Partida Rol por web

La lluvia ácida cae sin cesar sobre las calles de la inmensa ciudad de Singapur, que ocupa la totalidad de los casi 900 Km² de la isla de Pulau Ujong, al sur de la península de Malasia. Cerca de un tercio de esa superficie ha sido ganada al mar en los últimos siglos, pero con el deshielo de los polos la amenaza de inundaciones que sobrepasen los diques siempre está presente… por lo que los edificios más modernos y las principales vías de comunicación se han elevado sobre el nivel del suelo, dejando a los más desfavorecidos abandonados ahí abajo.

Y además, aunque el grado de acidez no es excesivo, conviene evitar una exposición demasiado prolongada a esa lluvia nociva o uno puede acabar bastante escaldado. Desde hace ya más tiempo del que la mayor parte de la población es capaz de recordar, la descontrolada contaminación acabó por convertir la época de los monzones, antaño recibidos con alegría por ser una bendición para las cosechas, en una pesadilla que obliga a buscar refugio como sea.

Sin embargo eso no paraliza una megalópolis como esta. La gente sigue saliendo a divertirse a los garitos de moda, o bueno, al menos la gente con posibles, para los que ha sido creado todo este fútil espectáculo de luces de neón y gigantescos carteles de leds reactivos al espectador. Y el local de moda hoy día es sin duda el Purgatory, un nombre muy oportuno para quienes van a pagar esta noche un precio de sufrimiento y sangre, por faltas propias o ajenas.

Pero Meredith Vickers no está aquí para divertirse, aunque luzca un sugerente vestido de noche que no deja demasiado a la imaginación y se comporte del modo más sensual. Pues la suya es una seducción impostada, aprendida de forma cuidadosa, estudiada con los mejores maestros que le han hecho ensayar cada gesto, cada mensaje corporal transmitido por el lenguaje no verbal que guía a los pobres inconscientes por el camino que ella desea…

Y no cabe duda de que la cosa funciona. Apenas ha necesitado unos minutos, contoneándose junto a la barra y dirigiéndole un par de sus miradas provocadoras, para que su objetivo se apresure a bajar desde la zona VIP con acceso restringido y se le eche encima babeando, en un patético intento de ligársela. Es apenas un niñato torpe y ridículo, con un absurdo peinado retro teñido de rubio. Algunos nunca aprenderán que hay cosas que jamás les van a sentar bien. Pero claro, para el hijo de uno de los hombres más poderosos de la ciudad, el inefable empresario Da Laoban, todo ha sido siempre tan fácil de conseguir que no necesita desarrollar sus talentos, en caso de poseer alguno.

Está completamente convencido de que basta con acercarse y susurrar:

- Me gustas, nena, eres la mejor de todo el local – al menos en eso no se equivoca, aunque su sutileza deja mucho que desear – ¿Te vienes a pasar un buen rato?

Tras lo que enseña un grueso fajo de billetes y paga tu consumición en la barra. Seguro que piensa que con ese burdo gesto ha comprado algo, como si eso ya le concediese derechos sobre tí.

Pobre iluso, lo que hoy traes para él ya está pagado.

Meredith Vickers asiente y le sigue con aparente docilidad a un selecto reservado...

Esto es lo mejor de su forma de trabajar. El propio objetivo viene a ella, para después conducirla a un lugar privado en el que pueda acabar lo que ha venido a hacer. Por supuesto, va acompañado de un par de guardaespaldas, es demasiado importante como para que lo dejen desprotegido un solo instante. Y algo tendrá que ver el detalle de que su poderoso progenitor se sepa amenazado, tras haber roto un acuerdo con la Weltherrschaft Korporatsiya.

Nadie juega con la WK, debería saberlo. Y pertenecer a la Yitong Tianxià no va a salvarle, como no va a hacerlo el haberse recluido en un auténtico bunker repleto de guardaespaldas y miembros de la Heishou Dan, la mafia china. Las famosas Tríadas.

Tal vez atacar su refugio resultase inconveniente, sería muy ostentoso, demasiado ruido… estas cosas es mejor hacerlas de forma discreta, sin llamar la atención de las masas, la prensa y las autoridades.

Pero por favor, teniendo un hijo tan aficionado a la vida nocturna, era evidente que este punto débil iba a ser explotado.

Y asignarle sólo dos guardaespaldas es un insulto.

