Partida Rol por web

Todo y ver como Rikel se abatido de forma brutal, el explorador no desperdicia su oportunidad o el sacrifico de su mascota, y raudo, libera tres mortíferas flechas, todas ellas con un vital objetivo, acabar con la vida de Zenram...

Las flechas de Ricard, que parece dudar inicialmente sobre si dispararlas o no, aunque en realidad lo único que hace es esperar a que su halcón marque a su presa, vuelan sobre el campo de batalla en aun arco mortal, aunque por enésima vez, y sin llegar a sorprender a nadie, su vuelo parece afectado por alguna fuerza, y de las tres saetas, la segunda es incapaz de alcanzar a su objetivo, y desviada se aloja en la tierra a varios palmos del guerrero. Aún y así, tanto la primera como la tercera flecha buscan y encuentran su objetivo, atravesar la armadura de Zenram para alojarse en su carne, la primera en la pantorrilla izquierda, donde se entierra con fuerza y la segunda en la espalda, aunque en este caso es apenas un rasguños, ya que la coraza del guerrero absorbe la mayor parte del impacto.

Y mientras que el guerrero aguanta estoico las heridas que mellan su cuerpo, sin duda gracias a la iracunda furia que brilla en sus ojos y en esos momentos inflama su cuerpo, Rikkel emite un graznido o similar desde el suelo, donde, perdiendo sangre a causa de la herida sufrida, cae inconsciente.

Todo y las nuevas heridas, que hacen que el guerrero sangre de forma alarmante, Zenram vuelve a fijar su mirada en el rival que tienen ante si, y decidido a ganarse la ventaja necesaria, tanto para él como para su amada, alza a Skrai por encima de su cabeza, y acompañando el descendente arco, grita con todas fuerzas..

MUEEEEEEREEEEEEE!!!!

La daga-espadón, dotado de un filo inquebrantable, atraviesa, a la atura del hombro izquierdo, la completa armadura de su rival con la facilidad que corta la mantequilla, y sin disminuir ni un ápice su fuerza, hace lo propio con carne, el hueso y los músculos que salen a su encuentro, y solo cuando la herida alcanza el pecho del guerrero, en esos momento cubiertos por una inmensa cantidad de sangre, Skrai termina su movimiento, y con un tirón de Zenram, abandona el cuerpo al que acaba de arrebatarle la vida...

Tras el tremendo golpe, de un fuerza quizás equiparable tan solo por unos pocos privilegiados, Zenram intenta golpear a la mantis, pero su golpe es impreciso y débil, y tras errarlo, vuelve su mirada hacia atrás, y agotado, cabecea ligeramente antes de que su rodilla derecha ceda y acabe hincada en el suelo. Aferrando a Skrai con amabas manos, el guerrero libera un suspiro, y solo gracias a la punta de su arma, clavada en la tierra, parece logar evitar que su cuerpo se desplome al suelo..

Apenas el filo de Skari abandona el cuerpo de Tyr, este parece caer a cámara lenta, y aunque la vida ya no se aloja en su ser, su mirada, vidriosa, parece buscar un último punto, una ultima imagen que guardar en su retina. Pero es en vano, y Tyr, cubierto de sangre, se desploma hacia atrás, el pecho rajado en una herida terrible y mortal...

En ese momento, el ruido de gritos y relinchos os hace desviar la mirada hacia atrás, para ver, a lo lejos, y acercándose, las figuras de al menos medio centenera de soldados, que ondeando el estandarte de Aelyn, y con Lucius a la cabeza, se acercan, cabalgando unos, corriendo otros, lo más rápido posible...

El primer e invisible garrazo se efectúa en un arco de arriba a abajo, desde lo que parece una posición elevada con respecto a la ultima vez, y alcanza a Murdock en el rostro, ocasionándole cinco surcos de brillante roja sangre en el mejilla. El segundo garrazo, que sigue al primero sin tiempo para que el mago reaccione, es algo más fuerte y sus garras rasgan parte de la carne del cuello, donde el sangrado es más profuso y peligroso. Pero el verdadero dolor está a punto de llegar cuando en un movimiento simultaneo, ambas garras se mueven de derecha a izquierda y a la inversa...

Y es entonces cuando todo cambia. La figura de Murdock deja de ser Murdock, y en su lugar, es Zenram quien sufre el dolor de los garrazos, los cuales rasgan su pecho y cuello, sin lograr arrancarle ni el más mínimo grito de dolor. Todo y el cambio de objetivo, un tercer embiste se cierne de forma invisible sobre el guerrero, en este caso en forma de brusco y rabioso mordisco, que dotado de afilados dientes es capaz de arrancarle la oreja diestra a Zenram, que ahora si, emite un leve quejido antes de caer de rodilla, y a decir de su expresión, al borde de su resistencia.

Cuando ves aparecer a tu amado, apenas si logras contener tu miedo al ver como las invisbles garras le rajan la carne o los dientes que intuyes en el mordisco le arrancan la oreja, pero lo que más te atemoriza es la mirada que te dedica, al caer de rodillas, el hombre al que amas con toda tu alma y que es padre del hijo que portas en tu vientre. Zenram te mira a los ojos con la decisión enmarcada en su mirada, y sus manos, cubiertas de su propia sangre y la de vuestros enemigos, se extienden hacia ti, ofreciéndote a Skrai.

