Se moría de ganas de ver la casa de Saito, no importaba si era grande o pequeña. Se imaginaba que no sería muy rica u ostentosa pero le sorprendió ver lo estoica que era, sobretodo el cuarto de Saito, que tenía verdaderamente muy poquitas cosas materiales. ¡Había hecho bien en pagarle la ropa para el restaurante de lujo! Le había preocupado quizá ofenderle el orgullo de alguna forma pero al ver su habitación entendió que él no le daba demasiada importancia a las cosas materiales. A pesar de su nivel de vida, ella tampoco lo hacía demasiado, aunque en comparación por supuesto salía perdiendo.
"Tenía ganas de conocer a tu madre pero a la vez me habría dado mucha vergüenza... Es una suerte que haya salido... ya me la presentarás la próxima vez, después de que salvemos el mundo..." no se terminaba de creer eso último, que lograrian salvar el mundo, después de todo, el enemigo al que iban a enfrentarse no era precisamente moco de pavo... Pero, por el momento, mejor no pensar en ello y ayudar a su novio a preparar las cosas.