Cuando al fin tu cuerpo cae sobre el catre, el cansancio, acumulado a lo largo de dos largos días, se abalanza sobre tu cuero y mente con una intensa voracidad, y aunque quizás no es tu intención, apenas eres consciente de los pocos minutos que tardas en sumirte en un profundo y reparador sueño. Y aunque este se rompe por unos instante apenas una hora después, ni siquiera en ese momento de lucidez eres capaz de despertar por completo, y sintiéndote más seguro de lo que has estado jamás, vuelves a dormirte, ansioso por retomar las imágenes que se sucedían apenas hace unos segundos.
"El camino apenas se alcanza a ver en la distancia, y su destino, el que consideras tu hogar y el que muchos conocen como el Bosque Maldito, se alza final de este. Un tupido bosque de fuertes y ancianos árboles, y que ante tu mirada, perpleja, adviertes que ha menguado de forma alarmante, y allí donde antes nacían sus límites, ahora solo hay tocones, arbustos muertos, y troncos caídos de los que sus ramas fueron despojadas con anterioridad. A tu lado, esgrimiendo una sonrisa de anhelante deseo, la drow, a quien has cogido un alto cariño, señala al frente, al parecer feliz, pero su sonrisa no tarda más que un instante en truncarse, tiempo en el que su mirada se desvía, de nuevo, en la dirección donde está el camino y la enorme planicie donde el ejército de Solkan se ha instalado para asediar el bosque desde hace meses. Decenas, centenares de tiendas y una cifra superior en hombres, se remueven inquietos y expectantes, ansiosos por matar y destruir tu hogar y sus escasos habitantes.
En silencio, das gracias por haber decidido ignorar el sendero, y cauto, te pones en movimiento, avanzando bajo la protección de los raquíticos y escasos árboles de esa zona así como de las algo más habituales y grandes rocas. Atrás, quedan los cadáveres de una de las patrullas de ese ejército, tres hombres, tres silenciosas muertes....
Una fluctuante energía destella frente a vosotros, en el centro de un pequeño grupo de árboles, a una escasa carrera del Bosque, y tras el fogonazo, cuatro figuras, cuatro adversarios, cuatro peligroso y mortíferos asesinos surgen de dicha luz. En sus miradas, la fiera decisión de saber que vuestras vidas son su destino y vuestras muertes sus recompensas......
La sangre mana de varias y peligrosas heridas, tanto en tu cuerpo como en el de tus compañeros, y aunque también tus rivales, la drow y los tres humanos, han sufrido heridas, sientes, sabes, con fidedigna certeza, que el final no es ni mucho menos alentador. Son fuertes y poderosos, más que vosotros, y de ahí que la cruenta batalla esté encaminada a un infeliz final. Pero entonces, por el rabillo del ojo, adviertes lo increíble. Dae, que lucha espalda con espalda con Zenram, recibe, de manos su amado, la poderosa hoja de nombre la Hija de Skrai, la daga-espadón que los ha llevado hasta a tí, y tras una intensa duda inicial, la drow cierra los ojos y con las manos del fornido guerrero rodeando las suyas y a su vez la empuñadura de la poderosa arma, hunde a esta en su propio estómago, acompañando el gesto del más agónico y terrible de los silencios, silencio que únicamente comparte con su amado.
Zenram sonríe. Feliz, quizás no, pero agradecido y decidido sin duda. Y comprensivo. Sus labios, salpicados por la sangre, propia o de los enemigos, están estirados en una misteriosa y a la vez cariñosa sonrisa, una sonrisa dedicada al rostro de su amada, quien agonizante, resbala de sus brazos para caer al suelo, donde queda tendida, al borde de la muerte si no lo está ya. El guerrero, que deja surgir su determinación en su intensa mirada, desentierra a Skrai del cuerpo de Daenerys, y antes de sumirse en la más auténticas de las iras, se vuelve hacia ti, cansado pero sabio, tanto que su mirada, brillante a causa de las lágrimas, pero feroz gracias a la determinación de saber que es lo que debe hacer, te abruma y conmueve por igual. "Te los confío a ti, Murdock. Cuida de ambos y diles que los quiero." Sus silenciosas palabras, que descubres solo gracias al movimiento de sus labios, te alcanzan con incertidumbre, sin saber muy bien que es lo que ha pasado.....