Cuando te han registrado, antes de acceder al reservado, el tipo de la sonrisa torcida ha aprovechado para meterte mano a conciencia. Otro pervertido. Odias que te hagan eso, aunque no es su cara la que veías cuando soportabas el magreo en silencio. Sin embargo, esta noche será él quien page por todas las situaciones similares que has padecido a lo largo de tu vida. Sangrará por esto, en representación de todos los mamones como él que hay en el mundo.

El otro fulano se dedica a mirar imperturbable, mientras controla el perímetro. Es evidente que una vez han comprobado que no llevas armas, no te considera una amenaza de ningún tipo… así que se concentra en cualquier posible peligro externo. Y te da la espalda. Será su funeral, pues el muy necio te acaba de regalar una espléndida oportunidad para atacar por sorpresa…

Sin embargo tan pronto como empieza el baile descubres algo con lo que no contabas… una desagradable sorpresa.

Estos dos fulanos han resultado ser también más de lo que aparentan. Ambos poseen implantes cibernéticos, brazos biónicos, que los convierten en rivales a tener muy en cuenta, probablemente superiores a cualquier humano normal.

Claro que tú no eres normal. Apenas estás segura de poder considerarte humana.

Entramos en el reservado caminando tranquilamente. La situación se estaba volviendo tan fácil que casi me daban pena... aunque sólo casi. Es lo que tiene ser como soy, nadie sospecha y todos se arrepienten de no haberlo hecho.

Cuando llega el registro se encarga el baboso de sonrisa torcida. Decir que no deja nada sin registrar seria decir poco.

- Voy a arrancarte el corazón y a metertelo en la boca, baboso de mierda. Pensé mientras ponía una estudiada cara de sorpresa.

Como imaginaba, no pensaron nada mas que era el bombón que su jefe se había "ligado". El otro guardaespaldas se dio la vuelta sin darme importancia mientras vigilaba la estancia.

-A ti te matare deprisa por no haberme registrado.

Pero justo antes de lanzarme a lo que pensaba que seria un combate de tres segundos me di cuenta de un detalle crucial. Los años de Olduvai me había servido bien.

-Esos dos cabrones tienen implantes ciberneticos. Por lo que podía ver, los brazos, aunque no descartaría alguna cosa mas. Por eso estáis tan tranquilos, os creéis invulnerables frente a una menuda mujer... Pero es que yo no soy una simple mujer... ni siquiera sabría decir si soy humana del todo. Es lo que tiene haber salido de un probeta, con mas modificaciones genéticas que pelos tenían en la cabeza.

La situación había dado un giro inesperado pero interesante.

Cerré un segundo los ojos imaginando lo que iba a pasar a continuación. Y cuando lo tuve claro en mi mente, me lancé.

Primero, activar mi anillo cargado de veneno y clavárselo de un puñetazo, con todas mis fuerzas, al baboso que me registro al entrar. La mini aguja es de titanio, por lo que da igual donde le de se clave... y le inoculará un veneno paralizante sintétivo, con efectos similares al curare, que inutilizará sus músculos... por muy duro que sea, como mínimo le enlentecerá. Y con eso me sobra. (Equipo Superior +1 ).

En segundo lugar, me deslizo hacia el suelo con un movimiento fluido para rodar hacia atrás y lateralmente, para evitar el ataque de represalia del tipo de gafas. No tiene espacio para usar la pistola de la sobaquera y es un tipo fuerte por lo que intentara golpearme del pecho hacia arriba.

Entonces me levanto y contraataco con un fuerte puñetazo en el hígado, por el aspecto de ambos y el aliento del sonrisas serán bebedores empedernidos (+1 de Puntos de Trama) por lo que al golpearle con todas mis fuerzas deberia dolerle... eso le anulará el tiempo suficiente como para que tal vez pueda colocarme detrás, partirle el cuello y usarle de escudo por si el sonrisas saca el arma y dispara...

Tu objetivo ha quedado tan sorprendido por lo que está ocurriendo que parece en estado de shock, se acurruca encogido cobardemente tras uno de los divanes del reservado y gimotea de forma patética, sin hacer el menor amago de participar en la refriega. Como el puto niñato que es. Pero bueno, al menos no se ha puesto a chillar. Tampoco es que importase mucho con el ruído de la música ahí fuera, pero siempre te han resultado molestos los gritos de terror.

Sus guardaespaldas sin embargo demuestran ser tipos duros, no podías esperar otra cosa de los Heishou Dang. A fin de cuentas son miembros de las Triadas, tienen una reputación que defender...

