Pues sí, estaria bien Afirmó Hanna a Khaila, sentándose cerca de ella. Cuando se quitó la mochila de la espalda se vio su mano de nuevo humana, y suspiró. El conjuro habia expirado, y volvia a ser una humana de pelo moreno y largo atado con una cinta para que no molestase demasiado, atractiva, pero de ropa más bien discreta.
Seguramente el paladín pondría el grito en el cielo.
Bueno, hora de las "explicaciones", supongo...
Dejó la mochila en el suelo, sacando una de sus raciones y la cantimplora, y mientras la abría, habló hacia el semiorco.
Soy Hanna De Mystra, pero no podía decirlo delante de esos salvajes. Antes de que me des la lata Dio un trago, haciendo un gesto de espera con la mano que no cogia la cantimplora. Como decia, Antes de que me des la lata, piensa que lo hice para salvarte el traserete, compañero. Y con forma élfica me harian mas caso.
Le miró.
Seguro que, aunque fueras el mismo, a ti también te harian más caso con "otra forma", verdad? Suele pasar cuando hablas con gente cerradita de mente... que primero miran por fuera, con eso creen que tienen bastante, y juzgan antes de conocer.
Dio otro trago.
Espero que no seas de esos
Echó un vistazo al caballo.
Bonito caballo, por cierto.
Rengar no se esperaba que la elfa se convirtiera en humana y tampoco le gustó demasiado, pero no le costó entender el motivo. A él le habría gustado poder cambiar su raza con igual facilidad. Pero sabía que no era lo correcto. Al menos, él no se sentía bien con la idea de engañar a los demás y hacerse pasar por humano. Sin embargo, solía evitar en lo posible que le vieran el rostro colocándose un yelmo completo.
-Me harían más caso, sí, pero eso no lo haría real -contestó el semiorco-. ¿Cómo vas a intentar cambiar a la gente y abrirles los ojos si se los vendas con trucos? Mi piel es verde, así quiso el destino que nacería, así quisieron los dioses. Si tomo el camino fácil y me disfrazo, además de mentir a los otros me miento a mi mismo.
Abrió su mochila y sacó una ración de comida. Al ver que, de todos, Ivelios no tenía comida, le tendió otra con amabilidad.
-Podria haber convencido o no a los elfos, pero si me habrían atacado no sería porque yo les habría atacado. Y si habría muerto yo o ellos, es cosa de Ilmáter que juzgue lo que hago. Y el caballo... se llama Mo.
—¿Salvajes?—la voz de Galatea cortó la conversación como un cuchillo cortaría la mantequilla caliente, en esta ocasión en el tono normalmente sereno de la elfa había un tinte más o menos claro de irritación. No obstante parecía no llegar ni de lejos a la ira puesto que continuaba sin levantar la voz, o sin sonar estridente, aunque el sarcasmo era casi palpable—¿la hipocresía es el primer arte que aprenden algunos humanos?
Levantó un dedo junto a la cara como si estuviese señalando algo hacia arriba.
—Punto uno—recordó—esos "salvajes" son mis hermanos. Que sea la última vez que me mezclas en semejante patraña para engañarlos porque no pienso volver a tragar. ¿O acaso olvidas que vas con dos elfos en tu grupo, Hanna de Mystra? ¿No es suficiente eso? porque si se me permite recordarlo, una de ellos también vive en el bosque y el otro es ni más ni menos que el embajador de Siempreunidos.
Levantó otro dedo formando una "V" ahora.
—Y punto dos. No será un humano quien emita juicios sobre el respeto a la vida de los elfos. No al menos uno que se dedica a emitir los suyos de forma tan rápida como para catalogar a algunos de nosotros de "salvajes" a la primera de cambio—bajó la mano apoyándola en jarras sobre la cadera. Ciertamente si aquél grupo de exploradores hubiese querido matar a Rengar sin más, lo habría hecho sin salir de la espesura, sin pedirle explicaciones, sin ser vistos—¿O tú no defenderías tu casa si un intruso se colase en ella?
El lobo, como siempre parecía o ser un reflejo del humor de su compañera, o ser un conocedor nato de éste. En esta ocasión era más bien lo segundo ya que parecía algo incómodo, sentado a su lado, con la cabeza ligeramente bajada y las orejas planas.
—Pero bueno, luego somos nosotros los estrechos de miras... —la druida puso los ojos en blanco dramáticamente y levantó ambas manos como si la apuntasen con un arco silvano—creo que podría escribir un libro con la cantidad de actos estrechos de miras propios "de salvajes" que les he visto a los tuyos.
Soltó un resignado suspiro, como si de pronto se hubiese cansado del tema o hubiese llegado a un punto que había escuchado con anterioridad por lo menos diez millones de veces y no encontrase sentido a seguir.
