Immué te lanzó una mirada preocupada al observar tu expresión de odio abyecto. Se acercó a ti en gesto conciliador y apoyó su mano en tu hombro.
--¿Estás bien? Sabía que no era bienvenido en tu familia pero... no esperaba que aún le guardaras tanto rencor después de todos estos años. ¿Qué te hizo?
Hanna le apartó la mano con rapidez, que no con brusquedad, aunque enseguida dio una explicación.
Estoy invisible, ¿Recuerdas? Procura no hacer demasiados gestos... Suspiró hondo Gracias por el interés, pero es cosa mía, Immué... Todos tenemos nuestras cosas que guardar, nuestros secretos. ¿Verdad....?
La miró a los ojos. No iba DIRECTAMENTE con segundas, pero si ocultaba algo seguramente su reacción le daria alguna pista si creía que la habia descubierto. Para que no se quedase con esa impresión, siguió, pasada la interpretación del gesto reflejo. Baste decir que cuanto más lejos esté de todos nosotros, mejor. Dime, ¿Dónde estaba? ¿Qué hacia?
Tirada: 1d20(+9)
Motivo: Averiguar intenciones
Resultado: 1(+9)=10
Immué frunció los labios en un gesto de desaprobación.
--Me estoy cansando de tus secretitos, jovencita. O me explicas ahora mismo por qué estás invisible, qué pasa con tu hermano y qué ha pasado en tu viaje o voy a empezar a perder la paciencia.
Hanna también frunció el ceño.
Mi hermano se fue con los Zhent. ¿Contenta? Respondió sin acordarse de bajar la voz. Y no creo que tal como están las cosas esté tramando nada bueno. En ese viaje hemos descubierto una conspiración en las sombras de la iglesia de Shar para mandar al Valle de la Rastra al Averno y aún tiene una docena de cabos sueltos.
Soltó un gruñidito Y ahora, el porqué estoy invisible. ¿Me vas a contar porqué sales cuando no estoy, te comportas rara y no hablas con nadie, y qué rayos llevas en esa caja?
Immué suspiró hondamente, y de pronto te pareció mucho más vieja y mucho más cansada. Sin decir nada se retiró a un callejón discreto, indicándote con un cabeceo que la siguieras. Cuando estuvisteis a salvo de miradas indiscretas sacó algo de uno de los bolsillos secretos de su túnica. Cogió un objeto pequeño y te lo tendió para que lo cogieras.
Tenía un tacto frío en tu mano. Cuando Immué retiró la suya, viste que era un pequeño broche de oro en forma de arpa.
Hanna se quedó quieta, perpleja y callada mirando el broche que sostenía con la punta del índice y del pulgar, casi con cara de idiota con las cejas levantadas.
¿Arpista...? A... ¡¡Arpista!! Esos son justo los que necesitamos!
Miró a Immué y habló con bastante más humildad.
Esto... Lo siento, con tantas cosas que están pasando, ya no me fío ni de mi sombra... y menos estando Shar detrás de todo... Bromeó un poco, aún inquieta. Notaba que la camisa la ahogaba. Había estado soñando con pertenecer al grupo, y ahora que había encontrado a uno, sospechaba de él. ¿Qué iba a pensar?
--¿Por qué te disculpas? --preguntó Immué, dejando escapar una risita--. Si lo hubieras sabido mi secretito desde el principio hubiera dicho muy poco de mi habilidad, ¿no crees?
Immué se puso más seria y suspiró.
--En realidad quien tiene que disculparse soy yo. Te he... utilizado todo este tiempo. No estoy orgullosa de ello, pero sí que lo estoy de ti --Immué cerró tu mano en torno al broche--. ¿Quieres guardar esto como compensación?
Hanna parpadeó. ¿Utilizado? ¿Cómo? ¿Y para qué? ¿Porqué no me lo dijiste? Llevo años intentando encontrar a los Arpistas. No sé qué hay que tener para ser uno de los vuestros, pero sé que entre otras cosas incluye amargar la vida a los Zhentárim, y con eso me sirve.
Sonrió, y no le iba a decir que no a aquél regalo. Asintió agradecida y lo guardó.
Bien guardado.