La respuesta de Galatea a las palabras de Carbos fue una sonrisa sesgada y de medio lado.
—En ese caso, lo que nos será de ayuda será él, no sólo su olfato—respondió mientras el perro se acercaba—un amigo no deja de ser un aliado, caballero, ladre o hable.
No había acritud en sus palabras, era como si simplemente estuviera exponiendo un hecho que ella consideraba cierto. Se agachó en cuclillas cuando el animal le ladró, acariciándole la quijada con suavidad como quien atendiera a un niño que le estuviese preguntando algo.
—Al igual que una vida no deja de ser más o menos importante por ser la de un animal o la de una persona. ¿Verdad?
Le rascó una oreja como si hablase con él cánido más que con el humano y enseguida volvió a levantarse.
—Pero es normal que no le guste este sitio. A ningún animal le tranquiliza el olor de la muerte—se sacudió las piernas mientras se ponía en pie—y hablando de todo un poco... la señorita tiene razón, deberíamos ponernos a buscar el rastro enseguida.
Se rascó la barbilla con un dedo mientras con la otra mano sostenía el codo de ese brazo.
—Además, si da la casualidad de que se dirije al bosque, creo que yo también puedo pedirle ayuda a un... amigo para seguirlo.
"Tiene gracia... ahora resulta que ejerzo de detective y yo sin enterarme. Bueno, por esta vez... "
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Trato con Animales
Resultado: 16(+3)=19
El CD de la tirada era 13, que se me pasó ponerlo ^^U
Canthus ladró alegremente. Las caricias y el tono de voz de la elfa parecían haberle calmado.
Como si hubiera entendido toda la conversación, Canthus husmeó durante unos minutos. Ladró a su dueño y se puso en marcha, olisqueando el suelo de tanto en cuanto. Galatea, Khaila y Arledrian siguieron al perro hasta un almacén en ruinas en el extremo sureste de la ciudad.
Canthus meneaba el rabo con la lengua fuera, orgulloso de haber seguido la pista.
Esti, puedes llamar a Ascalon si quieres.
Sin mediar palabras, los tres nuevos compañeros siguieron a Canthus. El silencio era el cuarto compañero que se les había unido, que fiel a su nombre les acompañaba en tan amargos momentos. Khaila no podía sacarse la imagen de la cabeza. Veía continuamente a los elfos desgarrados en el suelo.
La joven estaba preparada, o eso creía ella, para la batalla. Pero una carnicería así no... no era algo para lo que uno se preparara. La angustia se agarraba a sus entrañas, como si de una mano helada se tratara, y jugara con sus órganos internos.
Finalmente Canthus se detuvo ante un almacén en ruinas. Orgulloso el animal les miró, casi como pidiendo la aprobación de los jóvenes que se habían detenido a una distancia prudente. Khaila le guiñó el ojo al perro como si de un compañero se tratase y pudiese entender ese pequeño gesto.
- Bueno, es un animal estupendo. - Le susurró alagadoramente a Arledrian, su mirada no se apartaba en ningún momento de la puerta del almacén. - Parece ser que la criatura se encuentra allí dentro. ¿Estais preparados? - Preguntó la joven. Ella siempre estaba preparada, y como muestra de ello, llevó la mano a su gran espada...
Galatea levantó ligeramente una mano como si pidiese un momento.
—O se encontró ahí dentro—puntualizó—en cualquier caso es mejor ir con cuidado. Dadme un momento.
Acto seguido se llevó dos dedos de esa mano a los labios emitiendo un corto y agudo silbido, bajó el brazo y se quedó mirando en dirección a las afueras... al cabo de varios segundos, apareció una silueta en la lejanía que venía corriendo, no hacía ruido y parecía cuadrúpeda. Tardó a penas medio minuto en llegar pero cuando lo hizo los presentes descubrieron que se tataba de un precioso ejemplar de lobo nival que se detuvo justo a su lado mirándola totalmente tranquilo.
La elfa se acuclillo a su lado cogiéndole la cabeza con ambas manos y acariciándole los lados de la cara con los pulgares. Le susurró algo en su bello y musical idioma a lo que el animal respondió dándole un lametón suave en la nariz.
Galatea se puso en pié de nuevo girando la cabeza para mirar a sus acompañantes.
—Yo también prefiero solicitar la ayuda de un... aliado.
La última palabra quizá parecía ir con un extraño tinte divertido para según qué oídos... el caso es que la expresión de la Druida continuaba siendo inalterable.
—Os presentaré más tarde—de nuevo esbozó aquella tenue sonrisa de medio lado. Hizo un gesto de mano hacia la puerta como si cediera el paso y luego miró a Khaila—preparada, cuando quieras.
Canthus siguió a Ascalón con la mirada. Tenía la posición alerta y las orejas enhiestas. Cuando el lobo nival llegó hasta Galatea se acercó a él moviendo el rabo. Cuando olisqueó, se tiró al suelo ofreciendo la barriga a Ascalón en señal de sumisión.