Y entonces el guerrero chilla con todas sus fuerzas, y Skrai, que vuelve a estar empuñada por sus manos, estalla en un intenso brillo rojizo....
Estás terriblemente cansado, y eso sin contar con la sangre que pierdes de un montón de heridas, pero te da igual y sofocando cualquier temor o duda, sigues corriendo, el cuerpo de Dae entre tus brazos, inerte y flácido, pero con un ápice de vida, pues su pecho aún se infla, de forma inconstante y débil si, pero se infla. El Bosque y su protección, os espera al frente, a escasa distancia, y atrás, atrás solo queda Zenram, estoico y feroz guerrero, fiel amante y sacrificado padre. Él, y solo él, aún lucha con todos, ofreciéndoos un tiempo irremisiblemente valioso para huir. Alguien, que no ves, corre a tu lado, así como otras figuras que reconoces como Impuros te rodean, protegiéndoos los últimos metros antes de que el bosque os rodee. Dae jamás te perdonará que abandonaras a Zenram. Y lo sabes."
Abrumado por un sinfín de sentimientos, entre ellos el anhelo y la ira, tu mente abandona el mundo de los sueños, o quizás el de las pesadillas, y sudoroso, te incorporas en tu catre, advirtiendo que Ugluk se remueve, inquieto, en el suyo. El drow, que todo y sus movimientos sigue dormido, ha desplazado su cama hasta bloquear la puerta. Algo más tranquilo ahora que estás despierto, secas el sudor de tu frente, y ansioso por deshacerte de los recuerdos de tu pesadilla, así como por vaciar tu vejiga, suspiras profundamente antes de buscar un luagr donde hacerlo, quizás por la ventana o en uno de los rincones. Finalmente, vuelves a la cama, donde irremediablemente vuelves a dormirte.
"Estás terriblemente cansado, y eso sin contar con la sangre que pierdes de un montón de heridas, pero te da igual y sofocando cualquier temor o duda, sigues corriendo, el cuerpo de Zenram entre tus brazos, inerte y flácido, pero con un ápice de vida, pues su pecho aún se infla, de forma inconstante y débil si, pero se infla. Las heridas, infinitas, hacen casi imposible atisbar un pedazo de su carne que no este cubierto por su propia sangre. El Bosque y su protección, os espera al frente, a escasa distancia, y atrás, atrás solo queda enemigos y aliados, estoicos y feroces Impuros, fieles y sacrificados guerreros. Ellos, algunos conocidos, y solo ellos, aún luchan con vuestros adversarios, ofreciéndoos un tiempo irremisiblemente valioso para huir. Su vida, la de muchos, a cambio de la vuestra. Alguien, que no ves, corre a tu lado y como sabes que carga con Dae, rezas en silencio para que el tiempo utilizado en salvar a Zenram no haya sido desastroso para la salud de su amada. Ansioso por encontrar ayuda, tus piernas te adentran en el bosque. Si ella muere, Zenram no te lo perdonará jamás. Y lo sabes."
La mirada de la drow se posa en tu ojos, agradecida, y tu, afligido, sientes la debilidad que corroe su cuerpo. En la cama de al lado, dormido profundamente desde que cayera inconsciente en la batalla, está Zenram, aunque es difícil reconocerlo debido al sinfín de vendas que cubren su cuerpo. Vuelves a mirar a Daenerys, y esta te sonríe, feliz pero al borde de la muerte. Con un supremos esfuerzo, te extiende una mano, la cual aprietas con suavidad, sabedor de que su contacto, su mirada, y el brillo de felicidad de esta no es más que un agradecimiento por haberte quedado a salvar a Zenram. Gracias. Su voz, apenas un murmullo, te obliga a inclinarte sobre ella para entenderla, y cuando vuelves a alzar el rostro, sus ojos se han cerrado para siempre. Y entonces Zenram se remueve en su lecho, y aunque sigue inconsciente, su rostro se encrespa en una mueca de dolor."
