Tras salir de la Sede del Consejo y despedirte de tus compañeros volviste a casa. Te quitaste veinte kilos de acero y de encima y disfrutaste por fin de un relajante baño caliente que deshizo los nudos que tenías en la espalda. Comiste un buen chuletón asado como si no hubieras comido en toda la dekhana, y te refrescaste el gaznate con una buena jarra de espumosa cerveza. Aquellos pequeños placeres eran una bendición después de las penurias del camino.
Pero no estabas hecha para la inactividad, y a media tarde ya estabas aburrida de estar ahí metida. Se te ocurrió ir a visitar a Arledian al cuartel de la guardia.
Dicho y hecho, te plantaste en el patio del cuartel. Allí, los hombres y mujeres que formaban parte de la guardia hacían ejercicios contra los estafermos. Arledrian levantó una mano para saludarte, y el Sargento Carbos, a quien habías conocido en la escena del crimen de los Establos Frondáurea, siguió con la mirada para ver de quién se trataba. Carbos te hizo un gesto con la mano para que te acercaras.
--¿Khaila, verdad? --te preguntó--. ¿No te gustaría practicar con nosotros? Podrías enseñar a mis hombres algún truco.
Un guerrero que había por allí, que lucía en su armadura el símbolo rojo de la pieza de ajedrez del cabello soltó una risotada.
--¿Enseñar algo? ¿Esta mercenaria? Como no nos enseñe una teta...
A lo largo del patio se escucharon carcajadas, aunque hubieron también miradas de reproche, sobre todo de las mujeres que se entrenaban allí. Arledrian no sabía dónde meterse y te pidió disculpas con la mirada.
Khaila quería ver como luchaba Arledrian. Quería también proponerle el practicar juntos para poder aprender a unir su acero en la batalla. Se quedó apartada, observando como aquellos guardias practicaban con los estafermos. Cuando el Sargento Carbos la invitó para que se acercara, ella no lo pensó mucho y empezó a asentir con la cabeza cuando la voz de uno de los guardias hizo que le mirara con ojos fríos. Frunció el ceño, creándose una línea en su frente y apretó la mandíbula. Hombres como aquel eran los que Khaila aborrecía. ¿Quieres una lección? Se dijo haciendo un gesto cortante con la mano en dirección a Arledrian. Había sido consciente de su mirada avergonzada, pero ella sabía que él no tenía la culpa de tener compañeros tan asnos.
Media sonrisa asomó a sus labios mientras alargaba su mano y desenvainaba el gran espadón que llevaba cruzado a su espalda. Miró al guardia insolente y dirigiéndose al Sargento se acercó a aquel hombre. - Si me permitís, me gustaría enseñar algo de modales a alguno de vuestros hombres - . Dijo sin apartar la mirada de aquel soldado y enarcando una de sus cejas.
El sargento Carbos suspiró.
--Khaila, te pido perdón en nombre de todo el cuerpo...
--Acepto el desafío --tajó el guerrero.
--Esto NO es una arena, Tosker. No voy a dejar que tu ego convierta el cuartel de la guardia en un circo.
--¡Pues convirtámoslo en un entrenamiento! ¿No es eso lo que le habías propuesto desde el principio? Tres contra tres, como solemos hacer. ¿Qué dices, rubita?
El desprecio que sentía Khaila hacia aquel hombre se podía ver reflejado en cada una de las líneas de su rostro. La guerrera sentía como su estómago empezaba a generar alguna especie de ácido que hizo que se contrajera. Volvió su mirada hacia el Sargento, ella no era una de sus soldados y aquel hombre la había insultado.
- No os preocupéis. Tan sólo será una lección - . Le dijo volviendo nuevamente sus oscuros ojos hacia el que habían llamado Tosker. - ¿Tres contra tres? En el combate muchas veces os encontraréis sólo. ¿Tenéis miedo, Tosker? - Preguntó enfatizando con desprecio aquel nombre. En ningún momento había soltado su espadón, el cual mantenía sujeto con sus fuertes manos. Enarcó una ceja mientras esperaba la decisión del Sargento. Aunque en sus venas empezó a correr la adrenalina que la impulsaba a la batalla...
Tirada: 1d20(+4)
Motivo: intimidar
Dificultad: 16+
Resultado: 6(+4)=10 (Fracaso)
Tosker no mordió el anzuelo.
--¡Habéis llegado hasta el fondo de mi acobardado corazón! --soltó en una risotada, que se expandió por todo el patio--. Vaya si sois perspicaz.
--¡Por el amor de los dioses, Khaila, deja eso en paz! --gruñó Carbos, refiriéndose al mandoble--. Tu comportamiento me parece sumamente inapropiado. Te ruego que te largues de aquí.
Los ojos de Khaila por un momento centellearon, pero tras la reprimenda del Sargento, la guerrera bajó la cabeza y murmurando entre dientes una disculpa volvió a envainar el espadón y dando media vuelta se alejó de aquel lugar.
Mientras iba alejándose sentía la mirada de los soldados de la guardia clavada en su espalda. Apretó los puños con frustración, ¿qué culpa tenía ella? ¿por qué era tratada de esa manera? Tan sólo había respondido a un insulto, y en cambio, seguro que aquel tal Tosker se iría de rositas. Su rostro había enrojecido y sentía sus ojos humedecerse con las lágrimas ardientes que luchaba por contener.
