Propuestas de jugadores.
Paula nacio en Boston, hace 27 años. Tuvo una infancia tranquila, con todo lo que podria necesitar. Su padre, James Widmore, era un afamado arqueologo que casi siempre estaba fuera de casa, de excavacion en excavacion, pero eso permitia que vivieran en una magnifica casa en el centro y que recibiera la mejor educacion. Nada le hacia mas ilusion a Paula que los dias que su padre regresaba, despues casi siempre de varios meses de ausencia. Lo adoraba, lo idolatraba, y seguramente por eso escogio su profesion, arqueologa, especializada en Egipto. Alli era donde su padre habia realizado las ultimas excavaciones... y era donde habia perdido su vida. Las circunstancias nunca se aclararon del todo, pero cuando Paula acababa de cumplir 11 años, la fatidica noticia llego: su padre habia muerto sepultado en un desprendimiento supuestamente fortuito en una tumba en la que acababan de penetrar. Si que es cierto que su padre era un ansioso, siempre tenia que ser el primero en ver las cosas, ademas en general... siempre queria ir delante, pero lo que tambien es cierto es que era de los mejores en su trabajo, y no hubiera pasado facilmente por alto ningun fallo... en fin, estas ideas siguien conviviendo a dia de hoy entre los pensamientos de Paula, y no hay duda de que guiaron en gran medida muchas de sus decisiones. Su interes por la antigua cultura egipcia era grande cuando su padre vivia, pero desde que murio, no ha hecho mas que ir en aumento. Hoy por hoy podria decirse que es una de las mayores expertas en el tema. Su madre siempre fue una mujer en segundo plano. Ademas de estar a la sombra de su padre, era una mujer a la que no gustaba destacar, rasgo que no transmitio a su hija. Marissa Widmore era una mujer grande, sobre todo gran empresaria, ya que gestiono toda la vida absolutamente todos los bienes familiares, siempre de manera impecable. Ademas era culta, aunque nunca hubiese ido a la universidad. La biblioteca familiar ocupaba buena parte del segundo piso y sin duda Marissa ha sido y sera siempre una gran asidua a los libros. Asi, siempre impulso a Paula para que estudiara, que pusiera su carrera por delante de todo lo demas, al menos hasta haber conseguido un medio de vida. Su padre siempre habia pensado en casar a su niña, como no, con algun hombre rico y culto, que le diera una buena vida. Y aunque su madre habia sido feliz asi, sabia que su hija no estaba hecha para eso. Su personalidad y aplomo le decian que seria alguien grande, algun dia. Termino sus estudios con buenas calificaciones, aunque podian haber sido mejores. Esto se debio a que utilizaba gran parte de su tiempo estudiando cosas por libre, sobre todo relacionadas con el antiguo Egipto, y otras muchas con la magia y ocultismo de estas epocas. Asi que al final acabo sin un gran curriculum, aunque aceptablemente bueno, y con multitud de conocimientos que trato de plasmar en su tesis doctoral, que acaba de presentar recientemente, y cuyos resultados esta esperando impaciente. La ha titulado el Egipto oculto, y aunque sabe que la tematica tal vez no guste a muchos, espera que alguna mente abierta reapre en ella
Enviado por: sucifer
Fecha: 12/03 16:19
Jean Philippe Vogel Vinacci
Nombre: Jean-Philippe Vinacci
Profesión: Fotógrafo
Títulos / licenciaturas: Abandonó sus estudios de química
Lugar de nacimiento: París, 22 de diciembre de 1900
Trastornos mentales: Belonefobia
Sexo: Masculino
Edad: (Depende del año en que empecemos)
Jean Phillipe Vogel Vinacci es un joven fotorreportero francés de caracter un poco reservado pero desenfadado. Es terriblemente inquieto y le encanta aprender y hacer cosas nuevas. Le molesta perder el tiempo ya que tiene grandes aspiraciones. Se toma las cosas con la mayor profesionalidad posible e intenta siempre encontrar la manera de ver las cosas desde un punto objetivo, lo que significa que a veces tiene que luchar contra sus propios principios o contra cosas como por ejemplo su fobia a las agujas.
Nació en Firenze, Italia, en torno al 1900, al poco tiempo de que su padre, un renombrado militar Parisino conociera a Lucca Vinacci, una reputada artista gráfica italiana.
Sin embargo, a los pocos años, la familia volvió a París, a la hacienda familiar que el padre tenía en las afueras. Ya de pequeño se interesaba por la química debido a los libros de divulgación que "tomaba prestado" de la estantería del padre de su mejor amigo, Sirlian. Su padre siempre intentó que su vida estuviese encaminada a ser un buen militar, al igual que él. Pero desgraciadamente a el no le interesaba en absoluto, a pesar de haber tenido que hacer el servicio militar para contentarlo.
A escondidas de su padre, su madre siempre le aconsejaba que encaminara su vida en el camino que el eligiese. Esto ocasionó varios roces familiares que sin duda marcaron su adolescencia.
Al final, dudando entre quimica y periodismo, cosa que también le fascinaba, gracias a la influencia de Lucien Vogel, su tio paterno, y la muerte de su padre en la Gran Guerra, decidió estudiar químicas en la Université Parisienne junto a su inseparable amigo Jacques Sirlian.
Durante su estancia en la universidad, colaboró con su amigo en la creación de un artefacto en el que estaba trabajando. Se encargó de recoger diversos componentes y reunir dinero para conseguir algunos ingredientes químicos que eran necesarios adquirir en el extranjero. Durante mucho tiempo colaboró simplemente por amistad, ya que su compañero en ningún momento le desveló lo que pretendía, hasta ver el resultado. Un buen día, Jacques le comentó que el proyecto estaba terminado y listo para su uso. Se trataba de una cámara fotográfica del tamaño de un maletín, capaz de realizar fotografías espectaculares.
Parecía capaz de captar la "esencia" de las cosas. Jean Philippe estaba realmente asombrado, y no había dia que no se preguntase como había podido fabricar tal artefacto. Mientras tanto, Sirlian no paraba de probar su invento, e hizo un buen dinero ofreciendo a personas hacerles fotos de este tipo. Sin embargo, pronto las personas que se habían puesto ante la cámara empezaron a fallecer, se extendió el rumor, y nadie quería seguir haciendose tales fotos.
