Partida Rol por web

Despertaste porque algo en tus pulmones te había obligado a toser de forma abrupta, reiterada, hasta vomitar. No te ahogaste de milagro, lleno de tu propio vómito que abarcaba tus mejillas, y babeaba por la barbilla seguías sin entender donde estabas, o que pasaba. Solo la sensación de que algo iba mal, muy mal. 

Los recuerdos llegaron como latigazos, siendo la alarma, que ya no sonaba, el último pilar que devastó tu mente. 

La habitación estaba en silencio, uno de estos que te prohíben casi hablar. La consola de comunicaciones repetía una y otra vez el mismo mensaje en un parpadeo rojo intenso, siendo inservible para nada más que no fuera avisar. 

Protocolo Alpha Activado

Las luces, mucho mas tenues y blanquecinas solo le dieron mas dramatismo. Casi todos los trabajadores conocían ese protocolo, iban a cerrar el complejo, herméticamente, durante a saber cuanto tiempo, mínimo 18 meses. Eso significaba, que quizás habría algo suelto, y de estar suelto, acabarían cremando todo el complejo de ser necesario antes de que saliera. 

Tenías con suerte una hora y media para llegar al piso 100 e intentar salir. 

No había comunicaciones de ningún tipo, ni señal. Las luces, empezarían a fallar en poco tiempo y el ascensor principal no debería funcionar. Se activaban las salidas secundarias que llevaban a la planta superior, pero nadie sabía como o por donde. Suponías que habría indicaciones en algún lado pero no los veías. 

Como pude me levante del suelo. Estaba desorientado y manchado con mi propio vomito. Me retiré los restos de mi cara mientras mi cerebro  procesaba la información que mostraba la consola.

Tenía que salir de allí con urgencia, antes de que las puertas se cerraran y quién sabía cuánto tiempo había desperdiciado inconsciente en el suelo. Tal vez la evacuación se estuviera reduciendo de una manera ordenada y controlada, pero si había algo suelto también entraba dentro de las posibilidades que me lo encontrara por el camino.

Antes de salir rebusqué en el apartamento cualquier cosa que pudiera servirme de ayuda, mochila, botiquín, cuerdas, linterna, un cuchillo, lo que fuese.

La confortable prisión que Titán me había proporcionado tenía casi cualquier cosa. Vacíe la mochila en la que habían traído parte de mi ropa y guardé en ella el botiquín que encontré,  una pequeña linterna de pilas, un par de botellas de agua pequeñas, los cordones se unas zapatillas con los que podría improvisar un torniquete, una sabana por si tocaba hacer unas vendas, algunas pajitas de plástico y un pequeño espejo de esos que caben en un bolso. Me hubiera gustado añadir algo cortante tipo tijeras o cuchillo o algo contundente tipo martillo o maza para cocinar, pero Titán había decidido que ese tipo de objetos no eran apropiados para ser usados por sus prisioneros.

Con la mochila llena me dispuse a salir del apartamento. Mi objetivo abandonar el complejo en el menor tiempo posible. 

Fuera, en el pasillo, no había nadie. Ni nada fuera de lugar. Lo único destacable era que el pequeño jardín a media altura que estaba al lado del ascensor estaba seco, totalmente seco. 

Unas lineas en el suelo, de un color negro, indicaban el sentido contrario por la frecuencia, y se internaban en la puerta de uno de los pisos, que era de madera clara. 

La soledad del pasillo era sobrecogedora, no sabía cuanto había estado inconsciente, pero parecía que nadie hubiera vivido allí en años. Que el jardín estuviera seco, era algo que me extrañaba pues en mis meses en Titán nunca había visto ninguno en ese estado, todas las zonas verdes siempre habían estado muy cuidadas y en perfecto estado.

De todos modos no tenía tiempo que perder, así que sin más demora seguí las líneas negras en la dirección que marcaban, pues supuse que indicaban el camino de salida.