El capullo de la sonrisita pugna por sacar una automática con silenciador de la funda en la sobaquera, aunque se mueve lentamente tras el efecto de tu veneno... y su intento de apuntar desde tan cerca, contando además con la endiablada rapidez de tus movimientos, no va a resultarle nada fácil...

Sin embargo su compañero, el que luce esas ridículas gafas de sol incluso por la noche y dentro de una discoteca, hace algo que te preocupa bastante más: de la palma de su mano biónica emerge una larga cuchilla, como la hoja de una katana, con la que lanza un tajo que a duras penas logras esquivar...

La cosa se está poniendo complicada.

El cobarde al que tenia que matar estaba acojonado, gimoteando de puro terror en el suelo. Odiaba esa falta de valor y sobre todo los gritos de terror. Como si supieran que era el terror . Que diez médicos te sujetaran y te clavaran agujas ardiendo para ver que grado de dolor aguantabas antes de desmayarte, eso si era para gritar de terror. Por fortuna este solo gimoteaba.

Sus guardaespaldas demostraron tener mas huevos de los que chuparía aquel niñato en su vida. Aunque tampoco es que les fueran a servir de mucho. De esta sala solo saldría yo.

Al que había envenenado parecía que el efecto le tardaba en llegar del todo y estaba sacando un arma.

-¿Un arma? ¿Que ha pasado de la pureza del combate sin armas?.

Aunque lo pero fue que el de las gafas de sol saco de su mano bonifica una enorme cuchilla, parecida a una katana, con la que me lanza una estocada que a duras penas consigo evitar.

-No me jodas, una puta espada. Y a mi me pusieron un coño con azúcar para engatusar a los hombres.

No era del todo cierto. Toda entera era un arma, pero no tenia nada tan molón. Aunque como una buena avispa tenia aguijon, en mi caso diez. La uñas de mis manos habían sido endurecidas genéticamente y eran de una dureza enorme, por no mencionar que estaba afiladas con láser portátil para cortar como cuchillas, si hacia la presión suficiente (Equipo +1).

Me tiré al suelo, rodando para evitar un disparo o un tajo de la espada. Me acerqué a la mesa de las bebidas y agarre una botella, que lancé a la lampara del techo para provocar que la sala quedara mas oscurecida. Veía mejor que un humano medio en la oscuridad, aunque no era lo mismo que ver igual que por el día, para mi desgracia... pero también estaba mas acostumbrada que ellos, o eso esperaba, a pelear con poca luz. Después me lancé corriendo a por el tipo de la Katana. Mi idea era agacharme en el último momento y pasar por debajo de sus piernas, para salir por detrás y atacarle en el brazo de la espada, clavandole mis uñas. Con suerte inutilizaría algo el brazo del arma.

Cuando la lámpara del techo salta en mil pedazos, entre una lluvia de vino espumoso y cristales, el reservado se convierte en una extraña sala de baile donde la muerte danza espasmódicamente con los flashes de luz estereoscópica que llegan del exterior, desde la pista de la discoteca, a través de una mampara translúcida...

Las uñas afiladas como cuchillas desgarran la carne que recubre el brazo biónico del asesino de la katana, pero hay más metal que tejido orgánico y eso no le detiene. Sin embargo al fallar su estocada la hoja impacta en uno de los paneles laterales y lo atraviesa, quedando retenida. Esperas que no hubiera nadie apoyado en ese tabique el el reservado adyacente...

El otro matón, el de la pistola, hace un par de disparos inaudibles con el silenciador y el sondo ambiente, pero apenas sirven para dejar un par de marcas en la pared. Sin embargo, en la oscuridad percibes algo especial: sus ojos brillan como si se hubiese encendido algo biónico en su interior. Este cabrón ve en la oscudirad [Implante +1]

Y el baile sigue, más frenético que nunca... tendrás que emplearte a fondo para salir con bien de esta.

La lámpara del techo explotó entre restos de cristal y vino espumoso. Clavé mis uñas como garras en el brazo biónico de la katana, aunque sin mucho éxito. Pero por fortuna, al fallar la estocada atravesó una mampara y dejo clavada la afilada hoja. Además la oscuridad me daría ventaja... o eso pensaba, hasta que vi al sonrisas con los ojos brillantes disparando el arma automática.