Tus ojos se abren, y silencioso, sientes como una lágrima resbala por tu mejilla.
Jeje, bueno, bueno, agrego el tema de orinar ahora mismo, :-)
A novedades!! (espero)
Tu sueño es inquieto, inestable e incomodo, y allí donde tu mente viaja no es un lugar adecuado para el descanso. Estás en una llanura, infinita, sin fin, sentado cerca de un fuego, casi consumido y con la única compañía de Zoe. Algo en el ambiente te invita al nerviosismo, y el silencio, demasiado opresivo, no hace más que ayudarte a desconfiar. El krenshar también lo siente, y su pelaje se eriza ante la cercanía del momento, pues ambos sabéis que en realidad no es la primera vez que vais a ese lugar, y por lo tanto, que no estáis solos, él ha venido a veros. Solkan.
Saludos Ugluk. - su voz, desafiante y cargada de odio resuena en la inmensidad con dureza, y su presencia, pues ahora está ante ti, te intimida como en las ocasiones anteriores. Tu cuerpo tiembla, y por un momento, deseas morir. - Por fin! No sé que es lo ha pasado, ni como has podido escapar a mi, pero al fin te encuentro.... en Eflun!! Bien, ha llegado la hora de que demuestres tu lealtad. Ellos deben morir, todos, y Skrai debe ser nuestra. No podemos dejar pasar más tiempo. - la voz que ha adquirido un claro deje de triunfo, nacido ante la seguridad de que te hayas en Eflun, te intimida tanto, que en te encoges, acobardado, pues sientes, claramente, como Solkan ahonda en tu mente, hurgando en ella sin compasión. - Debes hablar con Lucius, él está ahí, en la ciudad. Diles donde os escondéis y se encargará de todo. Hazlo bien Ugluk, y todos tus deseos y sueños se verán complacidos. Búscalo en la Biblioteca. Leila te llevará. Y no abandonéis Eflun.
Como un eco en tu cabeza, estas se repiten una y otra vez, de forma continua, sin descanso, y con ellas, la imagen de Solkan empieza a desaparecer permitiéndote un ligero respiro que aprovechas para despertar. Abrumado por un sinfín de encontrados sentimientos, entre ellos la sorpresa y puede que quizás la duda, tu mente abandona el mundo de los sueños, o quizás el de las pesadillas, y sudoroso, te incorporas en tu catre, advirtiendo que Murdock ronca severamente. Ignorándolo, y con la mente aún resarciéndose de la impresión de haber vuelto a hablar con Solkan, arrastras tu catre hasta la puerta, y una vez esta queda atrancada, vuelves a estirarte, dispuesto a descansar, ya que sin duda el día será sumamente largo. Algo más tranquilo ahora que estás despierto, secas el sudor de tu frente, y ansioso por deshacerte de los recuerdos de tu sueño, suspiras profundamente antes de volver, irremediablemente, a dormirte.
"Está anocheciendo, y silencioso, al igual que tus compañeros, Zenram, Dae y Murdock, que caminan detrás de ti, te diriges hacia el edificio de dos plantas, con Leila avanzando a tu lado con la mirada fija en el suelo mientras asevera. Jelani está ahí dentro. Cuando alcanzáis la puerta, la hermosa mujer saca una pequeña llave, y tras asegurarse de que nadie os observa, la introduce en la cerradura y la gira. Tu, seguido de la hermosa mujer de blanca piel, atraviesas la puerta en primera instancia, y tan solo cuando lo hace Daenerys te dejas caer al suelo, empujado por la bibliotecaria. Los ballesteros, ocultos en la desconocida estancia, no lo dudan un instantes, y sus ballestas disparan sus mortales virotes con precisión. La drow, atravesada por tres de ellos, cae al suelo a un solo paso de la muerte, mientras que el guerrero emite un profundo alarido y se lanza sobre los hombres armados. Su voluntad, guiada por la ira, es detenida con otra andanada, aunque en esta ocasión de magia, la cual quema su carne y desgarra sus músculos, e incapaz de sobrevivir a semejante poder, Zenram se desploma, muerto, y con Skrai palpitando en sus manos. Murdock, aún en el umbral de la casa, parece dudar, pero es indiferente, pues ni siquiera antes de que pueda pronunciar palabra alguna, un afilado puñal, empuñado por una invisible mano, se encarga de sesgar su garganta de un solo y rápido tajo. Respirando con acelerada rapidez a causa de la adrenalina, Leila y tú os incorporáis, ella sonriente, y os observáis el cuerpo semicalcinado del guerrero, caído a escasos centímetros. Lucius, que acaba de aparecer entre los muchos hombres de Solkan presente, te señala a la drow, quien aún parece poseer un ápice de vida a decir del leve movimiento de su pecho. Sabedor de tu deber, clavas tu espada en su corazón, sonríes, satisfecho."