Jacques Sirlian casi enloqueció y ser vió poseido por la necesidad de seguir captando la esencia de las personas, lo que le llevó, a escondidas de Jean Phillipe, a secuestrar indigentes de las calles de París, cuyos cadáveres tuvo que esconder tras dos dias de exposición a la cámara. No tardó en ser arrestado y ejecutado por tales crímenes, pero antes de que Jean Phillippe consiguiera hacerse con el poder de un pequeño diario donde Sirlian detalló todo el proceso de fabricación.
Tras licenciarse, su tio fundó la revista Vù, y le ofreció un puesto de fotorreportero para cubrir parte de la costa este de Norteamérica. Así que armado con una Leica recien comprada, partió hacia allí.
Se estableció en Arkham, cerca de Boston, donde su exótico nombre contribuyó a tener exito retratando a familias y parejas a la vez que obtenia un salario de las colaboraciones con la revista fotográfica para la cual trabajaba. Su inquietud le llevó a gastar la mayor parte de lo que estaba ganando en desenpolvar el diario de su amigo Jacques, y construir él mismo su propia cámara "Sirlian", como el la bautizó. Conociendo el futuro que tuvo su mejor amigo, Jean Phillipe no se ha atrevido a poner a personas bajo los efectos de la cámara, pero no duda en captar la esencia de cualquier cosa no viva. Su estudio está repleto de fotos de objetos que emiten una bella luminosidad de varios colores a su alrededor.
Actualmente, entre sus aspiraciones se encuentra hacerse notar en el reciente mundo del fotorreportaje y rivalizar con Robert Cappa, una joven promesa que trabaja para la misma revista que él. Además, recientemente está interesado en las cosas sobrenaturales, ya que lee mucho sobre el tema ultimamente, descreyendo y e intentando dar explicaciones racionales a todo testimonio que lee. Una de sus mayores inquietudes, es encontrarse cara a cara con algún efecto sobrenatural y fotografiarlo con su camara Sirlian para ver y publicar su "esencia".
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Un poco más tarde a la fecha del trasfondo del personaje (en la realidad), se descubrió lo siguiente:
Enviado por: Thruik
Fecha: 12/03 17:48
Nombre: Katy Dufry
Profesión: Anticuario
La familia de Katy era como cualquier otra, muy normal.
Su padre tenia una vieja tienda de antiguedades... cosas de todo tipo.
Monedas, libros, botellas, cigarrillos... todo lo que se les ocurriera que pudiera haber en una libreria.
El padre de Katy era un antiguo explorador, que habia recorrido gran parte del mundo, pero que ahora, debido a su edad, no podia hacer.
Un dia buscando entre las cosas de su padre, descubrio un extraño libro con la tapa forrada en cuero de animal... no poseia titulo alguno y en su interior, de las cientos de paginas que tenia solo una poseia algo escrito... una extraña palabra escrita en ingles pero probablemente perteneciente a otro idioma:
"La mayyitan ma qadirun yatabaqa sarmandi
fa itha yaji ash-shuthath al-mautu qad yantahi
Nunca supo que significaba...
tiempo despues su padre murio dejandola a cargo de su negocio teniendo que renunciar a la gran posibilidad de estudiar en la universidad... pero esto no le importó a ella, quien gustosa acepto el trabajo de su querido padre.
Enviado por: torna110
Fecha: 12/03 20:24
BRENDA FARROW
Mujer de 25 años, esbelta, rubia y de ojos grises; es atractiva sin ser especialmente bella. Cuida su aspecto, y gusta de los pequeños detalles. Viste de modo práctico y cómodo, en consonancia con su trabajo, por el que debe visitar con frecuencia edificios deteriorados o en proceso de reconstrucción. Sin embargo no perdona su toque de perfume, y un leve maquillaje. Discreta pero voluntariosa y segura de sí misma, ha tenido que luchar en un mundo eminentemente masculino para hacerse un lugar, y no le ha sido fácil. Pero el resultado ha sido un carácter forjado en el crisol de la dificultad, templado y resistente. Brenda nació en el seno de una familia bienestante de Boston. Hija única, ya que su madre, una mujer débil de constitución, murió al dar a luz. Su padre, hombre casi anciano, se volcó en ella al perder a su joven esposa, alrededor de la que había girado toda su vida desde que la había conocido, un par de años atrás. Al quedar solos, la trató con cariño pero, al mismo tiempo, puso en ella toda la ilusión que guardaba para el hijo varón, un sucesor, que ya no podría llegar a tener.
Brenda creció entre los libros, cálculos y planos del gabinete de arquitectura que dirigía su padre. Pronto esa familiaridad se convirtió en fascinación, hasta el punto de solicitarle su ayuda para entrar en la Universidad. El hombre, viendo que ella era lo suficientemente inteligente y tenaz como para afrontar la carrera de Arquitectura, lo que había soñado que hiciera algún día su hijo, la estimuló y apoyó para que la cursara. Así fue, y la terminó, a pesar de las penurias de la Gran Guerra, y la terrible posguerra, siendo de las poquísimas mujeres que se licenciaron. Y de las aún más escasas que ejercen su profesión con éxito y normalidad. Sin embargo, su interés derivó pronto por las edificaciones antiguas, y las posibilidades que ofrece su restauración, desviando su atención de las obras nuevas.
Su pasión, su hobby en tiempo de ocio, estrechamente relacionado con su profesión desde su punto de vista, es la arqueología. Y cuando puede, en vacaciones, suele pedir a los arqueólogos y antropólogos conocidos del selecto círculo de amistades de su familia, aquellos que se relacionan de un modo u otro con excavaciones en países remotos, que la permitan colaborar desinteresadamente durante un tiempo. A lo que ellos siempre han accedido encantados por su capacidad de trabajo, su brillante mente y su delicadeza con los hallazgos. Actualmente vive sola, en Arkham, donde montó su estudio para no estar ni tan cerca de su padre como para hacerle la competencia, ni tan lejos como para que verle fuese difícil.
