Partida Rol por web

Ralph estaba preparado para recibir casi cualquier crítica, incluso para recibir tal vez algún halago. Lo que no esperaba era aquella declaración. El Ravenclaw sería muchas cosas positivas, pero no guapo. Ni radiante.

Tardó dos incómodos segundos en masticar lo que acababan de decirle, en comprender. Y eso era mucho decir para alguien como él que precisamente. Finalmente tomó aire y decidió hacer dos cosas que no eran muy de él, pero aún así quería hacerlas.

La primera de las cosas fue tomar la iniciativa y besar la mejilla de la chica del mismo modo que ella hacía para saludarlo normalmente. Puede que no pareciera demasiado, pero para él lo era.

La segunda de las cosas fue despegar los labios y arriesgarse.

Tenemos que cenar un día, los dos, fuera de Hogwarts. Si quieres.

Ni siquiera estaba muy seguro de lo que decía, pero ya habían hablado de hablar cuando ella terminara Hogwarts y ambos habían dejado claro que la magia era lo más importante, pero realmente, en aquel preciso instante, le apetecía cenar con ella en algún momento. Tal vez la poción fuese más fuerte de lo esperado y los vapores le habían afectado, o algo.

- Es muy importante, para mi el Profesor Floyd no era cualquier Profesor. Entonces la cuestión es que si no comprendo el contexto, difícil es que hable. No por falta de colaboración, es para saber que ha pasado y poder hilar las cosas mejor. - respondo a Diggory con sinceridad. 

- La verdad es que uno se olvida de estar sentado todo el día frente a los profesores. Había días que no sabía si aguantaría un minuto más escuchando al profesor Binns dando otra clase de historia sobre la huelga de los Elfos domésticos. La verdad es que nunca fui muy buen empollón. - Se encoge de brazos, había tenido otros puntos fuertes. - Pero tú si pareces tener buena memoria, pero no intentes compararte con Richter, hasta a mí me daría miedo enfrentarme en un duelo serio con el. Siempre me ha parecido demasiado capaz. - Aquel hombre era un soldado perfecto, casi demasiado. 

Robert mira otra vez el reloj, aún tenía un poco más de tiempo. - Si quieres seguimos practicando, así si ganas el siguiente duelo con este hechizo me tengas que invitar a un café.- Dice con tono de broma - Y luego si puedes me enseñas algún hechizo que has utilizado en los duelos a ver si me refrescas la memoria pues hace mucho que no hago uno formal. 

Robert aceptó las palabras de la joven pero no podía soltar más cuerda sin el beneplácito del auror. Pero habría que sacar alguna carta si aquella chica quería soltar prenda - Veamos señorita Grindelwald, tenemos sospechas que usted estaba teniendo una relación más íntima con el profesor Floyd que de profesor-alumna. No estamos aquí para juzgarla ni a usted ni a él, pero necesitamos saber qué investigaciones estaba realizando últimamente, si tenía obsesión por alguna criatura en los últimos tiempos, qué viajes ha realizado últimamente y si había hablado de algo extraño las últimas semanas. Si nos ayuda la información no saldrá de esta habitación por lo que la directora no tendrá porqué enterarse de la relación. 

- Sinceramente no intentaba compararme con el Sr. Richter.-  me daba vergüenza admitir lo que había sucedido en la última clase del club de duelos.- Durante mi último duelo me enfrente junto con otra alumna durante el primer asalto ella parecía estar un poco por encima de mi nivel de hechizos pero la seguía de cerca pero...- intente mirar hacia algún lugar de la sala para que no se viera la frustración en mi rostro.- ...lanzó un hechizo, Petrificum Totalum, mi compañera derribó las barreras del Sr. Richter y de la profesora Okada y me alcanzó antes de que pudiera hacer nada y caí al suelo, inconsciente y petrificada... y no pude hacer nada para evitarlo. Aquel día no pensé mucho en ello pero si hubiera sido un duelo de verdad de vida o muerte, hubiera muerto sin poder hacer nada...- apreté los puños al lado de mi cuerpo durante un segundo hasta que los nudillos se me pusieron blancos. Tenía una necesidad enorme de gritar en ese momento pero tenía que concentrarme en lo que era capaz en ese momento y era aprender todo lo que pudiera.

