Partida Rol por web

Tetsuya se paró de golpe tras oír la pregunta de su compañero. - ¿Qué voy a pensar? Lo mismo que pienso de todos vosotros... Que es alucinante, perfecta, genial... Por eso mismo no debería haber cogido esta hortensia. - mustió. - Ella se merece lo mejor y yo no se lo voy a poder dar. ¡Pero eso está bien! - acompañó con una sonrisa. - No soy muy listo, ni muy hábil, ni bueno en nada en general, por eso para mi ya es motivo de mucha felicidad el poder haberos conocido y poder pasar tiempo con vosotros. ¡Y a veces hasta os soy útil y todo! - rió.

Pero la conversación rápidamente se vio interrumpida por unos aullidos. Un pobre y pequeño perro había quedado atrapado en una de las tapas del alcantarillado, teniendo su pata metida hasta el fondo de uno de los agujeros de dicha tapa.

El perro parecía estar muy nervioso, así que si querían ayudarlo, alguien tendría que sujetarle las patas delanteras para evitar arañazos y mordiscos.

Iba a decir algo pero un aullido de lamento me interrumpió, gire la cabeza en busca del origen y lo que vi fue algo que me apeno de inmediato. Un perro se había quedado atrapado con una tapa de alcantarilla. De inmediato corrí hacia el para ayudarlo, deje la caja cerca donde pudiera tenerla a vista todo el tiempo y con muchísima calma me fui acercando mas y mas al animal para acariciarlo y tranquilizarlo.

- Tetsu, ven... sácale la pata de ahí -le dije en cuanto lo tranquilice un poco y le sujete las patas delanteras para que no le impidiera a Tetsuya hacer nada y cuando estuviera haciéndolo volví a hablar- Nadie te pide nada, tal y como eres para nosotros eres tan genial como nosotros para ti y estoy seguro de que Momoka lo cree también. No siempre pienses en como te ves tu a ti mismo si no también en como los demás te vemos porque para ti mismo eres tu peor enemigo.

Tetsuya corrió a socorrer al perro, tal y como le había indicado Saito. El chico había logrado calmar al perro sin ningún tipo de problema. Al sacar las patas traseras, el perro meneó contento la cola y dio un par de ladridos antes de zafarse de Saito y meterse por un pequeño hueco de una pared, hueco por el cual probablemente había venido el cachorro.

Por otra parte, Saito intentó animar a Tetsuya, pero él no sabía que decir. Estaba agradecido por las palabras de Saito, pero sus experiencias le había demostrado que no lo que hacía bien, era por pura suerte y no por habilidad.

Suspiró, parecía que iba a decir algo pero pronto les interrumpió alguien.

Una persona bastante mayor se acercó a vosotros. - He visto lo que habéis hecho jovenzuelos, me ha parecido asombroso, por ello os ayudaré a llevar esta caja que veía que cargabais. ¡Mis viejos huesos necesitan un poco de ejercicio y estoy aburrido de mirar a la nada! ¡Jojojo! - reía de forma risueña.

Saito sabía que la caja más que pesar, abultaba, por lo que el viejo podría llevarla sin problema alguno. Por otra parte os llamó la atención que aquél hombre llevaba la cara cubierta con una mascarilla y unas gafas de sol, quizá porque estuviera algo enfermo y le molestara el Sol. Pero algo más os llamó la atención y aunque hablaba perfectamente el idioma, tenía un extraño acento.

Sigues las indicaciones que aparecen en la oferta de trabajo y acabas llegando a un templo pequeñito, muy pequeñito. Dentro, un patio bastante ancho, dado el espacio, lleno de preciosas flores y una fuente de agua en el medio. Una chica muy amable te recibió. - Bienvenida. ¿Qué le trae por aquí viajera?

Tetsuya se quedó pensativo un segundo. Parecía que el viejo se moría de ganas por llevar la caja para fortalecer sus huesos y sus músculos viejos, aunque parecía ligeramente enfermo con lo de la mascarilla... No quería negarle algo que podría hacerle sentir mejor a ese señor, pero también podría hacerle sentir peor.

Menudo dolor de cabeza. - Yo... Supongo que no hay problema. - miró a su compañero, en busca de un poco de apoyo y aprobación. - ¿Verdad, Kitagawa-san?

Me quede viendo unos segundos al perro y por donde se fue hasta que escuche la voz de alguien desconocido detrás nuestra. Todo lo que decía me resultaba sospechoso, mostraba demasiado interés por la caja así que le sonreí mientras me levantaba para a mitad de ese movimiento lanzarme a por la caja, cojerla al vuelo y salir corriendo.

