Partida Rol por web

Disculpa, no quería ofender- dice, sin tener claro si se hacía el ofendido o no - supongo que serás un buen jinete- añade- y no tendré problemas en darte algún que otro consejo para ello. En cualquier caso, deberemos de entrenar antes en el combate cuerpo a cuerpo. La compañía necesita guerreros ahora mismo. Y a nosotros no nos sobran caballos para entrenar a nuevos jinetes. En fin, ya veremos como lo hacemos- el tagliano debería pensar que podía enseñar a Michou que le fuera útil. Tendría antes que evaluar sus capacidades para ello.

Escucho la respuesta de serpiente acompañada de su tono mordaz. O tal vez sarcástico, era difícil distinguir cual de los dos empleaba. Lo que no comprendía era por que se molestaba tanto por aquella simple pregunta.

Fruncí el ceño. ¿Y a este que le pasa? Pensé mas para mi misma que para otro. A veces me sentía como una idiota. ¿Para que me preocupaba por los otros? Me reprendía por aquello. Debería ocuparme solamente de Matagatos y nadie más.

-No había necesidad del sarcasmo, Serpiente… - Le digo en tono algo hosco – Te lo pregunte por que no tienes buen aspecto y como estoy a cargo de los heridos, tal vez podía ayudarte a sentir mejor, nada mas. No tienes por que portarte grosero…-

Le digo seria. Ya había hecho que se me pasara el buen humor. Sin duda estaba así por que no se sentía bien, pero no había necesidad de sus malos tratos.

Plumilla atendió a las palabras de Campaña alzando la cabeza.

-Vale-asintió solícita dando una zancada que pretendía igualar el paso del hostigador y pisó con "fuerza" en el suelo, levantando algo de polvo al tiempo que hacía un ruidito parecido a "innnnn" por la concentración.

Definitivamente así no era.

-Es que tú eres grande y puedes aplastar el suelo, Campaña-dijo la K'Hlata sin pretender quejarse, exponiendo otro hecho igual de evidente que la marcha se hace poniendo un pie delante de otro, caminar como lo hacía él era complicado para Plumilla, que se tambaleaba ligeramente al imitarle, haciendo pasos forzados tan distintos de sus habituales pasos rítmicos no exentos de cierta elegancia como si se deslizara sobre el suelo.

Keropis siguió la marcha con el característico tintineo metálico que lo acompañaba cuando caminaba, y más aun cuando marchaba, pues había que hacer que parecieran diez mil soldados en vez de unos cientos.

No sabía donde colocarse ya que algunos iban en las parejas de Hostigador y Campamentero, asique decidió quedarse un poco más atrás, cerca del final; pero sin llegar a estar con los carromatos.

Iba fijándose en la vida de la ciudad y no pudo desviar su mirada hacia los que iban junto al carro, que eran el que había sido azotado, un Oscuro y esa chica.

El ermitaño dirigió su mirada al frente sin dejar de observar el camino que seguía hacia esa batalla que les esperaría de uan forma u otra.

Mierda, quizás ha pensado que no me interesa montar o que soy un presuntuoso y ya no piensa enseñarme...

- Estoy preparado para lo que sea. Agradeceré todo lo que puedas enseñarme, Sicofante -digo decididamente.

Mientras camino por el Barrio Residencial, contemplo las calles y huelo el aire de la ciudad. Las ciudades resultan perturbadoras para los sentidos poco acostumbrados al bullicio. Al paso de la Compañía, numerosos rostros se giran curiosos. Desde un callejón, un niño de aspecto desaliñado observa el paso de los mercenarios con la mirada perdida... Muevo la vista al frente, y me esfuerzo en mantener el paso.

El Hiena escuchaba a su grupo mientras abandonaban la ciudad maldita. El frío del lugar seguía calando sus huesos que ansiaban el calor y la luz del sol y en sus pies hormigueaba la sensación de echar a correr. Pero no podia hacerlo.

