Partida Rol por web

Mientras todo en Oldland parecía proseguir, sentiste una punzada dentro, como un sentimiento que te hacía mirar a otro lado, y al mirar allí, te encontraste en un bosque cercano a Oldland, sobre el que el rocío caía en forma de lluvia pobre, mojando el alrededor...

Un ambiente frío, húmedo, pero a fin de cuentas a salvo de la mirada de los demás.

Al principio te preguntaste porque estabas allí, y buscabas una razón, pero pronto de entre el follaje, una forma aparecía. La lluvia caía sobre sus hombros, mientras su cabeza estaba tapada por una capucha, ocultando su rostro... 

Cerraste la mirada y te obligaste a fijar tus pies, y no ir marcha atrás... pronto aquella figura se hizo cercana, y con su mano bronceada destapó aquella capucha, y dejó ver sus ojos oscuros y su pelo mojado... Nimay, estaba allí bajo aquel halo de ilusión.

A sus espaldas, algunas figuras como sombras, se movían, pendientes de las palabras del resto, como mensajeros de un demonio superior.

Nimay, tendió su mano y dijo.- Hace tiempo, que esperaba que alguien como tú llegara a este lugar... 

Una sola mirada sirvió para saber que la traición era una herida abierta en los dos, algo que os uniría y os ayudaría en realidad.

Nimay sonrió de medio lado, dejando que el agua empapase sus cabellos al liberarlos de la capucha. Sus ojos recorrieron el rostro de aquella mujer y, al mismo tiempo que él se mostraba, lo que había parecido una gran roca se movió, desvelando a Haathee cerca de ambos. 

—Bienvenida, Yaiza —pronunció ambas palabras despacio, recreándose en cada sílaba con esa tonalidad suave cargada de acento. 

El elefante se acercó despacio hasta que los dos pares de ojos contemplaron a la grovehn con un mismo brillo curioso al ver lo que escondía en su interior.

—Estás llena de secretos, ¿no es así? —Chasqueó la lengua—. Reconozco que esto no me lo esperaba. Últimamente me estoy llevando muchas sorpresas.

Detuvo sus palabras un instante y la miró con más intensidad, clavando sus pupilas directamente en las de ella. 

—Estoy aquí para ayudar. Para desvelaros los secretos de nuestros enemigos. Para sembrar el odio a vuestro lado y abrir esa puerta maldita —dijo entonces—.  Sólo un secreto por noche y esta noche he buscado los tuyos. Sé que tu alma es oscura, que quieres abrir ese sello. 

Después hizo una pausa de nuevo y se pasó la mano por los cabellos húmedos. Le agradaba la lluvia incesante de aquel lugar. La temperatura era cálida y las gotas ayudaban a refrescar su mente. Hizo un gesto con la mano hacia Yaiza para que caminase por el bosque junto a él, sin preocuparse por empaparse los pies descalzos. Haathe empezó a moverse también al unísono, con un paso acompasado al del hombre. 

—¿Estás sola? No somos los únicos. Smel también está de nuestro lado, como Olenna lo estaba y otros antes que ella. Cuéntame cuáles son tus planes —pidió, todavía con esa media sonrisa prendida de sus labios—. Colaboremos. 

La ligera humedad parecía incluso embellecer el momento del encuentro. Aquel lugar apartado resultaba idóneo, más aún incluso cuando vi el rostro de Nimay bajo la capucha. Al principio no entendía a qué venía ese ejército de sombras -pese a ello, permanecí firme en mi sitio, sin miedo-, pero más tarde lo entendí: venían a recibir a un soldado más, a mí.

No aparté la mirada de aquel Eve ni siquiera cuando la roca desveló al elefante. 

Sonreí al escucharle hablar -Estoy contenta de verte aquí- dije a modo de bienvenida también -sí, sé que quieres ayudarnos a abrir el sello, ahora eres un pilar fundamental- pensé principalmente en su amistad con Theora.

