Balance Final del Conflicto (Segundo Asalto):
- Capitán Rogers: Valor de confrontación 6+3 = 9 [+2] = 11
- Marines Coloniales: Valor de confrontación 4+2 (+1 por Equipo) (+3 por Número) = 10
Causa un punto de Daño que coloca estratégicamente en el Rasgo FÍSICO del Sargento de Escuadra...
Resumen de daños:
- Sargento: FÍSICO 3 -> 2 + Marine Colonial x3 (daño recibido en el Primer y el Tercer Asalto)
- Soldado 1: FÍSICO 4 -> 3 + Marine Colonial x2 (daño recibido en el Primer Asalto)
- Soldado 2: FÍSICO 4 -> 3 + Marine Colonial x2 (daño recibido en el Segundo Asalto)
- Soldado 3: FÍSICO 4 -> 3 + Marine Colonial x2 (daño recibido en el Segundo Asalto)
La situación ha evolucionado hasta un punto en el que ni con su superioridad numérica pueden imponerse sobre el rival, pues su potencial en este Conflicto FÍSICO vs FÍSICO tiene un techo de 2+3 (+1 por Equipo) (+3 por Número) = 9, empatada con la defensa del contrincante.
Como los pobres y magullados Marines Coloniales son los únicos que han recibido daños, se les considera derrotados.
Cuando el elevador completa su recorrido, en un ascenso que ha sido bastante movidito, y abre sus puertas... sólo queda un hombre en pie, que contempla con ira al director de su agencia, Alexander Pierce.
Para su sorpresa, éste le aguarda impávido, sentado con aire condescendiente tras la mesa de su despacho. Pero no está solo. Junto a él hay otros dos hombres, uno trajeado como un ejecutivo corporativo y otro de uniforme, así como una mujer rubia bastante atractiva que maneja una PDA de pulsera.
Y en la gigantesca holopantalla que ocupa toda una pared puede verse la imagen del propio Rogers saliendo del ascensor, de lo que se deduce que han estado observando toda la pelea mediante un sistema de microcámaras ocultas.
Una taimada sonrisa se dibuja en el avejentado rostro de Pierce cuando tiene la desfachatez de aplaudir con media docena de desganadas palmadas:
- Un gran trabajo ahí dentro, capitán Rogers - felicita - Esperaba sinceramente que, llegado el caso, sería capaz de dejarse de remilgos y estaría a la altura.
Smith está muy satisfecho de lo que acaba de ver.
¡PLAS! se oye un aplauso del ejecutivo al que sigue otro y otro, pero es un aplauso lento, fuerte, acompasado... medido...
-Excelente, excelente, dijo realmente satisfecho. Toda una demostración, Capitán Rogers... se le acercó y poniéndole una mano en el hombro siguió hablando, había oído maravillas del proyecto del cual usted es parte y realmente veo que todo el esfuerzo invertido en él ha valido la pena.
-Se gira entonces hacia Pierce. Señor Pierce, esta demostración me ha dejado sin palabras, bravo.
Mira de reojo a Agathon y ve su cara de asombro. Debería haber estado más hábil para dejarle en la nave, como con Crichton... Bueno, luego tendré una charla con él.
Aquello era, sencillamente increible. Escabapa a toda comprension. Asi que las historias eran completamente ciertas...
Mi mirada se cruzo un instante con la de Smith, una mirada mezcla de asombro y estupefacción. No podía creer lo que mis ojos acababan de contemplar.
No medié palabra. No era mi labor hacerlo. Sin embargo, aquella cara y la forma en la que observe entonces a Rogers, con una mezcla de terror y veneracion, lo decia todo.
Suelto al último de los soldados que me atacaron en el ascensor, que cae al suelo semi-inconsciente.
- ¡Pierce! ¿De verdad es capaz de sacrificar a su gente con tal de hacer valer su punto de vista? - le pregunto, aunque a estas alturas no sé de qué me sorprendo. - ¿Acaso no ha tenido ya suficientes pruebas de mi "falta de remilgos" - digo repitiendo sus palabras - cuando ha sido necesario? ¿O tan solo quería una actuación para la galería? - pregunto mirando de arriba a abajo a sus acompañantes.
