No creo que una deidad como Ilmáter te castigue por esto- respondió Volo- por lo que yo se, es una deidad generosa y sacrificada. Y creo que entenderá perfectamente la situación en la que nos encontramos. Es más, creo que entenderá perfectamente la historia de Kanizhar- al fin y al cabo, era una historia de sufrimiento: el de una madre con cierto disgusto por si hijo que no dominaba la magia por más que lo intentaba. El hijo que quería sorprender a su madre con su nuevo poder y la consecuencia: el suicidio de su madre ante la afrenta de su hijo. Para Volo, Kanizhar no lo debía debía haber pasado nada bien, quizás habría un sentimiento de culpa aún dentro de él- otra cosa es lo que opine la orden a la que perteneces. Pero eso ya es otra cuestión.
Los ojos de Galatea se volvieron tan grandes como platos si los platos tuvieran forma de avellana. Se quedó muda mirando a Kanizhar de aquella forma hasta que finalmente sólo se le escapó un monosílabo con un hilillo de voz.
—¿Qué... ?
Ni si quiera había cambiado la expresión estupefacta que msotraba su rostro, estaba tan atónita de lo surrealista de la situación que no podía ni enfadarse. Parpadeó con las cejas enarcadas hasta que Rengar intervino en la conversación, la voz del paladín la hizo sacudir la cabeza al parecer "reactivándose" de nuevo del shock inicial.
"Vamos a entrar en un templo de Selûne con Shar otorgándole el poder a nuestro clérigo... ¿se puede ser más original? ¿O debería decir más temerario? ¡Por Hlal!"
—Basta, calma... ¡PAZ!—se puso en pie finalmente separando los brazos a ambos lados como si estuviera mediando en aquella peculiar discusión (de hecho estaba en medio) aunque al darse cuenta de que quizá había sonado demasiado autoritaria repitió en un volumen menos alto ya que aquella no había sido su intención—por favor... paz.
Suspiró hondo ya que aquello la había dejado sin aliento con la dichosa fatiga.
—Me parece... totalmente comprensible que haya cosas que no sean fáciles de contar—miró al lado de Volo—pero creo que esto es un detalle importante teniendo en cuenta a dónde vamos.
Luego miró a Rengar.
—Por si no se me nota lo suficiente, también es la primera noticia que tengo de esto.
Dejó caer ambos brazos como si se le hubieran cansado de tenerlos en alto (y en parte era así) lo peor que podían hacer en aquél momento era perder unión entre ellos y como "observadora neutral" que se suponía que era no quería valorar nada demasiado rápido... aunque tenía que reconocer que ambas posturas tenían su parte de razón dar con una solución única no era fácil, por no decir imposible si todo el mundo no cedía un poco.
—Kanizhar... entiendo tu dilema. Entiendo que los errores ocurren, y que el tuyo lo has pagado ya a un precio dolorosamente alto... pero no deberíais haber ocultado algo tan crucial, confía en nosotros, y confía en ti—mantenía la calma en la voz más que nada porque ya estaba suficiente tenso el ambiente y suficiente tenso el clérigo, no quería vapulearlo más—es decir... Shar puede gastarnos un "bromazo" increíble en el momento más inoportuno por culpa de eso, ¿me entiendes, no?
Giró otra vez la cabeza hacia el paladín. Jadeaba ligeramente pero estaba decidida a intentar que aquello se solucionase y tendría que hacerlo hablando
—Rengar, tú mejor que nadie puedes saber dónde está el mal, y no es entre nosotros—dijo apesadumbrada al oír la última frase del semiorco—a mi me bastó con tu palabra y tus intenciones para confiarte mis espaldas, y soy elfa... del mismo modo tengo que tener fe en que el arrepentimiento de Kanizhar es sincero
Si seguía girando la cabeza del paladín al clérigo y del clérigo al paladin terminaría con tortícolis.
—El mal nunca tiene razón, pero miente muy bien... y por eso puede engañar a la gente que sufre. Has visto con tus propios ojos que él es una víctima más de ese engaño y de ese sufrimiento, está tratando de redimirse arriesgando la vida para ayudar a Khaila y para ayudar al Valle de la Rastra en general. Dale la oportunidad de hacerlo, por favor.
"Por todos los dioses... creo que he recibido demasiados picotazos en la cabeza, si no me ahogo por la fatiga me desmayo antes, ¿qué diablos hago mediando entre humanos?"
