Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

26. Un Descanso Merecido.

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13/02/2011, 17:12
Director

Ivelios agradeció que sus compañeros accedieran a montar el campamento en un lugar más alejado. Todos estaban cansados, mojados, y ateridos de frío, así que la caminata se les antojó más larga de lo que había sido antes. Cuando al fin llegaron al claro, todos sintieron el deseo de dejarse caer sobre la hierba y descansar. Sólo la perspectiva de calentarse junto a una agradable hoguera, poder secarse las ropas (como con el ingenioso método de Hanna) y relajarse cómodamente sobre los petates les disuadió para montar un pequeño campamento.

Hasta Kanizhar, el miembro de ánimo más ceniciento del grupo, parecía disfrutar de aquellas pequeñas comodidades. Ivelios murmuró algo sobre que echaba de menos las comodidades de Siempreunidos, y se disculpó ante sus compañeros para ausentarse un momento y poder cambiarse de túnica.

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13/02/2011, 17:22
Arledrian

--Quizá haya algún conejo que podamos cazar para la cena. No creo que nada más grande pueda alimentarse con la poca vegetación que hay por aquí --sugirió Arledrian--. Creo que iré a echar un vistazo. ¿Viene alguien conmigo?

Aunque la pregunta incluía a todo el mundo, la invitación de Arledrian parecía ser Khaila juzgando la forma de mirarla.

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13/02/2011, 17:29
Rengar

Como todo lo que llevaba en la bolsa estaba empapado, Rengar pasó un buen rato colgando sus cosas frente al fuego. Sus mudas, sus raciones, sus flechas... y, sobre todo, la bolsa de ceniza. La extendió todo lo que pudo sin peligro de derramarlas y se sentó al lado, ya sin la armadura y sólo con el pantalón (la parte de arriba se secaba tendida junto a la hoguera), para ver cómo se evaporaba el agua. Sucedía más lentamente de lo que había esperado, pero parecía que iba perdiendo humedad.

Arledrian dijo algo sobre cazar, y aunque en otro momento Rengar habría saltado voluntario, se encontraba demasiado cansado emocionalmente como para hacerlo. Prefería vigilar el estado de sus cosas y esperar. Esperaba que los demás no se lo tomasen a mal.

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13/02/2011, 17:48
Khaila

Por fin llegaron al mismo claro donde habían pernoctado la noche anterior. Khaila dejó caer la mochila y colocó en el centro los maderos que llevaba entre los brazos. Sentía la ropa por debajo de la armadura pegada a su piel. Hacía frío y deseaba poder quitársela y cubriéndose con una manta quedarse sentada delante de la hoguera, observando como las llamas hacían diversos dibujos... Se acercó nuevamente a la mochila y disponiéndose a abrirla contuvo una carcajada mordiéndose el labio inferior. Acababa de ser consciente de que la manta y todas sus pertenencias se encontraban chorreando, así que tendría que aguantarse con aquellas ropas y esperar no resfriarse. Se acercó nuevamente a la mochila y sacó la manta. Se dirigió hacia donde estaba Hanna y se la extendió. - ¿Puedes colocarla como tu ropa? - Le preguntó señalando su invento con la cabeza.

Entonces escuchó a Arledrian proponer el ir a cazar algún conejo. Se giró para mirarle, la sola idea de conseguir algo de comida caliente hizo que una sonrisa asomara a sus labios.

- Ya te acompaño yo... - Dijo la joven incorporándose. Hasta aquel momento no había sido consciente de la mirada del guardia, cuando las cruzaron, se quedó parada al darse cuenta de que él estaba quieto, observándola. - ¿Vamos? - Le apremió echándose a caminar hacia el bosque.

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15/02/2011, 09:56
Volo

Volo esbozó una sonrisa de viejo zorro.

--¿Alguien quiere que toque alguna tonadilla picante para animar la velada?

La mirada de reproche que le soltó Arledrian le hizo ampliar aún más la sonrisa.

--¿No? Qué pena.

