Partida Rol por web

Ojopocho husmeó a medida que avanzaba en retaguardia de la compañía, las callejuelas estaban llenas de gente que abría paso a los Hostigadores y a la mermada escuadra de Cortaplumas. Ojopocho se percató que las calles que salían de la gran avenida eran más estrechas y oscuras, probablemente estuvieran avanzando por alguna calle importante. El cazador K'hlata miró con curiosidad los establecimientos y puestos que estuvieran bien señalados en Chon Delor, en el pueblo de los caimanes la casa del chamán estaba ricamente adornada con máscaras en su exterior, y en la Compañía los comercios y tiendas de mando estaban bien señaladas, lo lógico sería que aquí fuera igual, así que Ojopocho puso atención sin sacar las manos de artilla.

En el carro Khadesa estaba pálida, más que de costumbre. Era consciente de las miradas llenas de extrañeza que les lanzaban al pasar, y los comentarios, aunque incomprensibles, eran claramente dirigidos a ellos. La comitiva era un acontecimiento, pero también lo era Cho'n Delor para los Hostigadores. No sabía qué había esperado, posiblemente si se hubiera parado a pensar, la ciudad era en muchos aspectos previsible. Conociendo a sus patronos, claro. Sin embargo, la tensión pesaba, pesaban las chimeneas sobre sus cabezas, pesaba la oscuridad hasta en el ánimo.

Intentó distraerse. Pensó en Jabalí, y la breve confidencia que le había lanzado, tenía las cuentas. Y ella tenía las plantas necesarias, podría emprender el conjuro. Se preguntó si el ambiente de la Ciudad no le sería de ayuda, precisamente. Y, cuando se dio cuenta de que volvía a estar pensando en lo mismo, negó con la cabeza, aburrida de sí misma...

Estaba claro que la ciudad era siniestra, y sólo había que ver el tipo de edificación que tenía. Parecía que la piedra se retorcía maliciosamente y la oscuridad y el frío no ayudaban a opinar lo contrario. Aunque supuso que al menos uno de los Hostigadors estaría encantado con el lugar, más que suponer lo había dejado claro.

- Tranquila, es normal –habló con suavidad a Khadesa al verla visiblemente nerviosa por las miradas y los dedos señalando a los Oscuros- Lo diferente llama la atención, sólo es eso.

Tras darle un ligero golpecito en el hombro a la Pitonisa regresó a la parte trasera del carromato para atender a Pelagatos. Entre la práctica y la observación del cuidado de sus propias heridas tenía lo básico para echarle un ojo al Oscuro. Lo que no le comentaría a Matagatos, ni a nadie, es que suponía que el estar aprendiendo sobre el cuerpo humano ahora sabía dónde ejercer más daño cuando llegara el momento adecuado. Sí, estaba ganando por partida doble.

Pasó un paño humedecido por el rostro de Pelagatos y echó un ojo a su espada corta a un lado y el arco cerca del pescante. Ya había sido avisada de estar al tanto, pero francamente no creía que nada sucediera después de ver las torres y a los guardias. Si quisieran atacarles ya lo habrían hecho, aunque no podía decir lo mismo de la chusma de la ciudad. Sí, tenía claro por experiencia que las ciudades albergaban a tanta chusma como la ciudad pudiera controlar. Aunque, viendo el panorama y conociendo el renombre de la ciudad lo más probable es que fuera más difícil hallar a alguien honrado.

Y ya estaban dentro de una ciudad otra vez. Al menos, en esta ocasión, iban todos juntos y con las armas en la mano. Guepardo pensó que de poco le servirían si les tendían allí una emboscada...su número era inferior. Según avanzaban aparecía más y más gente, muchos mujeres y niños. Como era normal señalaba con el dedo a los oscuros, mientras sus ojos se abrían de par en par. Parecía que nunca había visto a alguien así. No le sorprendía, su reacción fue parecida cuando vio al primero. Siguió el paso junto a sus compañeros, prestando la máxima atención a todo a su alrededor. Era hora de estar atento, ya volvería a su desmayo, y sus posibles causas, más tarde. Apretó la lanza con las manos y continuó caminando.

Nada más traspasar las puertas supe que no podría disfrutar de la ciudad como me hubiese gustado. Me faltaba libertad, poder adelantarme al resto, alejarme hacia un lado o poder inspeccionar desde más cerca los hechizos que protegían la muralla bajo la que habíamos pasado. Pero no podía y todo se lo debía agradecer a Matagatos.

- “Y todo por un muerto.”- Un muerto al que había sido muy considerado al no perturbar el sueño del resto de los hostigadores con sus gritos mientras le hacía lo que le había hecho. Claro que bien podía deberse a que le había tapado la boca para que no gritase.

Lo bueno era que siendo la ciudad de nuestros patrones con suerte tendría la oportunidad de visitarla en otro momento, incluso podía llegar a tener un guía de lujo a la hora de hacerlo. Mientras podía divertirme contemplando como la paranoia se esparcía entre los Hostigadores más idiotas (una gran mayoría) y con las caras de incredulidad de los pobladores de la ciudad baja de Cho’n Delor. Es más, durante un tiempo pensé en hacer algo para aumentar su estupefacción, algo con lo que gritaran de terror más que de asombro…

Todavía lo seguía pensando…

Jabalí resopló. No le gustaba ser el centro de atención. Y desde que habían llegado parecía que todos los ojos se volvían hacia ellos, mirando, analizando, estudiando cada uno de los rostros de la comitiva. Interiormente se alegró de que la mayor parte de las miradas se dirigieran a los oscuros pero, aun así, no le gustaba aquella sensación. Prefería pasar desapercibido.

Y, por supuesto, se veían confirmadas sus sospechas. Aquella ciudad no le estaba gustando. No eran ya tanto aquellas miradas, sino aquella sensación que lo incomodaba y que se había acrecentado al acercarse a las puertas de la ciudad, el no conocer la lengua en la que hablaban los lugareños y el que su camino hasta aquí le había enseñado algo, y bastante bien por cierto. No le gustaban las ciudades. Cierto es que nunca había estado en ninguna y durante el camino hacia allí no había participado en ninguna de las visitas, pero había quedado claro que lo único que se podía encontrar en las ciudades eran problemas. Y si no que se lo dijeran a sus compañeros heridos.

Jabalí intentaba caminar aparentando normalidad, pero interiormente estaba dispuesto a entrar en acción si alguien o algo amenazaba a la Compañía.

- Siguiendo las indicaciones de Sierra, atravesáis brevemente una parte de la Ciudad Baja, para después internaros en el Barrio Residencial.

Akatsuki hace una reverencia ante R'Gaa.

- "Es un gran honor que hayas pensado en mí como tu Hermana de Capa, pero creo que no soy digna de tal honor." -