uno a uno los reclutas contaron el por qué se merecían jurar aquella noche. Chaman Negro fue breve. Y al fin llegó el momento. Juraron. Era un momento de emoción contenida, pero no podía titubear. Hizo lo que le correspondía como Hermana de Capa. -Bienvenido a la Compañía, Chaman Rojo.- Y llegó el momento de festejar.
Acción: entrenamiento duro prolongado.
TRANSCURRE LA MAYOR PARTE DEL DIA.
CAMBIO DE ESCENA: SIGUE EN "FUERTE CHUDA".
Noche del juramento
Sonrió a las palabras de Chaman Rojo, pero su atención estaba en otro sitio. Su cuerpo estaba cansado, pero aún así le dio la suficiente tregua como para correr detrás de Matagatos y hablar con él, en privado.
Día 13 del Castor
Por la mañana se despertó descansada, con fuerzas renovadas. No había bebido nada la noche anterior, aunque los Altos Mandos habían estado invitando a unas cuantas rondas, pero prefería estar fresca para aprovechar la mañana. Más bien, aprovechar el día, sin estar tocada por ninguna resaca.
Se fue a asear y cuando regresó vio a Matagatos y a los demás responsables de los distintos pelotones saliendo de la tienda de mando. ¿Qué estaría pasando? Esperó a recibir órdenes de Matagatos. Mientras tanto cogió su escudilla y fue en busca de comida, pues la noche anterior se le había olvidado cenar con tanta ceremonia y ahora el hambre apretaba su estómago, castigándola.
Se quedó a descansar la comida junto al fuego, esperando el momento para ponerse a entrenar. Vio partir primero al Pelotón de Arqueros con algunos magos y poco después al Segundo Pelotón con algunos magos más, además del Capitán. Empezaba el movimiento, y eso significaba que su marcha estaba muy próxima.
Dedos se levantó y se fue a entrenar, esta vez con su espada corta, no muy exhaustivamente, pero si con un ritmo constante. Transcurrió el resto del día alternando entre el entrenamiento y el descanso. Cuando llegó la noche se aseó, quitándose de encima todo el polvo acumulado durante la tarde, cenó, y antes de irse a dormir afiló su espada, su daga y contó las flechas que le quedaban, poniendo todo a punto para la marcha que ya llegaba.
-Son buenas ideas, Reyezuelo. Cuando lleguemos a nuestro destino y nos detengamos, se lo propondremos al Teniente y veremos qué decide.
Día 14 del Castor
Esa mañana estaba nerviosa. Sabía que algo estaba a punto de pasar, pero prefirió no darle más vueltas. Recontó una vez más sus pertenencias. Metió en la mochila lo estrictamente necesario, y confirmó que tenía la daga y la espada bien afiladas. Además de tener en el sitio el arco y las flechas. Y entonces llegó el teniente con las órdenes.
Escuchó en silencio. Sabía que Matagatos iba a ponerla en algún puesto en especial, y no le desobedecería. No esta vez. No quería morir, pero tampoco iba a dejar que él muriese. Lo protegería con su arco, su daga, su espada y su cuerpo si hiciese falta.
"Gracias Señor, Creo que así se salvaran vidas y aumentaremos las posibilidades de entrar reduciendo las pérdidas", Llevaba tiempo en su tribu preparándose para ser uno de los jefes de partida de guerra, y le alegraba que toda la instrucción que recibió ahora servía para algo.
Sabandija pone mala cara por la interrupción tan inoportuna. Se queda esperando con resignación a que Ratrojo acabe de hablar. Mientras lo hace, le mira como un niño impaciente mira a su madre a punto de darle un dulce.
- ¿Un amuleto dices?- Sabandija piensa en las palabras del chamán. Tenían mucha prisa por partir, debía encontrar algo que le sirviera de amuleto. Pensó en su pelo, siempre lo cuidaba y le gustaba llevarlo pulcro y lustroso. Se quitó uno de los avalorios tribales que se había puesto para la batalla.- ¿Esto serviría? Por favor... será mi amuleto. -El K´Hlata le tiende el avalorio para que el chammán haga lo que tenga que hacer con ello.
¿Eso un amuleto? Ptzzz... más bien una simple baratija. Yo me refiero a las batatas.
...
Sí, batatas. No me mires así. Batatas de comer. El principio chamánico que permite a las batatas protegerte de los espíritus es... ¡Agh, si me dieran una pieza de plata por cada vez que cuento esto ya tendría dos piezas de plata! La energía espiritual de la tierra, blablablá... el tubérculo crece bajo tierra, blablablá... absorve los flujos vitales, blablablá...
Resumiendo: las fuerzas espirituales se atraen. Las batatas son ricas en energía espiritual. Ergo si llevas batatas, la energía espiritual que fluya hacia ti se desvía a la batata en vez de atravesar tu cuerpo y dañar tu alma.
Aún queda una hora para que nos pongamos en marcha. Vete a los puestos del mercado, compra unas batatas y... No sé. Cuélgalas del cuello con una cuerda, como una ristra de ajos... Eso hizo Guepardo y ahora está vivo. O... O córtala en rodajas y ensártalas en tu lanza como un pincho moruno. Eso ya a tu gusto. Sé creativo.
- Ba...batatas.- Sabandija conocía el tubérculo pero se había quedado un poco estupefacto, con la mano tendida aún hacia el chamán. La retiro rápidamente y se recolocó el cabello.- ...claro, haré lo que me dices. - No tenía dinero pero al menos echaría un vistazo, no perdería nada por intentarlo.- Gracias Rastrojo.- Supongo. Haber pasado tantas penurias acosado por los espíritus de sus familiares para que con una batata todo estuviera resuelto era irónico. - Cuídate durante la batalla. - El K´Hlata estaba preocupado por la seguridad del chamán, puesto que había declarado querer ir con el grupo de los arpeos.- No te expongas innecesariamente. Tu sabiduría es muy valiosa para la compañía como para perderla.- Tras un brevey delicado roce de su mano el en hombro de Rastrojo el joven se dirige raudo a sus quehaceres y preparativos para la inminente batalla.