El famoso aventurero vio marchar a Arledrian y a Khaila sin perder la sonrisa zorruna. Cuando se hubieron alejado unos pasos se dirigió al resto del grupo.

--He estado pensando en vuestro nombre. Ya sabéis, como grupo de aventureros. ¿Qué tal Los Escudos de la Rastra? Ya sabéis, porque defendéis el Valle y todo eso. Yo creo que tiene gancho.

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15/02/2011, 10:00
Arledrian

Arledrian y Khaila se alejaron del campamento. Pese a haber levantado la maldición, el bosque no se había recuperado mágicamente como ocurría en los cuentos de los bardos. Seguía siendo una maraña de vegetación podrida y afilados espinos. Parecía que la Naturaleza tardaría en recuperar la exuberante belleza que exhibía en lugares más tranquilos del Bosque de Velar. Los dos jóvenes caminaron durante varios minutos en silencio, que al final rompió Arledrian.

--He estado pensando en lo que me dijiste el otro día --dijo el guarda sin dejar de mirar hacia delante--. Lo de convertirme en aventurero. La verdad es que me atrae la idea. Quiero decir, me hice guardia para ayudar a la gente con sus problemas, pero muchas veces siendo que estoy defendiendo las Leyes del Valle y que mis obligaciones me impiden ir más allá.

Arledrian volvió el rostro para contemplar el de Khaila.

--Creo que si quiero hacer de Los Reinos un lugar mejor mi camino es del aventurero. Mi sitio... --tragó saliva--, mi sitio está contigo.

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15/02/2011, 10:27
Khaila
Sólo para el director

Ambos jóvenes se habían alejado del resto del grupo. Khaila intentaba ir en silencio, observando si había entre la maleza algún conejo despistado que pudiera cazar con su ballesta. Al moverse en silencio, atenta a cualquier movimiento que llamara su atención, hacía que no sintiera tanto el frío que las ropas mojadas y la brisa del bosque ejercían sobre ella.

El bosque todavía estaba mal, pero Khaila no entendía mucho, tan sólo lo veía feo y triste. la guerrera, no estaba muy acostumbrada a ir de caza, y por mucho que intentaba no hacer ruido, las ramas se rompían bajo sus fuertes piernas, y algún que otro reniego se le escapaba entre sus labios apretados.

Se detuvo y miró a Arledrian. Una sonrisa asomó a sus labios al escuchar como el guardia quería seguir con sus sueños adelante, pero esa sonrisa empezó a borrarse cuando dijo que su sitio estaba junto a ella.

La joven guerrera, no entendía mucho de diplomacias y menos de corazones. Le gustaba Arledrian, era un joven agradable que la había tratado bien desde un principio. Pero... Ni ella misma sabía que iba a hacer el día de mañana, su único propósito era encontrar a su hermano y poder clavarle la espada de su padre en el corazón.

Sus ojos se entristecieron, pero no los apartó de los de Arledrian, mientras que con voz contenida intentó de forma torpe explicarle por qué ella no era buena elección.

- Me alegro de que tomes esa decisión... Pe... Pero yo no creo que sea la más adecuada para ser tu compañera de aventuras - . Bajó la mirada avergonzada, sentía como sus mejillas empezaban a teñirse de un suave tono carmesí. - Durante mucho tiempo he estado trabajando con el herrero del pueblo. Hace muy poco que he querido salir de allí, y temo que he aceptado trabajos de los que no estoy orgullosa - . El recuerdo del vampiro todavía estaba presente en su memoria, que aunque fuera engañada, no podía quitarse esa sensación de malestar. De haber permitido que aquel hombre consiguiera hacer que se sintiera cómoda ante su presencia. Volvió a clavar sus oscuros ojos en los de Arledrian. - No sé que voy a hacer. Me gustaría poder... - Las palabras no podían salir. Sin saber como decirle que desearía ser su compañera de aventuras, luchar junto a él y conseguir ayudar a la gente. Se mantuvo durante un momento en silencio, sabiendo que el día que encontrara a su hermano todas esas palabras se convertirían en humo... - No soy buena... - Terminó diciendo apartando la mirada, ya que no podía contener más la del joven. ¿Quién, que quisiera matar a su propio hermano, podía ser bueno?...