Se ha establecido por su cuenta, aunque contando con el apoyo técnico del gabinete de su padre. Y se ha especializado, como deseaba, en restauraciones. Edificios antiguos que los nuevos ricos, poseedores de considerables fortunas que han florecido en estos tiempos extraños, adquieren y rehacen para dar una cierta pátina a su estatus. Le está yendo bien, pues suelen ser las mujeres las que deciden iniciar este tipo de trabajos, aunque los financien los maridos. Y ellas gustan de tratar con Brenda, con la que se entienden mejor que con según qué tipo de profesionales, dejando las decisiones en sus manos de reconocido buen hacer y confiando en su buen gusto. Lo que a ella le representa un disfrute considerable, añadido a su minuta. Todo ha ido bien, casi podría decirse que excelente, si no fuera por un incidente que sufrió, y que le ha cambiado la óptica de muchas facetas de la vida.
En uno de sus últimos encargos fue a comprobar las posibilidades de una vieja casona situada junto a un acantilado, sobre la costa. El dueño quería restaurarla, pero se quejaba de extraños ruidos, temía que la estructura estuviera dañada, y que estuvieran gimiendo los cimientos. De modo que la contrató para que hiciera un estudio de las causas y de las soluciones. Sin embargo, habiéndose instalado en la casa para pasar un par de días investigando, una vez allí algo extraño sucedió. Nunca ha contado a nadie su experiencia por completo, pero se sabe que salió de allí en plena noche, y se la encontró al amanecer, a varias millas de distancia, dentro de su coche, murmurando extrañas descripciones de un ser semihumano, con escamas y aletas, surgido del océano...
Los doctores valoraron ingresarla para que realizara una cura de reposo, pero cuando hubo dormido todo un día y su noche bajo los efectos de un buen tranquilizante, despertó como nueva, se rió de su propia declaración, y nunca volvió a referirse a lo sucedido. Sólo que, desde entonces, a su afición por la arqueología ha sumado otra, la de los relatos, objetos y libros sobre extrañas y antiguas civilizaciones, cosmogonías esotéricas, y temas poco... convencionales...
Enviado por: Dama_Isawa
Fecha: 14/03 01:03
Nathanian Moore nació en un pequeño pueblecito cercano a Southampton, en la costa sur de Inglaterra, en el seno de una familia acomodada y bastante relacionada con el ámbito académico. Físicamente no era un niño muy destacado, el menor de dos hermanos, pasó la infancia sufriendo los excesos de Víctor, el mayor de ellos. Su padre, Adam Moore, era arqueólogo, trabajaba para la universidad de Oxford y realizaba excavaciones en Irak para estudiar los restos de las primeras civilizaciones, así pues ambos fueron educados por su madre, Moyra.
Durante su infancia, todos los veranos su padre se los llevaba con él a sus expediciones, así que Nathan pasó sus primeros años entre investigadores, arqueólogos, polvo y piedra, recorriendo la mitad del mundo antiguo.
En uno de esos veranos, durante un caluroso día de Julio en el que Nathan cumplía once años, algo ocurrió en la excavación. Nathan y Víctor observaron como los obreros salían corriendo del templo sumerio que estaban explorando. El miedo se reflejaba en sus rostros con una claridad manifiesta. Pasaron unos minutos y su padre no salía, así que los dos hermanos decidieron entrar a buscarle. Tras unos instantes inciertos, que se les hicieron eternos, llegaron al pie de una escalera desde la que podían observar un oscuro agujero en el suelo de la estancia. Había herramientas y útiles tirados por toda la habitación, pero ni rastro de su padre. Lo que pasó a continuación... es tan sólo una bruma en el recuerdo del muchacho, mantiene imágenes sueltas en su memoria pero no una cadena de acontecimientos coherentes. Recuerda a su hermano Víctor, empujándole para que saliera de allí corriendo… recuerda un tentáculo que salía del oscuro agujero… agarró a Víctor y lo arrastró con él… recuerda la luz del sol atravesándole los ojos cuando salió al exterior… y poco más. Horas después apareció su padre, sumido en un extraño trance cercano a la locura, línea que atravesó cuando fue informado de la desaparición de Víctor.
Nathanian fue enviado de vuelta a casa junto con un trastornado Adam. Afortunadamente la familia contaba con ingresos suficientes como para que su madre y él mismo no pasaran apuros económicos. De aquello hace ya diecisiete años. El padre de Nathan fue internado en un centro psiquiátrico, donde aún continúa. Nada volvió a saberse de Víctor, la excavación fue cerrada y el templo clausurado. Natahanian cuida de su madre desde entonces.
Se mudaron a Estados Unidos y estudió Historia en la Universidad de Harvard, sacando un doctorado en Civilizaciones Antiguas. Se hizo escritor, quizás porque le faltó valor para seguir la senda de su padre y hacerse arqueólogo, aunque siempre que tiene ocasión investiga por su cuenta los hechos ocurridos aquel día, cosa que le obsesiona.
Ha escrito varios libros: El Origen del Hombre, Las Primeras Civilizaciones, Historia Antigua de la Humanidad… así como un par de novelas de cierto éxito, pero nada especialmente reseñable, lo justo para vivir holgadamente y sin pasar apuros económicos. En cuanto tuvo oportunidad, vendió la antigua casa de Boston que adquirió al llegar a América y se trasladó a Arkham, donde compró unas tierras en las que su madre podría descansar mejor atendida, y se encontraría más cerca del centro psiquiátrico donde se encuentra su padre.
A los diecisiete años sufrió un accidente de moto que le dejó secuelas en su pierna derecha. Ahora cojea y debe utilizar un bastón. Debido a ello, fue dispensado de acudir a la Gran Guerra.
Nathan es un hombre serio y reflexivo, culto. La dualidad de su personalidad viene profundamente marcada por el trauma de su infancia, pues se culpa a sí mismo de la muerte de su hermano. Por un lado, hombre de ciencia, de estudios, racional y realista, y por otro… asaltado por sus pesadillas y por las imágenes de su niñez, por monstruos en la sombra y seres surgidos de su imaginación. Habla con ese particular acento inglés de case media-alta, alargando la terminación de las palabras y con un leve canturreo. Posee además un cierto humor negro, bastante ácido y típicamente inglés.