Tras ver cómo me invitaba a caminar, acepté. El fango no era problema, éramos parte de la tierra, sabía que debía aprovechar las sensaciones todo el tiempo que pudiera. Agaché la cabeza para hablar y continué -estoy acompañada de Smel, gracias a ella estoy informada de que Olenna era de las nuestras, y de que tú hablabas con ella- miré al elefante -no podemos dejar que Sylvia viva- volví a mirarle a él con intensidad -debo aprovechar que aún creen en mí. Si la eve de la serpiente muere a manos de una semilla no será novedad, la incógnita seguirá, pues todos le demostramos lealtad- pasé mi mano por alrededor de la nuca para echarme el pelo hacia un lado- cuando éso pase acusaré a Bethanny indirectamente, poco a poco...sé que ella mató a Raffariel, además, también sé que odia a mi legado...me dará pruebas firmes para desconfiar. Por el resto, Theora no me preocupa - alcé la cara para dejar que ligeras gotas me mojaran los labios -he vuelto a preguntar sobre quién mató a Raffariel, debemos no hacernos destacar, sólo debemos liar, aunque nos miremos en algún momento mal entre nosotros.

Se notaba que le resultaba demasiado raro tenerme allí, pues ni la voz ni el cuerpo acompañaban en esos momentos al odio de mi alma.

Pasando la palma de la mano por mi cuello, le pregunté -¿qué puedes saber de los demás? o ¿qué sabes ya? necesitaré también de tus consejos.

Nimay escuchó atentamente a la joven del arco y cuando ella terminó, dejó algunos segundos de silencio en los que tan sólo se dedicó a dar algunos pasos antes de llenar de nuevo el espacio entre las gotas de lluvia con su voz.

—Todos creen en tu inocencia —asintió, sin dejar de caminar y enarcando las cejas con sus siguientes palabras—. Yo mismo lo hacía, sólo busqué tus secretos para saber qué herramientas tenía el enemigo. Pero ahora, tu voz podría alzarse en la mañana contra cualquiera y nadie dudaría de ti. 

Su sonrisa se incrementó. Había creído que estaban en una situación peor de la que tenían en realidad y eso aumentaba sus esperanzas. No era difícil percibir en todos sus gestos que estaba encantado de tener allí a Yaiza.

—Los Ashura me han traído tus secretos, pero en voz alta diré que he escrutado a Smel o Theora. Probablemente Smel, para exculparla. —Hizo una pausa. —Bethanny puede dar vida, no sé si sólo a sí misma o si también podría traer de vuelta a Sylvia. También daba muerte, pero creo que ya no puede hacerlo más. En cualquier caso, las dos deben morir pronto. Sylvia da vida, pero sospecho que a veces no controla su poder y oscurece las almas que resucita. Como en el caso de Smel, y en el tuyo. Eso creía también Olenna.

En el otro lugar de ruinas los ojos de Nimay y Haathee recorrieron a las presentes, repasándolas en silencio.

—Theora no miente. Oldland le dio la oportunidad de reunirse con el hombre del panda. Además de la locura. No sé exactamente cómo funciona, pero fue esa locura la que provocó la unión de Dyehuty y Fiona. Cuando su luz se encendió le dio la oportunidad de matar al morir. La usó con Aisha, así que ya no la tiene. Tú también obtuviste la oportunidad de segar una vida... ¿Aún tienes esa flecha envenenada?

Se quedó silencioso un instante, pero antes de que Yaiza pudiera responder, siguió hablando.

—Somos tres contra tres. Aunque puede que mañana Bethanny y Sylvia traigan a dos más. Pero ahora mismo no debería costarnos ganar en el linchamiento del siguiente atardecer. Al menos, no ser elegidos ninguno de los tres. —Se detuvo y se quedó pensativo antes de añadir lo siguiente. —Sin embargo, debemos ser cuidadosos. Tengo la sensación de que una fuerza ajena está afectando a esa elección en los últimos días. Como si alguien más pudiera influir a pesar de no estar presente. ¿Crees que es alguno de los muertos? En ese caso nuestra esperanza para orientar sus voces es Olenna. ¿Quieres que te cuente también lo que sé de los muertos? —ofreció finalmente, sin estar seguro de si la joven estaría interesada por los secretos de los que ya no estaban entre ellos.

Una suave y aterciopelada sonrisa infantil se dibujó en mis mejillas cuando Nimay habló de que todos confiaban en mi inocencia, pues era un punto a favor que me hacía sentir útil; sin embargo, pronto la desdibujé para centrarme en aquella importante conversación. Reflexioné unos segundos antes de responderle. 