Khaila nunca había entendido de disciplinas. Ella era una simple mercenaria que amaba la batalla y el olor a sudor y acero. Muchas veces había estado sola, y no necesitaba de la compañía de nadie. En el fondo de su corazón sabía que era mentira, que estaba cansada de esa soledad, por eso había ido a buscar a Arledrian, en él creía haber encontrado a lo que podía ser un amigo. Pero, acalló aquel sentimiento como tantas otras veces y alzando con orgullo la cabeza salió de aquel patio, dejando atrás a aquellos hombres y mujeres que seguro terminarían riéndose, pero ¿y qué? Ella era mejor que todos ellos...
Según te alejabas del patio de armas, escuchaste los ladridos del Sargento Carbos. Tosker no se iba a quedar sin su propia ración de reproches, aunque aquello supusiera flaco consuelo para la sensación amarga que te había dejado la situación.
A tus espaldas sonó el paso apresurado de unas botas, y Arledrian se puso a tu lado.
--¡Uf! Khaila, por favor, no le hagas caso a Tosker. Es un zoquete --te dijo el joven guarda con expresión contrita.
Khaila se alejaba con el convencimiento de que se había ganado otro enemigo, cuando unos pasos apresurados la pusieron alerta. Al comprobar que era Arledrian media sonrisa sesgada asomó a su rostro todavía algo ruborizado.
Se detuvo y miró al joven guardia que había dejado el entrenamiento por acercarse a ella.
- No te preocupes, estoy bien... - Le dijo aunque todavía se podían ver sus ojos encendidos por la rabia que había hervido en su interior. - No entiendo cómo gente así puede estar en la guardia - . Comentó suavizando un poco su voz, intentando que el desprecio que sentía no tiñera sus palabras.
Acababan de salir del patio de armas, y lejos habían quedado los gritos del Sargento Carbos. Khaila hizo una significativa mirada hacia el interior mientras apartando uno de sus mechones rubios de delante de los ojos le dijo con cierto afecto a Arledrian. - Anda, vuelve al entrenamiento no vayas a tener problemas por mi culpa... -
Arledrian hizo un gesto vago con la mano, restándole hierro al asunto.
--Siento el espectáculo que ha dado Tosker. Su ascenso a cabo se le ha subido a la cabeza. Y como ahora todo el mundo habla de ti y no de él, se habrá puesto celoso --una sonrisa iluminó su rostro--. ¿Quién no lo estaría de alguien como tú? Eres increíble.
Arledrian iba a decir algo más, pero se detuvo en seco. Seguiste su mirada para ver como dos hombres y una mujer salían de un callejón. Iban con las armas desenvainadas, y caminaban directamente hacia ti.
--Oh-oh --Arledrian echó mano a sus espadas cortas.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Ini Arledrian
Resultado: 11(+3)=14
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: Ini Mercenario 1
Resultado: 11(+1)=12
Tirada: 1d20(+6)
Motivo: Ini Mercenarios 2 y 3
Resultado: 15(+6)=21
Tira Ini
Khaila iba a replicarle a Arledrian, confusa por su comentario, que no importaba, cuando vio su expresión. Giró rápidamente la cabeza y sorprendida descubrió a los tres mercenarios que con armas desenvainadas se dirigían directamente hacia ella.
- Pero... - Todavía sin entender qué ocurría, qué querían aquellos hombres, sacó el gran espadón de su vaina y se preparó para la inminente lucha.
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: Ini
Resultado: 12(+1)=13
Sin cruzar palabra, la mujer y uno de los hombres se abalanzaron rápidamente sobre ti. Conseguiste desviar una de las cuchilladas, pero la segunda consiguió abrir un hueco en tus defensa. Afortunadamente, sólo fue una herida superficial.
Arledrian salió en tu ayuda inmediatamente, buscó la espalda de la mujer y le pasó el filo de su espada por la garganta.
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: Atq Mercenario 2
Dificultad: 17+
Resultado: 19(+1)=20 (Exito)
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: Conf Crítico Mercenario 2
Dificultad: 17+
Resultado: 12(+1)=13 (Fracaso)
Tirada: 1d6(+1)
Motivo: Daño Mercenario 2
Resultado: 1(+1)=2
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: Atq Mercenario 3
Dificultad: 17+
Resultado: 7(+1)=8 (Fracaso)
Tirada: 1d20(+7)
Motivo: Atq Arledrian, flanqueo
Dificultad: 14+
Resultado: 11(+7)=18 (Exito)
Tirada: 2d6(+2)
Motivo: Daño Arledrian (furtivo)
Resultado: 8(+2)=10
Recibes 2 puntos de daño.
La joven guerrera observó la velocidad en la que reaccionó Arledrian y asintió con un leve movimiento de cabeza al ver como aquella mujer que había intentado matarla caía a sus pies.
Los ojos de Khaila brillaron cuando alzó el gran espadón y lo descargó sobre el otro mercenario. Había conseguido desviar una de las cuchilladas, pero había sido lenta y el filo de la otra espada consiguió saltarse las defensas de la guerrera y clavarse en su carne...
Tirada: 1d20(+10)
Motivo: ataque
Resultado: 8(+10)=18
Tirada: 2d6(+8)
Motivo: daño
Resultado: 6(+8)=14