—Buf, vaya valiente estás hecho —gruñó Arledrian—. ¡Muestra un poco de dignidad, Canthus!
El perrazo lanzó un gañido muy poco digno. Arledrian suspiró. Pero una sonrisa se escurrió por sus labios y echó una mirada cómplice a Galatea.
—Al fin y al cabo es un amigo digo... aliado, ¿no? —su sonrisa se ensanchó. Desenvainó sendas espadas cortas y añadió: —en marcha entonces.
Con las armas prestas, los cinco aliados penetraron al interior del almacén. Olía fuertemente a cerrado, y se podían apreciar motas de polvo flotando en el aire gracias a los haces de luz que entraban por las ventanas superiores. El lugar estaba lleno de cajas de madera vacías. Parecía un sitio abandonado... en el que podría esconderse un ejército entero.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Galatea: Buscar automático
Dificultad: 16+
Resultado: 5(+3)=8 (Fracaso)
Khaila se mantuvo alerta, esperando que Galatea llamara a su compañero. Su forma de llamarlo le sorprendió, pero se abstuvo de hacer comentario alguno.
Cuando vió aparecer al enorme lobo, Khaila apretó fuertemente los dientes evitando que sus pensamientos salieran a la luz. Ya tenían un perro y ya sabían hacia donde se tenían que dirigir, la joven no entendía para qué había llamado al otro bicho. Aunque no pudo menos que admirar la belleza de tan hermoso animal.
*Dos animales, seguro que entorpecen nuestro camino...* Nunca había trabajado con animales, y desconocía la utilidad de éstos. Khaila giró la cabeza, intentando que la elfa no pudiera leer lo que transmitían sus oscuros ojos. Se apartó un largo mechón rubio colocándolo detrás de la oreja y sin mirarles empezó a dirigirse hacia la puerta del gran almacén. - Si ya estais preparados vayamos... - Dijo en un susurro.
Desenfundó su gran espada y entró en el edificio. Intentando no hacer ruido, la joven se mantuvo cerca de la puerta, la luz que entraba por las ventanas superiores iluminaban una gran estancia, habían cajas por todas partes, donde cualquiera podría estar oculto. Viendo que en un principio no había peligro, hizo un gesto con la cabeza invitando a sus compañeros para que entraran.
Galatea miró a ambos lados al entrar en la estancia, su expresión voliva a ser severa, estaba todo en penumbra... pero la herencia elfa de la Druida le permitía ver como si fuera un gato. De hecho daba la impresión de que sus ojos luminiscieran muy ligeramente.
"Esto es un poco raro, no lo entiendo... ¿para qué esconderse aquí?"
Le dió una palmadita en la cabeza al lobo que permanecía en todo momento junto a ella como un silencioso guardián. Luego posó la palma de la mano sobre la empuñadura de la espada larga que llevaba colgando del cinturón aunque no con la tensión de alguien que va a desenvainar, si no ocn la calma de alguien que se está apoyando.
Miró de soslayo a Khaila que debía de tener bastantes más problemas con la claridad de aquél sitio y cuando habló no obstante sonó un poco seria.
—¿Queréis luz?
Truco: Busca.
El lobo nival obedeció a su ama con presteza. Como si se tratara de un can, olisqueó por por el almacén. Tras varias carreras de aquí para allá, encontró un olor que estaba fuera de lugar. Echó una mirada elocuente a su ama y los tres investigadores siguieron a Ascalon hasta un enorme arcón de madera.
Canthus ladró al arcón, como si estuviera completamente de acuerdo.
Ascalon elige 10 en la tirada de Supervivencia, para un total de 16 (Éxito).
Ascalon parecía que sabía lo que hacía. El gran lobo nival empezó a corretear de un lado a otro siguiendo algún tipo de rastro. Khaila lo seguía con la espada preparada, dispuesta a asestar un golpe a cualquier cosa que se moviera.
Finalmente el animal se detuvo ante un enorme arcón. Canthus pareció confirmar la opinión del lobo.... Khaila, resoplando se acercó al alargado cofre preparándose para asestar un gran golpe y de esta manera poder abrirlo sin importar lo que contuviera o quién pudiese estar dentro. Pero en el último momento se detuvo con el arma alzada. Un sexto sentido hizo que detuviera sus manos...
No entendía mucho de animales, pero ante el peligro sabía que tendían a erizar su pelo y gruñir. Éstos no habían actuado de esta manera, así que la joven detuvo su movimiento y dio una patada al gran arcón...
Tú... Sal de allí. Dijo con voz autoritaria, preparada su arma para cualquier sorpresa.
¡Tuk!
El arcón no se movió un ápice, como si pesara mucho o estuviera fijado al suelo. Canthus ladró, corrió alrededor del arcón y volvió a ladrar. Nadie contestó a la llamada de Khaila.
Galatea resopló para sus adentros con cierto sarcasmo.
