Partida Rol por web

- ¡Bresa! Tuve una muy buena mañana y espero que ustedes también. - Dijo Russ mientras abrazaba y besaba a su esposa. Se acerco a sus hijas que lo miraban con una sonrisa en sus caras. - ¿Les está yendo bien con sus costuras, niñas? - Rayura asintió con su cabeza y le sonrió a su padre mientras Cysa, quien estaba jugando con las telas, imitó a su hermana moviendo su cabecita con una gran sonrisa.

- ¡Querida tengo una buena noticia! Ser Tully ha decidido que es hora de que nuestro Roy comience a forjarse como adulto. - Todos los presentes se giraron hacia el Matatoros con caras sorprendidas. Roy estaba totalmente estupefacto ante semejante noticia. - Roy, muchacho, es mi deber comunicarte que debes decidir tu futuro. Puedes servir junto a tu padre y los demás jinetes libres en la guardia del castillo o apuntarte con alguien para aprender una profesión. - La cara de Russ borra su sonrisa para mostrar una mirada fría y seria a la vez que apoya sus manos en los hombros de su hijo - Sí deseas ayudarnos deberás saber que comenzaras desde abajo ayudando a tus mayores. Mientras aprendes como desempeñarte en el trabajo se te entrenará para pelear con el arco, la espada y la lanza para convertirte en un buen guerrero. Para finalizar, tu deber será proteger el castillo y velar por sus habitantes. - La sonrisa vuelve a aparecer. - Es tu decisión, hijo, elijas lo que elijas estaré feliz por ti. - 

El jefe de la guardia se vuelve hacia sus compañeros Armase y Bethan, quienes habían dejado de limpiar. - Muchachos, espero que puedan ayudar con el entrenamiento de Roy, si es que decide tomar nuestro camino. Confío en ustedes y se que lo harán sentir uno mas de nuestro gran grupo. -

El pequeño Roy parecía haberse sumido con fervor casi fanático en la mundana tarea que se le había encomendado. Sin decir una palabra, ni esbozar el menor atisbo de berrinche, y haciendo gala de una decisión y un celo ciertamente desacostumbrados para alguien de su edad, el pequeño había fregado y restregado a conciencia una buena porción del piso del barracón, repasando una y otra vez los recios maderos del suelo con toda la naturalidad y entereza del mundo. Como si aquella responsabilidad fuera suya y solo suya, y de ella dependiera el futuro mismo de todo el castillo.

No había emitido sonido en todo el rato, a excepción de algún que otro bufido de cansancio de tanto en tanto, y apenas si había alzado la cabeza del entarimado que con tanto ahínco fregaba. Pronto, sus rodillas se habían enrojecido con la fricción continua, y los pequeños dedos de sus manos ya comenzaban a agarrotarse por el esfuerzo. Pequeñas gotas de sudor perlaban su frente, y descendían por su rostro de manera cada vez más abundante y molesta.

Con todo, y a pesar de su loable empeño, visto de manera objetiva el resultado final no resultaba demasiado impresionante. La superficie a limpiar era sencillamente demasiado extensa para ser abarcada por una sola persona, mucho menos por un crío, y la mugre se hallaba tan adherida a los antiguos listones de madera que solo un profundo trabajo de lijado y pulido podrían significar alguna diferencia.

Para peor, la inmunda franela que utilizaba se había vuelto prácticamente inservible luego de unas pocas pasadas, y el agua del cubo ya ensuciaba más de lo que limpiaba...

Sin embargo, el pequeño Roy había realizado un trabajo encomiable en los rincones, hurgando aquí y allá con sus pequeñas manecitas en los lugares más inaccesibles, en los recodos más incómodos, donde la escoba y el cepillo casi nunca alcanzaban.

Precisamente se hallaba enfrascado en lidiar con un pegote particularmente persistente que dominaba un rincón del entarimado cuando el desagradable sujeto que todos conocían como BETHAN regresó al barracón.

En un primer momento, el jovenzuelo apenas si le prestó atención, tan sumido como se encontraba en su hacendoso aislamiento. Pero cuando aquel terrorífico sujeto vociferó de repente su nombre, el pequeño ROY no pudo más que alzar la cabeza con pavor ante tremenda sorpresa.

Sencillamente, no recordaba haber sentido un terror tan acuciante en su vida. Y ni las paternales palabras que pronunció a continuación el “Caratorcida” consiguieron apaciguar su espíritu.