¿Ganar un duelo? Sonreí y la verdad tenía razón, solo me quedaba entrenar muy duro para conseguir tener el mismo nivel que mi compañera.- Jajaja no pongas tantas esperanzas la verdad es que mi repertorio de hechizos es bastante básico, Desmaius, Expelliermus, Finite incantatem y alguno mas basico que en los duelos sirven para poco. 

Aunque si te enseño alguno de los hechizos me deberás tu a mi una merienda en Lutier en la villa de voy Vianden- dije orgullosamente sarcástica y en parte esperaba que lo rechazara o negará mi peticion ya que se conocia aquella cafeteria por los famosos postres que hacian y sobretodo para no tener que enseñarle penosamente alguno de mis hechizos. - ¿hecho?

Despacho encantamientos

Megu estaba repasando algunos viejos libros, el hecho de tener que pronunciar los hechizos con la forma de pronunciar inglesa y adaptarlos era en ocasiones todo un reto. Sabía que los alumnos no se conformarían con hechizos útiles como hasta ahora por lo que había decidido probarles un poco y enseñarles algo más complicado y que requería cierta responsabilidad, estaba practicando el Confringio.

Con cuidado apunta a un taco de madera que habia cerca y pronuncia el hechizo:

Confringio

En ese instante suena la puerta y Suki puede ver como un trozo de madera explota en mil pedazos. Suki puede ver como el despacho de Megu era bastante sencillo, una mesa con dos sillas a un lado y una a otro, tras el cual había unas estanterías llenas de libros, pero todos muy ordenados. La mesa tenia algunos libros abiertos que estaban escritos en lo que parecía ser japonés y una tetera con dos de esas tazas que habían usado en la primera clase. En una esquina del despacho había una tarima algo elevada con cuatro cojines y una mesita baja y una barrita de incienso de un olor suave. Al ver llegar a Suki se acerca y dice:

Disculpa el espectaculo... estaba preparando la siguiente clase... por favor pasa, dime, ¿en que puedo ayudarte?

Yllka se llevó la mano a la mejilla donde Ralph lo había besado. Notó como comenzó a ponerse roja, aun más de lo que podría estar después de decir eso. Su cara era un poema pero no era algo negativo lo que la invadía.

- Disculpa Ralph, no quería decir eso... Bueno sí, pero no así, es decir, bueno a mí me pareces todo eso además de que creo que serás un gran mago, seguro el mejor de tu año y que en un futuro harás grandes cosas pero.. pero... - Yllka se atropellaba en sus frases. - Ya sabes que pienso sobre el amor y lo sigo pensando Ralph, aunque no digo que tú no lo pienses igual ¡eh!- corrigió inmediatamente. - Vaya con esto quiero decir que sí, claro me encantará cenar contigo algún día, solos.

Yllka estuvo tentada de coger sus cosas y salir corriendo ya que lo que acababa de decir a su amigo iba en contra de lo que ella pensaba y creía, pero si la poción de Ralph funcionaba y parece que así era puesto que ella no se atrevería a decir algo así por su propia cuenta, eso estaba también dentro de Yllka. Sin embargo miró a su amigo y le besó levemente en los labios y luego se apartó aun más roja. 

- Esto lo trataremos cuando acabemos los estudios... Si es que quieres...

No había que ser muy inteligente uno mismo para darse cuenta de que el profesor Boronov estaba descontento y decepcionado por la impulsiva acción de la muchacha, lo que a Daphne le causaba un profundo dolor interior al que no lograba darle sosiego. Se sentía impotente y frustrada porque ya no podía hacer nada por remediar sus actos y devolverle la vida al Ashwinder, y aunque hubiese hecho un más que meritorio trabajo para compensar el hecho, y presentado sus sinceras disculpas frente al docente, aún con todo sentía que aquello era insuficiente. Le había propuesto compensarle de alguna forma, y tenía en mente asumir el castigo que le impusiese, pero Rusev se había mantenido en silencio sin dirigirle si quiera una mirada.