Enviado por: el_drizzit
Fecha: 14/03 11:47
Archivald Kirkham es un joven misionero de la fe de Dios. Ha llevado el catolicismo a las paganas tierras del norte de África y también en el sur de Asia. Acostumbrado a tratar con indígenas y salvajes ha aprendido a tratar con ellos e incluso se ha molestado en entender su cultura por lo que ha obtenido conocimientos paganos, aunque eso no se lo ha informado a sus superiores (me refiero a conocimientos en las ciencias ocultas).
Al haber tenido que viajar se ha acostumbrado a una vida austera y sencilla, lejos de lujos y comodidades habituales en el mundo de occidente. Él esta acostumbrado a carecer de comodidades y completar su existencia con su fe en el señor Jesucristo y en su padre.
Antes de tomar los hábitos era un muchacho normal y corriente que trabajaba en el taller de mecánica de coches de su padre hasta que las malas compañías le crearon problemas. Acabo yendo a un reformatorio donde los curas que lo dirigían le adiestraron en la fe católica. Tras cumplir penitencia decidió ayudar a los demás tal y como le habían ayudado a él. Primero en el mismo reformatorio y más tarde tomando los hábitos.
Como carecía de estudios tuvo que aprender sobre la marcha pero los monjes le adiestraron como buenamente pudieron. Si bien carecía de conocimientos médicos si que aprendió los más básicos de los conocimientos de curación con los que ayudar a esos salvajes e indígenas en sus problemas diarios.
Hace poco tuvo un percance serio. Pese a llevar varios meses ayudando en una aldea en África a los más necesitados en un hospital fueron atacados por unos salvajes. Salvo el pellejo de milagro y su fe ha sufrido una grave decaída tras esto. Cansado, asustado y temeroso vuelve a su hogar para ver de nuevo el mundo civilizado y meditar lo que le ha pasado.
Enviado por: eban
Fecha: 16/03 18:36
HENRIC LARSSON
Los locos años veinte, menuda época. Son los años del Jazz y de la Ley Seca en los Estados Unidos de América, cuando los salones de baile se llenan de gente que baila hasta el amanecer y busca emociones ilegales, bebiendo y fumando, donde la promesa de una vida mejor en la tierra de las oportunidades atrae a miles de inmigrantes de todo el mundo.
Henric Larsson un joven de 20 años, nunca hubiera llegado a algo mas allá que un simple trabajador mas en el emergente mundo de la industria automovilística, de no ser por que aquella noche decidió salir a celebrar el cumpleaños de un compañero de trabajo de la decadente fabrica de montaje en la que trabajaba para poder salir adelante. Una noche en la que pudo bailar, fumar y olvidar su triste vida a base del ilegal liquido, dejo atrás por unas horas su trabajo diario en aquella alienante cadena de producción y su triste vida en aquella destartalada habitación de aquella destartalada pensión. Disfrutó durante toda una noche y hasta el amanecer de la alegría de vivir y del autentico sueño americano. Una noche que cambió su vida para siempre, ya que fue cuando probó por primera vez el opio, invitado por un extraño demasiado generoso, a quien conoció por las afinidades artísticas que ambos compartían.
Nacido en Suecia y de familia humilde, Henric dejo atrás su vida y su familia atraído por las promesas de una vida mejor en América, el siempre había tenido un talento especial para la pintura y otras formas de expresión artísticas, como la escultura, motivo por el cual decidió probar suerte en la ciudad, pero nunca tuvo fortuna. Mal viviendo haciendo pequeños trabajos en distintas empresas de la industria del automóvil, no había cejado en su empeño por lograr llegar a lo mas alto en el mundo del arte, pero las horas que se pasaba pintando cuadros en la habitación de la pensión en la que vivía, no dieron sus frutos hasta aquella noche. Una noche en la que no durmió, todavía afectado por los efectos del opio y la bebida, fue acosado por pesadillas de mundos fantásticos, y paisajes extraños dominados por ciclópeas ciudades y basalticos monolitos. Su obra acabó siendo influenciada por estas pesadillas, y fue entonces cuando captó la atención de la crítica, quien se fascinó al ver en aquellos cuadros la representación de los mundos oníricos de Henric. En menos de dos meses, Henric dejo de ser un obrero anónimo mas y paso a tener criados, se convirtió en todo un fenómeno entre la alta sociedad de la ciudad y aquel joven de cabellos negros, tez pálida y cuerpo débil venido de un país que a nadie le interesaba, se convirtió en una de las personas mas influyentes y mas seguidas de la alta Sociedad. Pero esto pronto empezó a cambiar su carácter, el dinero y las habituales noches de fiesta, entre alcohol, mujeres y opio acabaron haciendo mella en él. Necesitado cada vez más de la droga para poder avistar esos mundos pretéritos, su cuerpo empezó a pedir más y más, para poder alcanzar aquellos terribles lugares de ensueño y no pudo seguir el ritmo. El cuerpo le empezó a pasar factura, su mente estaba rota por la droga y por unos sueños que ahora no desaparecían cuando no la tomaba y lo que es peor, sus obras habían dejado de estar de moda. Aun le quedaba dinero para vivir y había sido previsor con el vil metal, de modo que hizo importantes inversiones que le salvaron en el último momento, pero a los 27 años, ya había pasado su momento de gloria.
Solo y abandonándose también a si mismo, Henric siguió adelante con su vida, una vida que ahora transcurría lentamente, encerrado en el lóbrego estudio de su casa, rodeado de cuadros con extraños paisajes que ya no conseguía vender, pasando el tiempo entre libros de diversa índole que ampliaban sus conocimientos sobre el arte de distintas culturas y fumando un Opio que ahora era su única salida a un mundo que había dejado de tener sentido para él, puesto que ahora él, formaba parte de otros mundos, unos mundos de pesadilla, formados por terribles imágenes de paisajes cósmicos venidos de insondables Tártaros. Se había convertido en una persona deprimida y deprimente, olvidada y recluida entre extrañas obras de arte y extraños libros.