-No agradezcáis la instrucción que vayáis a recibir. Debéis aprender y para ello deberéis trabajar duro, al igual que nosotros deberemos hacerlo para que os transforméis en los futuros hermanos de la Compañía. Antes otros lo hicieron con nosotros, y nunca esperaron palabras de agradecimiento sino trabajo, sudor y dolor. Nuestra primera labor de hoy será encontrar un buen lugar para asentarnos. Un campamento que cuente con agua, madera y sea fácil de proteger llegado el caso. Tal vez creáis que eso puede resultar fácil, más no es así, pues desconocemos este territorio. Tal vez debamos atravesar zonas que encierren peligros como pozas y ciénagas, donde el suelo esté cuajado de afiladas piedras que destrocen nuestros pies o simple hierba que los acaricie. Ojopocho es un buen explorador y es quien mejor os puede aconsejar acerca de cómo proceder aunque todos los Hostigadores hayamos aprendido de los Exploradores de la Compañía. Habréis visto que son sigilosos, si habéis sabido mirar. Suben a oteros desde los que es difícil divisarles pero desde donde ven todo, como el guepardo que vigila su territorio de caza. Son capaces de descubrir la tormenta antes de que una nube manche el cielo como si fuera una cebra. Y son capaces de sobrevivir con lo que la tierra esté dispuesta a regalar, lo cual suele ser poco la mayoría de las veces. Pensad sobre ello y pisad bien. No es necsario aplastar la tierra salvo que alguien desee dejarun rastro fácil de seguir -dijo. Una fugaz sonrisa, muy poco habitual en él, hizo que sus blancos dientes destellaran en su rostro de ébano.

Reyezuelo no se sentía muy bien sabiendo que tendría que trabajar con un campamentero codo con codo. Lo suyo era trabajar solo. Estaba acostumbrado a que los demás le trataran con gran respeto y siguieran sus órdenes, pero desde que entro en la compañía nada era así. Era un recluta sin derechos ni respeto, pero esta era su nueva tribu, le gustara o no, pues la suya quedo muy diezmada tras la masacre que sufrió a manos de sus nuevos compañeros.
Lo cierto es que pese a que su orgullo era el signo más característico en el joven sabía que si quería seguir adelante debía  disminuirlo y acomodarse a su nuevo instructor, le gustase o no.
Y lo cierto es que parecía un hombre fuerte y con más experiencia que la suya propia, asique tendría que agradecer a los dioses que estuviera a su lado por el momento.
Eran órdenes directas y quizás una buena situación para que no se repitiera otra humillante derrota.
 

Reyezuelo miro a Uro fijamente a los ojos e hizo un leve gesto de afirmación con la cabeza sin decir nada. Su posición había sido firme durante todo el tiempo, y cuando las filas comenzaron a romperse el seguía en la misma posición a la espera de su tutor con el rostro muy sereno.

Cuando al fin se pusieron en marcha el recluta se coloco a un metro y medio de Uro siguiendo la formación. Portaba con sus cosas ya recogidas y no pronuncio palabra hasta pasado un rato caminando por las calles de aquella ciudad.

-Aun te queda sangre seca en el labio.- salió de sus labios sin saber muy bien porque rompía su silencio. Aunque su paso seguía firme y su rostro no apartaba la mirada del frente.

Tras escuchar a Ponzoña sabía que no necesitaba decir más palabras.

Codorniz se acerca al que será su tutor, con mirada inquisitiva y curiosa. No puede evitar sacar una sonrisa al encontrar la misma respuesta en los ojos de él

- Sé luchar, no te preocupes por eso - le responde, quizás algo tardía, pero no podía evitar hacer un examen de él - Pero quizás haya más habilidades que explotar, si estás pensando en ello

Ponzoña terminaba de aclarar todo aquel asunto. Privilegio o no, eso dependía del que fuera instructor. Pero todos debían acatar aquella orden, y aprovechar aquella oportunidad como lo que realmente era. Si querían dejarlo pasar, era un verdadero problema. Observa a Pelagatos, curiosa acerca de lo que será ese tiempo en su compañía.

No espera algo agradable. Es trabajo, al fin y al cabo. Y las oportunidades había que atraparlas al vuelo

- El Barrio Residencial de Cho'n Delor alberga a aproximadamente un tercio de la población. Es el barrio del mercado, de comerciantes, artesanos y clases medias relativamente acomodadas.

- Mucho más tranquilo que la ciudad baja, aunque también con muchas menos tabernas y prostíbulos, al menos no de forma evidente.

- Las casas son principalmente de piedra, con un arquitectura sólida. Las calles están empedradas y mucho más limpias que las de la Ciudad Baja. También hay más patrullas de la Guardia de la ciudad.

- Hostigadores y Campamenteros avanzan a ritmo tranquilo por las calles medianamente anchas del Barrio Residencial, llegando eventualmente a la Ciudad Baja.