Sólo cuando movió su mano indicándole que se sentara la joven obedeció sin dilación, y aceptó de buen grado el vaso de agua que le ofreció el imponente hombre, dándole un largo trago para después mantenerlo entre sus dedos. Sus palabras fueron severas, tal y como esperaba, pero no hizo mención de imponerle un castigo, salvo comunicarle que tenía la intención de hablar con su familia. 

La muchacha suspiró. Sabía que si ya iba a ser duro enfrentar y discutir con su abuelo acerca del compromiso que no estaba dispuesta a asumir, más aún se complicarían las cosas si el profesor Rusev le hacía participe de la infracción. Toda la situación la estaba abrumando y no sabía cómo afrontarla, y no fue hasta que el hombre le golpeó levemente con su dedo, que no reaccionó.

- Lo se, actué con impulsividad y sin pararme a meditarlo, de lo que no me enorgullezco en absoluto. Si lo considera oportuno, puedo disculparme por mi acción frente a toda la clase, y en cuanto a que se lo comunique a mi abuelo Rowle... supongo que lo que haga me parecerá bien, aunque sinceramente preferiría que este asunto no llegase a su conocimiento. ¿Propone alguna alternativa?

Ya cerrando aquel tema por el momento, Daphne le hizo una curiosa y extraña petición al hombre que tanto respeto le infundía, no sabiendo si le parecería bien o no. Su abuelo Phineas le había enfatizado que debería disciplinarse y buscar la forma de mejorar sus dotes de lucha, saber batirse en duelo y defenderse, y la joven tenía el presentimiento de que de estar su abuelo en Hogwarts, le hubiese gustado que fuese Boronov quién le enseñase. ¿Por qué aquella acorazonada? En verdad no lo sabía, pero veía ciertas semejanzas entre ambos hombres, y tenía la impresión de que se llevarían bien de conocerse.

- Profesor Boronov... Me gustaría hacerle una petición que obviamente está en su derecho de aceptar o rechazar. ¿Le importa? - Daphne aguardó a que el hombre le permitiese continuar y no tardó en explicarle con determinación. Verá, supongo que estará al tanto de lo ocurrido en la fiesta del baile de Navidad, en la que fui aturdida y secuestrada en los jardines por un misterioso hombre, y que hace tan solo unos días aparecí en una concurrida plaza de Londres malherida y sin recuerdo alguno de lo ocurrido, junto a una mujer que según entendí, es la hermana del asesino Yago Ferreira. Estos días los pasé en San Mungo siendo atendida, y tras interrogarme y no encontrar nada relevante, me permitieron regresar a Hogwarts para seguir estudiando este semestre. El caso es que mi abuelo Phineas me reprendió por no haber sido capaz de defenderme en ningún momento, y me instó a apuntarme al Club de Duelos y solicitar ayuda a los docentes. ¿Sería tan amable de impartirme clases particulares y ayudarme? 

​​​​​​

- ¿De dónde ha salido esa sospecha? Es imposible por el hecho de pensar que jamás tendría una relación con un Profesor. Es algo que no está permitido en Hogwarts, además provengo de una familia de Linaje importante, jamás aceptarían que esté con un Floyd. Ya es una cuestión diplomática y moral, totalmente imposible. - respondo sorprendida por aquella apreciación, frunciendo el ceño ligeramente. - Espero que se arrepienta de su intento de acusación, porque no es válida. 

Luego cuando indaga sobre lo que buscan acerca de Floyd, alzo una ceja. - Pues, es obvio que estudiaba a las Criaturas Mágicas, se dedicaba a ello. No tengo idea con lo demás, era mi Profesor, solo eso. - termino por decir, al encoger mis hombros. 

Mientras recorría los pasadizos de la escuela, escuché unos pasos detrás mío, al girar, pude reconocer a Lauren, aunque hoy era la primera vez que la veía en persona, no Tyler se había asegurado que el rostro de su novia apareciera en cada una de las últimas fotos que nos había enviado.