Enviado por: akrabu
Fecha: 17/03 17:55
Investigator Name: Maiara Bethson (Madame May)
Occupation: Timadora “vidente”
Birthplace: Iowa
Sex: M
Age: 32
Nací en (XXXX según año en el que estemos), en Ilinois, como pude haber nacido en Kansas, en Iowa, o en cualquier otro lugar que puedas imaginar. Cuando eres hija de un domador de leones y de una trapecista, tu hogar es cada ciudad que dejas a tu paso y tu familia el resto de componentes del circo. Por más que lo intenté fui incapaz de seguir los pasos de mi madre, ni qué pensar los de mi padre… Sin embargo a los 16 años descubrí que por fin había algo que se me daba realmente bien: mentir.
Si escuchas a la gente, y eres un poco observador, sabrás decirles lo que quieren oír, incluso a veces, inconscientemente, son ellos mismos quien te revelan sus inquietudes sorprendiéndose cuando “adivinas” lo que buscan. Sí, habrá veces que no aciertes al cien por cien, pero si te acercas por poco que sea a la realidad, ellos te ayudarán, sin saberlo, a llegar al final. Así nació “Madame May”.
Pero cuando llevas tantos años de aquí para allá llega un momento en el que necesitas frenar… echar raíces en un lugar… y al cumplir los 30 decidí quedarme en Nueva York. Con los ahorros de todos estos años conseguí alquilar un modesto piso. Encontré trabajo de camarera en una cafetería cercana, pero aún así seguía sacándome unos buenos ahorros extras realizando “trabajitos” como vidente. Sin embargo éstos últimos años comenzaba a tener algo que hasta ahora no había tenido: remordimientos de conciencia…
Sabía que lo que hacía no estaba bien, aunque por otro lado tampoco creía que les estuviera haciendo ningún mal con mis mentiras, tan solo les estaba… ¿robando? No, no me gustaba esa palabra, prefería verlo como una “venta” de pequeñas ilusiones. Pero no podía mentirme a mi misma, realmente les estaba robando. Decidí ofrecer mis servicios sólo entre gente de la alta sociedad. Vale, de acuerdo, seguía robándoles pero... ¿qué son para ellos unos dólares más o menos? Por supuesto no tengo intención de seguir así toda mi vida. En cuanto tenga unos buenos ahorros dejaré atrás esta “máscara” de Madame May, y empezaré a ser nuevamente May Bethson. Sin más mentiras ni engaños.
Enviado por: HeidiMetal
Fecha: 17/03 20:15
Es una chica joven de unos 20 años pero su aire infantil hace que parezca de menor edad.
Sus ojos de color azabache y su tono de piel es también oscuro.
Su cabello está siempre recogido por el velo pero es oscuro como la noche en El Cairo. Sus manos muestran tatuajes hechos con henna que ella misma o su madre se hacen.
Al hablar con un hombre suele agachar la mirada en símbolo de respeto, es paciente como dicta su profesión.
Farah nació en el seno de una familia trabajadora y poco adinerada en El Cairo, Egipto.
Su padre es el dueño de un bazar rico en especias, Farah recuerda y recordará siempre el olor que desprendía desde la cúrcuma hasta la alcaravea, el sésamo, la mostaza o el azafrán en las tardes de verano, esas tardes en las que el sol es tan fuerte que todos los comerciantes deben de cerrar las puertas de su negocio para sentarse en el chorro de agua fresca de una fuente central en el patio de su adosado, ella desde pequeña disfrutaba jugando con el agua en esas agobiantes tardes.
Una de las pocas tardes que Farah decidió “ir de investigación”, como ella lo llamaba a excavar un poco fuera de la ciudad pero sin alejarse mucho, anocheció y el frío casi la congela pero su padre ya preocupado por las altas horas en que la niña estaba fuera decidió ir a buscarla llevándola a tiempo de vuelta a su hogar, pero eso no hizo disminuir las ganas de la niña por descubrir los tesoros que escondía la tierra, su sueño seguía siendo ser arqueóloga.
Su madre era una de cómo tantas egipcias, callada y sumisa, siempre cubierta por un velo. Esa cultura aunque siempre la había visto nunca le había gustado. Al hacerse mayor comprendió la necesidad de cubrirse casi completamente del sol durante sus excavaciones primaverales en el desierto pero aun así no estaba de acuerdo.
Siempre tenía que echarle una mano a su padre en la tienda después del colegio, estaba prohibido que las mujeres pisasen la mezquita con los hombres y la universidad aun sin ellos, aprender no es para las mujeres así que Farah aprendió por su cuenta y a escondidas de sus padres, gracias a esos estudios conoce varios idiomas aunque la mayoría de ellos lenguas muertas. La religión es algo poco importante en su vida ya que por culpa de ésta le es imposible estudiar en la universidad.
Con el descubrimiento de la tumba de Tutankamon en 1922 el auge de la cultura egipcia hizo que arqueólogos de todo el mundo fuese a las excavaciones para desenterrar los tesoros. Farah quiere ser una de los exploradores que contribuyen en la búsqueda de fortuna pero sobre todo ansía hacer carrera como arqueóloga en el Valle de la Muerte.
Un día decidió ir a Nueva York para ver las reliquias que habían “tomado prestadas” los norteamericanos, aunque los londinenses contribuyeron notablemente. Su padre se negó y ella estuvo a punto de desistir, pero tenía que pensar una vez en ella y su futuro en esa ciudad era nulo, no quería verse como su madre, casada por conveniencia entre familias y no por amor.
Enviado por: Baeshka
Fecha: 18/03 19:35
Ian MacConlom llegó a América hace casi 40 años, y cada vez está más desencantado con lo que ve. Cuando se instaló en Arkham, enviado como nuevo párroco en la iglesia católica de Saint Michael, esperaba encontrarse con una comunidad de hondos valores, como las de los primeros pioneros. Sin embargo, desde que el siglo XIX tocó a su fin, y sobre todo después de la Gran Guerra, parece que la carne es la reina en todo el mundo, y Arkham no ha sido una excepción. Y para colmo de males, desde que esa maldita Prohibición está en vigor, no ha probado un whisky en condiciones. No le extraña que los jóvenes comiencen a mezclarlo con refrescos para quitarle el sabor a gasolina...
