Partida Rol por web

Cuando al fin desciendes el último escalón, abres la puerta que te separa del comedor con la fuerza propia de la inercia y el enfado, y esta, dócil, cede ante tu contacto, permitiéndote el paso al comedor, que tan solo unas horas antes estaba plagado de gente. La sala, vacia y silenciosa, se abre ante ti tan solo iluminada por la leve luz de la luna que penetra por los ventanales, y ante el juego de sombras y luces no puedes evitar detenerte, atan solo unos segundos, pero los suficientes para aclimatarte a la escasa luz reinante.

Tras esos instantes, apenas los suficientes para rememorar, por enésima vez, la ultima frase de tu amado, te vuelves a poner en marcha, y aunque intuyes que la puerta estará cerrada, es tal tu deseo por salir a la calle que recorres los metros que te separan de la salida con celeridad y ansiosa necesidad. Cuando al fin alcanzas la puerta, el abrazo de tu férrea mano sobre la pomo comprueba que la llave está echada, por lo que difícilmente podrás abandonar el local...

Fae cerró hace rato. -la voz, baja, apenas un murmullo, logra sorprenderte, y alertada por ella, todo y que crees reconocerla, te vuelves en la dirección de la que crees que proviene, comprobando que el humano con el que hablaras antes sigue aún sentado en una de las más oscuras mesas. Seguramente a sido culpa de tu alterado estado que se te pasara por lato su presencia.

Tiene la norma de no dejar salir ni entrar a nadie a partir de cierta hora. - Enderezándose ligeramente, y abandonando así su estado casi tumbado sobre la mesa, Jhons parece mirarte, siendo sus dos ojos dos pequeños brillos en la penumbra que lo rodean. - Pero Fae e... - De repente, y acompañado de un leve cosquilleo que te recorre desde las punta de los pies hasta tu último cabello, tensando tu cuerpo y alertándote de un posible e inminente peligro, la voz del semiadormilado humano cede abruptamente, aunque su mirada sigue prendida en ti y sus labios, visibles para tu aguda mirada, siguen moviéndose...

Todo y que tu mente y cuerpo han luchado por alertarte ante el sobrenatural silencio que se abalanza sobre el comedor, cuando tus músculos se ponen en movimiento, alertados por el instinto de supervivencia, es demasiado tarde, y dos silenciosas sombras se ciernen sobre tu cuerpo, acuchillándote de forma rápida y certera, aunque no lo suficiente como para acabar con tu vida.

Todo y el dolor, y mientras desenfundas tu arma, te vuelves rápidamente, dispuesta a enfrentarte a los dos hombres, vestidos completamente de negro, que tienes ante tí.

Ningún tipo de ruido, ni siquiera el de tu arma al ser desenfundada resuena a tu alrededor, ni siquiera tu propia voz....

Todo y que logras volverte, con tu espada firmemente sujeta, tus dos atcantes parecen decididos a no cederte ni un segundo de respiro, y aún antes de que seas capaz de asimilar la situación, así como la dirección de la lluvia de golpea que se ciernen sobre ti, dos nuevos cortes, uno en el cuello, apenas un rasguño, y otro en el muslo, algo más grave, se unen a los dos recibidos en la espalda, logrando que a tus ropas se añada más de tu sangre.

Ambos enemigos parecen decididos a acabar contigo, y tras sus exitoso ataques se desplazan de forma inteligente y sin duda coordinada, quedando cada uno en uno de tus flancos.

Sin aún saber que pasa realmente recibo varios espadazos sobre mi cuerpo que hacen manar la sangre en abundancia, perpleja desenvaino mi espada y embrazo mi escudo haciendo frente a mis atacantes; eso me pasa por no estar en lo que he de estar, me lo tengo merecido...

Cuando al fin desciendes el último escalón, y abres la puerta que te separa del comedor con la fuerza propia de la inercia, esta, dócil, cede ante tu contacto, permitiéndote el paso al comedor, que tan solo unas horas antes estaba plagado de gente. La sala, semioscura y silenciosa, se abre ante ti tan solo iluminada por la leve luz de la luna que penetra por los ventanales, y ante el juego de sombras y luces no puedes evitar detenerte, tan solo unos segundos, pero los suficientes para aclimatarte a la escasa luz reinante y divisar las tres figuras que luchan cerca de la puerta.

Daenerys y dos tipos que visten totalmente de negro. Uno a cada flanco de tu amada. Cada uno de ellos armado con una espada. En ambos casos manchada de sangre.

Tras esos instantes, apenas los suficientes para estudiar y entender lo que sucede, vuelves a reprender la carrera, en este caso con un objetivo claro, acabar con la vida de ambos hombres.