La chica es guapa, no lo puedo negar, en definitiva mi hermano tenía buen gusto.

Hola Lauren, te reconozco de las fotos que me envió Tyler. ¿Cómo has estado? - pregunto con tono relativamente calmo.

Todo alrdedor de la muerte de Tyler era un misterio y no me sentía en condiciones de tomar partido de molento.

Quizá lo mejor era escuchar a Lauren y luego sacar mis propias conclusiones, pero de algo sinestana seguronyneso era que el responsable de la muerte de mie hermano lo iba a pagar con sangre.

Robert sonrió ante las palabras de ella, parecía bien lista y sin duda divertida. - Por mi parte podrías intentar recordarme como es el Desmaius, me encantaría volver a practicarlo otra vez, siempre es un hechizo útil. Pero no te desesperes, podremos perder todos los duelos que hagamos hasta el día si es que llega en el que merezca la pena ganar. Seguro que ese día lo haces bien, cree en tí misma pues tienes habilidad para la varita. 

Se sorprende, aquel sitio era famoso en el mundo mágico pero algo caro, aunque a Robert le pareció una petición aceptable de una estudiante. - Trato, si me enseñas el hechizo te llevo a tomar esos postres, así con la escusa también los pruebo yo.- Decían que su café era excelente por lo que siempre era agradable disfrutarlo con compañía. Además así tendría tiempo de enseñarla a ella el hechizo. 

La rojez de ella contrastaba un poco con sus palabras, pero Ralph asentía, concediéndole sentido a sus palabras. Parecía nerviosa y él mismo sentía que su pulso se aceleraba. También estaba llena de contradicciones, aquello era algo que le encantaba al Ravenclaw, pero debía reconocer que no se imaginaba que ella tuviese tan buena opinión de él. En aquel momento quería saber qué pasaba por su cabeza. Tal vez hubiese errado al besar su mejilla.

Notó un momento de duda y dio un paso hacia ella, dispuesto a decir algo. Pero fue ella la que se lo dijo. Bueno, la que lo hizo. Le besó y, por un momento, el tiempo se detuvo y Ralph casi pudo contar los segundos, con las pupilas dilatadas, notando el olor de Yll. Se había quedado petrificado, casi literalmente.

En alguna de las novelas que había leído ahora era cuando el chico tomaba a la chica de la cintura y le daba un beso pasional. Y una parte de él quiso hacerlo, quiso hacerlo con fuerza. Miraba los labios de ella y parpadeaba. El tiempo se le hizo eterno, aunque no fueron más que unos segundos. Temía que fuese cual fuese su reacción, metiese la pata. En aquel momento ella había conseguido que la poción perdiese importancia.

Dio un paso hacia delante para tomar las manos de ella, con un valor tomado tras inspirar profundamente, le miró a los labios primero y a los ojos después. Cerró los suyos propios un momento.

Claro que quiero. Pero no voy a echarme atrás con mis sentimientos.

Le advirtió. Soltó sus manos para con la mano derecha acariciar su mejilla en el lugar donde momentos antes él le había dado un beso. Ni siquiera él comprendía bien qué estaba haciendo, pero se había dejado llevar.

Ahora comenzaba a parecerme una verdadera disculpa. La idea de contarle lo sucedido a su abuelo podría esperar si la chica de verdad enmendaba sus errores, pero debía ganarse ese trato de favor ya que para mi la falta que había cometido con aquella criatura era de verdad grave, por ello tenía esa especial preferencia por las Ashwinder. 

Los modos de disculpa que proponía Daph podrían ser efectivos pero a la vez sabía lo que implicaría para ella, disculparse ante todos los alumnos podría estar bien pero entre algunos alumnos había rencillas y no quería que la chica fuese objeto de mofa por alguno de sus rivales. Descartó la idea en el instante, aunque la decisión final sería de la chica.

