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Por mi también está bien. - afirma el guerrero, tendiendo su mano para estrechar la de la mujer en un apretón fuerte y respetuoso. Actos seguido, Zenram lanza una mirada a sus compañeros, Yo me encargo de ese tipo, acompañada de una sonrisa, y siguiendo los pasos del hombre de nombre Earl, se encamina hacia las caravanas.

Veré si puedo ser de ayuda. - comenta, antes de alejarse, señalando el unto donde tres de los mercenarios pelean con una de las ruedas del segundo carro.

Al menos una decena, y eso si no tenemos problemas. - responde Arya una vez libera su mano del apretón del guerrero. Su mirada persigue la espalda de este por unos instantes, y solo cuando Zneram se acuclilla junto al carromato, vuelve a centrarse en vosotros.

Han surgido diferentes grupos de salteadores a lo largo del camino, pero las ultimas noticias son que el General Solkan a mandado patrullarlo por un contingente de sus guerreros, por lo que confío en que dichos soldados ya estén llevando a cabo las órdenes. Si es así, nos evitaremos unos cuantos problemas y cumpliremos con esos diez días.

Bajo la atenta compañía del grupo de Arya, y sin siquiera un minuto lejos de la atenta mirada del tal Earl, os unís a su caravana, lalgo de lo que no os arrepentís, pues el camino desde entonces está plagado de soldados y comerciantes, pero vuestra presencia pasa claramente desapercibida para los primeros, sin duda alguna gracias a la fiera mujer y sus hombres, sus carros y su claro objetivo de unirse al ejército. Con ello, el primer día se sucede sin sucesos de relevancia, y la noche os alcanza tras una dura caminata, tan solo aliviada por los pequeños ratos donde se os permite acompañar a los conductores de los carros.

A la luz de la lumbre, Arya os ofrece sus víveres, y como al resto de sus hombres, os informa de vuestra obligación de realizar las respectivas guardias, guardias de no más de dos horas de duración, lo que os permite descansar un tiempo más que suficiente.