Las muñecas que contenían a Kenneth y Amanda quedan inmóviles, mirando a ningún lugar, hasta que sus ojos desaparecen y quedan totalmente vacías.
La muñeca pelirroja contempló cómo las muñecas de Amanda y Kenneth quedaban vacías, perdiendo su mirada y se volvió hacia Michelle, ignorando a Alicia.
- Al menos no me han mordido a mí esta noche. - Dijo, con voz temblorosa. - ¿Sabes quién es ese tipo o qué quiere? - Echó un breve vistazo a Alicia antes de seguir hablando. - Supongo que esto descarta a Hikari como la persona de los mordiscos. Yo pensaba que era ella o Kenneth. Y si es él, me alegro de que esté muerto.
Al ver a Amanda volver a la vida en el otro lado, se quedó mirando a su muñeca, esperando que también volviese a la casita rosa.
Con la vuelta de Amanda al hotel, la muñeca que se encontraba aquí comenzaba a reaccionar, con sus ojos volviendo allí y mirando alrededor, confundida pero comprendiendo nuevamente la naturaleza del lugar al cual llegaba.
Al ver los ojos de Amanda de nuevo en su muñeca, la muñeca pelirroja se giró hacia ella. - Oye Amanda, ¿qué sabes de Kenneth? Aparte de que fue también Lisseth quien lo resucitó. ¿Teníais algún tipo de vínculo los tres o algo?
Hizo una pequeña pausa antes de seguir hablando. - Es que lo que contó aquí de que no tenía ningún poder... No me convenció demasiado la verdad. Al fin y al cabo tú seguías teniéndolo y te había resucitado ella también. Si alguien sabe más sobre eso seríais Lisseth o tú, ¿no? ¿Podría ser Kenneth el de los mordiscos intentando disimular?
Con su resurrección volvió la muñeca de Amanda... un sitio que no acababa de comprender. Al menos hoy había entrado nadie nuevo.
-La verdad es que no conozco demasiado del poder de Lisseth, ni siquiera si el de resucitar es el principal o uno secundario como varios tenemos. Según creo consiste en resucitar a alguien para que sea su protector, algo así como los amantes, aunque no sé si ella muere si morimos nosotros pero nosotros sí al hacerlo ella. Pero mi lealtad está solo con Lisseth, no sé si Kenneth es asesino o no... de hecho yo empecé a confiar plenamente en él cuando dijisteis que era de los buenos antes de morir. Como yo no era de los "malignos" ni lo fui a la vuelta, creí que él debía ser como yo. No sé si antes de que ella me resucitara entre los dos hablaron y le contó si tenía algún poder o no.
Amanda intentaba decir todo lo que sabía, pero se temía que solo sabía lo principal.
-Pero no hablamos mucho... cuando yo resucité lo único que me dijo es que no me alarmara, que era de los buenos, que me había resucitado a mí porque a Alec no lo pudo resucitar y que su poder era limitado, no podía hacerlo tanto como Alec. De hecho, creo que no podía hacerlo más veces. Y Kenneth no dijo prácticamente nada de interés, solo se mostró algo irónico cuando confesé que había sido en parte por mi culpa que Andy desconfiara del poder de resurrección de Lisseth antes de ser yo misma resucitada. Pero si Kenneth mata o no es algo que yo no sé y viendo que Lisseth proclamaba ser de los nuestros es posible que no se lo dijera ni a ella de ser un asesino. Claro que eso es algo que no sé.
La muñeca pelirroja asintió a las palabras de Amanda despacio, asimilando toda la información que la mujer acababa de brindarles. - Estoy hablando con Lisseth gracias a eso del Juez. Intentaré averiguar si ella sabía algo sobre él.
Hizo una pequeña pausa antes de explicar algo más. - Kenneth era inocente cuando murió, él ocupaba el lugar que ahora ocupa Andy. Pero en cuanto amaneció muerto, tanto Benén como Andy fueron corriendo a quitarle el poder. Según lo que se dijo en la casita de madera, Kenneth al resucitar debería tener el poder anterior de Andy, que era robar el poder de un muerto para siempre. Por eso me resultó raro que él dijese que no tenía nada. No sé, me dio la impresión de que sí tenía algo pero no quería decirlo.
Al momento que Esther y April se reúnen con ustedes en el hotel, sus muñecas parecen cobrar vida nuevamente aquí.
Una de las muñecas que había permanecido allí desde el inicio, la muñeca de Michelle, pierde la vida mientras la original muere presa de las votaciones.
La muñeca pelirroja se quedó mirando durante mucho rato a la muñeca rubia que acababa de perder la vitalidad de sus ojos. Los minutos pasaban y el silencio, que parecía haberse adueñado de esa cárcel con forma de casita de muñecas, cada vez le parecía más denso y pesado a la joven que habitaba esa pálida muñeca de porcelana.
Finalmente colocó las manos de la muñeca rubia sobre su regazo y se levantó empezando a pasear por la habitación. Miraba las muñecas de Esther y April, como dudando si empezar a hablar, pero finalmente posaba la mirada en la de Alicia y parecía abandonar esa idea. Terminó por detenerse, junto a una de las ventanas de la casita y estiró la mano para acariciar las cortinas de muselina mientras un suspiro salía de sus rígidos y fríos labios de muñeca.
- Desde la primera noche estuve aquí con ella. Mucha gente ha ido y venido, pero ella siempre estaba aquí. - Dijo finalmente con voz triste. - Sé que me mintió una y otra vez desde aquella noche, pero a su manera quiero pensar que deseaba confiar en mí o compartir la carga que tenía encima. Y ahora me siento como si la hubiera traicionado.