- ¿Sylvia me trajo de vuelta? -pregunté abiertamente, dejando otro silencio más antes de seguir- dudo de la teoría acerca de que ella trajera a Smel...pues Raffariel quería hacerlo, e incluso volvió de los muertos antes de que la Melknhar y Sarghagas cayeran...yo afirmaría que fue ella. De hecho lo he comentado dos veces y no me lo ha contradecido la Eve -me llevé el dedo índice y el corazón hacia la boca- puede que yo lleve razón, o que la mujer serpiente esté comprobando lo que se dice para sacar sus propias conclusiones -volví a bajar la mano- sea como sea, no importa. El problema real es Bethanny.

Avanzando en pasos comedidos por entre el suelo humedecido y apartado del lugar, proseguí, dejando que mis pies bailaran, en cada nueva pisada, sobre una superficie embarrada -Theora es la más pura del lugar, por ello será la última -me encogí de hombros- por desgracia no tengo ya la flecha envenenada -fijé mis ojos en los suyos- algo me decía que iba a morir, así que me llevé a Deidre conmigo.

Suspiré profundamente -debemos tener mucho cuidado- elevé sutilmente la vista al cielo -no sé si existe una fuerza ajena que esté influyendo, sin embargo, no lo descarto...hay que tratar de hacerles ver que necesitamos a Olenna, tanto tu como yo...así en el caso de que Bethanny quiera hacer que alguien regrese tendría que plantearse, como mínimo, a la Grovehn -afirmé pensando que quizás esa podría ser la clave- mientras tanto, cuentame lo que sabes de los muertos, siempre es interesante conocerlo todo, empezando por la chica a la que arrastré hacia la muerte...si puedes- le pedí, aceptando su oferta.

—Sylvia te trajo, Olenna me dijo que iba a hacerlo —asintió Nimay, respondiendo a la pregunta de la joven. Y después negó con la cabeza —Raffariel no trajo a Smel, Sylvia lo hizo también. Si lo hubiera hecho Raffariel, Smel habría muerto con ella y Sarghagas. No murió con ellos, luego no la trajo Raffariel —explicó—. Bethanny sólo puede resucitar una vez más y creo que lo guarda para sí misma. Sylvia en cambio resucita a uno cada día. O lo intenta, creo que hay veces que falla y otras veces que oscurece las almas de quien trae. Las dos son un problema, porque una podría traer a la otra y mañana volverán a estar las dos y puede que alguien más. Esperemos que si traen a alguien sea a Olenna.

Después asintió, escuchando todo lo que Yaiza tenía por contar e hizo una pequeña mueca de lástima cuando ella manifestó no tener ya aquella flecha. Cuando ella terminó, Nimay se quedó en silencio algunos segundos antes de seguir hablando. Alzó el rostro y dejó que el agua lo mojase. Su frescor le ayudaba a pensar. Poco a poco, como si estuviese narrando una historia, su voz empezó a deslizarse cadenciosa entre los huecos que dejaban las gotas de lluvia.

—En un inicio eran Aisha, Katalina, Daeron y Alastor los asesinos. Después llegó Dyehuty, que usurpó la historia de Alastor, y después Oliver, con la muerte del falso rey. La siguiente fue Smel y después Olenna. Luego llegaste tú. Esos han sido todos los asesinos, al menos que yo sepa.

»Deidre era una aliada para nuestra causa, ella podía protegernos en las votaciones, aunque no dos veces seguidas al mismo. Al protegernos también podía contactarnos. Le mandaba cartas de amor al árabe. Sin embargo, por algún motivo decidió traicionarnos. Ella debería haber protegido a Dyehuty el atardecer que fue votado. Él podía crear una ilusión y hacer que muriese alguien en su lugar. Ese fue el don que le otorgaron las luces. Pero no lo usó porque ella iba a protegerlo. Si ella hubiera cumplido su palabra, Dyehuty podría haber aguantado hasta tres atardeceres seguidos y probablemente a estas alturas ya habríamos abierto ese sello. También me delató a mí, en ese lugar escondido en la cabeza de Vyka. Por suerte, parece que he logrado desacreditarla y ahora creen en mí.