—Y digo "actos" porque salvaje no es quien lo parece, sino quien actúa como tal. Tras tantos años yendo y viniendo del bosque a la ciudad del Valle de la Rastra, he visto lo suficiente como para procurar no juzgar a un libro por la tapa independientemente del aspecto de ésta—estiró ligeramente una palma en dirección a Rengar ya que estaba haciendo alusión a él y a lo que acababa de argumentar el paladín—descubrir luego que algunos de esos libros son más sabios de lo que en un principio les suele atribuir la gente, es un auténtico alivio.
Lo "normal" es que un elfo no se sintiese cómodo en presencia de un orco, o incluso de un semiorco. Pero esta ocasión no debía de ser muy "normal" ya que Galatea parecía haber estado de acuerdo con la forma de pensar expuesta por Rengar.
Sin más se dirigió a un árbol cercano para sentarse y comer algo. Puede que no tuviese problema para ir en un grupo, pero a la hora de acampar o de pararse a comer algo siempre prefería algo aire a su alrededor... aunque fuesen sólo tres o cuatro metros.
Áscalon pro su puesto se tumbó a su lado sin hacer ruido.
Hanna empezó a escuchar a Galatea, pero cuando comenzó a hablar sobre lo que "los suyos", los humanos habian hecho, pareció que no le prestara demasiada atención, y siguió comiendo.
Cuando Galatea acabó, ella le habló.
¿Has acabado ya? Dijo mirándola. Una cosa es ser silvestre y otra ser salvaje. Y esos eran silvestres y salvajes, ¿O te parece normal amenazar la vida de los demas? Porque a mi me parece meritorio de ir a su poblado y pedir explicaciones de porqué amenazan con matar a cualquiera que no sea elfo, porque ellos hayan sufrido pérdidas. Esa VENGANZA ciega ES una forma de salvajismo, lo mires por donde lo mires ¿Acaso no te parecian estrechos de miras que han tenido que salir tres de los suyos, una de ellas druida y el otro embajador para que no le matasen?
Levantó un dedo.
Yo les he juzgado por lo que he visto de ellos La señaló con él. Procura juzgarme por lo que veas de mi, no por lo que hayan hecho otros de mi raza, que vale ya del cuento de los buenos tiempos.
Dio otro mordisco y tragó.
A menos que quieras que yo te juzgue por lo que he visto de estos "otros" silvestres que nos acabamos de cruzar... cosa que no pienso hacer.
Antes de dar otro bocado, dijo unas ultimas palabras.
Y si tengo que volver a transformarme para evitar que unos asesinos se carguen a un inocente, ya puedes echarme a tu lobo porque voy a hacerlo.
Siguió comiendo sin decir más, a menos que la elfa le respondiera.
Galatea se limitó a levantar una ceja con extrañeza cuando Hanna mencionó aquello. Aquel gesto no era sarcástico, estaba extrañada de verdad.
—¿"Amenazar la vida de los demás"? ¿Es un chiste?—parpadeó con absoluta perplejidad—¿O es que no debería de parecerme normal que si un desconocido armado invade mi casa quiera saber quién es? Y digo saber quién es porque si quisiera, según tú, "vengarme ciegamente" lo habría matado nada más verlo sin ni si quiera salir de la espesura.
"Si eso es ser estrecho de miras, que los dioses nos asistan... "
En lugar de comer ella primero se limitó a tenderle la palma de la mano al lobo con un pedazo de carne seca en ella, pedazo que el animal aceptó de buen grado. La elfa por su parte parecía preferir una fruta que había sacado del zurrón.
—Eso no era un ataque, era una defensa, y disculpa si no me creo que tú o cualquiera en su lugar no hubiera hecho lo mismo. O quizá me estoy equivocando y habrías salido a saludarle con una pancarta y un ramo de flores—dijo ladeando la cabeza bajando la ceja otra vez—porque juraría que Rengar está vivo pese a haber sido sospechoso de ir con esos falsos capas grises que si mal no recuerdo mataron al esposo de esa elfa, al su hermano y a su hija. Lo sorprendente no es que quisieran matarle, si no que no lo hubiesen hecho ya cuando llegamos.
"Y yo debo andar mal de memoria, porque juraría haber dicho precisamente que he visto de todo, no que todos los humanos sean iguales"
Con la última frase de la acólita, los ojos de la druida parecieron ensombrecerse, como cuando una nube pasa sobre un lago de agua cristalina.
—Querer proteger tu hogar te convierte en un "asesino"—dijo, no a modo de pregunta, sino repitiendo despacio lo que acababa de escuchar. De hecho hizo una pausa como si aquello hubiese resultado ofensivo—no confiar en tus compañeros, ¿en qué te convierte?
Retiró la mano sacudiéndola contra la pernera ya que Áscalon había dado buena cuenta del trozo de carne y se limitaba a lamotearle la palma. Después levantó dos dedos en forma de "v" pero en un gesto bastante objetivo.
—Yo he contado ya dos juicios rápidos de esos que dices no querer hacer. Si tu solución es recurrir al engaño para un acto "tan noble"—gesticuló un poco con la mano—como es el salvar a alguien aun estando Ivelios y yo aquí. Piensa al menos que en esos casos lo único que estarás haciendo será emitir un tercer juicio, no por parecer tener una superioridad moral se evita ser menos estrecho de miras que alguien que parece no tenerla.