- Has quitado una vida y eso oscurece algo tu alma, señorita Rowle. Lo sé bien, he quitado unas cuentas. -dije sin miramientos. - Aunque eran circunstancias diferentes por supuesto. Mire señorita, no voy a obligarla a que se disculpe si no es lo que siente pero lo dejaré en sus manos, en la siguiente clase tendrá la oportunidad de actuar como crea conveniente ¿de acuerdo?. - relajé mis facciones y me apreté el entrecejo intentando pensar. - Por el momento no diré nada a su familia, pero no le pasaré ninguna más en el curso ¿está claro?. - rebusqué en mi mente algo en lo que la joven pudiese ayudarme y pude encontrar algo. - Necesitaré ayuda para la siguiente clase, tengo pensado traer unos animales algo peligrosos y no podré ocuparme como debo de cuidar a otras criaturas, te encargarás de mis kneazles mientras estoy fuera. Además quiero que para la siguiente clase de runas me hagas un trabajo sobre porqué lo usaban en la antigüedad. Con eso puede que piense mejor sobre ti.

Cuando la alumna le estaba proponiendo el hecho de ser su tutor en duelos poco a poco saqué mi varita de la funda y comencé a jugar con ella en con mis dedos. La varita estaba pintada de un blanco puro, brillante, al igual que unas runas doradas que decoraban todo el largo de la misma. Era más bien un gesto automático más que otra cosa pero estaba seguro que esto llamaría la atención de Daphne y eso me gustaba. 

- ¿Estás segura de que es lo que quieres, niña? - el tono de mi voz sonaba serio y a la vez menospreciando a Daph. - Yo no soy como cualquier otro profesor, no sigo los criterios de esta escuela si son clases que corran por mi cuenta. Si entiendes eso puedo acceder, lo haré por petición de su abuelo y porque entiendo por la situación que pasó durante el baile. Pero si noto que no estás preparada acabaremos con todo eso. 

Esperaba que los sentimientos de la joven no se viesen afectados por mi poco tacto y brusquedad pero había vivido tantas cosas oscuras a lo largo de mi vida que ya poco me sorprendían, aun así quise ser empático con ella.

- Si aceptas te veré a las afueras del castillo mañana a la tarde, cerca del bosque negro y comenzaré las clases. Luego veremos que tal en el club de duelo.

Yllka sonrió ante las palabras de Ralph, de verdad le agradaban, no sabía bien porqué ahora había decidido hacer esto pero lo había hecho. Nunca había visto a Ralph como más que un amigo pero la diferencia de ser entre ambos hacía que ella sintiese una curiosidad fuerte hacia él. Además le encantaba poder ser confidentes y sabía que eso siempre lo iba a tener con Ralph pasase lo que pasase, así que estaba bien. 

Lo miró otros instantes como quien mira a el regalo de Navidad que siempre has esperado y lo abrazó con cariño, se apartó de nuevo e intentó cambiar el tema de conversación.

- Pues bien, parece que funciona la poción, Ralph -dijo visiblemente roja todavía. - ¿Qué tienes pensado hacer con ella? Seguro que mucha gente se interesa y puede que saques dinero, aunque imagino que eso te será poco importante. Nunca he pensado que pudieses hacer algo por interés más allá de la satisfacción propia.

A aquel abrazo, al contrario que con anteriores, Ralph respondió llevando sus manos a la cintura de ella, devolviendo -aunque un poco más suave- el abrazo. Ella se lo había tomado bien y aquello le hacía sentir mucho más tranquilo y agradable. Todo retomaba un poco su curso, pero habían cambios en proceso por dentro.

Lo que tengo en mente, al igual que la fórmula, es un secreto. Tendrás que esperar unas semanas, lo siento -sonrió, no quería que se enfadase, pero no quería estropear la sorpresa-. No lo he hecho por el dinero, pero sí puede que le saque algo, para recuperar la inversión; mi objetivo es ayudar a Hogwarts y otros tantos magos, como... a tí.

Se puso rojo con aquella tontería que acababa de decir. Sacudió la cabeza.

He comprado ingredientes para hacer una poción entera más. Lo haré y te la daré, por haberme ayudado ¿Quieres?