Hizo una pausa, repasando en su mente todo lo que había sucedido desde que él y Haathee pusieron un pie en Oldland y siguió hablando.

—Cada noche que he estado vivo he contactado con uno de los nuestros. Y cada vez, al día siguiente esa persona ha muerto. Espero que tú rompas mi maldición y nuestra unión dure más —bromeó, dedicándole una sonrisa de medio lado a la joven antes de continuar hablando—. La primera noche contacté con Katalina. Ella estaba unida a Nói en un extraño amor que por lo visto provocaste tú. Ellos dos iban a traicionar a nuestra causa para quedar solos, así que no lamento su muerte. Nói podía robar los dones de un muerto y eligió a Roy. El don que Oldland había dado a Roy era la unión con Theora y matar al morir. Él fue quien mató a Daeron la primera vez. Cuando Nói usurpó a Roy, comenzó a reunirse también con Theora. Así fue como conocí de la locura de la pequeña, pues ella se lo contó a Roy y él a Katalina, que me lo contó a mí. Theora cambiaría a dos personas al morir, aunque no sería como ella esperaba, al parecer. Además, las luces le otorgaron a Theora la capacidad de matar al morir.

»La segunda noche contacté con Aisha. Ella podía resistir un ataque y resistió el de Theora. Pero luego Bethanny la remató, porque la chica del martillo al parecer daba más muerte que vida. La tercera noche contacté con Dyehuty. Él había cambiado su camino varias veces. De usurpador de historias a asesino al usurpar la de Alastor. Y luego se convirtió en iniciado gracias a la locura de Theora. Empezó a reunirse con Fiona en secreto y ambos tenían un pacto de no agresión mutua. Él me dijo que iba a traicionarla, pero sospecho que quería jugar con los dos bandos para decidir al final. Me ocultó lo de Oliver. No me fío de él.

»Fiona podía descubrir los secretos de los demás, como yo lo hago, pero en el bando contrario. Digamos que somos opuestos. Cuando resucité dije que la había mirado a ella y que ella colaboraba con las semillas, haciendo así que la gente pensara que yo tengo su don y ella el mío. Fue justo antes de que regresaras, pero al parecer nadie ha dudado de mi palabra al respecto. Gracias a Fiona descubrí que Sylvia puede dar vida. Ella se lo contó a Dyehuty que me lo dijo a mí. Luego Olenna me lo confirmó.

»En cuanto a Raffariel, ella daba vida pero los que resucitaba morirían con ella. Por eso Sarghagas la siguió a la muerte. Y por eso digo que ella no fue quien trajo a Smel. Si podía dar vida a alguien más, todavía debe poder hacerlo. Sarghagas podía conocer los secretos de los muertos al devorarlos. Vyka quería encerrarnos a todos en su mente para formar un ejército. Ella no era de nuestro bando, tampoco del otro. Ella iba por libre, si Vyka ganaba, todos perdíamos.

Hizo una pausa después de hablar tanto rato seguido. Se pasó una mano por el rostro salpicando pequeñas gotitas en ese gesto y buscó la mirada de Yaiza, sonriéndole de nuevo

—Creo que eso es todo lo que sé. Espero que te haya sido de ayuda. Puedes transmitírselo a Smel si te parece apropiado. Y ahora... Dime tú, ¿qué le han regalado las luces a Smel? ¿A quién mataréis esta noche?

Con gesto sorpresivo separé ambos labios dejándolos entreabiertos. Mi mirada se engrandeció con interés en cada palabra que el muchacho difundía entre las sombras y la soledad de las gotas.

Mi garganta se quedó seca por el aire que aspiraba tranquilamente en aquel lento caminar. Todo terminó de encajar y finalmente sonreí, con aparente timidez, agachando la mirada durante el débil instante.

-En tus manos tienes mi total lealtad y confianza- fue lo primero que quise decir -te estoy agradecida, pues he encajado casi todas las piezas...gracias -dije susurrando ésta última palabra con suavidad pero firmeza. Mis ojos, hábilmente posados en los suyos, descubrían veracidad.