Salgo del ascensor, tirando al suelo la porra eléctrica con la trataron de atacarme los hombres de S.H.I.E.L.D. - ¿A qué viene todo esto? - pregunto a Pierce sin miramientos. Después de nuestra charla matutina y la encerrona del ascensor, no estoy muy de humor para respetar ningún tipo de rango.
El director Pierce escucha impertérrito la más que justificada protesta de Rogers, se sonríe y empieza a hablar con perfecta calma, casi regodeándose en sus palabras:
- Todavía debe aprender que con frecuencia los peones deben sacrificarse para permitir poner en juego piezas más valiosas, también eso procede del tratado de Sun-Tzu, capitán Rogers -porfía con descaro- Esos soldados han cumplido con su cometido, no se sienta culpable por haber hecho lo propio...
Entonces se recuesta en su enorme sillón, tras la mesa, y hace un amplio arco con la mano izquierda, señalando a los otros tres individuos presentes en su despacho:
- ¿Quiere saber a qué viene todo esto? -inquiere de forma retórica- Muy bien, me congratula poder informarle que va usted a formar parte del Proyecto Salvaguarda, a bordo del Crucero de Combate AURORA... ya conoce el objetivo prioritario de esta misión y Mr. Smith ya le informará de los pormenores cuando considere necesario.
Entonces se vuelve hacia el aludido, el hombre de mediana edad con aspecto de ejecutivo, y le señala un maletín que reposa sobre el enorme escritorio.
- No se dejen eso cuando se vayan, Smith, contiene unos complejos vitamínicos que deben administrarse al capitán Rogers al menos una vez por semana... y algunos documentos más que son exclusivamente para usted -y tras decir esto, dirige una nueva mirada hacia Steve Rogers, aunque ha perdido la sonrisa- Capitán... me alegra decirle que queda transferido a su nueva unidad con efecto inmediato -y añade- Deberá disculpar mi sinceridad, pero no creo que vayamos a echarnos mucho de menos...
Frunzo el ceño por el comentario del ajedrez. Molesto como estoy por el altercado en el ascensor, no tengo la más mínima intención de dejarlo estar.
- Sin embargo los peones son las únicas piezas que pueden coronarse y convertirse en reinas. Si se sacrifican inútilmente lo más probable es que se pierda la partida. - No recuerdo el nombre del maestro ajedrecista que aseguraba que los peones eran la pieza más importante del juego, porque definían la estructura del tablero. De todas formas, tampoco era importante para el argumento.
Sin embargo, sabía que Pierce no toleraría extender más nuestra discusión delante de sus invitados. Inspirando profundamente, me vuelvo hacia el único del que me han dicho el nombre.
- Señor Smith - saludo intuyendo que se trata de un pseudónimo. - Caballeros... - les digo al resto. - Supongo que me pondrán al día con respecto a la misión en breve. Lamentablemente, mi información sobre el Proyecto Salvaguarda es bastante reducida... - y no muy halagüeña, añado para mí mismo pensando en mi anterior discusión con Alexander Pierce.
Me vuelvo hacia el otro lado del escritorio.
- Así es, director - confirmo. - No creo que nos echemos de menos. Sin embargo, aún tiene que explicarme qué saca de todo esto. Dudo que S.H.I.E.L.D. deje escapar a uno de los activos que ha mantenido tanto tiempo aislados únicamente por un acto de buena voluntad...
Proyecto Salvaguarda.
¿Qué cojones era eso? De repente, todo parecía tener más sentido que cuando llegué al Aurora. Por eso estábamos solos en aquello. Con aquel tipo, ¿Quién necesitaba más gente?
Sin embargo, seguia habiendo muchas cosas que se me escapaban. Alguien nos habia mentido, eso estaba claro. No estabamos alli para lo que se suponía que habíamos ido. Parece que se habían olvidado de explicarnos la letra pequeña.
Me tensé ligeramente, notando cómo el corazón me palpitaba en las sienes, como un sabor metálico inundaba mi boca. ¿Es que no pensaban decirnos nada de todo aquello? ¿Cómo esperaban que reaccionara el resto a un engaño como aquel?
Mi mirada se clavó en el tal Rogers, en aquella especie de Superhombre que había frente a nosotros. No, aquello debía ser mucho más gordo de lo que calculaba, no habia duda. Si no... ¿Para qué gastar un recurso tan preciado como aquel?