Entonces miró la poción.

Hay que hacer un par de pruebas más, espérame un momento, iré a por un profesor para que, no sólo lo valide, sino también probar su fuerza y precisión.

Dicho aquello, Ralph salió de la habitación.

Había sido un poco al azar, Ralph necesitaba un profesor y, apenas salir, se cruzó con Ágatha.

Disculpe profesora Presley ¿puede acompañarme un momento? Me gustaría mostrarle algo y solicitar su ayuda. Soy Ralph Ward, Ravenclaw de sexto curso.

Se presentó por si no lo recordaba, el lugar estaba lleno de estudiantes. Tras ello le invitó a entrar, sosteniendo la puerta. Dentro se encontraba Yllka Folks y un cuenco de barro que humeaba con un olor dulzón difícil de identificar. Claramente se había estado trabajando en algún tipo de poción. Mientras ella tomaba o no partido, comenzó a explicar.

Se trata de una poción que estoy desarrollando, pero afecta a un usuario respecto de su entorno. Hemos comprobado que con dos personas funciona, pero necesitaría saber si habiendo tres personas funciona respecto de todos, del más cercano o de quien esté viendo en ese momento. Es inocua, no se preocupe, me he encargado de ello. Pero es un secreto, aún no puede saberlo nadie.

¿Contamos con su ayuda, profesora Presley?

Esperaba una respuesta afirmativa. Sus ojos brillaban con la sed del conocimiento y sus pupilas seguían dilatadas.

¿SALON VACÍO?

Había terminado de dar una clase y me dirigía a mi despacho cuando un joven llamó mi atención. -Ah, señor Ward.- Dije, intrigada por sus palabras. -Seguro, veamos de que se trata.- Lo seguí dentro del salón, donde había otra estudiante y un ¿cuenco? ¿Se trataba de alguna tarea de pociones? No era precisamente mi campo...

-Un momento, señor Ward.- Dije, pues claramente me sentí un poco confundida con sus palabras. -¿De que manera afecta la poción al usuario? ¿Han estado haciendo esto sin una supervisión?- Dije, abriendo los ojos. ¡Estos chicos, podrian haberse envenenado! No importaba si el chico decía que ya había funcionado y aseguraba que fuera inocua, se había estado arriesgando mucho. -Sabe que debería restarle puntos por ponerse en peligro a usted y a su compañera.- Le dije, frunciendo el ceño. Pero finalmente suspiré. Al parecer, se encontraban bien a pesar de todo.

-Bien, les ayudaré. Pero al finalizar quiero que los dos vayan a la enfermería para que confirmen que no tenga efectos secundarios que no hayan notado. ¿Estamos claros?- Dije, cruzándome de brazos y esperando la indicación y explicación sobre lo que debía pasar.

El hechizo que quería aprender Robert era el que tenía pensado usar en mi duelo la otra vez por lo que dudaba un momento si era correcto que se lo enseñara o no pero la forma en que me animó me dio la fuerza de voluntad para realizar el hechizo.

Fui a preparar el hechizo pero cuando oí que aceptó mi propuesto, no pude evitar ponerme roja como un tomate hasta las orejas, no esperaba para nada que aceptara la propuesta para ir conmigo a la cafetería, aún algo roja, le pregunté.- ¿Es en serio...? Me sorprende, no esperaba que aceptaras pero me alegra.- dije sonriéndole.

- Muy bien, creo que ya me siento con suficientes energías...- dije en un tono mas alto y preparando para mi hechizo.-  - No soy muy buena enseñando pero creo que lo que tendrías que tener en cuenta durante en el momento de lanzar el hechizo es el agarre y la postura de tu cuerpo, dependiendo de cada persona esto varía por lo que tienes que encontrar una posición en la que sepas que te será cómodo. ¡Desmaius! - el hechizo chocó contra el pecho del muñeco haciendo que se inclinara hacia atras y al poco tiempo volviera a su posición.- En esta posición mi mano se balanceó un poco porque no sostuve bien el agarre por lo que si presiono el mango contra la palma de la mago y hago contra-fuerza con los dedos, tendré un agarre más fuerte, así... ¡Desmaius! - se podía notar perfectamente como el golpe tenía más fuerza y mucha más certeza que la anterior.

