El mago miró a la elfa. Desde luego la caja tenía que ser algo importante, dada la manera en la que la había cogido (más bien arrebatado) de mis manos. A pesar de ello, había logrado entrar en la taberna, y eso era lo importante.
Si no necesitáis nada más...- dejó caer la frase.
—No, no... —repitió Yhalandara—. Puedes marcharte y dar una vuelta por el sitio si lo deseas.
Ivelios echó un ojo al local. Estaba lleno de clientes extravagantes, desde luego, y aunque a veces era difícilmente discernibles la mayoría de ellos había visto demasiadas primaveras... o muy pocas. Era un sitio donde los viejos aventureros contaban a asombrados novatos los relatos de sus aventuras pasadas. En su deambuleo por el salón, Ivelios se percató de que la comidilla del día era el suicidio de una de las sacerdotisas del templo local de Mystra, y una masacre de hombres y bestias en las cuadras más famosas de la región: las Frondáurea, regentadas por una de las Burgueses de la Rastra. Aparte de eso había un tablón de madera en el que había varios avisos colgados, siendo curioseado por varios aventureros jóvenes.
Los rumores atrajeron la atención del joven mago, sobretodo uno en particular: el asesinato de la sacerdotisa y por causas claramente cercanas.
Bueno, no creo que sea malo escuchar que se dice por este lugar- pensó- tal vez me entere de algo interesante.
Sin más dilación, el mago se abrió paso hasta llegar a la zona donde se hablaba del caso, colocándose en una pequeña esquina para pasar desapercibido.
Ninguno de los aventureros pareció sorprenderse de que Ivelios se acercara a curiosear. A fin de cuentas, era un club de aventureros. Cualquier cotilleo que pudiera devenir en trabajo atraía a fisgones, y no faltaban los que gozaban del protagonismo.
En esta ocasión, era un calishita el que parecía saber más que los demás. Iba ataviado por una vaporosa camisa blanca con un chaleco negro decorado profusamente con runas y sigilos dorados que proclamaban a los cuatro vientos que era un hechicero. Lucía un turbante tirante, un fajín de seda negra, y unos bombachos del mismo color metidos por dentro de una botas largas de cuero suave.
—Está claro —decía con arrogancia mientras se miraba despreocupadamente las uñas—. Lo de que su hijo era impermeable a la Urdimbre fue la comidilla en la ciudad hace unos años. No lo pudo soportar, y se tiró desde la ventana de la torre.
—Pero ¿precisamente ahora, después de tantos años? —objetó una mujer con armadura que había por ahí cerca, pero nadie pareció prestarla atención.
—¿Cómo es posible que alguien sea impermeable a la Urdimbre? —preguntó un enano.
—¿Y TÚ lo preguntas, enano? —se mofó el calishita—, pensaba que entre los tuyos no había un sólo mago.
—Eso es porque no queremos, no porque no podamos —refunfuñó el aludido.
—Pues lo más probable es que al chico ese le pasara lo mismo. Sería tan torpe que ni siquiera podría lanzar un conjuro de luz y se inventaron la trola esa para cubrir la dignidad de la sacerdotisa. Quizá ahora se haya descubierto el embuste y por eso se haya suicidado.
Impermeable a la Urdimbre, ¿eh?- el asunto del suicidio había tomado un cariz extraño, al menos si ese motivo fuese cierto. Desde luego, el mago intentó recordar si habían existido casos similares...
Su hijo...- interesante observación. ¿El hijo de la sacerdotisa? con razón no había podido atenderla. Esperó un poco más, por si añadían algo más a la conversación
Tirada: 1d20(+9)
Motivo: saber (historia)
Resultado: 2(+9)=11
Tirada: 1d20(+11)
Motivo: saber (arcano)
Resultado: 7(+11)=18
Lo que he echo ha sido tirar saber (no se si arcano o historia) para intentar conocer si ha habido casos parecidos de personas impermeables a la Urdimbre.
Sabes que el lanzamiento de conjuros (tanto arcanos como divinos) en Faerûn es posible gracias a la Urdimbre, y por extensión, a Mystra, la Diosa de la Magia. Incluso los dioses, cuando lanzan conjuros, utilizan la Urdimbre. La única excepción es la Urdimbre Sombría (que ocupa la parte "negativa" de la Urdimbre, por así decirlo), que no la controla Mystra sino Shar, la Oscura Diosa de la noche.
Aunque hay criaturas resistentes o inmunes a la magia, jamás habías oído hablar de ningún humano que fuera incapaz de ponerse en contacto con ella. Simplemente individuales más capaces o más torpes.
La gente dice poco más que sea de utilidad.
Las palabras del mago habían causado cierto interés en el elfo, pero poco más podían añadir. Quizás preguntándole algo más al respecto...
Disculpe- dijo Ivelios- el asunto que acaba de comentar suscita cierto interés. Soy nuevo por esta zona y me gustaría saber algo más sobre este tema, sino le es inconveniente responder a este "joven" mago sus pequeñas dudas
El mago calishita hizo un gesto displicente con la mano.
—Pues pásate por el templo. Están celebrando el velatorio y la sacerdotisa esta ahí, de cuerpo presente. Quizá alguien de la congregación te pueda dar más... detalles morbosos, si eso es lo que quieres —el mago calishita rió entre dientes por su propia ocurrencia.
La manera en la que bufó el enano parecía decir que le iba a estampar un puñetazo en la cara de un momento a otro.
Será mejor que me retire de aquí- pensó Ivelios- gracias por su aclaración
Solo había dos caminos posibles: o bien seguir en la taberna, escuchando rumores (algunos ciertos, otros falsos) o bien ir hacia el templo, donde podría seguir con su "pequeña" investigación. El mago optó por ese último camino: tal vez podía ser útil a las sacerdotisas (y ya de paso podría ganarme un posible sustento).
Sin más decidió irse del lugar. No todo había sido una pérdida de tiempo: al fin y al cabo, había logrado entrar en la taberna, y eso era lo importante.
rumbo pa´el templo
Anótate 200 px por conseguir entrar al club y sonsacar información variada de aquí y allí.