Cada vez me resultaba más complicado mantener la compostura, mantener aquel control férreo sobre mi instinto, que me pedia a gritos que pidiera explicaciones, que me lanzara directamente al cuello del tal Smith un tipo que, sin duda, a aquellas alturas, ya no solo me daba mala espina.
Estabamos metidos en una ratonera.
-Señor Rogers... dijo en un todo calmado con la intención de apaciguar los ánimos.
-Tiene razón por estar molesto, lo reconozco y por mi parte, dijo mirando a Pierce de soslayo, voy a intentar compensar nuestro... inusual primer encuentro.
-Se mojó levemente los labios antes de empezar. No sé hasta qué punto le habrá informado ya Pierce, el Proyecto Salvaguarda es una operación comandada por el ONUG y con la colaboración de nuestra empresa, la W-Y y los de la WK. Como debe saber, las dos empresas unieron sus esfuerzos y recursos para que la humanidad pudiese dar otro salto en su historia, llegar a Tau-Ceti.
-Pues bien, ese proyecto ha sido saboteado. El transporte de mineral automatizado de Mercurio a la estación de Cartonte ha desaparecido a la altura de Marte. Sus servicios se han requerido como apoyo -con las manos engloba a todo el mundo- para la misma. Sobre todo porque para obtener información deberemos ponernos en contacto con un peligroso terrorista que se encuentra en la prisión en torno Júpiter, dijo generalizando.
Desde luego alguien como Rogers sería una pieza de vital importancia para el peso de las decisiones de la Weyland-Yutani en la operación.
-Así que su misión oficial va a ser ocuparse del prisionero cuando entremos en contacto... Da un paso hacia el monitor y se gira hacia Rogers de nuevo para hablarle mientras con el pulgar señala dicho monitor. No creo que resulte una misión más difícil de lo que acabamos de ver ahora mismo...
El director de S.H.I.E.L.D. sonríe cínicamente y contesta con evasivas a la pregunta del capitán Rogers:
- Usted preocúpese de tener éxito a nivel táctico en la misión que le ha sido asignada - contesta con tono desdeñoso - Y deje los asuntos estratégicos en manos de quienes nos encargamos de la planificación...
Salta a la vista que existe una abierta tirantez entre Pierce y Rogers.
- Mi tiempo es muy valioso, caballeros, supongo que igual que el de ustedes - alega el director Pierce - Así que no veo sentido a prolongar más esta entrevista - os indica con un gesto poco sutil la salida y se dirige a Smith - Permítanme desearles toda la suerte del mundo en su misión, es de la máxima importancia para todos que cumplan su cometido - y añade - Próximamente nuestros superiores se podrán en contacto con usted para supervisar toda la operación... permanezca muy atento a sus indicaciones, Smith...
Perfecto, señor Pierce, quedo a la espera, le comenta mientras le encaja la mano.
Pues señores, volvamos a la nave, dice mirando a su nuevo acompañante y a Agathon.
Sonrío ligeramente ante las palabras de Pierce, sin el más mínimo asomo de diversión en mi gesto. Como suele ser habitual en él, expresa más con las palabras que no dice que con aquellas que salen de sus labios.
- Por supuesto... - concedo a ambos cuando terminan de hablar. No hace falta añadir mucho más. Pierce no se ha ganado el derecho a un saludo militar, así que me despido de él con una ligera inclinación de cabeza. - Adios, Director - le digo de forma escueta. Supongo que él es tan capaz de leer mis silencios como yo los suyos.
Observo un momento al señor Smith y asiento esperando que nos guíe hacia la nave. La verdad es que el crucero de combate Aurora ha despertado mi curiosidad en más de un aspecto y tengo ganas de llegar a la nave y conocer a su tripulación. Hago un gesto con el brazo, cediéndole el paso también al señor Agathon. Prácticamente no ha dicho nada desde que he llegado, lo que me hace suponer que es un subordinado de Smith y deja hablar a sus superiores. Tal disciplina indica que no carece de entrenamiento militar, pero no dejo de preguntarme por qué ha venido hasta aquí.
Demasiadas preguntas, pienso. Y poca gente dispuesta a dar una respuesta sincera... me digo algo cansado de tener que leer entre líneas. Probablemente el mundo sería un lugar mucho mejor si aquellos que "se encargan de la planificación" dejasen a un lado sus secretos y confiasen en sus colaboradores.
