Partida Rol por web

Galatea asintió a las palabras de Hanna y el humano delgaducho de pelo ralo.

—Sí, claro. Ya que vamos a los dos templos, preguntaremos por un clérigo que pueda decirnos algo del altar que encontramos en ese almacén. Luego os llevo.

Hizo un gesto con la mano indicando que esperasen un segundo, luego se acercó a Khaila que parecía esperarla de alguna manera antes de irse del todo.

—Si prefieres ir adelantando con esos clérigos de Khelenvor... de acuerdo, tú les conoces a fin de cuentas—se encogió ligeramente de hombros, la idea era ir todos juntos pero la guerrera era lo suficiente mayorcita para que le dijeran lo que tenía que hacer. Además, que al parecer necesitaba pasar por su casa antes—mientras tanto entonces nosotros preguntaremos en los templos de Ohgma y Tymora, y de paso buscamos en ellos a alguien que pueda darnos algo de información sobre el dichoso altar.

Acto seguido se cruzó tranquilamente de brazos ladeó la cabeza.

—Quiero ayudarte, Khaila—suspiró y le dio una palmadita en uno de los hombros, bajando algo la voz para que sólo la escuchase ella aunque estaban bastante separadas de los otros—pero tienes que dejarme.

Levantó ambas cejas en un gesto que pretendía ser más afable. Al hacerlo, aquellos ojos azules parecían menos fríos aunque por supuesto no llegó a sonreír.

—Si Shar pretende echar sus oscuras raíces en un sitio, no será en mi valle. Confía un poco en mí—le dio otra y luego volvió a cruzar el brazo caminando de vuelta con aquella omnipresente calma hacia los demás—Nos vemos en el Fondeadero.

El lobo, como siempre, la seguía en silencio.

Khaila, al ver como Galatea se acercaba, se detuvo y esperó a la druida. Su rostro se suavizó, y el suave contorno de una sonrisa empezó a dibujarse en sus labios, tras las palabras de la elfa.

- De acuerdo, nos vemos en el Fondeadero... A ver si conseguis entereraros de algo... - Le dijo asintiendo con la cabeza... - Galatea... Yo... Siento mi comportamiento de antes. Sé que no lo hiciste con mala fe, y últimamente estoy a la que salto. - La joven guerrera no tenía por costumbre disculparse por sus acciones. Pero las palabras de la elfa la habían desarmado. - Bueno... Hasta luego. - Dijo finalmente dándose la vuelta y girando la esquina.