Partida Rol por web

Tras el sobresalto inicial descarta la opción de que nadie esté disponible a su corto alcance y desconecta la radio. Mira el mando del robot como buscando respuestas y se le pasa por la mente intentar conectar el droide minero y usarlo de transporte. Claro pero ¿y si vuelve a estar activo y agresivo?, pero ¿qué otra opción tiene?.

- No puedo quedarme sin hacer nada, no puedo descartar ninguna posibilidad... ¿no puedo descartar ninguna posibilidad? esa pergunta resonó en su mente. ¿Y si no es estática?

Conecta la radio de nuevo.

- ¿Hola? corto.

Espera unos segundos.

- Aquí John Crichton, por favor respondan ¿alguien me oye?

Repite esas frases desesperadas por más tiempo que la lógica diría que reulta inteligente.

Tras un tiempo inverosímil de persistente insistencia, cuando ya iba a dejarlo, llega una respuesta.

Aunque desde luego no es la voz que esperaba oír:

- Crichton, se lo ruego... ¿Quiere dejarlo ya de una vez? -resuena la voz, algo sincopada, del alferez Young- Es completamente imposible que su transmisión llegue a nadie más que yo con ese comunicador de corta distancia... y ya es lo bastante duro haberme visto obligado a dejarle atrás como para tener ahora que estar escuchando sus inútiles lamentos.

Al oír a Young, se siente algo decepcionado, como si esperara que otra voz diferente le contestara.

¿Pero quién coño más iba a oírle?.

Así que se le ocurre cambiar de estrategia con el cobarde alférez.

- Young, escuche -dice muy pausado, como queriendo romper las resistencias mentales que el miedo ha impuesto al raciocinio de Young- Usted y yo sabemos que ambos estamos jodidos si no vienen a recogernos... tanto da estar dentro o fuera de la lanzadera.

La respiración de Crichton se ralentiza, en parte por el pensamiento de ahorrar oxígeno y en parte para que se tranquilice su interlocutor.

- No sabría como explicárselo, pero, tengo dentro de mi mente un mapa exacto de toda esta zona... -recuerda la sensación extraña que tuvo hace un rato- Ya me vio antes, cuando piloté hasta aquí sin radio ni mapas de ningún tipo... Así que tenemos una oportunidad de buscar una salida a esta ratonera... confíe en mí...

Se mentiene en vilo a la escucha rogando por que Young venza sus miedos.

- Corto.

Tras un prolongado silencio, vuelve a resonar la titubeante voz de Young.

- Mire, Crichton, esto tampoco está siendo fácil para mí... -alega con tono lastimoso- Me odio a mí mismo por haberle dejado abandonado ahí abajo, pero la vida es cruel a veces... y te obliga tomar decisiones difíciles.

Siguen unos cuantos segundos más de tenso silencio de comunicaciones.

- Soy perfectamente consciente de que si la AURORA no regresa a buscarnos ambos estamos muertos... pero la diferencia clave está en las horas que podemos aguantar cada uno. Yo aquí tengo oxígeno para un día y medio, puede que algo más si consigo relajar mi consumo al mínimo sin realizar el menor esfuerzo -razona con una frialdad estremecedora- Tres veces más que usted ahí abajo, comido por la ansiedad y dando vueltas en vano por ese pedazo de roca inerte.

Al parecer pretende darle un aire de lógica aplastante a su discurso, como su con ello pudiese excusarse.

- Siento tener que decírselo, pero siempre es mejor que sobreviva uno de nosotros a que muramos los dos.

- ¡Mire Young!, dice ya gastando su último cartucho, ¡Como soldado tiene la obligación de ayudarme a sobrevivir!, como responsable del grupo debe cumplir las leyes militares de no abandonar un compañero a su suerte pudiendo ayudarle!, respira un par de veces para recoger aliento. ¡como soldado y como ser humano!

Tras aportar la primera de las razones, la de la jerarquñia militar, continúa negando con la cabeza aunque no le vea.

- ¡Maldita sea!, yo no quiero ni imaginarme el peso que tendría en su conciencia este acto para el resto de su vida... ¿Se lo imagina? ¿No cree que mi imagen se le aparecería cada vez que viera un satélite rocoso? respira fuerte ¿cada vez que le pusieran alguien al mando? deja una pausa dramática ¿cada vez que cierre los ojos para dormir?.

La cuestión de dejar morir a otra persona y la repercusión en su estado mental para toda su vida es de mayor peso que la anterior y Chrichton apela al corazón que pueda tener para convencerlo.

- Así que, por lo que más quiera, alunice y rescáteme, salve su alma y deme una oportunidad para demostrarle que no estoy equivocado. Dice ya con una voz penetrante que se debe estar clavando en la conciencia de Young.

Por último intenta desmontar su resistencia aportando una esperanza a ser rescatado.