- Y bien... ¿Porque no pruebas? - digo cediéndole paso en el campo.

Cuando Ralph salió de la sala Yllka pudo al fin estar algo más relajada, todo había sido algo intenso con la poción y necesitaba esos segundos que fueron pocos ya que enseguida estaba de vuelta con la profesora Presley. Cuando la vio entrar la cogió por sorpresa y no supo que hacer pero cuando ya se saludaron tomó una postura más relajada y la saludó con naturalidad.

- ¡Hola profesora! Tranquila, estamos bien y lamentamos haber hecho esto así pero era algo importante para Ralph y además nos hemos asegurado de seguir cada paso con extrema precaución, de veras. - Yllka sonreía intentado que ese punto ya pasase por encima. - Agradecemos su ayuda, Ralph ha trabajado duro pero necesitamos un poco más de ayuda para que todo esto culmine bien - se acercó entonces a Ralph y lo acarició la mano con suavidad mostrando su apoyo.

- Y si se queda más tranquila luego acudiremos aunque me encuentro bien, Ralph es excelente en esto.

La joven era consciente de que las palabras del profesor Boronov eran ciertas, y que quitar una vida ensombrecía y corrompía el alma, tal y como le había escuchado hablar a la profesora McGonagall al respecto tiempo atrás, por lo que tuvo claro que nunca jamás se repetiría algo así. Estaba dispuesta a disculparse en la siguiente clase frente al resto, sabiendo lo que aquello podía acarrearle, pero si algo era innato en la Familia Rowle es que cuando alguien daba su palabra, su honor podía quedar en entredicho si no lo cumpliese, lo que era inaceptable. Daphne había expresado abiertamente su intención de disculparse, y lo mantendría con todas sus consecuencias, al igual que ayudar a Rusev en lo que le solicitaste.

Agradeció que el hombre valorase no informar a su abuelo, y sin ningún reparo aceptó de buen grado cuidar de los Kneazle y realizar un trabajo al respecto. Si aquello le valía para que Rusev tuviese una mejor opinión de ella, era más que suficiente. Sentía respeto por aquel profesor pese a no conocerle.

- Así lo haré, profesor. En la próxima clase me comprometo a disculparme por mi impulsiva acción frente al resto, y cuente con mi ayuda para cuidar sus Kneazle y con que realizaré el trabajo pertinente que ha mencionado sobre esas criaturas mágicas. Se lo agradezco, profesor. - le expresó en agradecimiento, volviendo a recuperar su habitual sonrisa. 

En cuanto al asunto de recibir adiestramiento y convertirse en su aprendiz, aún a sabiendas de que los métodos de Rusev eran un tanto cuestionables, incluso en boca de algunos profesores, no dudó al responder aunque los comentarios pudiesen considerarse despectivos o que la infravaloraba. Daphne tenía su orgullo, y así se reflejó en la mirada dura que le mantuvo por unos momentos, pero aún con todo, asintió y respondió con determinación.

- No voy a retractarme de mis palabras, daré lo mejor de mí para aprender, aunque duerma en la enfermería todas las noches... - y le dedicó una mirada firme y decidida, casi desafiante. Alli estaré, mañana por la tarde nos vemos...

Daphne había advertido que en la varita del profesor Boronov había marcadas unas runas, y aunque sintió curiosidad, no llegó a tener tiempo a leerlas dado que no estaba tan familiarizada con ellas. Aún con todo, aquello le recordó que ella también tenía una marca similar en apariencia desde su nacimiento en la nuca, que no sabía quién se la podría haber hecho ni con que intención. Puede que le preguntase al respecto durante alguna de las clases, al igual que volvería a intentar leer la inscripción de la varita si tenía oportunidad.

Finalmente, se despidió con una leve reverencia y abandonó el despacho tras despedirse.