Partida Rol por web

Stend busca enfrentarse al enemigo de Murdock, pero parece que se trata de un simple vago, un asesino de poca monta.... Mejor no involucrarse con esa gente, lo buscamos, le sacamos la información y lo matamos, tan simple como eso, ya luego nos encargamos del que sigue...

El guerrero deja que Daenerys se retire a descansar, luego de lo ocurrido en la noche lo mejor era esperar a que se tranquilizará.

Stend busca enfrentarse a mi enemigo! Debe tratarse de algo más que un simple vago, sin dudas un hombre fuerte en Eflun..... Lo mejor será lograr involucrarnos con él de la mejor forma. Lo buscamos, llegamos a un trato por la vida del hermano de éste viejo, y a cambio lo "ayudamos" a derrocar a Jaleni. Tan simple como eso. Espero que Zenram, Dae y Ulguk acepten ayudarme con ésto a cambio de guiarlos al Bosque Maldito.

No deberíamos dormir. No después de lo que ha pasado. Asegura Murdock.
Pero...Ner ya ha ido a descansar, y tu pareces dispuesto a hacer lo mismo.
Tal vez mañana, podamos buscar a Rasg, y dedicarnos a llegar a un arreglo con Stern por ti. Le dice al viejo.
Tienes oro para el pago? Porque secuestró Stern a tu hermano?

Luego de oir las palabras de Murdock el guerrero suelta un bufido y sin agregar nada se retira a descansar. Hay que ver lo pusilánime y tonta que es la gente por aquí...

Decidido, y sin palabras con las que despirse, Zenram se encamina a las escaleras, las cuales asciende hasta el piso de arriba.

No lo tengo, ni mucho menos. Aunque mi hermano y yo nos dedicamos a la venta de armas y armaduras, el ejercito nos las confisco, a nuestra llegada, casi en su totalidad, y apenas si dispongo de la moneda que tu mismo me has dado. - te explica, con rostro cansado, mientras termina de limpiar y se acerca a una de las sillas, tomando asiento. - Quizás el crea que si tenemos tanto dinero, pero se equivoca. Estamos arruinados, y por eso Jhins accedió a negociar con él por lo que fuera que le ofreciese. Pensó que podríamos sacar algunas monedas, lo necesario para empezar de nuevo y quedó con él esta mañana. Ese fue el engaño para llevarlo donde quería. A esa maldita y peligrosa Termita. La nota llego poco después, cerca de la hora de la comida. - te narra, con la mirada perdida, como si enumerar los acontecimientos ya fuese todo un esfuerzo.

¿Termita?

...Mañana, a primera hora, te ayudaré. Más no pagando el oro que Stern demanda, no. Voy a hacerle una oferta mucho mejor...La cabeza de Jaleni, y todo su negocio.
Duerme en la habitación que te han dado, si es que aun tienes la llave, y mañana reunete conmigo aquí mismo. Ya que no somos bien recibidos por Fae, nos iremos a buscar a Stern...

Espera!, Algo más. Que sabes de Nakin? Crees que es confiable? Puede se que él mismo haya dado aviso a Jaleni de nuestra presencia acá?

Cita:

Si, es una taberna situada en la zona antigua de Eflun. Un local apestoso y peligroso. - te explica, antes de asentir a tus siguientes palabras acerca de veros por la mañana, lo que parece complacerle, o al menos tranquilizarle.

Nakin?. Sé quien es por su continuas apariciones por aquí, - te explica, mirando a su alrededor e indicando así que se refiere a la posada en si. - pero no he tenido tratos con él y tampoco lo conozco. No sabría decirte.

De acuerdo. Mañana intentaré ayudarte. Si no tienes donde dormir, vigila el pasillo del piso de arriba, y da la alarma si llegas a ver a uno de estos asesinos.
El mago le indica ademas la habitación donde colgara la cuerda. La desata y se la guarda, y deja la ventana cerrada una vez más.
Han entrado por allí, le advierte. Si quieres, si te atreves, podrías dormir acá mismo.

Sin más preámbulos, Murdock se va a descansar. Cierra la puerta y ventana en su habitación, y las deja trabadas con una mesa, un par de sillas, y con su propia cama.
Recién ahí, logra conciliar el sueño, aunque vestido en su armadura ligera.

Debería irme a dormir a otro lado... reflecciona antes de quedarse dormido.

Con el paso de los minutos, y la seguridad que te confieren la adecuada posiciçón de lso pocos muebles de la habitación, tus ojos se cierran, y tu cansada y tensa mente logra, al fin, alcanzar un estado lo suficientemente tranquilo como para poder permitirse unas pocas horas de sueño.

Cuando al fin abres los ojos, por enésima vez en tan pocas horas, tu mente decide que ha llegado la hora, y aun a sabiendas que puede que seas el primero en hacerlo, te levantas, dispuesto a desmontar tus defensas para dirigirte al comedor, donde, frente a un almuerzo, puedas esperar a tus compañeros.