-Ciertamente espero que se alargue algo más esta unión -bromeé también, pese a que ya no poseía ningún temor hacia la muerte -por lo que me cuentas entre lobos ya ha habido un exceso de traición...yo he propuesto acabar primero con Sylvia, como Smel. No tenemos la certeza completa de que todos los que vuelven son como nosotros, por ello, creo que quizás es mejor asegurar sólo una vuelta, con Bethanny, que arriesgar a más.

Extendí la palma de la mano, dejando que las gotas se unieran y rebosaran por ambos lados -ya le he comentado a Smel que nos trajo la Eve de la serpiente, pero al fin y al cabo no es un dato relevante y al cual no creo que haga falta volver a mencionar -separé los dedos- ella tiene una segunda oportunidad, si la matan, me ha asegurado que volverá -le miré con una media sonrisa - y sí, yo los uní, era la niña cupido...- bajé la mano y desvié la vista hacia el frente.

- Smel dice que ha acusado a Bethanny con la iluminación de su sello porque Olenna lo expuso al principio.

Girandome hacia al elefante que nos acompañaba, observé como mi vencejo revoloteaba a su alrededor -somos una familia, a partir de ahora te informaré de todo.

Nimay sonrió a las primeras palabras de la joven y asintió con la cabeza.

—Me temo que a estas alturas una traición más significaría un fracaso para nuestra causa. Tanto Smel como tú tenéis también mi confianza y mi lealtad. Podemos salir victoriosos de aquí, pero para eso tendremos que estar unidos.

Después escuchó y su sonrisa se amplió al ver cómo Yaiza jugaba con el agua de aquel bosque. Había en ella un brillo de inocencia infantil incluso a pesar de la oscuridad de su alma. O tal vez incrementada por ésta, pues no hay crueldad más pura que la de un niño lleno de inocencia. La contempló con un poso de ternura en su mirada y cuando Yaiza terminó de hablar, asintió de nuevo.

—Si Bethanny decide usar su don en resucitar a Sylvia mañana, la mujer de la serpiente también podría traer a alguien más de vuelta y estaremos como estábamos hoy. Puede que mañana sea un día complicado en ese caso. Confiemos en el egoísmo de la mujer del martillo. Sea como sea, tendremos que centrar nuestros esfuerzos en matar a Bethanny al atardecer. Dijo que sólo podía usar su don en determinadas horas del día*, así que si la hacemos caer con nuestras votaciones tal vez no le dé tiempo y no pueda regresar.

»Las luces han sido generosas con Smel y eso nos da más oportunidades. Con que uno de nosotros resista hasta el final para abrir el Sello, todos habremos ganado esta batalla. —Ladeó su sonrisa—. Aunque mejor si resistimos los tres.

Entonces se dio cuenta de que había omitido algo y buscó de nuevo la mirada de la joven.

—Ah, se me olvidaba... Mi muerte fue a manos de Dyehuty. Era una argucia para hacerme parecer inocente y a él conmigo puesto que yo había anunciado su inocencia. Si me mataban de noche todos darían por hecho que no sería un aliado de los asesinos. Smel fingió su propia muerte la misma noche y eso desdibujó un poco el efecto, hasta que se supo que lo de ella había sido fingido. Veremos qué nos trae el nuevo día.

No hay uno sólo de nosotros que pueda decir que ha conseguido todo lo que un día quiso,

Porque no se puede…

Pero aunque no se pueda, insistimos,

Y ese querer lo imposible es a la vez nuestra bendición y nuestro castigo.

Frente a las grandes adversidades, los lobos seguíamos en pie.

La sangre derramada de Sylvia había logrado elevar hacia la calma las alas invisibles que yo guardaba como al ángel caído que representaba. Notando un nuevo respirar aliviado, centré los pies en el suelo parándome en seco y poniéndome frente a frente con Nimay.

Tenía razón cuando decía que Bethanny podía volver a traer a Sylvia, por ello, lo miré fijamente y arrugué un poco la frente –ya está hecho, sólo queda esperar a que hablen y acusen. No nos hemos ocultado, puede que alguna haya visto a Smel asesinando a la Eve...

