Partida Rol por web

Michael estaba desatado. Era evidente que aquel tipo le había tocado demasiado la narices, y ahora el duro detective iba a cobrarse su venganza.

-No es nada personal, amigo-dijo, aunque para Michael puede que lo fuera.

Norman intentó quitarle el arma aprovechando el golpe que le había propinado su compañero. Al mismo tiempo, también intentaría colocarse en una posición en la que entre Michael y él rodearan al sujeto, para evitar que saliese corriendo.

El movimiento de los dos hombres fue rápido y directo. El golpe de Michael pilló a Sheridan desprevenido; lo que aprovechó Norman para hacerse con su arma y apuntarle con la misma. Para cuando se dio cuenta solo pudo levantar sus manos todavía un poco confundido.

— Vale vale... — Dijo con un hilo de sangre saliendo de la boca. Probablemente tendría algún diente roto. — Estfáis jofifos capufos. No tenféis ni idea de con quién os estfáis metfiendo — 

El tipo pretendía asustarles, pero ese diente roto que le hacía hablar de aquella forma casi cómica no ayudaba a sus intenciones.

-¿Sí?, pues ilumínanos. ¿Quién es el dueño de esto?, ¿para quién trabajas?-le replicó Norman sin dejar de apuntarle.

— Ef de los Irlandfeses idiotasf— Dijo el hombre tratando de evitar el cañón con el que Norman le apuntaba y con bastante poca efectividad. Ante la petición de que os abriera la persiana su rostro cambió, negando con la cabeza. Un par de amenazas y empujones hubieran sido suficientes para forzarle a abrirla sin duda, pero el sonido de unos cuantos disparos efectuados en el interior del almacén hizo que todo se detuviera por unos segundos...

— Mierdfa — Sheridan se llevo instintivamente la mano a la sobaquera solo para comprobar que Norman tenía su arma. Con un movimiento trató de zafarse del agarre que lo mantenía preso, tratando de huir claramente del lugar...

Michael movió la cabeza hacia la puerta. Miró hacia arriba pero las ventanas estaban demasiado arriba.

—¿Qué demonios pasa ahí dentro? —dijo mientras ayudaba a Norman a mantener quieto a aquel hombre y, a la vez, lo cacheaba en busca de alguna llave.

De vez en cuando levantaba la cabeza para vigilar la puerta.

-¿A dónde crees que vas?-le reprendía Norman al vigilante mientras le agarraba para que no escapase.

Esperó a que contestara la pregunta de Michael y de paso hizo otra.

-¿Cuánta gente hay ahí?

Su atención ya estaba totalmente centrada en la puerta principal del almacén. Después de haber comprobado los accesos, si alguien salía de allí lo haría por la puerta principal.

Primero Michael, y finalmente Norman retuvieron a Kirk ante su inminente escapada. Había logrado alejarse unos pasos de la puerta, pero de poco le sirvió.

— Están... negaba con la cabeza mirando hacia la puerta... 3 de los nuestros y dos —

BLAAMMMMM

La puerta del almacén salió despedida, apareciendo tras ella un camión a toda velocidad. Tanto Michael como Norman lograron saltar hacia los lados justo a tiempo para evitar el impacto del camión. Quiso la mala suerte que al pobre Sheridan se lo llevara por delante primero y le pasara por encima después.

Michael pudo ver que había un par de tipos en el interior, pero no pudo verles como para identificarles. Tampoco se detuvieron para ver a quien habían atropellado, desapareciendo a toda velocidad. Lo bueno era que la puerta ya estaba abierta... ¿no?

Desde donde estaban parecía estar prácticamente vacío. Algunas cajas rotas y lo que parecían las piernas de un cuerpo detrás de unas estanterías metálicas...

—¡Maldita sea! —dijo Michael desde el suelo todavía agarrando la pistola que había estado a punto de salir volando—. ¿Estás bien Norman?

El detective se puso en pie y comprobó que Norman se moviera. Acto seguido se acercó a la puerta que había volado por los aires y se asomó al interior.

—Esto cada vez me huele peor Norman. Quizá tenía razón este malnacido y nos estamos metiendo demasiado adentro en algo que no podemos masticar.

