Para cuando los aventureros despertaron, encontraron que los Dragones Púrpura estaban levantando también su campamento. Por lo que pudieron averiguar más tarde, Yaril·la y Ser Lodin habían salido al alba en dirección a Ciudad del Valle, para reunirse con los Burgueses.
Pusieron el rumbo al mismo destino y con la misma intención que los emisarios de Cormyr. Aunque cuando llegaron a la ciudad hubo las primeras separaciones y despedidas. Kanizhar quiso irse a su casa para acompañar a su padre, y comentó que le podrían encontrar en la Casa de Mystra para volver a empezar. Todos sabían que era un hombre reservado, pero no pudo evitar emocionarse al despedirse de Hanna.
--Gracias. Has hecho mucho por mi en estos días --dijo con la voz quebrada con la emoción--. Quizá algún día pueda devolverte el favor.
Arledrian se encontró con unos compañeros de la Guardia del Valle, y tuvo que retirarse a resolver unos asuntos. Al parecer, se requería hasta del último guardia de la ciudad por lo que pudiera suceder.
Volo quiso acompañarlos, pero le fue negada la entrada al Consejo. Al parecer la fama de deslenguado le precedía. El resto del grupo penetraron en la Sede del Consejo, el edificio más impresionante de toda la ciudad. Todos conocían (al menos de oídas) la identidad de los Siete Burgueses, el consejo de ciudadanos más adinerados que regía la ciudad: Alosius Grimwarrow que comerciaba con plata, Shira Frondáura la propietaria de los magníficos establos, Halfgar el Fuerte cuyas naves de escolta mantenían seguras de piratas el Estrecho del Dragón, Helena Treskeden dueña del ámbula de mismo nombre, Gunderman el Cervecero cuya bebida era famosa en todo el mar de la Luna, Erethun Duelarrota el mago del que siempre se especulaba y la Capitana Durana Shaleel que llevaba un próspero negocio marítimo mercantil.
--Ah... pasad, pasad. Espero que traigáis buenas noticias. Hacen falta --dijo Gunderman con voz cansada.
Hanna se alegró mucho de ver la ciudad del Valle de la Rastra de nuevo. Le daba la sensación de haber pasado una dekhana fuera, y tenía ganas de llegar a casa y decirles a los suyos que estaba bien, así como llegar al templo a terminar unos asuntos y descansar.
Con la despedida de Kanizhar, Hanna le dio un par de palmaditas en la espalda. Allí te esperarán... Nos vemos luego, mm?
Cuando Alredian se despidió, Hanna se quedó pensando el resto del trayecto, pues al parecer, al fin la guardia estaba engrasando los engranajes para intentar encontrar también a esos bastardos. No le preocupó que Volo se quedase fuera. Aunque había entrado con ellos y les había ayudado, comprendía que podía ser un incordio en ciertas cosas, o como mínimo distraer la atención de todo el mundo con su cháchara a menudo banal.
Antes de llegar trató de acicalarse un poco por el camino, ponerse bien el pelo y limpiarse la cara del polvo del camino y el sudor. Cuando la dejaron pasar entró tratando de disimular el aire cansado. Esa una habitación grande y luminosa, con chimenea y una mesa en forma de U donde departían los Burgueses. Hizo una breve reverencia y ya que sus compañeros no parecían tomar la palabra en primer lugar, lo hizo ella.
Las noticias que traemos son agridulces, como poco. Movió las manos un poco en un gesto de calma. Aunque tenemos la cura, hemos descubierto que Medina fue atacada por alguien que se hacía pasar por elfos, y al mismo tiempo los elfos han sufrido muertes por alguien que se hacía pasar por nuestros Jinetes. Khaila está curada, y no quisiera ser alarmista, pero tras descubrir que Khanizhar había sido engañado por Sharinos, y sabiendo lo que se sabe del ataque a los establos y la relación de la Señora de la Noche con los licántropos, además de los problemas que tenemos los seguidores de Mystra para hacer demostraciones, que a mi juicio parecen más bien sabotajes...
Cruzó un brazo bajo el pecho, y el otro lo apoyó, acariciándose los labios antes de continuar, mientras buscaba las palabras
Bueno, a mi me parece ver la mano de Shar detrás de todo esto, señores Burgueses. Comenzó a mover sutilmente la mano que tenía cerca de la cara, sin separarla demasiado. Sibilina y venenosa, dañina como solo ella sabe ser, actuando desde las sombras que tanto le gustan. Comenzó ha hacer recuento con los dedos, pero cuando se le acabaron hizo un gesto exasperado y colocó las dos manos atrás Un seudosharino engañado, un par de licántropos, uno de ellos hijo de alguien importante, ira entre los rastreños y los elfos, el clero de Mystra, que es su enemigo abierto, con la reputación baja y un suicidio que aún estoy investigando... porque tiene cabos sin atar aún. Aunque por supuesto la decisión es suya, me parecería adecuado prestarle atención al asunto desde esa perspectiva, señores burgueses. Parecen demasiadas coincidencias, esto tiene pinta de ser organizado.