Por fortuna, antes de que tuviera que responder algo a aquel dedo índice que lo señalaba de manera tan ominosa, la familiar y tranquilizadora figura de su padre irrumpió en el salón… aunque no precisamente para mejorar su situación…

- Ehhh… yooo… - balbuceó confundido el pequeño, aún sin poder reponerse del susto que se había llevado con BETHAN - No lo se…

Completamente desarreglado y cubierto de sudor, con las flacuchas rodillas enrojecidas por el esfuerzo y oscurecidas por la mugre, y todavía aferrando en su mano derecha el inmundo trapo con el que había fregado una cuarta parte del piso del barracón, ciertamente aquel no parecía un buen prospecto de guerrero.

Sin embargo, pronto un brillo intenso comenzó a iluminar su mirada.

- ¿Y podré andar a caballo como tú? – dijo ya visiblemente más animado - ¿Y llevar una espada?

Armase dejó caer el cubo al suelo con un sonoro golpe y lanzó a su interior la bayeta que llevaba. Se acercó al muchacho y antes de llegar a él hizo una corta y dura mirada a Russ... como si de aquella manera adquiriera el permiso otorgado por el padre para poder dar consejos al que fuera su hijo. El hombre lo miró desde lo alto diciéndole. 

- Puedes tener caballo y espada sin ser un guerrero... Armase volvió a mirar a Russ, viendo que tenía una sonrisa en su rostro y asentía ante el comentario. Luego el jinete siguió hablando mientras hincaba su rodilla en el suelo para poner su cara a la altura del muchacho.

- Pero si decides coger el camino de la lucha, de la batalla... entonces debes entender que a partir de ese momento tendrás que alejarte de todos aquellos a los que puedes hacer feliz... porque tu vida no valdrá para nada, tu cometido será morir para proteger la vida de tu Señor y cuando eso pase, si tienes a gente que te quiere a tu alrededor, causará un enorme dolor. Cuando mueras en una batalla, ante un adversario que no conoces, que no odias, ni que él te odia... tu madre y hermanas llorarán sin consuelo. Ojalá yo tuviera tu edad y pudiera elegir un camino diferente pero... 

Bresa correspondió a su esposo con cariño y algo de pasión, aunque no demasiada pues estaba en público y sus hijas estaban empezando a disimular una risa tonta al ver así a sus padres.

-Esa es una noticia estupenda Dijo, aunque no muy convencida. En el fondo quería que su pequeño Roy siguiera jugando y siendo un niño para siempre, pero sabía que eso no podía ser y el puesto que le ofrecían era todo un honor, algún día sería tan buen guerrero como su padre. Se acercó a Roy y le abrazó. Mi pequeño... Mamá estará muy orgullosa de ti, seguro que lo harás muy bien.

Parecía que su hijo estaba tan encantado con la idea como su padre, incluso como sus hermanas que habían dejado las labores a un lado y se habían puesto a aplaudir y a dar saltitos mientras preguntaban si ellas también podrían ser guerreras y llevar una espada. Bresa las miró reprendió con una sonrisa en la cara, era un momento feliz para su familia.

-De eso nada niñas. Vosotras seguiréis haciendo las labores como hasta ahora, las espadas y los caballos son para los hombres. Después se giró hacia su esposo e hijo. ¿Habéis comido ya? Estaréis hambrientos si no...

Armase se quedó mirando a la esposa de Russ - esta mujer no entiende nada, o ¿Qué le pasa? - mi padre fue jinete, soldado y guerrero servidor de su señor. Meses después de que yo naciera, él murió y mi madre no lo lloró, pues ya lo hizo el día en que se casó con él... todo el mundo sabe que un guerrero está condenado a morir por su señor. Si quieres a tu hijo, mujer, le enseñarás a amar un oficio que no sea el de matar a extraños.

Armase miró a los presentes, esperando alguna respuesta, alguien que lo apoyara en su comentario. No es posible, me niego a creer que nadie aquí tenga sentido común. Con evidente malestar cogió el estropajo y el cubo de nuevo y se puso a limpiar.

Estoy seguro de que Armase es y será un buen guerrero pero su forma de pensar a veces resulta exagerada... Éste muchacho debería dejar de ser tan terco... El Matatoros cerró sus ojos, respiró profundo y volvió a abrirlos. - Bueno, bueno... Armase has dejado mas que claro lo que piensas y si bien tienes razón en varios puntos, la decisión es del muchacho como ya lo he dicho. - Russ sabía claramente a lo que se enfrentaría su hijo, él lo vive desde hace bastante tiempo. - Roy, dejaré que lo pienses hasta mañana. Piensa en lo que te hemos dicho y consulta con otras personas si lo necesitas. - La cara de alegría del pequeño cambió luego de escuchar a Armase a una seria mirada que dejaba ver un poco de miedo. 