Preocupado por la pérdida de valores de la sociedad actual y movido por la nostalgia, el refunfuñón padre MacConlom se ha refugiado cada vez más en los estudios de Historia antigua y medieval. Frecuenta la biblioteca de la Universidad de Miskatonic en busca de manuales y facsímiles, y ha empezado a confraternizar con algunos de los profesores más veteranos. Ahora que ya no es el único párroco de la iglesia de Saint Michael y dispone de más tiempo libre, está comenzando a plantearse unirse a alguno de esos viajes que ha oído comentar a ciertos profesores para ver con sus propios ojos esas maravillas de las que tanto ha leído.
El padre MacConlom es un anciano estricto y cascarrabias que sigue a pies juntillas la máxima de que todo lo nuevo es peor. Por otro lado, su sentido del deber es muy fuerte y su cargo de sacerdote católico le hace verse a sí mismo como "padre" de la comunidad, por lo que a menudo se ve impelido a esforzarse al máximo para ayudar al que considera necesitado; a menudo, no sin antes soltarle un sermón o dos.
Enviado por: Beto
Fecha: 18/03 20:16
Louis Sheridan
Sus pies se hundían y resbalaban en aquella fina arena mientras intentaba ascender hasta la cumbre de la siguiente duna….siempre había una duna más en aquel desierto que se le antojaba infinito, y por el que se había visto obligado a caminar durante los últimos tres días.
Levantó sus ojos oscuros hacia aquel sol implacable que había seguido su caminar desde el momento en que la tormenta de arena le había arrebatado casi todas su pertenencias y le había separado del resto de los integrantes de la expedición que él mismo guiaba….a esas alturas debían de encontrarse ya todos muertos….él mismo estaba ya a punto de fenecer después de un día sin agua, como atestiguaban sus labios cuarteados y sus cada vez más exiguas fuerzas….por no hablar de aquellas horribles aves que le vigilaban desde las alturas esperando el momento en que sus músculos ya no le obedecieran.
Y por si fuera poco, los granos de arena le golpeaban de forma pertinaz, anticipando una nueva tormenta que, sin duda, esta vez no le permitiría escapar….el desierto le había tomado como posesión y no dejaría que abandonase lo que hasta ahora era su hogar y en un futuro próximo sería su tumba.
¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué le había llevado a abandonar su país natal para terminar sucumbiendo bajo aquel manto dorado?
La respuesta era relativamente sencilla…..la búsqueda de fortuna. ¿Qué mejor lugar para un hombre arruinado que uno donde se decía que los tesoros estaban a la espera de que alguien los encontrase?
Su niñez y juventud en Norteamérica fueron fases relativamente tranquilas, marcadas por alguna que otra travesura que en ciertas ocasiones se acercaron a los límites de la delincuencia, pero sin llegar más allá….un simple coqueteo con su lado oscuro pero que consiguió mantener a raya, más debido a la suerte que a una clara conciencia de lo que estaba haciendo.
Sin embargo, su destino quedó marcado en gran parte por su afición a la lectura, al mismo tiempo que la atracción por culturas ancestrales que le ayudaban a evadirse de su insulsa vida, cambiando de trabajo cada pocos meses por no sentirse realmente a gusto en ninguno de ellos.
Y cada día que pasaba se le hacía más patente que aquel no era su sitio, atraído por tierras lejanas de las cuales leía ávidamente página tras página en aquellos libros que caían en sus manos, convirtiéndose aquellos personajes como Howard Carter en verdaderos héroes para él…aquel hombre, que con sólo 17 años participó en la excavación de Beni Hasan….y un día simplemente dejó todo para atravesar el océano y comenzar una nueva vida en la cuna de la primera civilización….Egipto.
Fueron años duros, en los que descubrió que la literatura no era capaz de reflejar las verdaderas penalidades de aquel lugar….ni sus grandezas, pero luchó por hacerse un sitio en aquel lugar, convirtiéndose en guía de expediciones para ricachones aburridos de su existencia, pero de vez en cuando también partícipe de descubrimientos que le llenaban de gozo….un lugar que le había devuelto la vida y que ahora estaba a punto de otorgarle la muerte.
Louis se dio cuenta que se encontraba arrodillado en mitad de la duna, y que se había dejado llevar por sus recuerdos….¡levanta!...¡debes seguir avanzando!....pero apenas le quedaban fuerzas para hacerlo, y los buitres de las alturas lo sabían, pues cada vez planeaban más bajo, clavando en él la mirada de aquellos crueles ojos.
Y con un último esfuerzo Louis se incorporó, y ascendió los pocos metros que le quedaban hasta la cima de la duna….allí estaba…casi como un sueño El Cairo se levantaba como una promesa….con sus pirámides apuntando hacia el cielo, y la Esfinge como fiel guardiana de sus secretos….su suerte le seguía acompañando y por esta vez había vencido al cruel desierto.
Con fuerzas renovadas, continuó caminando hacia el lugar que se había convertido en su hogar desde hacía diez años, y ahora, con una edad de treinta, aquel hombre de metro ochenta de estatura y complexión atlética, avanzó hacia la ciudad con el sol reflejándose en el castaño de sus cabellos, con el simple deseo de poder aplacar su sed, un buen baño y una noche de descanso en un mullido colchón.
Enviado por: Raitslin
Fecha: 19/03 20:01
Aprieta los puños. Ahora no, ¡ahora no! Los nudillos se vuelven blancos hasta desdibujar las manchas de la piel, las uñas amarillentas se clavan en la carne. Las manos dejan finalmente de temblar y coge el cuchillo. La madera es antigua y cuesta tallar en ella. Trata de no dejarse ningún detalle. Cualquier error podría echarlo todo a perder. Se levanta las pequeñas gafas y lee el pergamino una vez más. Parece correcto. Las hierbas comienzan a arder y un humo mareante llena la habitación, tiene que contenerse para no abrir la ventana. Los ingredientes reposan en frascos de cristal cuidadosamente etiquetados, testigos silenciosos de las palabras que comienza a recitar una y otra vez, una y otra vez; no sabe qué significan.
La manecilla del reloj avanza indiferente, burlándose del anciano que repite la letanía con solemnidad, los ojos cerrados, las rodillas cada vez más doloridas contra el frío suelo. Para cuando empieza a machacar los huesos y a mezclarlos con la sangre, el sudor baña su frente y gotea hasta sus ojos enrojecidos. La barba blanca se tiñe con el color de la sangre en el clímax final del ritual y levanta los brazos exageradamente. No ocurre nada.