Una vez más dirigió la vista hacia el clérigo que permanecía junto a la representante de Mystra aunque se dirigio a esta.
—Y vosotros entended también que Rengar es paladín y no puede hacer la vista gorda, él también lleva parte de razón... nunca es bueno "deberle" nada a una diosa oscura y menos a esa, si lo que queremos es el favor de Selûne y si Kanizhar realmente quiere ajustar cuentas con los sharinos estaría bien empezar por dejar de usar ese amuleto desde ya.
Se peinó hacia atrás con una mano y suspiró agotada de aquello.
—Y... vale, estamos todos cansados, estamos lastimados, y el tiempo no nos sobra. Os pido... y no sólo ya por Khaila, sino porque puede que el Valle de la Rastra entero dependa de lo que hagamos aquí ahora mismo. Os pido por favor que penséis y tengáis eso en cuenta, ¿podemos al menos encontrar un lugar resguardado donde sentarnos a buscarle una solución a esto que no sea precipitada?
Kanizhar estaba tan nervioso que le temblaban las manos.
--Quizá Rengar tenga razón --tartamudeó, al borde de las lágrimas--. Yo no soy un héroe como vosotros, nunca lo he sido. Lo único que me hacía diferente a los demás era mi magia, y ha resultado ser un cruel engaño de los cultistas de una diosa oscura.
Sacó elocuentemente su disco metal de dentro de su camisa, y lo sostuvo frente a si como si fuera un áspid venenoso.
--Galatea está en lo cierto, debería deshacerme de esto y olvidarme de esta magia oscura para siempre. Shar no es una ama benévola. Si me concede conjuros es con algún propósito siniestro.
Dejo de mirar el amuleto para interrogar con la mirada al resto del grupo.
--Puede ser que mi magia sea peligrosa en ese sitio maldito, no quiero poneros en peligro. No quiero hacer daño a nadie. Sólo quiero... --la voz se le quebró--. Sólo quiero llorar la muerte de mi madre... y estar junto a mi padre. No sé qué hago aquí.
El abatido sacerdote se miró la punta de las botas, quizá para disimular las lágrimas que le arrasaban los ojos.
Hanna asintió a la druida
Sigamos adelante.... Y respecto a Kanizhar, hay un detalle que parece que se le ha pasado por alto a todo el mundo. Los sacerdotes malignos no destruyen muertos vivientes, si no que los sojuzgan. Lo que quiere decir que no es la Urdimbre Sombría quien tiene poder sobre él, si no él sobre esa corrupción de Urdimbre.
Seguía andando, esperando que el resto siguieran a la druida y a ella.
Entiendo los temores de cada uno, pero no tenemos tiempo para acompañar a Kanizhar, y si vuelve solo le puede pasar cualquier cosa. Tampoco tiene más ayuda que ofrecer que sus conjuros y poderes, y no vamos a "perder" la ayuda de otro compañero por un juicio tremendamente rápido como ese.
Si de verdad él o la Urdimbre sombría fueran básicamente malignos, esos cuervos no habrían caido destruidos, porque utilizaría Energía Negativa, que los sana y controla. Aunque el aspecto de ese poder fuera oscuro, era Energía Positiva, lo que demuestra que, al igual que la Urdimbre de Mystra, ésta Urdimbre Sombría puede usarse tanto para el bien como para el mal.
Miró al semiorco.
Y Rengar, pareces muy rápido en prejuzgar o en desconfiar de los demás, para ser un semiorco. Yo también he utilizado antes artes poco "paladinescas" para hacer algo bueno.
Por lo que respecta a mis secretos.... Miró hacia arriba, pensando. No tengo ninguno que pueda interesarte u ofenderte. Volvió a mirar al frente, jugueteando con la flecha en la mano.
Durante todo aquel rato, la guerrera se había mantenido en silencio. Con los brazos cruzados estuvo escuchando a cada uno de sus compañeros. Tan sólo se pudo apreciar un leve movimiento, cuando temió que el paladín le hiciera algo a Kanizhar. Eso no iba a consentirlo, Orestes debía estar sufriendo mucho, y si Khaila podía evitarlo, no iba a permitir el sufrimiento de la pérdida de un hijo. Además, no terminaba de entender a qué se referían. Ella había visto perfectamente como el joven clérigo había conseguido ahuyentar y salvarles de esa plaga de cuervos infectos... ¿Qué importaba de dónde sacara su poder? Escuchó que hablaban de Shar, aunque no les creyó... Ella, por desgracia, conocía bien como eran sus seguidores, y el bueno de Kanizhar no podía ser uno de ellos.