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15/02/2011, 10:48
Arledrian

Arledrian dio un paso adelante, con el ceño fruncido en un gesto de preocupación. El joven tomó suavemente una mano de Khaila con la suya tratando de confortarla.

--¿De qué estás hablando? --inquirió Arledrian--. En sólo unos días has hecho más por los rastreños que lo que he hecho yo en toda mi vida. La gente puede dormir tranquila sabiendo que la bestia en la que se había convertido aquella niña no rondará sus casas. Y por si fuera poco acabas de levantar la maldición que pesaba sobre este sitio. Eres increíble, y algún día los bardos cantarán historias sobre ti. Yo... te admiro. No digas que no estás orgullosa de ti misma.

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15/02/2011, 11:16
Khaila
Sólo para el director


- Yo... Fui a buscar una cura para mí. Dime, ¿qué tiene eso de loable? -
Le replicó apartando la mano de forma brusca. - A ellos es a los que tienes que admirar - . Dijo señalando hacia la zona donde habían dejado al grupo. - Ellos sí que fueron sin ningún interés propio. Se arriesgaron por mí y por esa niña... - Sin darse cuenta había alzado la voz. Negó con la cabeza y suspiró. - Me he comportado de forma egoísta, he arriesgado sus vidas porque tenía miedo. Miedo de lo que podía convertirme... - Terminó diciendo bajando la voz, estas últimas palabras fueron casi susurradas.

- No creo que haya bardos que canten sobre guerreras malditas... - Tras un momento de silencio bajó la cabeza y en un susurro terminó de decir lo que pensaba. Nuevamente le miró y una sonrisa intentó asomar a sus labios.

- ¿Quieres ser aventurero? Habla con ellos, seguro que estarán encantados en acogerte en el grupo. Pero... Pero no admires a una sombra... - Khaila, durante muchos años había tenido un concepto muy pobre sobre sí misma, y las palabras de Arledrian no iban a hacer que se viera con mejores ojos. Pero no quería reconocerlo, había sentido como su estómago se contraía cuando el joven guardia le dijo aquellas palabras.

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15/02/2011, 11:39
Arledrian

Arledrian se miró las botas unos instantes antes de levantar la cabeza y volver a mirar a Khaila.

--Estás siendo demasiado dura contigo misma. Estoy seguro de que tú no les obligaste a arriesgar sus vidas por ti. Vinieron porque quisieron, porque... te aprecian. Créeme, sé de lo que hablo. Yo también te seguiría hasta las mismísimas puertas de los Nueve Infiernos si fuera preciso --Arledrian carraspeó--. Lo... lo que quería decir es que no es malo tener miedo. La única forma de ser auténticamente valiente, de convertirte en un héroe, es levantar la cabeza cuando tienes miedo. Seguir adelante cuando todos los demás darían la batalla por perdida. Y el hecho de que te sientas en deuda con ellos por haberte ayudado quiere decir que eres mejor persona de lo que tú misma crees. Si no lo fueras, no te sentirías así.

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15/02/2011, 13:50
Galatea

Galatea se había sentado nada más llegar al pie de un grueso árbol (aunque, como siempre, ligeramente apartado del resto sin llegar a la exageración) no sin antes murmurarle algo al caballo y volverlo a acariciar cuando hubo bajado de él, el animal había relinchado suavemente, satisfecho.

Como Áscalon había pasado el tiempo adelantándose al grupo para husmear si había moros en la costa y volviendo a la retaguardia para comprobar que nada  les andaba a la zaga, su pelaje se había secado en cuestión de minutos. Ahora el lobo permanecía tumbado junto a su compañera, al parecer con el propósito de darle calor. La mano derecha de la elfa rozaba jugueteando con las yemas de los dedos el Símbolo Sagrado de Selûne que aún pendía de su cuello con aire entre cansado y distraído.

