Ah, que aún vive aquí...
Hanna no respondió más a la Señora del Misterio, y la siguió hacia la habitación de Deniria. Inspeccionó el lugar con buen ojo, tranquilamente y seria, llevándose a menudo la mano a la barbilla.
Por más que buscó, no encontró nada. Negó para sí misma, y apoyada en la mesita habló a Nasana, aunque no la miraba a ella si no al alféizar.
Si quieres... yo les daré la noticia, y los efectos personales a su marido... bueno, cuando la "adecenten" un poco las hermanas.
Se llevó las manos a la cara.
Grrrrrrr....... qué impotencia, ¡Mil rayos!