"Debo haberlo dicho en élfico sin darme cuenta... "
Se acercó al arcón, ni Ascalon ni el perro parecían nerviosos así que eso significaba que no había ningún olor peligroso cerca. Era como si el rastro llegase hasta ahí y luego desapareciese pero... ¿cómo demonios se desaparece dentro de un arcón? er aun tanto ilógico.
—No tiene mucho sentido... que ninguna bestia se "esconda" ahí dentro—murmuró tamborileando con los dedos en el pomo de la espada—ni que un olor desaparezca sin más, a algún sitio ha tenido que ir.
"A menos que... "
Giró la cabeza y miró a Khaila señalándole con la barbilla el baúl.
—Igual no nos están indicando "dentro", sino "debajo"...
¿Debajo?
Khaila se quedó un momento pensativa, mirando fijamente el arcón. Lo que le pasaba a la joven es que tardó unas décimas de segundo en comprender lo que le decía Galatea.
Ummh!... Sí, sería posible, pero antes intentaré abrir el arcón. Apartaos... Casi sonó como una orden, pero esa no era la intención de Khaila. La joven era un poco ruda en sus maneras, aunque intentó dibujar una sonrisa en sus labios, que estaba mas cerca de una mueca que de un gesto agradable.
Esperó a que sus compañeros se apartaran, entonces, enfundando nuevamente la espada intentó levantar la gran tapa del arcón.
La tapa se abrió sin resistencia y, tal y como Galatea se había supuesto, el arcón no tenía fondo. En lugar de ello unas escaleras de piedra estrechas y tremendamente empinadas descendían en la oscuridad.
Canthus lanzó un ladrido de aquiescencia y meneó el rabo.
—Vaya capacidad de deducción tiene la compañera orejitas de punta, estoy asombrado. Espero que nunca decidas unirte a la guardia o nos quitarás el puesto a todos —bromeó Arledrian—. En fin, quizá los veteranos hayan oído hablar de este pasadizo, pero yo desconocía de su existencia. Quizá se utilizara antiguamente para esconder el contrabando o algo así.
Se encogió de hombros y puso un pie en el primer escalón.
—¿Qué? ¿Bajamos?
Decidid el orden de marcha.
Galatea entornó ligeramente los ojos y levantó una ceja.
"¿Orejitas de punta... ?"
Bueno, era lo más suave que le habían dicho con respecto a su aspecto... soltó un suspiro y tamborileó de nuevo con los dedos sobre la empuñadura.
—Bueno, tampoco es para tanto... si un olor desaparece sin comerlo ni beberlo dentro de un arcón solo hay dos opciones: o es el olor de un mago que sabe teletransportarse, o el arcón en cuestión tiene un agujero—gesticuló ligeramente con la mano libre—y no conozco muchas bestias salvajes que sepan de artes arcanas.
Miró las escaleras de piedra que descendían en la oscuridad. Lo cierto es que si habían encontrado aquel peculiar pasadizo porque contaban con dos rastreadores, ¿si no, quién demonios iba a descubrir eso en un almacén enorme lleno de cajas?
—Aunque sea lo que sea esa cosa "sabe" a dónde va...
"... Así que igual no es sólo uno"
Susurró una única palabra en un lenguaje que parecía diseñado para ser... siseado y el pomo del arma que sujetaba de pronto empezó a brillar como si de una antorcha se tratase.
—Perdonad pero me tomo la libertad de pensar que a vosotros os será más fácil ver así—declaró con aquella media sonrisa de lado ribeteada de un aire de picardía. Pasó una pierna sobre el borde del baúl metiéndola dentro para entrar—... con permiso
Conjuro: Luz.
EDICIÓN
Ish, he estado hablando con Esti en el Msn. Me ha propuesto dos órdenes de marcha para que tú des tu opinión:
a) Galatea, Áscalon, Arledrian, Canthus, Khaila
b) Galatea, Áscalon, Khaila, Arledrian, Canthus
Si tienes otra idea, cuéntanos, por supuesto.
En fin, cuando me digáis esto, cierro capítulo, reparto px... y entramos en vuestro primer dungeon.
Como bien sospechaba Galatea, el arcón servía para ocultar una escalera que bajaba a algún sótano. Khaila no lo podía creer, como no se le había ocurrido a ella una cosa así... Algo sonrojada ante la vergüenza de su simpleza se acomodó la espada, perdiendo deliberadamente algo de tiempo para reordenar sus ideas.
La elfa se adelantó a Alerdrian y empezó, la primera, a bajar las escaleras. Khaila se encogió de hombros, total le daba lo mismo su posición. Últimamente llevaba unos días muy raros, y no sintió ningún ímpetu por bajar corriendo.
Yo vigilaré la retaguardia. Vamos, que iré en el lugar de los cobardes. Se dijo irónicamente mientras esperaba a que los animales y el guardia siguieran el ejemplo de la elfa. Cuando le tocó entrar en el arcón echó un último vistazo al almacén y bajó tras de sí la tapa.