- No, no he comido querida y creo que sería una buena idea hacerlo antes de volver a pratullar el castillo, pero será algo sencillo. - Russ se acerco a Bethan y Armase. - Muchachos, necesito que vayan a la barbacana. Caster tiene algunos asuntos que tratar y quiero que alguien tome su lugar hasta que regrese. Luego pueden entrenar, mañana continuaremos con la limpieza. - Antes de que se marcharan debía de prevenir a Armase. - Ten cuidado de que no vuelva a repetirse lo que sucedió en la fiesta, ante cualquier problema trata llamarme a mi o alguien mas experimentado antes de actuar. No queremos que sean castigados nuevamente, ¿No?. - Russ se vuelve para mirar a Bethan. - Tu también Bethan, cuidado con lo que haces. Espero que ambos hagan un buen trabajo, marchaos.

Armase bajó la mirada cuando Russ se acercó a hablarle. Ciertamente había sido algo duro con el muchacho, delante de la figura paterna, algo que podría haberse considerado deshonroso por parte de muchos hombres, pero Russ parecía entender que detrás de Armase había algo más que prejuicios sobre hombres con espada... y eso lo apreció mucho.

Una vez el jefe de jinetes los puso sobre aviso Armase se puso firme diciendo:

Si Russ, perdona por nuestra estúpida reacción... - ¿debo llamarlo señor ahora que es el jefe, tratarlo de usted después de tantas copas compartidas? - usamos demasiado el instinto y muy poco el cerebro. Estoy seguro que no se volverá a repetir. Yo puedo ir a la barbacana a sustituir a Caster.

Bethan dejó caer pesadamente su enorme mano en el hombro del nuevo (a no ser que Armase no le espantase antes) jinete.

Lo que Armase quiere decir, Roy, es que tenemos los ojos puestos en ti. Y los tiempos de paz son los mejores para entrenar y endurecerse. ¡Argh! Tú y yo vamos a pasar muchas guardias juntos, muchacho.

Se sentía bien con cómo se le daban los niños. Aunque tenía más que ver con su cara deforme, que los asustaba y hacía que se quedasen quietecitos y sin pegar berridos. Se ocupó después de las órdenes...

Tú tranquilo, Matatoros. Las murallas son tan aburridas que no hay manera de meter la pata.

Oh... jajaja... y lo mejor de todo es no tener que seguir limpiando. Aunque es una pena marcharse justo antes de que Bresa prepare algo de comer.

Salió por la puerta del barracón junto a Armase.

- Armase y Bethan salen al Patio.

-Yo me encargaré de eso amor. Iré a la cocina a por algo, seguro que Viterrand tiene algo sabroso preparado y mis hombretones necesitarán reponer fuerzas. Se giró hacia sus hijas. Niñas, dejad la costura y preparad la mesa para vuestro padre.

Las niñas dejaron las labores a un lado y se levantaron obedeciendo a su madre dispuestas a dejarlo todo preparado para cuando ella regresara con la comida.

-Vuelvo enseguida. Dijo dedicándole una sonrisa a toda su familia y encaminándose hacia la puerta.

- Roy, hijo... ¿Qué sucede? Ven a la mesa comamos algo juntos. - Podía ver la preocupación en la cara de su hijo. Sé que es una decisión difícil así que intentaré calmarlo un poco. - ¡Vamos! Tómalo con calma... Harás una buena elección. ¿Qué tal ha sido tu mañana? ¿Todo bien con los muchachos? -

Una vez que las niñas terminaron se sentaron en sillas próximas a su padre. - Niñas, espero que no le den problemas a su madre. Ahora que su hermano no va a estar a tanta disposición de su madre y ustedes, necesito que se ayuden entre si, sean buenas hijas y cumplan con sus deberes. ¿De acuerdo? - La mirada, la sonrisa y la expresión de Russ eran la de mayor ternura que alguien podría tener hacia otra persona, la de un padre cuando mira a sus hijos con amor. Espero que estos momentos con mis hijos duren para siempre.

-Si papá, nos portaremos bien. Respondió Ruyara mientras su hermana pequeña asentía a su lado. ¿Entonces Roy va a ser un soldado como tu?

