El devastador ataque de Ayame lo dejó en las últimas, sin embargo logró encajar el golpe y aguantar en pie terriblemente herido. Finalmente parecía que su amiga estaba satisfecha con el resultado de todo aquello y haciendo caso omiso a las palabras de esta respecto a lo de ponerse la camisa, corrió directamente a abrazarla con lágrimas en los ojos. - Ya está todo bien ¿verdad?
Se separó levemente de ella y a pesar de que lloraba, intentaba mantener una sonrisa. - Ya podemos ser amigos ¿verdad? - sonaba desesperado, pero al responderle al abrazo, el peliblanco entendió que la respuesta era afirmativa. Ayame había logrado vencer a sus demonios.
Esta vez sí, recogió la camiseta del suelo y se dispuso a marcharse de aquél lugar junto con Ayame, para no volver nunca más.