Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

34. Kestrel.

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04/04/2011, 22:34
Director

Cuando se acabó la audiencia con Los Burgueses y Galatea partió para regresar a su Cormanthor natal fue como si con ella se fuera un pedazo de ti mismo. Solo, confuso y sintiéndote vacío deambulaste por la ciudad en busca de la única persona que podía cubrir ese vacío: tu mentora, tu amada y la futura mujer de tu maestro, Kestrel de Ilmáter.

Habías estado con anterioridad en la Ciudad, y sabías que la posada favorita de la semielfa era El Fondeadero, así que fue allí donde te encaminaste en primer lugar. El edificio de paredes gruesas de piedra, con su generoso cobertizo para las bestias era tal y como lo recordabas. El mozo de cuadras te saludó con un cabeceo como si te hubiese reconocido de otras veces. Al fin y al cabo, no creías que pasaran por allí muchos semiorcos con el símbolo de Ilmáter en la capa. El jovencito te salió al paso y se hizo cargo de Mo mientras tú trasponías las puertas. Desembocaste en una estancia pequeña, con un guadarropas para las capas, una puerta en cada lado, una escalera que subía al piso superior y un pequeño mostrador desde el que te miraba un hombre.

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04/04/2011, 22:40
Posadero

-Bienhallado -saludó con un tono educado pero seco-. ¿Qué desea?

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05/04/2011, 00:51
Rengar

Con su nueva amiga de camino al gran bosque de los elfos, Rengar se sintió solo y algo desamparado. Sin ella para protegerlo de sus propios pensamientos, se dio cuenta de que necesitaba saber qué había sido de Kestrel. Deseaba verla, hablar con ella... y al mismo tiempo no. Pero sabía que si quería dejar de sentirse tan culpable iba a tener que pedirle perdón a Lodin por el daño que pudiera haberle causado con su terco egoismo.

Buscó en la posada favorita de su mentora. Recordaba haber charlado con ella mientras bebían cerveza tibia a la luz de la chimenea en alguna noche fría, mientras viajaban predicando la palabra de Ilmáter. De algún modo lo echaba de menos, pero trataba de mentalizarse de que esos tiempos habían pasado.

El hombre del mostrador lo trató con educada frialdad, algo común en la gente de la ciudad, acostumbrada a los mestizos. En los pueblos no eran pocos los que, sencillamente, se limitaban a echarlo o a insultarlo mientras aceptaban sus monedas como si estuviesen corruptas.

-Buenos días -saludó el paladín, correspondiendo a su sequedad con el doble de cortesía-. Estoy buscando a Lodin y a Kestrel. Él es humano, ella semielfa. Los dos son seguidores de Ilmáter. ¿Han pasado por aquí hace poco? Si es que no están.