Bajando la mirada y escuchando de fondo el aleteo de mi ave, relajé el gesto -creo que alguno de nosotros debería fingir que la ha visto matar, a Bethanny, si se diera el caso que he comentado -que haya visto algo- y así, si hubiera un uno contra uno, ésta se guardaría su última posibilidad de resurrección para ella misma- propuse, aunque no sabía muy bien si era una buena elección, pues no acusar directamente seguía siendo mi predilección. Busqué sus ojos- ¿queda alguna manera rápida de matarla para que no le dé tiempo a regresar?*- pregunté, sintiendo un escalofrío de incertidumbre que sabía a agua dulce y hiel.

-Tú solo has sabido ganarte la confianza del resto, eso es muy bueno, pues la estrategia con el árabe te ayudó en gran parte...Debemos elegir bien, ahora también hablaré con Smel.

El amanecer olía a hierro y a sal. Olía a sangre. Olía a muerte. Y Nimay sonrió en ese bosque que su mente escondía mientras el fino olfato de Haathee percibía el aroma del amanecer en aquel otro lugar de ruinas.

Los ojos de ambos, hombre y elefante, brillaban con la adrenalina que pulsaba bajo su piel, recorriendo sus venas con la esperanza de un nuevo amanecer de muerte. Y su sonrisa se amplió cuando los dos pares de ojos oscuros se cruzaron con los dos lagos azules que contenían los de Yaiza. Entonces, negó con la cabeza.

—No pueden haberos visto. Sólo tú te mantenías despierta en su bando, el resto duermen sin ver. Por eso te han traído a ti, para que veas de noche y señales. —Hizo una pausa, valorando la idea de la joven durante un par de segundos. —Si dijeras que has visto a Bethanny matando a Sylvia, Theora te creería y la señalaría con nosotros al atardecer. La rubia se defendería, tal vez querría demostrar su inocencia usando su don y traería a alguien de vuelta. Con suerte Olenna, sin ella Sylvia. En cualquier caso, seríamos más y ganaríamos esa batalla. Pero tal vez no es necesario que te expongas tanto. Puedes decir que no has visto a nadie y dejar que las cosas fluyan. Todo depende de cuántas ganas tengas de enredar y jugar con ellos.

Después suspiró entre dientes, contemplando a la mujer parada frente a él.

—Que yo sepa no tenemos ninguna opción para matarla rápido, pero ella dijo que no podía usar su poder cuando quería, que tenía que hacerlo a determinada hora del día... Si acabamos con ella hoy y tenemos suerte, a lo mejor no le da tiempo de usarlo. Si Sylvia no vuelve podríamos acabar con esto esta misma noche. —Sonrió. —Veo el final cerca y tengo más esperanza en nuestra victoria que en todos los días anteriores. Pero no nos confiemos todavía... Están esas señales extrañas en los combates y todavía quedan luces sin identificar y sin recibir. La cosa podría complicarse.

Nimay escuchaba con atención lo que sucedía en el otro lugar y con las palabras de Bethanny una idea empezó a formarse en su cabeza.

—Smel podría decir ahora que el don que ha activado gracias a las luces envenenará a Bethanny, pero que eso será justo en el momento del atardecer. Así Bethanny se guardará su resurrección para sí misma, en lugar de usarla con Sylvia como acaba de anunciar que quiere hacer.

Se encogió de hombros levemente.

—Sólo es una idea, pero podría funcionar. Cuéntaselo a Smel para que la valore.

Y con una sonrisa de medio lado añadió algo más.

—Si estuviera aquí Olenna le diría que es gracioso porque Theora sospecha de Bethanny y la rubia de Theora y ambas son las únicas inocentes. Mientras tanto, nadie sospecha de los culpables.

La presencia de Nimay era tan refrescante y relajante como aquella lluvia en la noche. Gracias a él descarté las dudas que albergaba sobre la posibilidad de encontrar a alguien más que pudiera contemplar las muertes nocturnas, como yo había podido hacer en un tiempo atrás.

Antes de poder responder, cerré los ojos. La conversación en el otro lado había desatado las advertencias. Bethanny quería traer a Sylvia. Se materializaban nuestros temores. Había que actuar, abrí los ojos.

Atendí a la sugerencia de Nimay con un asentimiento.

-Se lo acabo de decir, esperaré a que hable, pero segura estoy de que lo valorará adecuadamente...cuando Smel se pronuncie yo lo haré, tratando de dar paz y negando haber visto nada, ya que como has dicho, parece que no hace falta que me exponga- ladeando la cabeza le miré casi queriendo leer dentro de su ser- eres muy inteligente- sonreí aniñadamente -y sí, por suerte es así, sospechan entre ellas. 