-¿En serio? Seréis cabrones. Me estáis haciendo enfadar. Tanto peor para vosotros.

Cualquier persona estaría preocupada, pero por desgracia para ellos yo no era cualquier persona.

Agarré uno de mis pendientes y lo tiré al suelo mientras me agachaba y cerraba los ojos. Al instante provocó una explosión de luz que cegaría sobre todo al que tenia los implantes oculares (Equipo +1). Entonces fuí a por el de de la Katana. Corrí a por él para darla una patada voladora, y cuando estaba cerca salte hacia adelante con todas mis fuerzas con la pierna izquierda por delante, recogiéndola en el ultimo momento y estirando la derecha para impactar en su pecho. Con suerte, hasta podría partirle el arma que estaba enganchada... y con mucha suerte tal vez lanzarle volando por la ventana del otro extremo. La altura no era excesiva, pues daba a otra terraza, pero me daría tiempo para arrancarle la sonrisa a su compañero (Punto de Trama).

Después de la patada sabía que me convenía seguir en movimiento, pues no sabia si el fogonazo le cegaría realmente y sobretodo por cuanto tiempo. Me seguí moviendo como un rayo hacia el, con movimientos aleatorios y erráticos para que no supiera dónde iba a estar. La mejor defensa, un buen ataque.

Y así lo hice... cuando ya estaba cerca me tire hacia el como un misil, con las manos extendidas para golpear.

La micro-granada cegadora estalla en el centro de la sala con un destello que neutraliza momentaneamente a cualquiera que no estuviese sobre aviso, por muchos tecno-implantes oculares que tuviese. Y por si fuera poco, los efluvios del humo hacen toser violentamente al sonrisas, así que una corta ráfaga de impactos de bala redecora las paredes del reservado sin lograr ni siquiera acercarse a su esquivo blanco...

Luego, una patada voladora que es un auténtico poema visual de precisión y estilo, alcanza al otro miembro de los Heishou Dang en pleno tórax. El golpe es tan potente que sale despedido hacia atrás mientras intentaba extraer la afilada cuchilla emergida de su brazo biónico del mamparo en el que estaba firmemente clavada... Todo sucede a una velocidad pasmosa y con tal violéncia que la delgada hoja de acero se quiebra muy cerca de su base, mientras el guardaespaldas es lanzado con fuerza hacia la ventana, una especie de falso balcón que permite observar la pista de baile.

Los crisitales del gran ventanal, espejados por un lado y transparentes por otro, revientan en mil pedazos... se diría que el hombre va a caer al piso inferior del Purgatory... sin embargo, en el último momento su mano biónica se sujeta al marco, convertida en una poderosa garra metálica, evitando que se precipite. Aunque el sujeto en cuestión ha quedado muy mal parado, cubierto de cortes y jadeando lastimeramente.

Esto está a punto de acabar. Y más vale, porque abajo se oyen gritos asustados, la gente ya sabe que aquí pasa algo...

Todo había salido a pedir de boca. La granada cegó al jodido sonrisitas y mi patada lanzo volando al de las gafas, quebrando la cuchilla y haciendo que casi atravesara el cristal... pero para mi desgracia logro agarrarse en el ultimo segundo.

-El ultimo canto del cisne. Estas muerto, solo que no lo sabes...

Escuche gritos que venían de abajo. No podía entretenerme a jugar mas.

Había clavado las uñas en el pecho al sonrisitas, pero me aseguraría de no volviera a sonreír mas. Con un movimiento rápido puse mi mano derecha en su traquea y nuez... apreté con toda la fuerza que eran capaces mis dedos, introduciéndolos en la carne... y con un tirón seco seccione parte de su garganta, provocando una fuente de sangre pulverizada que me mancho la cara con un regusto metálico y caliente.

Me gire hacia el otro tipo que ya estaba acercándose tambaleante hacia a mí. Di un par de pasos y le tire a la cara los restos de tráquea de su amigo, que impactaron con fuerza en su cara. Aprovechando su confusión, cogí impulso y di un salto colocándome con mis espinillas en sus hombros. Entonces me agarré con fuerza a su cabeza e inicié la torsión. Decanté todo mi cuerpo hacia la izquierda, aprovechando también la inercia y mi peso, mientras me deslizaba por su espalda... el agradable sonido de sus vertebras estallando bajo la presión a la que habían sido sometidas me confirmó que estaría muerto antes de tocar el suelo. Otro menos.