Las llamas danzantes de la hoguera crepitaban y formaban arcos luminosos que ascendían para desvanecerse en la noche. Los ojos de Galatea habían estado todo el rato prendidos en ellas, reflejando el fulgor dorado de las lenguas de fuego sin expresar otra cosa que no fuese neutralidad, como siempre.
Aunque sí había algo que ya no era igual que siempre y era la habitual tranquilidad en el aspecto de la druida, más que nada porque nos e movía. Sólo se había quedado sentada pero era como si no terminase de inspirar sosiego.

Cuando Volo habló no obstante, giró la cabeza y lo observó, luego miró como Khaila y Arledrian se adentraban en el bosque en busca de un conejo para cazar y luego volvió a mirar al mago. Tras unos segundos sonrió muy ligeramente de lado.

Sí... suena bien.

Sin decir nada más,  se puso en pie con un ligero suspiro por el pequeño esfuerzo aunque sin brusquedad y caminó hasta el borde del círculo de luz que proyectaba la hoguera con los mismos andares fluidos de siempre. Aunque no se paró, siguió andando hasta adentrarse en la espesura.

Galatea no hacía ruido al caminar por la hierba del bosque, de hecho, lo más curioso es que no dejaba huellas, ni si quiera si pisaba una zona de tierra batida, de hojas o encharcada. Era como para pensar que, en territorio salvaje, sólo podía verla alguien si ella quería.

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17/02/2011, 11:37
Khaila
Sólo para el director

Durante un rato Khaila se quedó pensativa, absorbiendo cada una de las palabras de Arledrian. Quizás el joven tuviera razón, pero la guerrera dudaba que el resto sintiera algún tipo de aprecio por ella. Tenían un buen corazón, y habían querido ayudar. Pero de allí a que la apreciaran...

Clavó nuevamente sus oscuros ojos en los de Arledrian. Asintió con la cabeza y alargó su mano para darle un apretón a la del joven, cerrando así alguna especie de trato.

- Por mi parte claro que puedes venir con nosotros - . Empezó a decirle con una sonrisa en su normalmente ceñudo rostro. - Me alegro de que hayas tomado esa decisión y... - Por un momento se calló, no estaba muy acostumbrada a ser agradecida con la gente, quizás porque hacía mucho tiempo que nadie hacía nada por ella. - Y... Gracias - . Terminó diciendo de forma entrecortada.

Khaila había preferido no hacer comentarios sobre lo que había dicho el joven. De alguna manera se sentía abrumada por todas esas palabras de admiración. El viento soplaba con algo más de fuerza, haciendo que sintiera con más intensidad la ropa mojada sobre su piel. Un escalofrío recorrió su cuerpo, si no se movía acabaría cogiendo algún tipo de resfriado.

- Venga, vayamos a por esos conejos... - Le dijo con un guiño de ojos y cambiando de tema para nuevamente centrarse en lo que iban a hacer.

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18/02/2011, 12:57
Áscalon

 

Áscalon, que siempre permanecía a menos de un metro de su compañera levantó las orejas, estuvo unos largos segundos inmóvil mirando el lugar por el que se había ido. Finalmente emitió un aullido apagado, se puso rápidamente en pie y trotó hasta el borde del claro de luz en el cual se detuvo, inquieto, mirando la oscuridad. Como si dudase de entrar en ella.

No obstante, a penas había pasado un minuto, cuando al parecer no aguantó más y echó a andar olisqueando el suelo hasta que la oscuridad de la fronda lo engulló.

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18/02/2011, 13:10
Galatea
Sólo para el director

Galatea caminó entre los árboles a la pálida luz de la luna que se colaba sin dificultad entre las copas de los separados troncos. Había luna llena y por tanto la visibilidad era más que agradecida para ella en concreto ya que sus ojos de elfa podían traspasar la penumbra. La druida se sentía en su casa estando en territorio salvaje, tan a salvo como un humano podría sentirse dentro de aquellas fortalezas de piedra que construían llamadas "castillos". Más de una vez se había encontrado a si misma paseando sin peligro y disfrutando por el monte al abrigo de la noche, un abrigo que ahora no lograba arroparla ni darle calor.