Sorprendido, y solo tras un instante, te das cuenta que todo y los golpes entre las armas, no hay sonido alguno que alcance a tus oídos, y ni siquiera en tu carrera, eres capaz de escuchar tus pasos. Algo, seguramente la magia, ha imbuido en un intenso silencio el local, y quizás por ello nos has oído los gritos y amenazas que han surgido de tu garganta...

Tras los golpes recibidos, pero decidida a no morir así, contraatacas con celeridad, y tras varios amagos, lanzas una estocada a fondo, logrando atravesar las defensas de uno de tus atacantes. Pero tu victoria es mínima, y este, todo y la herida, se revuelve con rapidez, aunque no la sufiecente, ya que tu escudo logra desviar la trayectoria du ataque, así como tu propio filo detiene la embestida de su compañero.

Sudorosa, y sabedora de que te enfrentas a dos buenos espadachies, redoblas tus esfuerzos, y aún l haces más cuando tu mirada, de reojo, divisa la figura de Zenram, la cual corre, desnuda y tan solo con Skrai en la mano, desde las escaleras para socorrerte...

Esquivo y desvío los golpes de mis contrincantes y al moverme veo por el rabillo del ojo a Zenram desnudo con Skrai en la mano, como?...sonrío para mis adentros no sé si dar las gracias u odiarle por hacerle venir en ese estado y exponerle a semejante peligro; tan preocupada estoy por mi amado que fallo el golpe por muy poco.

Furioso, con la adrenalina al tope al saber a su amada en peligro y no sin un poco de culpa, el guerrero carga hasta colocarse justo al lado de Daenerys y sin un segundo de duda blande a la poderosa Skrai horizontalmente, sin embargo la oscuridad le hace temer herir a la drow, por lo que no da el golpe con confianza y el filo de Skrai pasa a centimetros del enemigo...

Con la aparición del furioso y desnudo guerrero, ambos asaltantes dividen su atención de la drow al humano, y sin duda a disgusto con la nueva situación, pues han perdido la ventaja numérica, centran sus esfuerzos en repeler los ataques que ambos lanzáis sobre ellos. Con éxito, y por lo tanto haciendo gala de una extrema agilidad y una alta pericia en el uso de la espada, ambos enemigos se sienten envalentonados, y con suma celeridad, se lanza al contraataque, logrando, el segundo de ellos, herir a Zenram en su muslo derecho...

Con Zenram a mi lado me siento más segura, así que golpeo fuertemente a mi contrincante viendo como mi espada penetra sus defensas cobrándose una nueva sangre...

Aún más furioso por fallar su ataque y ser herido por el enemigo, el guerrero gira completamente sobre su eje con el espadón cual filosa aspa entre sus manos, el movimiento es tan violento y eficaz que parte la cabeza del enemigo en dos desde la nariz. Enseguida Zenram intenta el mismo movimiento con el enemigo restante pero la inercia del movimiento anterior le impide tener éxito...

Ante el brutal golpe de Zenram, la cabeza del asaltante que ha osado dañarlo recibe es incapaz de soportar semajante fuerza, e irremediablemente, la blanda carne, así como los huesos que esta recubren, ceden como la mantequilla, permitiendo que el inmaculado filo de Skrai raje a ambos sin apenas esfuerzo.

Pero el segundo golpe del guerrero, ejecutado con rapidez, no es lo suficientemente atinado, y el ultimo de los atacantes logra agacharse a tiempo. Rápidamente, y ahora en inferioridad numérica, el hombre da un paso atrás, y tras una mueca de sus labios, imperceptible para vuestros ojos a causa del pañuelo que le cubre el rostro, seguida de un movimiento de su brazo libre, el cual se alza hacia el techo, como si de una señal se tratara, la luz a vuestro alrededor desaparece con la misma celeridad en que vuestros ojos parpadean, ofuscados y muy, muy cabreados por la densa e impenetrable oscuridad que os rodea. Cuando al fin, unos pocos segundos después, la tenue luz vuelve a inundar el comedor, estáis solos, aunque, por fortuna, volvéis a ser capaces de escuchar vuestra propia voz.

A vuestros pies está la única prueba de lo sucedido, el cadáver de aquel que mató el guerrero.

En ese instante, Murdock aparece, acelerado, por la puerta. En su mano empuña su espadón, y su filo aparece manchado de sangre.

AL fin desaparece la oscuridad y el sonido vuelve a mis oídos; miro a Zenram desnudo y sangrando por un pequeño corte y aunque mi primera intención es abrazarme a él; recuerdo sus últimas palabras y me abstengo siquiera de pronunciar palabra alguna aunque en mi fuero interno es lo que más deseo, sino es por él estaría muerta ahora mismo; cabizbaja doy media vuelta guardando mi espada y escudo; y tomo asiento en una silla cercana mientras la sangre continúa manando de mis abundantes heridas.