Sonreí cuando Bester dijo que no hacóa falta llamar a la puerta. Pero me alegraba de que no pudiera entrar en mi cabeza, o eso pensaba al menos.
Imagino que será muy turbador y molesto escuchar todo. ¿Cuántas veces no le habrán menospreciado por su aspecto? ¿Cuántas veces habrá escuchado pensamientos negativos sobre él? O simplemente, descubrir que una amistad no es tansincera como piensas...
Aunque claro, yo nunca había tenido amigos o amigas. Salvo aquella mesa de estudio.
Esa mesa fue mi amiga durante los años de mi "infancia", por llamarlos de alguna manera. Me escondía debajo de ella para hablarle y evitar que los científicos me llevaran a otras salas, para hacerme diferentes pruebas o experimentos. Y a medida que crecía. lo que no eran ni pruebas ni experimentos...
Esa mesa era mi confesor silencioso. La que me consolaba sin tocarme.
Menos mal que Bester no me lee...
-¿El plan B? -pregunté curiosa- Me gustaría saber hasta cuantas letras tienen un plan... -dije divertida. Dudaba mucho solo tubiera un plan A y un B. Más bien esperaba todo un abecedario...
Y escuché pacientemente el plan de Bester.
- Supongo que es un plan bastante bueno. Por cierto. ¿Debe ser un hacha jugando a las cartas?
Y mas pudiendo leer lo que lleva la gente...
- Una última cosa. Tengo un plan personal pendiente con mi "querida" jefa, la consejera Wray. Si entra en la habitación y se pone a insultarme y menospreciarme en público es normal. Así que, en ese caso, se sigue con nuestros planes tal como está establecido.
- Interesante... - Murmuró mientras giraba su vista hacia McKay. Entrecerró los ojos mientras pensaba en algo y aquella expresión enigmática y poco clara de Bester, dejó entrever una diminuta sonrisa que conllevaba un hecho: algo de lo dicho por McKay, le había hecho gracia.
- La... mayoría de gente teme lo que escucha. Y usted sólo muestra curiosidad, lo que solo nos deja... dos posibilidades. - Pero... ni contestó a la pregunta de McKay, ni dijo cuales eran aquellas dos posibilidades. Y casi podría vislumbrarse, por el brillo de sus ojos, cómo estaba disfrutando de aquel preciso instante.
- Y números. - Añadió para Meredith. No... no era solo letras, también números. Y en un sentido más amplio, ese plan solo formaba parte de otro mayor, y ese, aun parte de otro mayor todavía. Era todo una tela de araña, unida por algunos puntos, sin nada que ver en otros. Así, hechos aislados sin aparente relación, estaban finalmente conectados.
Como todo en aquella vida. Como todo en aquella nave.
- En cuanto a las cartas, querida Meredith, es cuestión de perder siempre las tres primeras manos. Después de esperar la intesección entre un oponente con una buena mano, y unas cartas aun mejores en la tuya. - Dicho así, sonaba tan sencillo... tan calculado. Era posible que lo hiciera mucho más de lo que la gente pensaba... o que simplemente fuera bueno porque le gustaba. La duda estaba sembrada... y aquella duda le parecía entretenida, hasta casi divertida.
Chistes del cuerpo psíquico, dirían algunos.
- Excelente, Doctor. Así será entonces. Y en cuanto a la consejera Wray, así como el Señor Smith, será cuestión de... tiempo. Al final, siempre les llega su San Martín. - Acabó por añadir, palabra a palabra, con una ahogada calma casi desesperante. Una amenaza velada.
Me crucé de brazos, adoptando aquella pose con la que tan cómodo me sentía. Una pose que, al contrario que en el resto de los mortales, en mi caso significaba que me encontraba bien, distendido, relajado, a gusto... a pesar de las circunstancias.
-La gente suele temer lo que no comprende, señor Bester. Pero, en mi caso, prefiero saber más a sentir miedo. -respondí, dando a entender que aquel tipo de cosas tan sólo me incitaban a saber más, a descubrir más, a aprender aquellas pocas cosas en el mundo que aún desconocía, aunque jamas lo reconoceria públicamente.- Si soy quien soy y si he llegado donde he llegado, ha sido precisamente por no llevarme las manos a la cabeza a la primera de cambio. Por dar un paso más, cuando el resto retrocedió. -añadi, dejando que aquel ego de proporciones descomunales me envolviera, paladeando aquel instante durante apenas una decima de segundo- Sin embargo me gustaria saber... ¿Qué dos opciones son las que contempla? - dije, fijándome en aquel brillo en su mirada, prepárandome para una respuesta que quizás fuera poco conveniente, poco usual, o ambas cosas a la vez. Un precio que estaba muy dispuesto a pagar, si con ello sabía qué opiniín tenía aquel tipo de mí.