Tras los que es sin duda la sensación más extraña que has vivido jamás, pues tu estómago se ha revuelto de forma alarmante mientras perdías el contacto con tus sentidos, abres los ojos para darte cuenta de que no hay invisibles garras que te golpeen o arañen, y que ni siquiera el calor de tu esfera se siente cerca. Entonces, alzas la mirada y te das cuenta de que no estás donde estabas, y aunque la sangre mana de las herida de tu mejilla izquierda así como del cuello, te sientes con fuerzas como para enderezarte y mirar hacia el luagr donde estabas hace un momento, y donde en ese instante, Zenram cae de rodilla, su oreja arrancada de un limpio e invisible mordisco.

Agotado, y cubiertas sus manos de su propia sangre y la de sus enemigos, Zenram fija su mirada en la de su amada, y en silencio, tiende sus manos, que empuñan a Skrai, hacia ella..

Murdock escupe una flema sanguinolenta, pero de un color rojizo manchado de amarillo. El mago jadea con fuerza producto del agotamiento, y un aliento sulfuroso se filtra entre sus dientes manchados.
La flema, invisible, aparece durante apenas un instante, golpea a la criatura invisible frente a él y de afiladas garras, y se mantiene así...invisible una vez más.

Cuando Zenram logra atravesar el hombro de Tyr, hundiendo la poderosa skrai profundamente, cortando por igual huesos y acero, Murdock no puede reprimir una sonrisa.
Una garra se la borra del rostro sin embargo, trocándola por cuatro surcos rojos que comienzan a teñir su ya carmesí barba.

Fffffffssss! Aspira el mago apagando el dolor y concentrado en el tremendo combate.
De pronto, el estomago se le retuerce, como afectado por una magia tan desconocida como poderosa, como si una criatura pura garras, puro tentáculo, habitara en él, jugara con él.
El mareo que le sigue es aun peor...y aunque Murdock logra mantenerse en pie, no logra así contener las lagrimas o aspirar una tan precisada bocanada de aire.

Al borde del desmayo, solo una cosa logra devolver a Murdock a la realidad.
Dae...Dae está junto al malherido Zenram, demasiado lejos!

El mago gira su roja cabellera hacia el arquero, luego hacia la odiada sacerdotisa a su derecha...tras la mantis religiosa, y sus ojos le confirman lo que ya había supuesto en su rápida mente. Daenerys se ha vuelto visible.

La joven drow, sin embargo, parece estar en mucho mejor condición que Zenram, o que él mismo, y cuando Murdock ve que ésta se dispone a socorrer a su amado, escucha desde la distancia los ruidos que delatan la presencia del ejercito.
¡NO! Ugluk...!
Cien ideas surcan la mente del mago a un tiempo, y todas ellas son descartadas.
Debemos salir de acá...

Un movimiento llama su atención, y Murdock baja la vista hasta posarla en el pajarraco, que yace justo a sus pies, donde hace instantes estuviera Zenram.

Todo transcurre muy deprisa y apenas tengo tiempo de abarcarlo todo, veo a mi amado propinar un duro golpe al guerrero con el que se enfrenta y éste caer a sus pies derrotado con el pecho abierto, suspiro aliviada pero poco dura pues las flechas atraviesan el campo y encuentran su objetivo en él, -no...

Sin tiempo de reacción algo golpea a Murdock que está a mi lado, por los surcos que aparecen en su cuello y rostro parece una garra, me preparo para atacar y defender la vida del mago y la mía cuando al momento y nuevamente todo se torna irreal, Murdock es sustituido por Zenram el cual recibe la peor parte del ataque y cae al suelo arrodillado habiendo perdido su oreja derecha y extenuado.

- Nooo, esta vez la voz si que surge de mis labios mirando al derrotado Zenram, rápidamente comienzo a evocar mis poderes curativos para procurar salvar la vida de la persona que mas amo en esta vida, él en cambio al verme me ofrece arrodillado como está a Skrai, la decisión es firme en su mirada y sabedor que ha llegado su fin nada ni nadie le hará cambiar de idea.

Noto el poder fluyendo en mi interior preparada para curarle o hacer lo que pueda por él, pero al ver su mirada niego con la cabeza y aprieto fuertemente mi espada debido a los nervios, las lágrimas comienzan a brotar y tanto la poción, como la espada y el escudo caen al suelo por no poder aguantarlas ya en mis manos.

Le miro comprendiendo lo que ha de hacerse, - no puedo hacerle eso, no puedo...he de dejarle ir, le sonrío tomándome un precioso segundo para acariciar por última vez su rostro, - te quiero lo has sido y eres todo para mi, Y ELLA NO NOS TENDRÁ NUNCA; A NINGUNO DE LOS TRES; voy alzando la voz en un nuevo desafío a la que un día consideré mi madre.

Miro al explorador caído y a Zoe y luego a Murdock dándoles las gracias con un gesto de cabeza, los futuros padrinos de mi hijo que nunca llegará a ser.