Pero... Ella era ignorante referente a urdimbres y magias, tan sólo confiaba en la fuerza de su acero. Así que prefirió mantenerse en silencio, aunque sentía como sus músculos agarrotados empezaban a clamar por una noche de reposo... Una nueva noche en la incomodidad del bosque, y más en aquella zona. Suspiró con profundidad, volvió a recordar porque estaban allí y un escalofrío recorrió su cuerpo. Según lo que le había dicho Galatea, mañana no sería ella. El recuerdo de la niña elfa hizo que empezara a impacientarse y sentir como su corazón se contraía.
Levantó la cabeza, sus oscuros ojos se veían desesperados. Llevaba todo el día intentando no pensar, olvidar el motivo por el que se encontraba allí. Pero según pasaban las horas, la certidumbre de lo que iba a acontecer se hizo más patente en el rostro de Khaila.
Cuando vió a Hanna empezar a caminar, la siguió, pero al pasar por al lado de Kanizhar apoyó por un breve instante su mano sobre el brazo del clérigo, intentando darle ánimos... Unos ánimos que ella estaba muy distante de sentir.
Galatea suspiró con las palabras de Hanna, no estaba del todo de acuerdo con el punto de vista de la servidora de Mystra pero en cierto modo entendía que pensase así y no quería crispar más los ánimos en aquel momento.
"Dioses... "
La vio marchar durante un segundo, luego bajó la vista y le dio una palmada en el hombro al clérigo que temblaba como una hoja.
—Kanizhar... —dijo—los héroes no existen como tal, ni son perfectos como los narran los trovadores. Todo el mundo tiene miedo, héroe no es el caballero de brillante armadura que dirige la carga respaldado por un ejército enorme, es alguien que, por pequeño que sea, logra sobreponerse a ese miedo y es capaz de hacer algo grande cuando más falta hace.
Hizo un gesto ligero con la mano, como en ademán de "mostrarle" a los demás.
—No soy nadie para juzgar si la decisión de aceptar en aquellas circustancias lo que te ofrecían aquellos cultistas fue algo correcto. Pero hoy decidiste proteger a tus compañeros cuando te necesitaron... y eso sí es lo correcto.
Sonrió ligeramente, se le notaba el cansancio en la cara pero aquello pretendía ser un gesto reconciliador.
—Te enfrentaste a ese miedo, así que no somos más "héroes" que tú—dijo—y si estás aquí no es para llorar a tu madre, es para darle un motivo para sentirse orgullosa. Puedes enmendar el error, dejarle claro a Shar que no la necesitas para nada y evitar que más gente sufra por su culpa. No estás sólo para hacerlo.
Le dio otra palmadita y luego bajó la mano.
—Por oscura que sea su noche sin luna, siempre amanece después—se quitó una negra pluma de cuervo que se le había quedado enredada en el pelo levantando ligeramente el labio superior con gesto de asco al mirarla y echarla a un lado— ...aunque a veces haya que esperar un poco para que el bien triunfe.
Miró a Rengar como si esperase pacientemente que el paladín se pronunciase antes de plantearse si quieran el ponerse en marcha. Comprendía que estuviera molesto con aquella sorpresa, es más, ella misma se había quedado a cuadros y tampoco quería recurrir a la Urdimbre Sombría bajo ningún concepto, la oscuridad sólo podía combatirse con luz, eso lo tenía muy claro. Pero en aquél caso, la oscuridad no estaba en Kanizhar.
Y bueno, algo hacía pensar que tal vez no hubiera pasado tan desapercibido el pequeño discurso que había hecho antes el semiorco.
Rengar no puedo abrir la boca. Todos habían saltado a hablar espontáneamente, colocándose en ambos bandos. Hanna y Khanizar se conocían de antes y se apoyaban mutuamente. Rengar no dudaba del buen corazón de la pícara, pero pertenecía a esa clase de personas que anteponen sus ideas a todo lo demás (ya sean buenas o malas, pero con un desdén por lo establecido y las buenas maneras que sacaba al semiorco de sus casillas). Y en cuanto a Khanizar, ahora que le escuchaba expresarse, no parecía un verdadero servidor de Shar. Pero eso no significaba que fuese exactamente bondadoso.