Aterrice con estilo en el pavimento, sin haber tropezado una sola vez en todo el combate a pesar se mis tacones de infarto. Mi profesora de combate estaría orgullosa, si no fuera por que el cabrón de Doctor Alemán hizo que la última prueba fuera un combate a muerte con ella.

Me acerque y recogí el arma del suelo. Comprobé que tuviera munición y me acerque a mi objetivo.

El niñato seguía gimoteando en el suelo. Puede que sea debido a que toda mi vida podría resumirse como un infierno, provocado por una mente enfermiza... supongo que estas cosas, y el que te digan toda la vida que sólo eres un arma, te acaban afectando. Te convences de lo que oyes. Y por lo tanto acabo disfrutando al infligir una parte del dolor que yo misma he soportado media vida. Me quedé pensando en como matarle apenas unos segundos.

- Cuando me envían a mí es para dar un mensaje.

Puse mis rodillas encima de sus brazos para inmovilizarle y que siguiera boca arriba, mientras seguia llorando lastimoso.

- Shssss... tranquilo, pronto acabará todo...

Con un movimiento rápido, preciso y algo antinatural, coloco mi brazo completamente extendido desde el codo a la punta de las uñas justo encima de su estomago. Con la meno izquierda le tapé la boca y le sonreí. Entonces lancé mi brazo hacia delante con toda la fuerza que era capaz de desarrollar, metiendo la mano en su blando estomago. Empezó a revolverse, victima de convulsiones violentas por el agónico dolor que estaba sufriendo. Mi mano le sujetaba fuertemente la boca para que no gritara, aunque aún era audible un pequeño quejido, mientras mi mano avanzaba con fuerza por su interior hasta que palpó lo que buscaba... su corazón. Lo agarré con fuerza y lo extraje por el orificio que había hecho.

Mi objetivo había muerto de un modo inhumano. Con el arma apunte a su cara y vacié lo que quedaba del cargador, para que su rostro quedara desfigurado y no pudiera ser mostrada en ningún entierro. Busqué una copa de vino y metí dentro el corazón, mientras con su abrigo me limpiaba la sangre del cuerpo lo mejor que podía.

Todo ha acabado por fin. Suspiré sonriente y satisfecha. Había sido un trabajo brutal, que haría pensarse dos veces a cualquiera si le convenía meterse con la WK.

Y en este punto, tranquilamente, salí de la estancia pensando en como escapar de allí.

Cuando sales del reservado y empiezas a bajar las escaleras compruebas que el pánico ya ha cundido entre la distinguida clientela del Purgatory. Puede que en esta discoteca de moda la música machacona a unos decibelios poco recomendables para la salud auditiva y las sobredimensionadas luces estereoscópicas fueran capaces de encubrir buena parte de la pelea desesperada que has protagonizado ahí arriba… pero cuando reventó la cristalera del reservado y una lluvia de vidrios cayó sobre la pista, la cosa pasó a mayores. Ya lo saben.

Puedes estar segura de que tu objetivo de esta noche, esa absurda versión asiática de aquel divo del siglo XX, un tal David  Bowie, que ahora la moda del revival ha vuelto a traer a las pistas en versión remasterizada, no era el único que llevaba guardaespaldas. Lo demuestran las decenas de fulanos de traje negro, gafas oscuras y sospechosos bultos en la sobaquera que emergen por todas partes, mientras tratan de conducir a sus protegidos a la salida.

Aunque de cada reservado salen de media un gilipollas y dos putitas. Todas tan preciosas y todas tan asustadas que forman espontáneamente un rebaño para huir en grupo, a golpe de tacón de aguja. Mezclarte entre ellas es lo más sencillo del mundo. Una de las primeras cosas que aprendiste es que el caos entre la población civil es una maldición para quién quiere controlar la situación y el mejor aliado para quién pretende escabullirse.

Como tu caso esta noche es el segundo… no tienes muchas quejas.

No te preocupa haber dejado atrás la pistola, pues tu diseño genético hace que carezcas de huellas dactilares, prácticamente no sufres descamación cutánea… y ni siquiera te han tocado. Puede que encuentren alguna célula tuya en el interior del cuerpo de tu objetivo principal, pero se volverán locos intentando interpretar el resultado. Además, no estás en ninguna base de datos con la que puedan comparar. Porque oficialmente no existes.