Tras limpiarlo todo, derrotado, vuelve a la tienda y se sienta en una silla para permanecer mirando al infinito hasta que alguien entra. Se levanta sin muchas ganas.
- Buenas tardes, ¿le puedo ayudar en algo, caballero?
- Sí, verá, estoy buscando la call...
Toda la tienda comienza a temblar. Algunas vasijas se hacen pedazos contra el suelo, la lámpara del techo baila y los dos hombres se miran, aunque piensan cosas muy diferentes. El temblor pasa y la gente comienza a asomarse por las ventanas de la calle, pero el anticuario se pierde en la trastienda, caminando de un sitio a otro, hablando consigo mismo en voz baja. ¿Ha sido casualidad?
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Waldon es un hombre de aspecto peculiar. Su larga barba blanca y su descuidada melena le dan el aspecto distraído de un hechicero medieval, de un brujo de cuento, de un erudito encorvado que devora libros a la luz de una vela.
De anticuados modales, un aire místico y noble acompaña a sus palabras, que suelen reflejar una profunda incomprensión por los tiempos modernos que no se molesta en disimular, pues hace muchos años que dejó de importarle lo que los demás puedan pensar de él.
Viste ropa sencilla, oscura, carente de ornamentos, y pese a los años se mantiene en relativa buena forma. La edad le ha otorgado una paciencia notable y tiende a reflexionar sin prisas antes de tomar una decisión o decir algo que no debiera.
Enviado por: Julius Corvus
Fecha: 20/03 20:35
Las cosas no ivan bien para Nick. No, desde hace mucho tiempo.
Hacia toda una vida, Nick había sido un hombre decente. Había sido un "amigo" de la embajada Americana en Egipto. Nada de clase alta, claro. James Bond era solo una novela. El solo tenía que tener las orejas abiertas y un par de amigos locales y pasarle soplos a sus superiores de la agencia. Pan comido.
Todo se fue a la mierda cuando le pegó dos tiros a 3 locales.
Un contacto le había dado un lugar en el que pasaba algo "raro." Se dejó caer, era un almacén abandonado. Tal vez una célula de integristas o algo así. Y lo que vio... lo que vio no era lo que esperaba.
Ivan a matar a una niña de 4 años, degollarla y dejarla sangrar sobre no se que mierda de simbolo dibujado en el suelo. Su trabajo era informar. Su trabajo era ver, oir y callar.
Le sacaron del pais, de tapadillo, le dieron el finiquito y las gracias. No era lo que esperaban. Sin nada más que hacer, volvió a lo que sabía. Ver, oir y callar. Puso una agencia de detectives, aun tenía un par de amigos en los estados unidos y era discreto.
Pero el pasado nunca se queda atrás. Eso lo supo cuando el señor Carlyle se presentó en su despacho y le empezó a hablar de su viaje a Egipto... No sabía quien le había dado su nombre, ni porque. Pero el dinero era bueno.
Y ya habia aprendido a no sacrificarlo todo por nadie.
Enviado por: Meltar
Fecha: 21/03 17:39
"Su nombre es Mina Mordaunt. Nació hace veintiséis años en la capital de la Madre Patria, la tierra de los anglos, en el seno de una familia media establecida en las afueras de la gran ciudad.
Su padre, Samuel Mordaunt, era conocido por haber sido cazador de criaturas salvajes y exóticas en su tardía adolescencia y juventud. Estuvo largo tiempo en África, donde tuvo contacto con diferentes culturas y diferentes conceptos de vida, así como contacto con diferentes experiencias extrañas que lo marcaron para siempre. Después retornó al origen, donde luego de un tiempo contrajo matrimonio, y volvió a sus viajes por el mundo acompañado de su mujer. Con el nacimiento de su primera hija, Mina, con grandes ahorros y con una gran fama sobre sus hombros, Samuel abandonó su profesión dejando una cantidad de conocidos y amigos por el mundo, y se dedicó a su familia, siendo esporádicamente consultado por entendidos de la caza, tentado por grandes figuras a realizarles trabajos que sólo a veces aceptaba. Nunca abandonó, sin embargo, el recuerdo de aquellas experiencias fuera de la realidad que había tenido ocasión de presenciar.
La joven Mina creció en un hogar cálido y protector, de padres presentes y dedicados a la crianza de ella y su hermano menor, por tres años. Vivió parte de su infancia en los campos de las afueras de Londres, donde los suburbios comenzaban a confundirse con lo que quedaba de la naturaleza, hasta que por cuestiones diversas, Samuel decidió que debían mudarse a Nueva York, en los Estados Unidos. Fue la luz de los ojos de su padre, por ser su única niña y princesa, que nunca la quiso sumisa y relegada como mandaba la concepción de la mujer en aquellos tiempos. Incluso, la trató como hubiera tratado a un hijo varón, enseñándole a manejar armas, abriéndole la mente a la violencia del mundo, y nunca ocultándole ninguna verdad con tal de no herirla o de mantener su inocencia. Mina era la única persona de la familia que escuchaba con atención a su padre cuando le decía que había algo más allá de lo físico, que pasaban cosas más allá de toda racionalidad, y que nunca debía negarlas por más irracionales que fueran. Por las anécdotas y relatos de su padre, Mina supo de cosas de arqueología, antropología y culturas que los libros no iban a poder enseñarle nunca, hasta pasados muchos años y aplacado el etnocentrismo.
Su adolescencia comenzó feliz, y terminó en el horror. A los catorce años tuvo que aceptar la muerte de su madre en circunstancias muy poco claras, que nunca se explicaron del todo. El motivo oficial fue algo parecido a una muerte súbita. La indagación sobre los motivos de su muerte llevaba a ningún sitio, y el tema se dejó morir por el bien de Mina y su hermano, que sólo tenía nueve años. Dos años más tarde, también moría el niño, alcanzado por una infección generalizada de las heridas que le había inflingido un animal salvaje con el que se había topado, perdido en un bosque.