Cambió el peso de pierna y sintió la tentación de caminar de un lado a otro, pero la contuvo completamente En otro orden de cosas, aquí el señor Le señaló con un gesto de la mano, ya que no quería que le llamasen Caballero Rengar de Ilmáter y el conocido juglar Volo, que espera fuera, Hizo un gesto hacia la puerta con el pulgar sobre el hombro han sido de una ayuda inestimable para conseguir la cura y merecen tanto reconocimiento como los demás. Ivelios falleció cuando nos acercábamos al Templo de la Luna Oscura, y otros terrores nos asaltaron antes de entrar y una vez dentro, pero el poder sanador de Selûne le devolvió a la vida, como salta a la vista.
Cogió aire y se sopló un mechón, pensando durante nos segundos si tenía algo más que agregar, mirando al techo con gesto concentrado, pero negó.
Y creo que... eso es todo.
Hubo bastantes gestos de preocupación, pero ninguno de sorpresa. Los Burgueses parecían estar informados de la mayoría de acontecimientos que relató Hanna, pero hicieron bastantes preguntas e incisos sobre la incursión de los aventureros en el Templo de la Luna Oscura y la naturaleza del antídoto que les había dado Kalonos.
--Habéis hecho un gran trabajo por el Valle de la Rastra. Y por mi --se pronunció Shira Frondáurea y observó al resto de Burgueses--. Creo que una recompensa está en orden.
Se vieron cabeceos pensativos de aquiescencia, aunque Erethun rebulló molesto en su asiento.
--Ahora deliberaremos la cuantía de la misma, pero yo pondré una gratificación adicional de mi propio bolsillo. Gracias a todos.
Tirada oculta
Tirada: 1d20(+1)
Motivo: -
Resultado: 19(+1)=20
Si alguien quiere añadir algo más, que hable ahora o calle para siempre pasamos a las escenas de roleo personal.
Ganáis 650 puntos de experiencia cada uno por conclusión de misión. Veldrin, sube de nivel tu ficha.
Ganáis 2.500 piezas de oro cada uno por la recompensa de los Burgueses, la gratificación de Shira y por la venta de los libros que encontrasteis en la biblioteca del templo maldito. La entrega de la recompensa de los Burgueses no se hace en la presente escena, sino que la recibiríais más tarde en vuestro respectivo domicilio. Podéis usar este oro para comprar equipo adicional en el "tiempo libre" que tendréis hasta la próxima aventura, pero consultad conmigo la disponibilidad de lo que queráis comprar.
Habéis obtenido un nuevo logro:
PACIFICADOR
Puntos de héroe: 3
Habéis atajado las hostilidades entre los elfos y rastreños.
¿Te traiciona la vista o Alosius tiene sangre seca en la oreja?
Hanna asintió. Es un placer poder hacer algo significativo por mi propia ciudad, de veras.
En lugar de terminar, continuó. A propósito, Señor Alosius, las armas de plata son muy eficaces contra licántropos, yo personalmente estaría interesada en comprar una espada corta de plata, y quizá mis compañeros también. Tal vez nos pudiera hacer un descuento por cantidad, jejeje... Señaló su propia oreja y después la de Alosius brevemente A propósito, ¿Qué es esa sangre que le sale de la oreja...? La tengo vista, y no le fue muy saludable, precisamente...
Tirada: 1d20(+12)
Motivo: Diplomacia
Dificultad: 23+
Resultado: 20(+12)=32 (Exito)
Coste de armas de plata:
Armas ligeras: +20po
Armas medianas: +90po
Armas a dos manos: +180po
Munición: +2/proyectil
Galatea estuvo observando a toda aquella gente "tan importante", aunque no protestaba en absoluto ni se mostraba huraña, era obvio que la ciudad no era precisamente su sitio ideal puesto que en lugar de andar delante, tendía a ir ahora al final del grupo y caminaba con los brazos cruzados. Principalmente, Áscalon había tenido que quedarse en el bosque que rodeaba la ciudad... los humanos podrían entrar en pánico al ver un lobo por la calle pero ella no se encontraba a gusto estando lejos de él.