Mi mirada se cruzo con la de Smith, en el momento en el que dio la conversacion por finalizada, justo despues de descubrir que, efectivamente, todo lo que nos han dicho es una puta patraña.
Saboteo. Asi que de eso va la cosa. De eso, y de ir a por un puto terrorista que está encerrado.
Mi pregunta entonces era... ¿Significaba eso que ibamos a llevarnoslo por las buenas, o por las malas?
En aquel momento, mi codigo de honor y mi alto sentido de lo correcto y de la justicia hicieron que se dispararan todas mis alarmas. No, claro que aquello no era bueno, no podia ser bueno.
Sin embargo y a pesar de que, en mi interior, mi mente parecia a punto de colapsar, lo que mostré a Smith al mirarle fue una fachada de entereza, tan solo empañada quizas por aquel brillo nervioso de mis ojos.
- Desde luego. - me limite a decir, manteniendo la mirada de Smith, durante mas tiempo del que quizas habria sido recomendable, haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantener el control.
No era momento ni lugar de hacer estupideces.
La asistente personal de Mr. Smith, una joven bastante atractiva, recoge en silencio el pequeño maletín que Pierce ha dejado sobre la mesa tras un casi imperceptible cabeceo de su jefe y se dispone a seguir al grupo.
Una vez en la nave, Smith llama la atención de todos para dirigirles unas palabras.
-Señores, no sé si hace falta que diga lo que estoy a punto de comentarles, pero quiero que una cosa quede clara.
-Miró directamente a Agathon. Esta estación taller... es evidentemente un "taller" militar. Militar y secreto. ¿Me entiende, Agathon? Todo lo que ha visto u oído aquí debe quedarse entre nosotros.
-Si le preguntan, usted se ha quedado en la nave esperando y no ha visto nada. ¿Ha quedado claro? La mirada más dura de Smith impacta contra el soldado.
-Por su parte, soldado, dijo en tono más marcial. Simplemente no debe comentar nada del SHIELD, es usted un soldado especialista en lucha antiterrorista. Espero que no tenga que demostrar sus excelentes cualidades en ésta misión. Cuando contactemos con el reo "Chacal", estará usted en todo momento presente.
-¿Alguna pregunta? Dijo como en él es habitual.
*Si hay una mínima resistencia hago un enfrentamiento.
Mire a Smith, con una media sonrisa entre cinica y burlona, preguntándome por qué no le estampaba mi puño en su cara.
-Claro, no se preocupe, señor Smith. Será todo un honor y un placer ocultar a mis propios compañeros que, en realidad, nos han engañado, nos han negado informacion, nos están poniendo en peligro y nos están utilizando para seguir jugando a ser Dios. No se preocupe, conmigo todos sus jueguecitos están a salvo.
Smith no era un superior y yo tan solo era su chofer circunstancial. Ni le debia obediencia, ni le debia respeto. Y demasiado era que le estuviera guardando un minimo de educacion. Podia intentar intimidarme, podía ponerse todo lo serio que quisiera. Pero no, no iba a poder achantarme asi como asi.
Aún asi, acabe por negar. Si Smith llevaba razon y el ejercito estaba tambien detrás de aquello, no me quedaban mas narices que callar. Eso, desde luego, era algo que tendria que adivinar antes de decidir hasta que punto tenia pensado ser discreto.
Y, sin añadir nada mas, di media vuelta, abandonando la sala en direccion a la nave. Ya habia visto y oido lo suficiente.
El hombre de la corporación da la conversación por concluida, comentando con prepotencia:
- Así me gusta, soldado - afirma con una sonrisa cínica - Sea un buen chico, obedezca lo que se le dice... y no tendrá problemas. Porque nosotros les hemos reclutado a todos, empezando por el comandante Adama.
Está muy seguro de que su posición en la Weyland-Yutani le confiere más poder que unos galones en la pechera del uniforme. Y lo peor es que probablemente tenga razón.
El reducido grupo recorre los pasillos de la estación orbital de S.H.I.E.L.D. hasta un hangar en el que les espera la pequeña lanzadera militar de clase Tintorera que les ha traído hasta aquí.
Embarcan y se dirigen hasta el Crucero AURORA que les espera en órbita geoestacionaria, a corta distancia...
FIN DE LA ESCENA