Norman se levantó algo aturdido.

-Creo que tengo todo en su sitio...-contestó a la pregunta de Michael mientras se palpaba ligeramente-. Ha faltado poco para mandarnos al otro barrio, como a ese pobre diablo.

Observó el cuerpo del vigilante, que parecía una marioneta destrozada.

-Un cadáver en mitad de la calle y semejante estruendo seguramente atraiga problemas más pronto que tarde. Inspeccionemos rápido este lugar y salgamos pitando de aquí.

Norman seguía empuñando la pistola de aquel tipo, y con ella en mano se adentró detrás de Michael al interior del almacén, prestando especial atención a esas piernas tras las estanterías. Ojalá allí hubiese alguna respuesta por la que valiese la pena todo este esfuerzo.

Desde la entrada se veía algo mejor el interior de aquel almacén. No era un cuerpo el que estaba tirados en el suelo sino tres; todos ellos con impactos de bala. Dos de ellos parecían hombres rudos, matones que te encontrarías por las calles de Barton Cove. El tercero sin embargo era un hombre bien vestido; cualquier diría que era un contable, banquero o peor... abogado.

Las pocas cajas que quedaban estaban rotas o vacías, pero algo llamó la atención del investigador. Todas ellas tenían el mismo dibujo que habían encontrado en la galería abandonada de la mina. Si querían averigüar algo más tendrían que entrar en el almacén.

Norman por su parte estaba más preocupado del exterior que del interior. Por ahora no había ruidos de sirenas o señales de que alguien fuera acudir allí en los próximos minutos...

Norman se adentró más en el almacén mientras se aproximaba al tipo trajeado. Antes de agacharse para registrarlo, echó un último vistazo alredador, para asegurarse de que no había algún tirador oculto. Seguidamente, pasó a escarbar sus bolsillos.

A Norman no le pareció ver a nadie más en aquel almacén, así que se centró en registrar al tipo trajeado; dejando de lado a los matones. Lo primero que encontró fue un fajo de billetes^[1] enrollados como una goma elástica. Unas llaves, tabaco y lo que sin duda le resultó más interesante. Una libreta en cuyo interior había doblado un mapa de la ciudad con una serie de nombre sobre él.

Norman se lo guardó todo rápidamente.

-Michael, mira esto, aquí el señor elegante tiene unas llaves y un mapa que podrían ser de importancia. Luego lo examinaremos con más detalle.

Ya que estaba, aprovechó para registrar también a los matones.

Michael no escuchó a Norman. Estaba demasiado atento al interior del almacén y, poco a poco, iba adentrándose. Llevaba el arma en la mano y se deslizaba como un gato apunto de atrapar a su presa.

Michael seguía la investigación de aquel almacén. Se adentró en un pequeño cuartucho en el que vio una caja cerrada. Al abrirla se encontró con una ametralladora Thomson con dos cargadores de ruleta. Al parecer a los pobres desdichados que ahora yacían en el suelo mientras Norman los registraba no les había dado ni tiempo a ir a por ellas. Finalmente pudo ver que en una esquina del cuarto había un pequeño artefacto compuesto por seis cartuchos de dinamita y un reloj conectado a los mismos para, claramente, hacer de detonador con efecto retardado.

Norman por su parte no encontró nada más que algo de dinero, más llaves y tabaco. Poco más de interés. Lo si que le llamó la atención era otro artefacto explosivo. Al parecer antes de huir habían podido colocar dos de ellos. Uno a cada extremo del almacén. 

En ambos relojes el contador bajó de los dos minutos a uno cincuenta y nueve prácticamente en el mismo momento...

-¡Esto está a punto de estallar!-gritó Norman sin poder reprimir el sobresalto al observar los explosivos-¡Salgamos de aquí YA!

Los dos hombres salieron a la carrera, dejando atrás la ametralladora y los explosivos, así como los cuerpos de los tres hombres asesinados. No les fue complicado llegar hasta el coche antes de que la explosión iluminara el cielo de Bloomfield. Los cascotes de las paredes salieron despedidos en todas direcciones.

Para cuando los primeros vehículos llegaban al lugar Michael y Norman ya se habían alejado lo suficiente como para no levantar sospechas...