Hubo algo en el discurso de Hanna sin embargo que la hizo torcer un poco el gesto. Tal vez entre humanos fuera normal, pero ella por lo menos estaba acostumbrada y prefería hablar por sí misma a la hora de pedir algo. Si es que tenía algo que pedir, claro.
Miró a Shira cuando habló y cambió el peso del cuerpo de pie, si iba a decirle algo a ella o a la cámara en general, no sería ahora. Ahora la atención parecía haberse centrado en el tal Alosius.
Alosius Grimwarrow era un hombre ya mayor, de constitución robusta y carácter malhumorado. Y también era uno de los mayores tratantes de plata del Estrecho del Dragón. Si alguien podía conseguir algo así en la ciudad, ese era Grimwarrow.
--No hay problema. Le enviaré material al maestro Orestes para que os forje las armas que necesitéis --gruñó. Como se esperaba algo más de él añadió:--, a un diez por ciento de descuento, por ser vosotros.
Cuando Hanna mencionó la sangre de su oreja se rascó la costra y se observó la uña.
--No es nada. Será algún grano o algo --dijo restándole importancia con un ademán.
Orestes es el padre de Kanizhar.
Hanna asintió con una sonrisa.
Muchas gracias, señor Grimwarrow. Dejó una breve pausa. Aunque... permítame que le pida un poco de atención a esta humilde acólita... pero tengo motivos para creer que esa sangre no es de un simple grano, y es bastante más grave.
Miró a la elfa. ¿Te importaría echarle un vistazo, por favor...? Miró al señor Grimwarrow Es decir, si al señor no le importa...
Grimwarrow se levantó y golpeó la mesa con los nudillos, provocando el sobresalto de alguno de los presentes.
--Sí, al señor le importa --espetó con más brusquedad de la que era necesaria. El Burgués debió darse cuenta de su exabrupto, porque miró hacia el resto del consejo algo apurado. Se quitó el sudor de la frente con una mano temblorosa--. Agradezco tu preocupación. Pero si necesitase vuestra ayuda, ya os la pediré. Ahora... marchaos. Aún tenemos muchos asuntos muy importantes por discutir.
Nueva Misión -- Los Problemas de Alosius. Habéis descubierto que Alosius sangraba por una oreja. Es el mismo síntoma que la madre de Kanizhar, la sacerdotisa que se suicidó en el Templo de Tymora. No parecía muy dispuesto a hablar de ello, pero quizá os contacte más tarde.
Hanna se encogió de hombros. De nada... solo no intente esperar hasta que sea demasiado tarde como la otra 'paciente'. Es malo para la salud.
Hizo una reverencia, y si nadie tenía nada más que añadir, por su parte podían irse.
Al regresar nuevamente a la ciudad, la guerrera se había mantenido en un extraño y sepulcral silencio. Se despidió tanto de Kanizhar como de Arledrian con un simple movimiento de cabeza. Aunque mientras el guardia se alejaba, sus oscuros ojos siguieron su recorrido durante unos segundos.
Continuó caminando en silencio y así se mantuvo mientras estuvieron delante de los burgueses, siendo Hanna quién expuso la situación ante ellos. Ella tan sólo quería largarse de allí, poder sentarse en una taberna y beberse una gran jarra de cerveza. Se sentía cansada y todavía algo dolorida tras los sucesos de los últimos días.
Pero, también sentía en su estómago una especie de nudo que le apretaba con fuerza. Escuchando hablar a la acólita de Mystra, sus pensamientos no paraban de volver una y otra vez hacia Osweld. Si como parecía Shar estaba detrás de todos esos sucesos, ¿estaría él involucrado? Una gota de sudor empezó a rodar por su sien. La guerrera se pasó el dorso de la mano y apretó con fuerza la mandíbula. Sus ojos ardían como ascuas, pero no miraban a nadie en concreto. Se mantuvieron todo el rato mirando más allá de los burgueses, escuchándoles pero perdida en sus propios y oscuros pensamientos.
Una vez dada por finalizada la reunión, Khaila fue la primera en abandonar aquella sala. Esperó fuera a que el resto saliera...
El paladín dio un paso adelante, carraspeando. Se ponía nervioso cuando tenía que hablar delante de gente, más aún si era gente importante. Por suerte había estado practicando por el camino, mentalmente, y se sabía el discurso de memoria.
-Mis señores, como ha dicho Hanna, mi nombre es Rengar. Soy un paladín de Ilmáter. Pero aunque Ilmáter es mi deidad patrona, he hecho una promesa a Selûne. Revivió a Ivelios, salvó a Khaila y nos salvó a nosotros de morir en el templo. Mi promesa es la de limpiar las ruinas y reconstruirlas. Recuperar el culto a Selûne en estas tierras.