Tal como estaba previsto, tras salir mezclada entre la multitud caminas un par de calles y subes al vehículo de tu superior jerárquico inmediato en la organización. El gordo de Boris Ivanov. Tan capullo como todos los demás, pero al menos sabe estar en su sitio a la hora.

El hombre ni siquiera te pregunta si todo ha ido bien. Lo da por sentado. Tampoco hay felicitación alguna, uno no le da las gracias a su pistola después de usarla. Boris conduce en silencio, nunca ha sido de los que dan mucha conversación, pero enseguida te das cuenta de que os dirigís al espaciopuerto de Indonesia-Planelines.

Parece que por fin vas a abandonar este sucio estercolero de la Tierra. Ya era hora, nunca has sentido el menor afecto por esta triste bola de barro que vio nacer a la humanidad. No tiene nada que ver contigo, tu naciste en Marte, en la base de Olduvai… y de una probeta.

- Su próxima misión la va a llevar muy lejos, agente Vickers – rompe el silencio por fin – Ha sido asignada a la protección de una de las abogadas corporativas de la WK durante la misión que debe desarrollar a bordo de un Crucero Estelar. Su nombre es Camile Wray, y usted deberá cumplir todas sus órdenes - ¿cómo? ¿ahora eres una niñera? – Además, debe saber que formará parte de un equipo multidisciplinario con gente de la Weyland-Yutani. Procure guardar las formas – ya habías oído que esos mamones yanquis estaban colaborando con vosotros en el Proyecto Tau-Ceti, pero no esperabas de ninguna manera que fueras a tratar personalmente con ellos, dicen que son tan indisciplinados como arrogantes – Supongo que se esforzará por dejarnos en buen lugar…

Esa última coletilla era absolutamente innecesaria. Y el mamón lo sabe. Pero bueno, eso es del todo irrelevante. Lo único que aquí cuenta realmente es tu futuro más inmediato… y parece que va a ser en ingravidez.

Ivanov me recoge en el punto acordado. La verdad es que no le soporto me da... asco, a falta de un palabra que exprese mejor lo que me hace sentir. Conduce tan silencioso como siempre. Se las da de tipo duro, pero si tuviera que hacer la mitad de las cosas que yo hago se cagaría encima. Veo que toma la ruta al Espaciopuerto de Indonesia-Planelines.

-Adiós tierra adiós. Pensé sin emoción, no podía importarme menos. A veces me sentía tan alejada de la humanidad que daba miedo. Mientras pasábamos con el coche me fije en un matrimonio con una hija. Compartían un botella de oxigeno. Sonreian y hacian bromas a la niña.

-¿Para que? Habia un setenta y dos por ciento de probabilidades que no cumpliera diez años. Pero se empeñaban en hacerla feliz. No entendía la emociones humanas. Sabia como fingirlas a la perfección, pero sólo era una hermosa mascara para ocultar mi verdadero rostro. Un rostro frio, que no sentía nada.

A lo largo de mi vida había tenido muchas veces la sensación de que me faltaba algo, alguna pieza esencial del puzzle que todo el mundo llevaba consigo inconscientemente. Algo que los científicos que me crearon no pusieron. No suele importarme, porque la mayoría de veces resulta ser un rasgo de humanidad increíblemente estúpido, como intentar comprender el vuelo de las moscas. Pero hoy, viendo como unos padres buscaban la esperanza donde no la había... haciendo reír a una niña que moriría pronto... para que su vida no fuera un infierno... no puedo evitar pensar si el hecho de que me falten esas piezas es una tragedia o una bendición.

Las palabras de Ivanov me hicieron volver al presente.

-Yo siempre dejo la imagen de la empresa en un buen lugar. Y sonreí maliciosa ante un comentario que hablaba claramente de mi imagen y la suya, un gordo viejo y gris. ¿Por qué no podía la gente hacer algo de ejercicio? Yo no podia engordar por que mi cuerpo quemaba todo el sobrante energético, podría comer tres quilos de grasa pura y no engordaría un solo gramo... pero aun así hacia ejercicio.

- No tendré problemas en protegerla. ¿Pero por que enviarme en una misión así? ¿No es desperdiciar nuestros recursos? Por no decir que me parecía absurdo perder el tiempo protegiendo a la hija de un jefazo de la empresa, en vez de hacer las cosas para las que se supone que fui creada. Pero la jodida desventaja de llevar un implante neural que me paralizaba y dejaba a merced de tipos como Ivanov era que tenia que medir bien mis palabras.