El lobo parecía querer otro aperitivo ya que estaba hurgando con el hocico en el zurrón y Galatea tuvo que darle dos palmaditas en la cabeza para que parase. Apoyó la espalda contra el tronco y simplemente estiró los brazos, dejando descansar las dos manos sobre una de las rodillas que tenía flexionada. Irónicamente parecía más tranquila que antes aunque más sombría, como si estuviese meditando sobre algo a raíz de lo último que había oído. Tras varios segundos de silencio terminó pro negar con la cabeza.
—Y no, nunca debería darte igual que "los lobos" se te echasen encima.
Pronunció aquellos "lobos" como si hablase del tipo de animal pero siguiera pensando en otra cosa. De pronto pareció caer en la cuenta de algo y cambió por completo el gesto sombrío de su rostro para mirar a Rengar levantando las dos cejas en uno que pretendía ser más afable.
—Que, hablando de lobos... creo que las ruinas del templo al que vamos pueden no ser buen lugar para un caballo—dijo—al menos por el terreno. Hay que pensar en solucionar eso.
El lobo miró a su compañera y emitió un gañido apagado.
-Por favor, señoritas, no os peleeis -pidió Rengar en el tono más diplomático que pudo-. Comamos en paz y no dejemos que nos ciegue la ira. Al fin y al cabo, sois compañeras, ¿no?
Galatea había dicho lo del caballo y no le faltaba razón. Rengar dio un trago de agua fresca para pasar el mendrugo de pan duro que acababa de masticar.
-Mo es muy obediente. Si le dejo atado en los alrededores con suficiente hierba cerca, me esperará hasta que volvamos. Por cierto, ¿qué estamos buscando exactamente?
Tras comerse la ración de viaje, Khaila sacó una manzana de la mochila y empezó a comérsela a grandes bocados. Pasaba de la discusión entre Galatea y Hanna, ya se cansarían...
La guerrera no terminaba de entender el ofuscamiento de la elfa. A ella le había parecido buena idea la de Hanna, además, no veía ninguna intención de intentar insultar a su raza. Pero cuando insistió en que era normal la actitud de los elfos, como si nadie pudiera ir al bosque y éste fuera una propiedad privada, Khaila frunció el ceño, aunque continuó en silencio.
Una vez terminó la manzana, la joven cogió la mochila y recostándose apoyó la cabeza sobre ella. Cerró los ojos con un suspiro y dejó que su mente empezara a divagar...
No tenía ganas de hablar, y menos de explicar su problema, además, seguro que los demás lo harían muy bien, así que pasó de contestar al semiorco...
Galatea le había dado un mordisco a la fruta en ese momento así que en lugar de hablar con la boca llena, sacudió ligeramente una mano y negó con la cabeza como quitando importancia al asunto e indicándole de paso a Rengar que no estaba furiosa con Hanna. Hasta que no tragó el trozo que había mordido, no dijo nada.
—En ese caso, bien... —respondió haciendo alusión a lo del caballo. Luego giró la fruta en la mano, que parecía un melocotón sólo que no lo era porque le ocupaba casi toda la mano—y en cuanto a qué buscamos pues... Por una parte buscamos una cura contra la maldición de licantropía que esos sharinos se dedicaban a contagiar en la ciudad del valle de la Rastra y tiene que ver con urdimbre sombría, así que no es una maldición normal que se quite por medios normales.
Se comió otro trozo de la fruta.
—Y por la otra parte, también buscamos pistas sobre qué tienen que ver y por qué se está intentando romper el Pacto. Según la Balada del Tejedor de Sueños que nos dio el Arpa Cantora, la respuesta a al menos una parte de esto, se encuentra en ese templo—se encogió de hombros—lo que no sabemos es qué "forma" tiene esa respuesta.
Ella por supuesto no quería hablar en nombre de Khaila por si le molestaba, prefería que si había algo que decir con respecto a la maldición, saliese de ella. Después de todo, si le preguntaba, no podía (ni iba) hablarle sólo de Imizael al semiorco.
Ivelios se mantuvo en un (discreto) segundo plano, sin intervenir en la conversación tan "animada" que se daba entre Hanna y Galatea.
Hay que ver como son los de estas tierras- pensó el mago, jocoso- tan vehementes en sus discusiones,... ¿como serán en un combate?- tendría ocasión de comprobarlo.
Todo el mundo comienza a comer su ración de viaje e Ivelios vio, con horror, que él no había traído nada para el viaje.
¿En que diablos estaba pensando?- a decir verdad, no esperaba que el viaje fuese a durar mucho (a decir verdad tampoco esperaba que iba a unirse a un grupo de aventureros tan pronto y mucho menos que iba a ponerse en marcha a resolver una misión). Mientras se mantiene la conversación, Rengar le cedió una de sus raciones- gracias- fue su lacónica respuesta mientras comenzó a comerlas con tranquilidad. Se mantuvo callado mientras comía, escuchando las palabras del resto del grupo.