Nimay frunció el ceño con molestia mientras Sylvia se levantaba en el lugar de ruinas, impulsada por la brisa del martillo de Bethanny. Y al mismo tiempo Haathee se revolvió inquieto entre aquellas sombras que susurraban sólo para sus oídos.

—Parece que no ha funcionado —dijo, tomando aire despacio—. Veamos entonces si Sylvia trae a alguien y esperemos que sea Olenna... Esta noche tendréis que repetir el trabajo, pero al menos la rubia no podrá traer a nadie más.

Hizo una pausa y se frotó la frente con dos dedos.

—No creo que Sylvia la señale. Después de esa demostración, quizá Theora tampoco. Si al atardecer no muere ella, Smel puede decir que sólo lo dijo para probarla y decidirse entre ella o Theora, según lo que Bethanny hiciese con esa amenaza. Pero ahora... Tenemos que pensar a quién miraremos nosotros. ¿Qué dice Smel?

-Muchas vueltas a la vida se han dado ya hoy, pero por suerte, una de ellas es la de Olenna- sonreí ligeramente -está hablando con nosotras. Me ha pedido que te diga que hay algo más gracioso que tu maldición, y es que Sylvia ha traído a la vida a más semillas que no semillas.

Respiré el aire con olor a mojado del bosque -siendo Bethanny la que ha traído a Sylvia, ya no le queda nada a la Grovehn, está acabada...pueden hablar todo lo que quieran, pues volveremos a atacar a Sylvia por la noche, se quedará sola y aislada- era irónico, estaba planeando la muerte de aquella que me había traído de nuevo a la vida -Smel exaltará la inocencia de la joven del martillo y mirará a la pequeña Eve al atardecer...cuando caigan ambas, ya miraremos a quién acusar después.

Puse la capucha que colgaba de mi espalda encima de mi cabeza, y miré al horizonte.

-Yo no miraré a Theora, le he declarado demasiadas veces mi confianza, por ende, tu tampoco deberías, pues ella te quiere y confía. Puedes mirar a Sarghagas.

Dejando mi vista puesta en ningún punto fijo, me quedé pensando en la pregunta de "a quién miraría", pues mi debilidad ya estaba confesada en que era la edad temprana.

Otra pincelada vino a mi cabeza como una ráfaga, la de matar a la mujer que me había traído de vuelta.

Duro, pero necesario, pensé disuadiendo las ideas, sintiéndome rodeada del resto de sombras. 

-¿Tú qué piensas- acabé preguntándole a Nimay.

Nimay sonrió con Yaiza al regreso de Olenna y su sonrisa se amplió un poco más con ese chiste retransmitido. No ocultó en su mirada que había echado de menos el humor ácido de la mujer del bastón.

—Lo es —convino, guardando silencio después para escuchar el resto de lo que la joven del arco tenía que decir.

Los dos pares de ojos siguieron su mirada hacia el horizonte y se entretuvieron contemplando las sombras fluctuantes y susurrantes.

—Pienso que con estas dos últimas resurrecciones ya hemos ganado. Conocemos los sellos de todos los vivos y creo que si alguno más de los muertos pudiera regresar o intervenir ya lo habría hecho. Aunque los inocentes se iluminasen y empezasen a cazarnos, somos cuatro y Smel tiene su segunda oportunidad. Tendrían que matarnos cinco veces. —Negó con la cabeza. —No les dará tiempo. Y no serán tan listos. Pienso que ya sólo es cuestión de tiempo que logremos nuestro objetivo.

Entonces su mirada se llenó de determinación y volvió a buscar los ojos azules de Yaiza con los suyos.

—Yo no voy a mirar a Theora —dijo—. Eso sería incoherente. Hay algo que no estamos teniendo en cuenta, cuéntaselo a Olenna y Smel: puede que cuando la niña muera su locura vuelva a desatarse y dos obtengan un pacto y una reunión.

Movió los pies descalzos entre la hierba húmeda y se encogió de hombros.

—Miraré a Sarghagas o no miraré a nadie. Dependerá de cómo se desarrolle el día.