Roy siempre había sido un muchacho ágil y fuerte, o al menos esa era la imagen que tenía su hermana de él. Cysa, la pequeña tiró de la manga de Roy que estaba sentado a su lado mientras le sonreía.

-Yo también voy a ser soldado de mayor. ¿A que si papá? Lucho mejor que Roy con la espada, siempre le gano. Evidentemente Roy siempre se dejaba ganar cuando su hermana pequeña fingía utilizar algún palo a modo de espada. Y también voy a ser costurera como mamá, ya se coser muy bien y ya casi no me pincho. Les enseñó su dedo índice que tenía un pequeño punto rojo de un pinchazo. Solo lloré un poquito, soy una niña muy valiente, me lo ha dicho mamá.

Ruyara cabeceó ante las palabras y las ideas de su hermana pequeña y recordó los pucheros que hacía cada vez que se pinchaba con la aguja.

- Bresa se dirige a las Cocinas.

PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.

MUY AVANZADA LA TARDE.

- Darién llega a los Barracones.

ROY no había comprendido del todo las palabras que aquel sujeto le había dicho mientras se encontraba arrodillado junto a él. Pero algo en ellas había bastado para provocar una sensación extraña en su pecho. No era tristeza, ni tampoco temor. Pero había bastado para hacerle olvidar la repentina alegría que lo había invadido con la noticia de su padre.

Quizás fuera el tono que había usado aquel hombre. O ese brillo extraño en su mirada, capaz de transmitir una furia y una pena tan profundas que conseguían llegar al corazón del pequeño aún cuando su mente fuera todavía demasiado inocente como para entender tales conceptos.

En cualquier caso, completamente abrumado e incapaz de asimilar tantos acontecimientos, el hijo del Matatoros pareció sumirse en un cavilativo silencio, y lo que siguió fue más parecido a un sueño para el pequeño ROY.

El cariñoso abrazo de su madre, los saltos y festejos de sus hermanas, e incluso la espeluznante y amenazadora cercanía del CARATORCIDA… todo se fue desdibujando en un vertiginoso torbellino de sensaciones encontradas que el pequeño solo parecía presenciar desde la distancia, como si fuera otro el protagonista de tales sucesos.

Sin embargo, y afortunadamente para el joven, el momento pronto pasó. Y los adultos se centraron en otros temas más importantes, dejando al pequeño para que rumiara sus pensamientos en la intimidad de su conciencia.

Por fin, el insistente pero a la vez reconfortante tironeo de su pequeña hermana consiguió sacar al niño de su ensimismamiento, y sus inocentes comentarios casi lograron devolverle la sonrisa perdida.

Casi…

- Si… estuvo bien… supongo… - comenzó a balbucear, mientras intentaba encontrar el ánimo suficiente para reponerse a tantas novedades – Me pidieron que ayude con la limpieza. Y creo que quedó bastante bien.

– Ya terminé casi todo el pasillo. – agregó mientras señalaba con la cabeza en dirección a las habitaciones - Pero todavía falta el comedor…

Luego de guardar silencio algunos instantes, y dejando claramente en evidencia que sus pensamientos se hallaban bien lejos de aquellos viejos maderos que con tanto esmero había refregado, el pequeño continuó con un tono algo más firme y sereno, como si por fin comenzara a asimilar todo lo ocurrido.

- Yo quiero defender el castillo como lo haces tú, padre. – dijo sin alzar la mirada del plato vacío que tenía frente a él – Y llevar una espada. Y andar a caballo.

- Pero lo que ese hombre dijo… ¿es verdad? Algunas noches, cuando sales a patrullar… a veces creo que Mamá se pone triste…

Darién entra en el barracón donde por suerte estaba el hombre al que estaba buscando. -¡Buenas! - Saludó a todos los presentes, parecía que casi toda la familia de Russ estaba presente. - Russ, quería hablar contigo, has pedido a Caratorcida que estuviera en la barbacana exterior y a Caster para que sustituyeran a Armase. Yo era el que estaba en turno de vigilar la barbacana y no armase. ¿Debían cambiarse por mí o por Armase?, el cual no se dónde se ha metido.
- Roy - Dice Darién tocando el hombro del muchacho al que había escuchado decir cómo quería ser un soldado - Me alegro, serás un soldado muy valiente, te pareces a tu padre... aunque no se si le gustará eso a tu madre. - Dice con una sonrisa triste. Los padres no querían ver a sus hijos arriesgar el pellejo en guerras de nobles ricos.

PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.

ANTES DEL OCASO.