Lucy se limita a sentarse en una de las cajas de munición y mirar a los ojos a su mentor, en completo silencio. Aunque su conversación es de lo más activa a otro nivel...
- Mientras estábais fuera, visitando esa nave minera, hice lo que me pediste -se sonríe con aire distraído- Tomé muchas precauciones para que nadie pudiera verme, primero extraje la configuración del sistema de videovigilancia de la mente de uno de los técnicos y luego, contando con la certeza de que ninguna cámara se me pasaría desapercibida, desonecté telequinéticamente la alimentación de cada una allá por donde pasaba, sólo el instante necesario para que no me grabasen...
Parece muy satisfecha de su capacidad resolutiva.
- Tampoco me costó mucho abrir la taquilla de Vickers pese a estar cerrada con llave, después de haber visto el mecanismo interno de la mía, un poco de presión sobre el bombín de la cerradura y listo -lleva la mano a un bolsillo y extrae un par de objetos diminutos que muestra en la palma de la mano- Pero lo que te va a encantar es lo que enconté dentro, aparte de alguna muda de ropa y otras cosas corrientes, tenía un maletín repleto de cápsulas como esta... casi idénticas a las que nosotros mismos tomamos para potenciar nuestras capacidades psiónicas -y pregunta- ¿Crées que tendrán algo que ver?
Y en efecto, los comprimidos apenas se diferencian de los que vosotros lleváis tomando... toda la vida.
- Has hecho un excelente trabajo, veo que no has reparado en medios. - Aquel tono mental arrastraba cierto orgullo por el buen trabajo de su pupila. Disfrutó del relato mental de la mujer sobre su buen hacer y sus capacidades de resolución, hasta que sacó aquella pastilla.
Aquello hizo que no sólo se sorprendiera, además dibujara cierto gesto de disgusto. - Que interesante... Algo sospeché, cuando intenté leerle la mente y vi que había sido entrenada. Aun así, no es una mentis. Lo que me hace más extraño pensar por qué debe tomar esto. Y más exactamente... qué es esto. - La pregunta era qué eran, pues si ellos tomaban lo mismo, no era unica y extrictamente para controlar sus poderes. Debía ser otra cosa.
Las tomó, comprobandolas más de cerca. - He trabado cierta... amistad con uno de los... cientificos. Haciendo alusión a que me encontré las pastillas, le diré que la analicen... por miedo a que alguien este ingieriendo drogas. - Guardó las pastillas.
- Le llevaré también una de las nuestras. Quiero saber... que cadenas son las que tenemos que romper. - Apretó los dientes, disgustado. - En la estación minera no pasó nada interesante en realidad. El comandante sabía que algo pasaba, pero no el qué. Los interrogatorios no desvelarán nada, pero me encargué de que colaborara. Has hecho un gran trabajo, mi pequeña. Ahora tengo un nuevo cometido para ti. el primer oficial Tigh sabe algo que no quiere contarle a nadie, y no es su pasado turnio, precisamente. Quiero saber quién tiene los mandos de control de los implantes de Riddick. -
Lucy hce un gesto de agradecimiento ante los elogios de su maestro.
- Haré todo lo que esté en mi mano para averiguarlo - le comenta - Si te parece bien, comenzaré ahora mismo a indagar - si tiene el permiso de Bester, se dedicará a perseguir de forma sutil al primer oficial Tigh.
Lucy vigilará constantemente al oficial, pero siempre aparentando normalidad. Observará con quién habla, qué hace durante el día, etc...
- Excelente. - Asintió con la cabeza, poniendose el mismo en pie. - Adelante, yo me encargaré ahora mismo de nuestra amiga Vickers. Tengo por seguro que será una conversación de lo más... interesante. - Despidió a su pupila, acompañandola hasta la entrada sin decir palabra y marchando, cada uno por un lugar diferente.
Espero a que Bester se aleje para volverme hacia Riddick.
- Estas conversaciones siempre son... curiosas - comento a falta de un adjetivo mejor. Me pregunto por un momento qué es lo que Bester pensará de ellas, qué interpretará de lo que decimos y qué pensará que nosotros interpretamos sobre lo que él dice.
Señalo el rey de diamantes que el agente de la ONUG le ha dado a Riddick. - ¿Me permites? - Le digo extendiendo la mano para que me deje la carta.
Antes de cerrar la escena...
Rogers espera a que Bester esté lejos antes de decir nada, le contesto sin dejar de mirar a la espalda del agente. Un hombre singular de eso no hay duda, uno muy interesante y eso es decir mucho viendo en el lugar en el que estamos. - Lo son... sin ninguna duda. - Justo cuando la puerta se cierra tras este, me giro para mirar al soldadito. Este me pide que le entregue la carta, sonrío mientras se la tiendo. Espero que no piense que puede usarse como arma... aunque en circunstancias extremas puede usarse como tal, dudo que sea el momento o que realmente sirva de algo.
Cojo la carta, agradeciéndoselo con un leve movimiento de cabeza, y sonrío adivinando sus pensamientos.
- A suficiente velocidad puede usarse como arma cortante - le digo a Riddick. - Aunque no serviría para atravesar ni una camiseta y es más eficiente golpear el punto adecuado... - Viendo cómo boxea, ambos sabemos perfectamente de qué estamos hablando.