Por segunda ve en esta noche, tus mente abandona el plano de los sueños, y quizás alterada, vuelve a la realidad, seguramente en busca de calma. La habitación, oscura, te recibe en el silencio solo roto por el mago y sus ronquidos, y tras unos segundos, vuelves a cerrar los párpados, deseando que ahora si, los sueños te dejen descansar.
Un fornido grupo de hombres, ataviados de negro y con el emblema de Aelyn reluciente en sus oscuras ropas, esperan, tensos y ansiosos a que la puerta se abra. Sus ballestas, y sus conjuros, están listos y preparados, y tan solo anhelan la hora señalada para cumplir las órdenes de quien está al mando, Lucius. El humano, fiel servidor de Aelyn, espera pacientemente en la segunda planta, y convencido de su triunfo, sueña con la recompensa que se le ofrecerá con la muerte de Daenerys y sus amigos. Su mirada, ansiosa, observa la calle, a la espera de la llegada de sus víctimas, y llegado el momento, sus ojos se abren como platos. Uno de sus hombres corre hacia la casa, y por su expresión parece que algo va mal....
Está anocheciendo, y silencioso, al igual que tus compañeros, Zenram, Dae y Murdock, que caminan detrás de ti, te diriges hacia la salida de la ciudad, con Leila avanzando a tu lado con la mirada fija en el suelo mientras asevera. No os dejarán huir. Os cogerán. Cuando alcanzáis la puerta, la hermosa mujer parece dispuesta a gritar o delataros, pero la afilada punta de una daga, entre sus costillas, le invita a no hacerlo. Los dos guardas apostados a las puertas, os observan por un segundo, pero os permiten salir sin cuestionaros, lo que te invita a mirar atrás para saber el porque de la ausencia de preguntas. Con un ligera sonrisa, adviertes que.........
Y entonces tus ojos se abren, devolviendote a la realidad con un demasiadas preguntas sin respuesta.
Sudorosa, agotada y ante todo enamorada, tus ojos son incapaces de continuar abiertos, y con un último beso a tu amado, que descansa a tu lado, tan satisfecho como tu, te permites abandonar la realidad para sumirte en un placentero y reparador sueños.
"La pequeña habitación despide un cálido ambiente, sin duda debido al fuego que ardiera en al chimenea hace un rato, ahora convertid en rojizas ascuas, que junto a la luz de luna, blanca e impoluta, iluminan la sala. Tu hijo, inocente y aún sencillamente un niño de tres años, duerme placidamente en la cama de al lado, y desde tu posición, incorporada en la tuya, adviertes como su pequeño y tierno pecho se hincha y deshincha a un ritmo acompasado y tranquilo. Su tez, no tan oscura como la tuya, refleja ligeramente la cálida luz de la luna. Feliz, y más cuando puedes admirarlo así, en silencio y en tu propio intimidad, adviertes el parecido de sus rasgos con los de sus padre, Zenram, e incapaz de controlarte, rompes a llorar. El mero recuerdo de su presencia, de su olor, te acongoja con brutalidad, y instintivamente no puedes evitar que tu mano diestra recorra la cicatriz de tu estomago, la cicatriz que te recuerda, con vehemencia y cada día desde entonces, lo que acaeció aquella tarde. La perdida y el dolor. La muerte y el sacrifico.