Me arrodillo frente a mi amado cogiendo la empuñadura de Skrai, feliz por poder estar los últimos segundos junto a él.

Cuando las manos de la drow rodean la empuñadura de Skrai, el guerrero hace lo propio alrededor de las negra manos de su amada, y luego, intenta en vano pronunciar palabra alguna, pero tan solo el silencio parece digno de pronunciarse, y con él como único mensaje, Zenram inicia el movimiento que logra volver el filo de Skrai hacia Daenerys. Acto seguido, y una vez la drow cierra los ojos y asiente, el extasiado guerrero empuja con sus ultimas fuerzas, y el filo de la daga-espadón atraviesa el estómago de su objetivo.

Por un largo segundo, infinito a decir de su importancia, los ojos de la drow vuelven a abrirse, y aunque es dolor lo que debería sentir y expresar, pues de su estómago mana la sangre de forma descontrolada debido a la mortal herida que la infringido el arma de su amante, es una suave y amorosa sonrisa lo que tensa sus labios, y con esa expresión, plácida y tranquila, el cuerpo de Daenerys pierde cualquier fuerza o sustento, y lentamente, resbala hacia atrás, cayendo a un suelo ya cubierto por su sangre. Zenram, que apenas si puede contener las lágrimas que vierten sus ojos, ofrece sus brazos en la caída de su amada, y con suavidad, permite que este no se desplome, sino que alcance el suelo con delicadeza. Luego, y una vez

El guerrero, que deja surgir su determinación en su intensa mirada, desentierra a Skrai del cuerpo de Daenerys, y antes de sumirse en la más auténticas de las iras, se vuelve hacia Murdock, a quien dirige una mirada, brillante a causa de las lágrimas y feroz gracias a la determinación de saber que es lo que debe hacer, cargada de un significado que solo ambos conocen y entienden. Y entonces el guerrero chilla con todas sus fuerzas, y Skrai, que vuelve a estar empuñada por sus manos, estalla en un intenso brillo rojizo que ciega a todos los presentes y tan poderoso e intenso como inimaginable, se expande en una inmensa onda que abate toda magia u efectos de su alrededor ...

Cuando el brillo desaparece, en el transcurso de un tiempo que parece una eternidad, Zenram ha logrado incorporase, y Skrai, la que fuera una daga a simple vista, se muestra ahora tal y como es, un espadón de filo rojizo y afilado, tan largo como dos espadas y custodiado tan solo por una empuñadura de plata, que lisa y alejada de adornos, revela un pulido perfecto y destaca como la más brillante y hermosa de las piedras preciosas. El guerrero, que la empuña con ambas manos, mantiene los ojos cerrados, y a decir de su cabeza gacha, la barbilla sobre su pecho, parece sumido en el sueño o quizás la inconsciencia o la muerte. Aún y así, la fluctuante e intangible visión de un elfo, alta y atlética, que se confunde, de forma intermitente, con el cuerpo del guerrero, deja patente que quizás es otra la esencia o el alma que en realidad gobierna el cuerpo del humano, y cuando su voz se alza al cielo, barre cualquier duda al respecto.

Yo Haylin, reclamo vuestra vidas en nombre de la Bondad y el Amor, exclama la voz, que parece provenir de Zenram, aunque este no llega a pronunciar palabra alguna. y por el sacrificio a mi ofrecido, la mano del humano y también la del elfo, señalan a Daenerys, su cuerpo, cubierto de sangre y sin ningún atisbo de vida, aparecido a los pies del mago, ambos en el límite del campo de batalla, emplearé toda mi voluntad en hacerlo.

Tras las desafiantes palabras, Skrai vuelve a emitir un fogonazo de luz, en este caso sin ser suficiente para cegar a nadie, y tras ello la translúcida y parpadeante imagen de Haylin, enfoca su mirada en Ricard, Amyra y por último, aunque no sin vacilar, a su izquierda.

Cuando eres capaz de volver a abrir los ojos, tu mirada corre a mirar en todas direcciones, y aunque por un momento se detiene en la figura de Zenram y la imagen que se vislumbra en él, no tardas en desviarla hacia el cuerpo caído a tu lado, Daenerys, y que cubierto de sangre, parece no respirar. Y es entonces, cuando la última mirada que te ha dedicado Zenram, brillante a causa de las lágrimas, pero también feroz gracias a la determinación, así como el silencioso movimiento de sus labios, que has apreciado con claridad, quizás debido a que ya lo habias visto en tus sueños, se repiten en tu mente con claridad.

"Te los confío a ti, Murdock. Cuida de ambos y diles que los quiero."

Abrumado, vuelves a mirar al fornido humano, de pie, con Skrai en su verdadera esencia, y sabedor de que debes decidir, suspiras antes de tomar una decisión acerca de tu siguiente acto. Daenerys, que reposa a tu lado, deja escapar entonces una mustia y débil exhalación, y su pecho, rojo a causa de la sangre, palpita tan débilmente que con seguridad debes ser el único capaz de advertir de su moribunda, aunque renacida, pizca de vida.