Miro un momento el naipe, observando su dibujo con atención y luego le doy la vuelta para mirar el reverso de la carta. Después de estudiarla un momento, le doy unos golpecitos con el pulgar a varios puntos del lateral, comprobando si se separa de alguna forma. - Pero no es eso lo que quiero ver. ¿Por qué el rey de diamantes? - pregunto casi al azar. Después de dos conversaciones seguidas con Bester, se me ha debido pegar algo de su cripticismo.
¿Hay algún tipo de mensaje en la carta, similar a los que yo leí en las tarjetas del test e Rorschach?
EDITADO: No, pero detectas que está descompensada, tiene truco... un pequeño alambre recorre su lateral, dentro del espesor del naipe, haciéndolo reconocible al tacto si sabes dónde buscar. No la haría más efectiva como arma improvisada, eso está descartado, pero parece que Bester no cogió una carta al azar.
La sonrisa del soldadito no me coge desprevenido, llevamos el suficiente tiempo paseando por esta nave como para ser capaces de percibirnos mutuamente en ciertos momentos. Demasiado tiempo percibiendo las reacciones del uno y del otro, atentos a cualquier posible gesto o signo que delate algo, como para no ser capaces de reconocer pensamientos triviales o ideas superficiales sin necesidad de pensar mucho. Asiento y le devuelvo la sonrisa, aceptando sus palabras como lo que son: la realidad.
Rogers coge el naipe y se pone a darle vueltas mientras no deja de tocarlo y comprobarlo como si en algún momento fuera a desprenderse un trozo, revelando algún tipo de mensaje cifrado o algo similar. Niego sutilmente con la cabeza, aunque no soy un experto en el tema de espías, sí puedo decir que ese no es el juego de Bester. Su mente, su capacidad analítica, lo son y con ellos es capaz de moverse a un nivel que pocos pueden. Exactamente como Rogers sería capaz de hacer en un campo de batalla o ante un enemigo poco convencional, no solo mediante su fuerza física sino mediante su manera de comprender a su enemigo, que pocos soldados tienen o siquiera entienden que necesitan. Escucho su pregunta y le miro, clavando mi vista primero en la carta, antes de mostrar una sonrisa levemente torcida y encogerme de hombros. - ¿Quién sabe? - Es un buen intento por parte del soldadito... uno bueno, pero no es un tema que tratar ahora. Al menos sí es lo que imagino.
Me encojo de hombros ligeramente. Efectivamente, es demasiado pronto para tener esa conversación, aunque las palabras de Bester casi nos han forzado a ello.
- De todas formas, cada vez creo menos en el azar - le digo a Riddick mientras separo con la uña el alambre que marca el canto del naipe, antes de devolvérselo. Es un hilo demasiado fino para ser de ninguna utilidad más que marcar una carta, pero prefiero que, de momento, nadie más que nosotros pueda ver que Bester tiene la baraja marcada.
Me separo un momento de Riddick y miro nuestro improvisado gimnasio, algo cansado de todas las agendas ocultas que cada uno de los tripulantes de esta nave parece mantener- Será mejor que dejemos eso ahí, por si los chicos quieren entrenar. A ellos también les vendrá bien un poco de ejercicio -comento casualmente. La situación es algo frustrante para todos, porque ahora mismo no tenemos opciones, ni de avanzar en la investigación, ni de hacer nada realmente productivo.
La verdad es que ese simple gesto con los hombros de Rogers significa mucho más de lo que aparenta a simple vista. Es capaz de respetar que le digan que no y eso en alguien que ahora hace las funciones de carcelero, es algo admirable, porque por muy bien que me caiga hay cosas que él nunca aprobaría y que sin embargo, yo tengo que hacer… no, no tengo… debo hacer.
Su voz me hace levantar la mirada de la mesa hasta donde el sujeta la carta, a la cual poco a poco mediante la presión de las uñas consigue sacarle un fino alambre del borde. No puedo evitar abrir ligeramente los ojos por la sorpresa que eso me produce, mientras una sonrisa cargada de verdadero humor aparece en mi rostro. Así que después de todo el maldito loquero no es ningún mago, solo alguien con cartas marcadas. En cierta manera siento algo de decepción, me alegro de conocer su truco, pero sin duda eso ahora le quita parte de la magia o la gracia a los numeritos que le gusta montar con sus cartas. - No deberías hacerlo, al menos no en este mundo en el que vivimos. – Acepto la carta mientras examino el borde, una vez queda claro el misterio resuelto por Rogers, la dejo sobre la mesa.
El soldadito se aparta para echar un vistazo al gimnasio, parece pensativo. Así que espero a que sea el quien hable mientras le observo. No es un soldado común, ni siquiera es un simple miembro de alguna fuerza especial de la ONUG, es algo más… no solo músculos, también tiene una aguda mente y no puedo evitar pensar que hubiera pasado si nuestros caminos en este mundo se hubieran cruzado de otra manera y bajo otras premisas. Sonrío con cierta ironía más para mí mismo que para él, cuando vuelve a hablar. Mas sus palabras parecen ser más para llenar el silencio que otra cosa. Es como si su mente estuviera en otro lugar y eso no es tan raro en esta nave. Cada vez que nos cruzamos con alguien hay que medir no solo la cantidad de información que damos, sino también cómo la damos... cada jodido miembros de esta singular nave de guerra tiene unos objetivos marcados y sinceramente, dudo que todos tengan la misma dirección. - Sí, será lo mejor. Un poco de ejercicio hace maravillas cuando tienes la mente en otro sitio. - Decido hablar para no dejarle solo en la conversación, más que porque realmente necesite una contestación… además de que yo mismo tengo mis pensamientos en otro lugar.