Y dejé entonces que hablaran entre ellos de planes, y de jugadas de cartas, dos temas mucho menos interesantes. No solía prestar demasiada atención a aquel tipo de juegos y, aunque el comentario sobre los números consiguio hacerme ladear la sonrisa, no quise inmiscuirme en aquella parte de la conversación.
- Quizás sea entonces momento de poner nuestro plan en marcha. Hice un encargo muy concreto al inutil de Kern y es posible que venga de un momento a otro. - dije, dedicando una mirada a Venus cargada de significado, dejando claro cuál era aquel encargo- De hecho... ese mediocre holgazán debería estar aquí ahora mismo, dándolo todo... - les indiqué, dejando claro que si de algo no tenía ganas era de dar explicaciones. - ¿Mañana, a la hora del almuerzo? Supongo que no sera demasiado complicado dar con nuestro amigo a esa hora...- pregunté, mirándolos alternativamente, a la espera de una confirmacion para, al menos, cambiar a temas menos peliagudos o dar por zanjada aquella conversación.
Miré a Rodney cuando dijo que la gente suele temer lo que no comprende.
La verdad es que no era mi caso. Apenas sentía miedo. Aunque podía sentirlo en determinadas circunstancias, de eso estaba segura. Ahora por ejemplo, la sola idea de que a Rodney le pasara algo me hacia tenerlo. Y la verdad, no era una sensación muy agradable. En algunos aspectos hubiera sido mejor seguir siendo una zorra peligrosa desalmada y sin sentimientos.
Pero a quién quería engañar, seguía siendo un zorra peligrosa y desalmada... aunque con algunos sentimientos. No muchos, no. Pero ahí estaban. Y eso me hacia sentir viva.
Me sorprendió el "querida Meredith" de Bester. Me resultaba extraño. Alfred Bester no era un persona que no eligiera sus palabras sin cuidado. Ese acercamiento... podría indicar cierta afinidad por mi persona. O bien la intencionalidad de que yo pensase que esa afinidad por su parte existe. En cualquier caso, poco importaba, porque no tenía ahora mismo forma de averiguarlo. Sólo el tiempo me daría la respuesta.
- Interesante. Por si acaso, no me apostaré nada si alguna vez jugamos a las cartas.
Sonreí cuando dijo lo del San Martin.
Irónicamente ni Smith ni Wray me había hecho nada personalmente. Pero desde luego sí los consideraba responsables de muchas cosas de un modo indirecto. En el caso de la consejera Wray, ella y la gente como ella me veían como una herramienta. Una creación artificial que no tenia derechos. Estaba viva gracias a ellos y por tanto sólo debía servirles con la máxima eficiencia. Fin de la historia. Nunca podría tener descanso, ni libertad. Salvo que fuera con los pies por delante.
Y en el caso de Smith, representaba la misma mierda, solo que cambiando el parche de la chaqueta...
Asentí a Rodney.
- Estoy de acuerdo. Puede ser hora de ponernos en marcha.
Oh, una respuesta emocional obvia ante un comentario obvio. Sin duda, McKay era su peor enemigo. Cosa que al menudo agente le parecía de lo más... interesante. La psicología humana era un arte, sobretodo cuando podías entrar en las cabezas ajenas y elevar hasta la perfección tal disciplina.
- Estoy seguro que usted mismo podrá llegar a esas dos opciones por si mismo, McKay. Sé a ciencia cierta que es usted un hombre que no se rinde ante los misterios. -Contestó, sin mostrar más emoción que una pequeña sonrisa enigmática, que acabó por dirigir en dirección a Meredith.
No dijo nada, ni hizo mención ni mostró emoción alguna, cuando afirmó que no jugaría a las cartas con él. Era una verdadera pena, pero bueno.
- Mañana, a la hora del almuerzo. Y ahora, para no parecer un pequeño grupo de conspiradores, deberíamos ir saliendo uno a uno, secuencialmente. Así que... si me permiten, les dejaré solos. Buenos días. -Saludó a los presentes y... se marchó sin más.
Acabe por despedir a Bester cuando, astutamente, se escabullo de aquel lugar, con aquel mismo aire misteriso que lo envolvian tanto a el como a todo lo que hacia o decia. ¿Serian todos los psiquicos así de inquietantes? Fuere como fuere, una cosa habia que concederle a aquel tipo: habia resultado ser un buen aliado, mejor que el chalado de Baltar. Ya decia yo que a veces parecia como ido, demasiado nervioso o preocupado incluso.