El camino apenas se alcanza a ver en la distancia, y su destino, el que Murdock considera su hogar y el que muchos conocen como el Bosque Maldito, se alza final de este. Un tupido bosque de fuertes y ancianos árboles, y que ante tu mirada, perpleja, adviertes que ha menguado de forma alarmante, y allí donde antes nacían sus límites, ahora solo hay tocones, arbustos muertos, y troncos caídos de los que sus ramas fueron despojadas con anterioridad. Pero eso ahora da igual, pues es ahí donde debéis ir, por lo que sonríes mientras lo señalas, pero tu sonrisa no tarda más que un instante en truncarse, tiempo en el que tu mirada se desvía, de nuevo, en la dirección donde está el camino y la enorme planicie donde el ejército de Solkan se ha instalado para asediar el bosque desde hace meses. Decenas, centenares de tiendas y una cifra superior en hombres, se remueven inquietos y expectantes, ansiosos por matar y destruir tus esperanzas y las de tus compañeros.
Una fluctuante energía destella frente a vosotros, en el centro de un pequeño grupo de árboles, a una escasa carrera del Bosque, y tras el fogonazo, cuatro figuras, cuatro adversarios, cuatro peligroso y mortíferos asesinos surgen de dicha luz. En sus miradas, la fiera decisión de saber que vuestras vidas son su destino y vuestras muertes sus recompensas......
La sangre mana de varias y peligrosas heridas, tanto en tu cuerpo como en el de tus compañeros, y aunque también tus rivales, la drow y los tres humanos, han sufrido heridas, presientes que son más fuertes y poderosos que vosotros. Además, intuyes que no tardaran en recibir refuerzos, y llegado ese momento, ni siquiera tu querido Zenram y la poderosa Skrai, que pelean a tu espalda, podrán contenerlos. Y entonces, por el rabillo del ojo, vislumbras como aquel a quien amas se vuelve hacia ti, y en lo que parece un pequeño receso en el combate, como si el tiempo os permitiera unos instantes de intimidad, te mira a los ojos con la decisión enmarcada en su mirada. Sus manos, cubiertas de sangre, se extienden hacia ti, ofreciéndote algo que no entiendes, a Skrai. Totalmente desconcertada, pero sin palabras para oponerte a esa mirada, tiendes tus propias manos, las cuales rodean la empuñadura de la daga solo un instante antes de que las de Zenram, más grandes y fuertes, rodeen las tuyas. Varias palabras intentan surgir de los labios de tu amante, pero tan solo el silencio es digno de hacerlo, y aún sin saber el que o el porqué, aceptas su fuerza y sus movimientos, permitiendo que tus manos vuelvan el filo de Skrai hacia ti. Y luego, luego sencillamente cierras los ojos, asientes, y empujas con fuerza, atravesándote el estómago con el arma que contiene la esencia que te ha cambiado. El arma de un Dios empuñada por un humano que te ha conquistado el corazón.
Abrumada, y con un sibilante grito de dolor, te despiertas tan de repente como el filo te atraviesa, y rápidamente llevas tus manos allí donde en sueños te hieren. Nerviosa y muy asustada, vuelves tu mirada hacia el hombre que duerme a tu lado, y con solo hacerlo, sientes como te relajas y tranquilizas, pues él está ahí, contigo. Lentamente, el sueño vuelve a apoderarse de tí.
"El camino apenas se alcanza a ver en la distancia, y su destino, el que Murdock considera su hogar y el que muchos conocen como el Bosque Maldito, se alza final de este. Un tupido bosque de fuertes y ancianos árboles, y que ante tu mirada, perpleja, adviertes que ha menguado de forma alarmante, y allí donde antes nacían sus límites, ahora solo hay tocones, arbustos muertos, y troncos caídos de los que sus ramas fueron despojadas con anterioridad. Pero eso ahora da igual, pues es ahí donde debéis ir, por lo que sonríes mientras lo señalas, pero tu sonrisa no tarda más que un instante en truncarse, tiempo en el que tu mirada se desvía, de nuevo, en la dirección donde está el camino y la enorme planicie donde el ejército de Solkan se ha instalado para asediar el bosque desde hace meses. Decenas, centenares de tiendas y una cifra superior en hombres, se remueven inquietos y expectantes, ansiosos por matar y destruir tus esperanzas y las de Skrai.