Hizo una pausa y frunció el ceño levemente mientras sus ojos volvieron a buscar el bosque. La esperanza de un final victorioso llenaba su pecho, pero recordaba las risas infantiles que lo habían atraído a aquel lugar y esa esperanza se opacaba un poco.

—No hay lugar para la inocencia en Oldland —sentenció mientras en aquel otro lugar de ruinas la mirada de Haathee se posaba sobre Theora y en el fondo de sus ojos aparecía una sombra de tristeza que tenía nombre propio y que, aunque no era el de la pequeña Eve, se evocaba en su mente cada vez que la contemplaba—. Pronto no lo habrá tampoco en ningún otro lugar.

Volví a encontrarme con sus ojos cuando su color marrón desértico se fundió con los míos, color océano.

Asentí a sus palabras confirmando que se lo diría a ambas, pero en esos momentos permanecí callada, volviendo a dejar la vista puesta en el infinito de árboles tras escucharle decir que no habría lugar para la inocencia -puede que yo tampoco mire a nadie, pues no creo que tenga a nadie a quien mirar...- dije con las miras puestas en el atardecer.

Bajé las pupilas como si estuviera escuchando algo y proseguí -me ha pedido Olenna que te explique porqué ha dicho tales cosas. Piensa que tienes que apoyar la idea de que quedan 2 semillas. Si creen eso, para cuando la niña muera, no se extrañaran de que sigan muriendo. Cuando sólo quede el cuerpo inerte de Theora, haremos que Sarghagas compruebe su inocencia, y cuando éste la confirme le acusaremos de decir aquello porque él es la última semilla, la que queda restante...o incluso yo podría acusarle directamente diciendo haberle visto matar por la noche...por ello hay que corroborar que Olenna está en lo cierto.

Cuando Oldland se tiñó de sangre y muerte en un nuevo atardecer, Nimay y Haathee se quedaron inmóviles, sin ningún deseo de participar en aquella ocasión. Sus ojos buscaron los de Yaiza antes de que se pusieran en movimiento en el otro lugar pero en el bosque, permanecieron allí, como si se hubieran perdido en la profundidad de su azul.

—Primero el duelo, luego apoyaré la duda que Olenna sembró para el día de mañana —dijo el hombre. Después suspiró y se frotó la cara con ambas manos, levantando una pequeña lluvia de gotitas de agua desde su pelo—. Voy a traer a Smel.

Con esas palabras su mirada buscó a una de las sombras que estaban a su espalda y sus labios se movieron casi imperceptiblemente. Cuando volvió a mirar a Yaiza, sus labios empezaban a curvarse en una media sonrisa. El dolor que sentía se atenuaba ante la idea de extenderlo por todo el mundo.

—Supongo que esta noche será Sylvia, mañana acusaremos al hombre de las ratas y Bethanny quedará para la noche siguiente, ¿es así? —preguntó, ofreciéndole su mano a la joven para que caminase de nuevo junto a él. La inactividad lo inquietaba.

No hacía falta hablar para contemplar el dolor en su cara y en su gesto. No quise ahondar en su dolor transmitiéndole palabras que no llevarían a nada más que una posible lágrima...y es que la muerte es lo que tiene, que nunca se supera, más bien tan sólo se acepta y se aprende a convivir con la ausencia que deja.

Girando la cara con él para observar a una sombra, pregunté -¿Traerás aquí a Smel?- volví a fijarme en sus ojos -siempre me sorprendes con una nueva noticia -sonreí a su misma vez.

Tratando de animarle ligeramente, sonreí de nuevo y acepté su mano asintiendo ante la planificación que había resumido -eso es, esta noche será Sylvia, luego acusaremos a Sarghagas. Por último, Bethanny.

Caminando de nuevo a paso lento decidí volver a hablarle, ya que debía sentir pesar al saber que la niña ya no creía en él -ya queda poco, pronto seremos libres- miré levemente mi arco y mis flechas, los cuales, seguía manteniendo colgados -mereces ser feliz, y sé que lo serás...aunque no de la manera que el resto cree, pues hay quien sabe amar el caos y la decadencia- alcé la vista al cielo a modo de esperar una señal- Estas también guarda belleza.