Hizo una pausa. Ahora venía la parte complicada.
-Por eso... hmmm... Me gustaría pedirles ayuda económica y eh... mano de obra. El templo podría beneficiarlos. Con los peregrinos y eso... Y estoy seguro de que Selûne sabrá devolverles el favor.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: diplomacia
Dificultad: 19+
Resultado: 3(+3)=6 (Fracaso)
Fue Shira la encargada de responder otra vez.
--Nos ha tocado vivir tiempos convulsos, paladín --razonó sin dar más datos, aunque estabais seguros de que se refería a la guerra con los zhéntarim en el Norte de la que os había hablado la Leonar--, y nuestros recursos son limitados. Mantener la paz y la seguridad, y poner a salvo a nuestros ciudadanos es nuestra prioridad, no recuperar un templo perdido de la mano de los dioses en mitad del bosque.
La elfa lunar hizo un gesto elocuente con la mano.
--No obstante, te doy mi palabra de que tendréis una recompensa suficiente como para costear de vuestro bolsillo, al menos, los comienzos de las labores de desescombro.
Rengar asintió.
-Lo entiendo.
Su iniciativa era bienintencionada, pero no exactamente necesaria en tiempos de necesidad. El paladín había abrigado la esperanza de que los relatos de ayuda por parte de la diosa ablandasen sus corazones, pero al parecer estaba solo en esto. Tendría que buscar un modo de financiarse, pero después de buscar a Kestrel y de hacer todo lo que debía hacer en Medina.
Galatea levantó ligeramente las cejas con la propuesta de Rengar. A decir verdad no tenía muy seguro que aquella promesa fuera a ser recordada, pero lo agradecía y mucho. Aunque no lo dijo en voz alta, se limitó a sonreír de lado y a darse la vuelta para salir de la sala cuando todos los demás lo hicieron.
Una vez afuera, no obstante, se acercó a Hanna.
—¿Se puede saber a qué viene tanta... insistencia y tanto misterio con el tema de la sangre?—preguntó sin alzar la voz para que oídos ajenos no la oyeran pero sin cuchichear para que los compañeros sí pudiesen—¿y quién es esa "paciente"?
Intuía que si había hecho hincapié en eso sería por algún motivo importante que iba bastante más allá de una simple herida física, pero no sabía cuál puesto que hasta ahora no había mencionado nada que se le pareciese.
Hanna caminaba con las manos en los bolsillos en un gesto de frustración cuando Galatea le preguntó.
La miró y dudó si responder o no.
La 'paciente' era la madre de Kanizhar. Horas después de que hubiera muerto, cuando la curaron y limpiaron, descubrimos sangre fresca en el oído. Dijo de modo que solo oyeran sus compañeros Y nuestro amigo el burgués parecía bastante inquieto cuando lo he mencionado. Me da muy mala espina... ¿Tienes idea de lo que puede ser?
Galatea frunció las cejas con una mezcla de sorpresa y extrañeza ante el peculiar dato.
"Ya podía haberlo mencionado antes".
Negó con la cabeza a la pregunta.
—No, lo que se dice exactamente no sé que puede ser—respondió—pero pensando mal - y con los sharinos siempre se acierta pensando mal - algún arte ponzoñoso de la Urdimbre Sombría. A estas alturas estoy casi segura de que lo de esa sacerdotisa no fue un "simple" suicidio y esto una coincidencia. Tal y como lo planteas, sí, ese hombre tiene muchas papeletas para terminar igual.
Resopló peinándose hacia atrás el mechón plateado.
—Esto está lejos de haber terminado aquí... pero es difícil adelantarse.
"Primero Imizael, luego una sacerdotisa de Mystra... ¿Acaso esos malditos son capaces de envenenar la mente de alguien hasta tal extremo... ?".
Puede. Dijo O puede ser otra cosa, pero la muerte de su madre habría sido suficiente golpe para Kanizhar como para que se desorientase y acabara en las manos de Shar. Y quizá también les interese que otro ocupe el puesto de Alosius como comerciante de plata. O pueden ser 'simplemente' efectos secundarios de alguna droga calmante. Tanto Deniria como Alosius podrían estar estresados con sus asuntos y haberse enganchado. Con Deniria enterrada y Alosius sin ganas de hablar, lo máximo que podemos hacer sin quebrantar las leyes es fijarnos en las orejas de la gente.
Sonrió mirando a Galatea. Hey! A lo mejor oyeron cantar a Volo! Bromeó para quitar algo de hierro.