Rengar estaba hecho un lío.
No le gustó escuchar la desgracia de la madre del clérigo, que se suicidó al ver lo que su hijo habia hecho. Para Rengar, su madre era sagrada, y pensar que ella misma podría haberse suicidado al nacer él le ponía los pelos de punta. Le reprochaba a Khanizar que no hubiese seguido la máxima de todo hijo, que es hacer que una madre se sienta orgullosa de uno. Rengar había anhelado su amor durante toda su infancia y, aunque no logró tenerlo hasta su juventud, ahora no lo cambiaría por nada. ¿Por qué Khanizar había sido tan bobo?
Rascándose la barba, Rengar sopesó todo lo que se había dicho, con la ira diluyéndose en sus venas. Hanna tenía razón: no podía desconfiar tanto si esperaba que los demás confiasen en él. Creía saber que Galatea le apreciaba aunque fuese un poco, pero no estaba seguro de que los otros también lo hiciesen. Y si no lo apreciaban, no tendrían reparos en echarlo del grupo a pesar de su profesión paladinesca. Y Rengar no quería marcharse. Le gustaba estar con gente y lo que más deseaba era hacerse un hueco entre ellos, a pesar de que no fuesen más que una pícara con malas ideas y buenas intenciones, un mago cobarde, una guerrera que no hablaba demasiado, una elfa muy orgullosa y un clérigo tocado por la oscuridad. Ah, y un cadáver.
-Sigamos -dijo en voz baja, echando a andar tras Hanna.
Galatea suspiró aliviada y echó a Andar también. Áscalon la siguió silenciosamente como de costumbre.
No obstante la elfa no era tonta como para no identificar un gesto poco-efusivo, y menos en un paladín que eran todo alma. Esperó a que todos hubiesen comenzado a andar, ella misma estaba también dándole vueltas a la situación que se había vuelto, cuanto menos, delicada...
—Rengar.
Dijo al cabo de unos segundos, dando dos palmaditas sobre la hombrera del semiorco para llamarle la atención, hombrera blindada y tan grande que contrastaba enormemente con la mano pequeña y esbelta de la elfa.
Caminaba mirando al frente no obstante, arrastrando un poco los pies con gesto cansado.
—¿Has pensado por qué el bien siempre triunfa?
-Porque así es como debe ser -aseguró el semiorco, algo abatido.
Khaila iba un poco adelantada, pero aún y así escuchó los comentarios de Galatea y de Rengar. La joven guerrera no pudo por menos que girarse y con una mirada irónica les comentó con un tono un tanto seco y cansado.
- Si así fuera, no habría mal en estas tierras. - Esa fue su única aportación al tema. Tras decir eso, volvió a girarse, y continuar su camino, agotada, esperando encontrar algún sitio para al fin descansar y poder relajar sus agarrotados músculos.
La druida sonrió y rió un poquito por lo bajo con el gesto espontáneo de girarse de la guerrera.
Pese a que tanto de aspecto como para los cánones de su raza Galatea era muy joven, en cánones humanos... tenía más de cien años, y cien años de observación dan para mucho. La impulsividad de los humanos siempre le llamaba la atención aunque tampoco podía culparlos por ello.
—Como dice Khaila, si así fuese no habría mal en estas tierras, pero lo hay—respondió—siempre que hay luz se forman sombras, por eso la balanza está siempre equilibrada. Los némesis son iguales y sin embargo... cuando hay un conflicto, uno de los dos bandos gana, ¿por qué? yo creo que es porque tiene algo que el otro no tiene y que por su propia naturaleza nunca podrá emular.
Parecía un acertijo aunque no lo era, aquella forma tan críptica de alentar a alguien empezaba a ser una costumbre (o al menos debía serlo para Khaila, que la conocía de un poco antes que los demás miembros del grupo)
—El bien triunfa porque el mal siempre se vuelve contra si mismo.
Si el poder estaba equilibrado, la diferencia radicaba en entonces los valores: El sentido del sacrificio por los demás y el sentido de la unión eran algo totalmente opuesto al egoísmo y la traición.
Pero por supuesto, como expresión críptica que era, el sacar sus conclusiones de lo que quería decir con aquello se lo dejaba a los oyentes. Así que no dijo nada más y siguió caminando.