Anduvo hasta que se topó con una enorme roca plana, la había visto ya antes así que por eso había tomado esa dirección. No sin algo de esfuerzo por la fatiga (que no parecía tener intención de írsele hasta que descansara varias horas seguidas) se subió y se sentó encima con un hondo suspiro.

........

Levantó la vista al cielo, la luz plateada de Selûne lo bañaba todo como un suave manto de seda, acentuaba la mecha argéntea del cabello de la elfa y arrancaba hermosos destellos al Símbolo Sagrado. No había dejado de acariciarlo con las yemas de los dedos durante todo el camino y en ese momento lo aferró con fuerza en la mano y tragó saliva.

Los ojos de Galatea también estaban brillando, la elfa no aguantaba más. Había mantenido la compostura por el resto desde que había entrado al templo, a su antigua casa, pero no aguantaba más. Pasar de no conocer absolutamente nada a toparse con su pasado tan bruscamente podría compararse con el chocar contra un muro de piedra, tener tras siglos tan sólo unos segundos para conocer a sus padres cuando no recordaba sus rostros, sentir y ver lo que ellos habían sentido y visto, lo que habían hecho por ella, sentir el miedo a perderla, la desesperación por salvarla, la rabia de la traición, la impotencia de la frustración, el inmenso amor que le habían profesado, sentir que se los arrebataban por segunda vez... necesitaba sacarse aquel dolor del pecho, le dolía como si alguien le hubiese disparado una flecha con un arco de verdad y hasta ahora no había podido quitársela.

Cerró los ojos y suspiró agotada, una solitaria lágrima que también brillaba plateada a la luz de la luna rodó del ojo hasta la barbilla y cayó sobre el Símbolo. No sollozó en voz alta ni hizo ruido, tan solo se mantuvo aferrándolo y apoyó la frente sobre la rodilla de la pierna que tenía flexionada. La larga cascada de cabello castaño se le desparramó por los hombros dejando al descubierto la efigie de la cabeza de lobo que llevaba tatuada en la espalda y una nueva lágrima rodó por la mejilla de la elfa.

"Padre... " no se arrepentía de haber tomado como prioridad a Khaila sobre la incógnita de sus raíces a la hora de escoger una única pregunta que hacerle a Kalonos, pero aquello no quitaba que continuase sintiéndose perdida "...madre".

Ella y su hermana eran las únicas Lythari que había visto nunca. No sabía nada de sus orígenes, ni del templo si quiera, ¿habían sido seguidores de Selûne acaso? ¿Por qué no lograba recordarlo?

"¿Qué debo hacer... ?".

El sonido de unas zarpas arañar ligeramente la roca llegó a sus oídos pero no levantó la cabeza, sabía quien era. Áscalon, su fiel guardián, la había seguido sigiloso como un fantasma nocturno, de hecho el pelaje del animal brillaba a la luz de la luna desprendiendo un tenue halo que lo hacía parecer un hermoso espíritu.

El lobo emitió un aullido suave cuando finalmente logró subrir a la roca y se acercó a su compañera con las orejas pegadas a la cabeza, cuando llegó a su lado, se sentó. De alguna forma, aquel místico vínculo que los unía como compañeros hacía que supiese interpretar su estado de ánimo y en un principio había dudado si seguirla o no, pero era más fuerte el instinto protector que cualquier otra cosa.

Galatea levantó la vista y sin decir nada rodeó con suavidad el peludo cuello con los dos brazos, acariciándolo y apoyando ligeramente el peso del cuerpo sobre el animal. Áscalon emitió otro aullido y movió suavemente la cola en respuesta, lamiéndole una mejilla como si quisiera borrar el rastro de la tristeza.

Luego simplemente se quedó allí. Hasta que la elfa no se moviera, no se movería él.

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19/02/2011, 09:23
Arledrian

Arledrian se quedó pensativo unos momentos, como si se hubiera quedado con algo más que decir. Después suspiró y siguió a Khaila.

Los dos jóvenes consiguieron un par de conejos cada uno y regresaron al campamento con sus trofeos.