Una fluctuante energía destella frente a vosotros, en el centro de un pequeño grupo de árboles, a una escasa carrera del Bosque, y tras el fogonazo, cuatro figuras, cuatro adversarios, cuatro peligroso y mortíferos asesinos surgen de dicha luz. En sus miradas, la fiera decisión de saber que vuestras vidas son su destino y vuestras muertes sus recompensas......
La sangre mana de varias y peligrosas heridas, tanto en tu cuerpo como en el de tus compañeros, y aunque también tus rivales, la drow y los tres humanos, han sufrido heridas, presientes que son más fuertes y poderosos que vosotros. Además, intuyes que no tardaran en recibir refuerzos, y llegado ese momento, ni siquiera tu querido Zenram y la poderosa Skrai, que pelean a tu espalda, podrán contenerlos. Y entonces, por el rabillo del ojo, vislumbras como aquel a quien amas se vuelve hacia ti, y en lo que parece un pequeño receso en el combate, como si el tiempo os permitiera unos instantes de intimidad, te mira a los ojos con la decisión enmarcada en su mirada. Sus manos, cubiertas de sangre, se extienden hacia ti, ofreciéndote algo que no entiendes, a Skrai. Totalmente desconcertada, atisbas a entender su ofrecimiento, y segura, niegas con fuerza, apartando tus manos de la empuñadura de Skrai. Zenram parece confuso, y por un instante, parece a punto de gritarte, pero guarda silencio mientras clava su mirada en el arma y posteriormente en ti. Y entonces la alza, al parecer decidido a atacarte, pero en el ultimo instante baja el arma, incapaz. Sus ojos derraman lágrimas de dolor, pero apenas es capaz de hacerlo por mucho tiempo, pues vuestros enemigos se lanzan, nuevamente, al ataque. Skrai se alza dispuesta a defenderte.
La pequeña habitación despide un frío y húmedo ambiente, sin duda debido a la ausencia de nada que aplaque el intenso frío del exterior. El olor a sucio y rancio es tremendamente intenso, y tan solo la luz de un único rayo de luna, que entra por la diminuta ventana del techo, ilumina la celda. Tu cuerpo, magullado y repleto de cicatrices, cardenales y golpes, se resiente cruelmente, y únicamente cuando miras a un lado, al catre de la celda contigua a la tuya, separadas ambas por barrotes de hierro, te sientes con fuerzas para seguir adelante. Allí, durmiendo en un amasijo de mantas viejas y malolientes, tu amante, Zenram, se remueve inquieto, seguramente agasajado por sus infinitas e interminables pesadillas. Su cuerpo, delgado ahora que apenas come, muestra tantas o más cicatrices que el tuyo, y su rostro, ha perdido cualquier rasgo o fuerza de antaño, y ahora, ahora es tan solo una máscara de pura tristeza. Pero al igual que tú resistes por él, el lo hace por tí. Esa es la única razón de vuestra vida, vuestro amor.
Instintivamente, alejas tu mano a tu estomago, allí donde yace tu cicatriz, y que temblorosa, has perseguido con tu dedo en toda su longitud, recordándote como Solkan se encargó de rajarte para acabar con la vida de vuestro hijo. Por desgracia, no te permitió morir a ti, e incapaz de controlarte, rompes a llorar. El mero recuerdo de su presencia te golpea con crueldad, y como siempre, te ha hecho volver atrás, a aquella tarde. A la perdida y el dolor. La muerte y el sacrifico. Al ofrecimiento que no quisiste aceptar.
Y entonces abres los ojos, y aterrada, sientes como las lágrimas resbalan por tu mejilla.