De hecho... ¿donde demonios se habia metido? Se suponia que habia sido el quien habia convocado aquella reunion? ¿Y ahora no habia aparecido en ella?
En cualquier caso, la cuestion es que ahora teniamos un plan en marcha. Uno que, sin duda, tenia mas posibilidades de exito y probablemente iba mejor encaminado que ningun otro. Y eso, desde luego, me hacia sentir bien. Muy bien, cabia decir. Ademas, si todo iba segun lo previsto... ¡Acabariamos siendo heroes! ¡Honor, gloria y fama para los tres intrepidos y valientes que osaron retar a las megacorporaciones y consiguieron hundirlas! Pasariamos, sin duda, a los anales de la historia.
Aquel pensamiento hizo que, obviamente, me viniera arriba y que llegara a sonreir incluso, cruzandome de brazos mientras, sin darme cuenta, me vi mirando a Venus, con una media sonrisa en los labios que no habia planeado, extrañamente.
-¿Como estas? - fue mi unica pregunta destinada a la mujer, en cuanto ambos nos quedamos a solas. De su discurso, de la situacion, de los planes que habiamos hecho, de nuestra ultima conversacion, de todas las señales que habia ido viendo en el camino habia deducido que, precisamente, la vida de Venus no debia ser ni sencilla, ni facil. Y, por extraño que pareciera, tenia que confesar que era algo que me preocupaba. La habia visto sacar aquel lado oscuro el dia que descubri su condición. La habia visto temblar de miedo entre mis brazos al recordar su pasado. Lo minimo que esperaba, al menos, era que no tuviera que revivirlo en su presente.
Quizas por eso aquellas dos sencillas palabras estaban cargadas de un significado mucho mas profundo que el que podian ofrecer a priori. Eran, ni mas ni menos una forma de decir "Me importas"... al mas puro estilo McKay.
Sonreí a Bester cuando dijo lo de los misterios y después me miró. Algo me decía que podía haber ahondado mucho en la mente de McKay.
- Nos vemos mañana.
Contemplé a Bester con aire meditativo según salía por la puerta. La verdad es que nos jugábamos mucho confiando los unos en los otros. Tanto él como nosotros. Sólo esperaba que esto saliera bien.
Nos habíamos quedado McKay y yo a solas. Algo que no me resultaba incomodo para nada. Es mas, me encantaba la idea de estar tiempo junto a él. Gracias a este hombre me sentía viva, o más viva que en la mayoría de las ocasiones.
Observé como sonreía. Teníamos un plan y parecía que todo iba bien. Aunque sinceramente, yo no compartía su entusiasmo.
Su pregunta me sacó de mis pensamientos.
- Estoy bien de verdad. -dije con una estudiada, practicada y terriblemente falsa sonrisa, que sin duda él no sabría detectar. Demasiado buena era en mentir como para dejar señales de ello.
Pero estaba muy lejos de estar bien. Por que, sinceramente, estaba ocurriendo algo que no había esperado que pasara nunca. Estaba loca y completamente enamorada de McKay. Y precisamente por ese hecho tenia que pensar con claridad, a pesar de que ese armatoste de hielo que tenia por corazón me gritaba que lo metiera en un horno y lo dejara ser feliz, para dar rienda a suelta a todo lo que sentía. Pero mi cerebro, esa aun mas fría masa gris, me decía que me dejara de tonterías. Y por desgracia empezaba a asimilar que tenia razón. Si quería a McKay, no podía dejar que esto siguiera adelante. Aunque el ponerle fin me resultaba imposible ahora mismo. Era egoísta, pues con mi enamoramiento estaba poniendo en un tremendo peligro su vida. La Compañía no me dejaría nunca jamas ser libre. Yo era su inversión, su creación y su herramienta. Y no podría ser libre hasta que no inventaran una mejor. Además, siendo sincera, sabía que cuando ese día llegara... teniendo encuenta todos los oscuros secretos que sabría, probablemente me eliminarían. No me darían una bonita casa en el campo, para disfrutar con Rodney.
Es mas, estaba segura de que si la zorra de Wray se enterara de esta relación intentaría ponerle fin. Y tenía serias dudas de que con el plan, aunque funcionara, pudiéramos eliminar a una compañía. Y mucho menos a dos.
Si yo tenia que morir, que así fuera. Pero no podía soportar la idea de que Rodney me acompañara.
- Estoy bien. -volví a repetir.