- ¡No hace falta! Ya nos vamos ¡Rápido Tetsu!

Saito agarró la caja y salió corriendo. Tetsuya tampoco se lo pensó y persiguió a su compañero. Pudisteis oír gritar al anciano. - Chết tiệt! - aunque no entendisteis que significaba...

Tras correr un poco más, llegasteis finalmente a la dirección que os habían pedido. Parecía una... ¿Residencia de ancianos? Al entrar por la puerta allí os esperaba Pip.

Os ha costado lo vuestro llegar ¿eh? - dijo con una carcajada. - ¡Venga venid todos que ya están aquí!

Pip cogió la caja que llevaba Saito entre sus manos, la abrió y empezó a sacar un montón de bufandas que repartió entre algunos de los ancianos que allí habían. En las bufandas se podía leer perfectamente "Orgulloso de mi patria, veterano de 1975".

Los ancianos parecían contentos y empezó cada uno a contar batallitas. Por suerte para vosotros se la contaban entre ellos, por lo que no teníais que aguantar ninguna chapa.

Pip se acercó a vosotros, contento. - Os preguntaréis por qué estoy entregando esto aquí. Veréis, mi padre participó en la guerra de Vietnam. Cuando la terminó, reunió a su batallón y decidió retirarse aquí a Japón, concretamente a Kioto que es donde estamos ahora. ¡Y claro, quería hacerles un pequeño regalo! Pero no todos aquí participaron en el mismo bando, algunos también lucharon por Vietnam y bueno... No les hace mucha gracia que de estas bufandas, por eso teníais que hacerlo vosotros, porque a mi me conocen.

Miró a los ancianos con satisfacción, todos los que recibieron bufandas parecían bastante contentos. - Os habéis ganado una buena paga... Aunque no llevo mucho dinero encima. ¡Ya sé, os haré un vale!

Corrí con una sonrisa en el rostro, casi conteniendo la risa a carcajadas que tenía ganas de soltar y al llegar al lugar reí un poco de forma sutil.

- Eso ha sido genial jajaja... Bueno, entonces ¿el lugar al que veníamos es este? ¿Una residencia? -mis dudas se despejaron cuando al entrar nos encontramos con Pip, en cuanto nos vio nos echo en cara lo que tardamos y en hacerse con la caja para repartir su contenido que eran... bufandas... nada mas y nada menos que bufandas, con la explicación de Pip todo parecía cobrar mucho mas sentido y en seguida me puse yo también contento por nuestro acto de hoy- Entonces me alegro de haber hecho este trabajo. A sido buena idea trabajar para usted señor, estaré deseoso de volver a hacerlo cuando tenga tiempo libre. Un placer.

Me despedí de Pip y espere a Tetsuya en la puerta para volver juntos.

- Sobre lo que te dije antes... no me respondas tan solo piénsalo.

Dios... Quien diría que ese anciano sería el que quería robar la caja. - dijo suspirando, después de la carrera que se pegaron. - Pero bueno, bien está lo que bien acaba. Me alegra haber podido ayudar, aunque tampoco he hecho demasiado. - cuando recibió el vale descuento, no cabía en sí de la sorpresa. - ¡Gracias! Pronto iré a gastarlo.

Se quedó un rato en la residencia, junto con Saito y Pip, para ver el gozo y el júbilo que desprendían aquellos ancianos, habían hecho un muy buen trabajo. - La verdad... - comentó a Saito por lo bajo. - Pip-san da miedo, se esfuerza por darlo. Pero en el fondo es muy buena persona. - admitió el chico, que ya había trabajado un par de veces con él.

Cuando estaban a punto de irse, Saito le esperó para volver junto a él y le comentó sobre lo que habían hablado antes. Tetsuya no dijo nada, pero miró con determinación a su compañero. Parece que las palabras de su amigo habían hecho algo de efecto.

Bueno, viajera, se ha hecho tarde y debo pedirle que abandone el templo. Tenga un buen viaje. - dijo aquella chica de forma amable mientras te acompañaba a la salida.

Saito y Ayame pasan una agradable velada viendo disfraces de Halloween juntos. Muchos otros jovenes, debido a la cercanía de dicha festividad, también andan preparándose y buscando disfraces, por lo que no se sintieron muy extraños ni muy solos mientras hacían dicha tarea.

Al caer la noche, antes de preocupar a nadie, deciden ir cada uno a su casa.