La vida de Mina cambió para siempre desde ese momento. Dejó cualquier estudio formal al que se estuviera dedicando, para quedarse en su casa con su padre, que parecía enloquecido de dolor y cada vez más sumido en ideas extrañas. En esos primeros años luego de que quedaran sólo ellos dos de su familia, Mina se encontró sumergida en aquel mundo del que su padre hablaba esporádicamente, del que le advertía, y el cual estudiaba de tanto en tanto cuando su padre se iba de viaje; Samuel había aceptado a regañadientes volver a algo relacionado con su antiguo trabajo, pero que no le hacía tener que salir del país, y que era dar conferencias y charlas sobre sus métodos y sus experiencias. En los albores de la Antropología como ciencia autónoma, al círculo científico le encantaba citar a aquellos que, aún sin pensarlo de esa manera, habían hecho un extenso trabajo de campo.
Su padre la alentó a continuar estudiando, pero Mina se negó: quería estar con él, cuando él estuviera con ella. Mutuamente, eran lo único que les quedaba, y Samuel amaba mucho a su hija como para obligarla a algo. Así que Mina quedó en una vida entre su padre, la casa, los viajes con él y los libros, que duró varios años; hasta que de un viaje al que no la había llevado, de los que hacía unas tres veces al año donde Mina no sabía a dónde iba, Samuel volvió totalmente loco, repitiendo incoherencias y sin ninguna memoria de lo que había sido su vida antes de partir. Fue inmediatamente internado en un psiquiátrico, calificado de paciente no peligroso, pero sin contacto con la realidad.
Desde ese momento, aunque aún le quedaban los ahorros de su padre que no los dedicaba a otra cosa si no a ella y a sus necesidades más próximas, la joven Mina de veintiún años tuvo que salir a ganarse la vida en la gran ciudad. No tenía ninguna profesión real, y hubiera vagado de trabajo menor en trabajo menor si no hubiera sido porque un antiguo amigo de su padre, al enterarse de la situación, le ofreció un puesto de ayudante personal en la universidad de Columbia. Era un puesto meramente administrativo, ideal para una joven bastante instruida que necesitara trabajo; y Mina comenzó a repartir su vida entre la universidad, el ámbito intelectual, y su padre, que no la reconocía. Sólo después se enteró que ese amigo de su padre también compartía con él su fascinación por las ciencias oscuras, y que sabía que Samuel la había incluido en ese mundo, que se ocultaba de la sociedad.
Con el correr de los años, todo el departamento de Arqueología, Antropología y Arte de la Universidad de Columbia conocía a la joven ayudante administrativa del conocido profesor Landgrave; también a la hija del conocido cazador Samuel Mordaunt, cita recurrente de tantos nuevos escritos y ensayos como fuente primaria de información de muchas deducciones de gente que nunca había visto de lo que estaba hablando. Se fue ganando a pulso el derecho de piso, que había obtenido de lástima, hasta lograr cierta independencia personal de los hombres y nombres que la precedían.
Su nombre era Mina Mordaunt, y la conocí hace poco tiempo de casualidad. Era una mujer alta, centímetros más del metro setenta, y llamativa entre la monotonía de las mujeres estadounidenses. Tenía piel pálida inglesa y ojos grandes y oscuros, brillantes, bajo pestañas arqueadas y densas. Llevaba el pelo y castaño muy rojizo largo y lacio, las curvas armoniosas y bien puestas y la ropa bien calzada para su semblante, aunque llegara a usar pantalones; pero aún así, eso no era lo que me llamó la atención de ella. Era su sonrisa, la eterna sonrisa de sus labios y de sus ojos, lo que la sacaba de ese gris en el que se sumían todas las personas luego de unos años de rutina.
He conocido pocas personas, que con una historia como la de ella, hayan seguido pensando en ponerle alegría al mundo. Que hayan recubierto esa enorme tristeza, de una vida marcada por infortunios, con una inmensa fuerza positiva. Mina Mordaunt no fingía su calidez cuando tomó mi mano y me confortó con su presencia, como tampoco había fingido su interés en escucharme, ni había mentido sobre los detalles de su vida. Era sincera, era dulce y era acogedora, una joven con una fuerza que envidio para ser la primera persona en alentar a que se continúe adelante. La persona que alienta a los grupos, que ayuda a mantener unida a la gente, y que es de los primeros en saltar en ayuda de alguien, en protegerlo. Y de las últimas personas con las que podrías enojarte, o tener problemas.
Me confesó que sus deseos tenían que ver con investigar, con ver. Que quería continuar las experiencias de su padre, y viajar a ver con sus propios ojos aunque sea parte de las cosas que habían alimentado su infancia y adolescencia. Que no pensaba casarse, al menos no pronto y que seguramente para cuando lo pensara ya se le habría pasado la hora, y que tampoco pensaba en un futuro inmediato la posibilidad de tener hijos. Pero que, quizás en un futuro más lejano, sí podía considerar una familia, más que sus libros y sus viajes, porque a pesar de todo deseaba el amor, y amaba a los niños.
Me dio la impresión que sus motivaciones personales eran simplemente vivir. Era una de esas personas que uno no puede creer que sólo estén felices por estar vivas. Me hacía preguntarme constantemente cómo era que seguía cuerda, o al menos eso parecía, después de tanto dolor personal. Y sólo una vez creí que estaba delirando un poco, cuando comentó algo acerca de espíritus o algo fuera de lo normal, algo de pseudo-ciencias espiritistas, cuando en un sitio se tocó la maldición de las pirámides de Gyzeth; pero no volvió a hablar de ello, al menos en nuestra presencia. No la creíamos capaz de saber de nada semejante.
Sin embargo, en algún punto, a mí me quedó la duda. Había rumores sobre la locura de su padre, y sobre libros escondidos en el despacho del profesor Landgrave. Se circulaban susurros sobre un hombre parecido a su padre que le había robado el corazón, y que finalmente se había ido. Pero al día siguiente, Mina Mordaunt nos cruzaba por uno de los pasillos, y a ninguno de nosotros nos cabía duda de que todo aquello debía ser una mentira. Una sonrisa como esa no podía esconder otra cosa que una persona dulce, terrenal y atenta.
Ninguno podía pensar nada más. Esa era Mina Mordaunt."
Enviado por: Venifer
Fecha: 23/03 01:16