- Todos somos humanos y es normal que te sientas apenada si estabais muy unidas. A mi se me rompe el corazón cada vez que nos separan a Hikari y a mi, ya van tres veces y han sido como puñaladas en el corazón. -Me cruzo de brazos mientras me encojo.- Todavía no sé como puedo seguir confiando en nadie de aquí. Pero tengo que salir adelante... por la gente que me quiere y por mi misma.
Miro con desdén la habitación, estar aquí en una muñeca me recordaba a la casa de madera. Solo de recordar la sensación de estar ahí, en esa muñeca rota sin poder hacer nada... todavía me duele más cuando pienso que Hikari llevaba allí varios días.
- De todas formas no puedes hundirte, tengo mis esperanzas puestas en ti. -Digo en un tono desanimado pero sincero.- Si crees que debo hacer algo dímelo, estamos juntas en esto.
La muñeca se giró para mirar a April cuando habló y negó suavemente con la cabeza. - No creo que puedas hacer nada... Será una carga que tendré que llevar yo sola. Pero muchas gracias.
Hizo una pequeña pausa antes de hablar de nuevo. - De verdad lamento haberme equivocado contigo cuando volví de la casita de madera. Gracias por tu apoyo, April. Significa mucho para mí.
Suspiró y miró a Esther mientras su ceño de muñeca se fruncía. - ¿Has podido comprobar el poder de Michelle con ese lo que sea que dices que haces?
Cuando Keelin rompió el silencio me cogió un poco por sorpresa. En este lugar llevábamos ya mucho tiempo en total silencio, y esta muñeca casi se había convertido en una extensión inerte de mí.
Escuché las palabras que ella y April intercambiaron, y cuando se dirigió a mí me llamó la atención que no lo hiciera de forma airada ni acusatoria como casi siempre había hecho tanto aquí como en el lugar donde nos encontrábamos todos.
- Sí. - Afirmé en voz baja. Tenía ganas de acercarme a ella, pero tampoco quería invadir su espacio personal, de modo que me quedé quieta. - Era cierto que era capaz de protegernos. Pero no se me ocurre por qué iba a mentirnos entonces. Quizá porque solía protegerse a sí misma y tenía miedo de que pensáramos que eso era egoísta. - Propuse antes de que mis ojos se abrieran. - O puede que esa noche Alec sufriera dos ataques. Si eso hubiera pasado, ¿él lo sabría?
- Creo que sí. Que lo sabría. - Respondió Keelin frunciendo el ceño. - No sé por qué mintió Michelle, pero a mí ya me había mentido antes, así que ya ni me sorprende.
Suspiró y se quedó mirando la cortina de nuevo antes de hablar en dirección a Esther, pero sin mirarla. - Supongo que no hace falta que te lo diga, pero esta noche tienes que usar ese poder para proteger a Alec. Yo no puedo hacerlo y lo dije en voz alta, así que es probable que lo ataquen.
La muñeca de April va perdiendo vida, mientras se pierde a sí misma en la muerte.
Los ojos de la muñeca que la contenía se vuelven vacíos de a poco, hasta que la muñeca queda completamente inerte.
La muñeca pelirroja esbozó una sonrisa de medio lado al ver los ojos de April apagarse, mientras se levantaba y empezaba a pasear por la casita rosa.
- Sienta bien no tener que disimular más. - Dijo, mirando a sus acompañantes. - Pero tengo unas ganas de salir de esta puñetera muñeca que ni os imagináis. Llevo aquí encerrada desde la primera maldita noche.
Los ojos de la muñeca de Sara volvían a aparecer en su muñeca y su muñeca tomaba vida una vez más. Ahora, estaba de vuelta en aquella pequeña casita.
El fuego consumía todo alrededor de ese hermoso pero espeluznante hotel y pronto, no tardaron en ver el fuego llegar a esta pequeña habitación, de la cual, habían hecho parte durante mucho tiempo y habían temido terminar allí permanentemente. Eran sólo muñecas en una casa de juguete. ¿Cómo podrían escapar?
Las lenguas de fuego acababan con el lugar con gran rapidez y la tapicería de color rosa se distorsionaba, su pintura caía como si de sangre se tratara y manchaba el suelo con su color. Las paredes luchaban y crujían de arder, la habitación gritaba de dolor, no quería morir, estaba asustada de su muerte.
Mientras sentían el temblar del lugar por su propia muerte, el temor invadía sus corazones... ¿Tanto luchar para morir aquí? ¿Todo por estar atrapadas en esa sencilla muñeca?
Miles de preguntas surgían pero las llamas se acercaban cada vez más, se miraron con temor y maldijeron a Nathaniel por haberlas encerrado, por haber impedido que su escape fuera completo, porque sus cuerpos se salvarían pero sabían que estar divididas no podía ser algo bueno. Entonces, sintieron el ardor de las llamas sobre su piel, el dolor, la agonía que esa habitación había experimentado antes de entregarse a sus destinos. Gritan, lloran, tratan de correr pero sus movimientos son más torpes y terminan cayendo para terminar de padecer ante las llamas. Todo su cuerpo arde a grandes temperaturas pero su rostro es lo último en verse afectado.
Las llamas tocan su ojo derecho y algo parece suceder diferente. Ese ojo cruje fuertemente, casi como si el calor viniera desde adentro, hasta que explota y con él, la conexión con esa muñeca, desaparece. Se encuentran solamente en sus cuerpos pero sienten un peso en sus manos. Voltean a mirar de qué se trata y ven la muñeca que cada una de ustedes representaba. Las había acompañado en su escape y podía ser éste el último regalo de Nathaniel, aunque a estas alturas no estaban seguras de estar tan emocionadas como al principio de tenerlas en sus manos. Así, había muerto ese paraíso que ese hombre creó para ustedes.