El hombre se detuvo, en parte voluntariamente y en parte porque la mano de Louis habría impedido cualquier movimiento. Se giró lentamente, torciendo el hombro para librarse de la presa y luego miró a uno y otro con los labios apretados.
-Miren, es muy simple. No me creo que sean ustedes empleados de Jackson Elias. Dicho esto, aquí no hay nadie más que yo -el significado de lo que acababa de decir pareció calar en la mente del hombre, que adoptó una actitud algo más sumisa-. Soy Arthur Emerson, gerente de Importaciones Emerson. Si buscan a Silas N'Kwane tendrán que buscar en otra parte porque aquí no van a encontrarlo. Les estoy diciendo la verdad.
Señor, imagino que conocerá usted al señor Elias. El mismo nos dio esta tarjeta con el nombre del señor N'kawe escrito en ella. Puede comprobar- dice Nick mostrandole la tarjeta -que la letra es de nuestro empleador. Así que comprenderá que no tenemos intención de irnos sin saber donde está el señor N'kawe.
-¿Saben que? Me da igual. Ustedes ganan, pero no piensen por un segundo que me he creído sus embustes. Esa tarjeta se la dí yo mismo a Jackson. Escribío ese nombre delante de mis narices. Es imposible que sean ustedes quienes dicen ser, pero me importa un carajo. Ya le advertí que se estaba metiendo en líos. Esperen aquí, voy a buscarles la dirección.
Dicho esto empezó a subir las escaleras nuevamente a la vez que sacaba del bolsillo del pantalón un llavero de cuero sudado del que colgaban varias llaves.
Los ojos de Louis se entrecerraron desconfiados al observar cómo el hombre finalmente cedía a sus peticiones...allí había algo que le olía mal, demasiado fácil, considerando la negativa tajante del principio de la conversación y la claudicación de Emerson.
Finalmente se decidió y comenzó a ascender las escaleras tras el empresario - No le importará que le acompañe ¿verdad?
Su mirada se había desviado ahora hasta encontrar el origen de aquel tintineo, añadiendo un punto más de suspicacia al, ya de por sí, desconfiado ánimo del guía...¿para qué querría las llaves si acababa de salir de la oficina?
Por favor, permitanos acompañarle, con un gesto casual, Nick entreabrió la chaqueta y dejó que se viese la culata de su arma por un segundo. Con una amplia sonrisa añadió Así no le robaremos demasiado tiempo
Lo que no iva a permitir era que se quedase a solas con un teléfono. Oh, no. Ni de coña.
-No esperaba otra cosa.
Emerson subió las escaleras hasta la oficina. Empujó bruscamente la puerta golpeando el laterla de un armario metálico que, por problemas de espacio, estaba demasiado cerca y entró sin esperar a que le siguieran.
Nick y Louis fueron tras el sin despegarse y pasaron al interior del ahora abarrotado cubículo. Una mesa de tamaño medio ocupaba gran parte de la estancia, cubierta totalmente de papeles y más papeles dispuestos sin orden aparente. Junto a la puerta, el gran armario metálico cubría toda la pared de un lado a otro. Parecía cerrado. Detrás de la mesa había un archivador sucio y polvoriento con el que Emerson mantenía una discreta batalla tratando de abrirlo.
Solo había una silla mugrienta y de dudosa resistencia que tanto Nick como Louis decidieron ignorar. En oscuro ambiente, a pesar de la ventana abierta de par en par, vieron como Emerson sacaba un dossier y lo echaba encima de la mesa mientras.
-Veamos... Silas N'Kwane. Silas... Silas... ¡Aquí! Casa del Ju-Ju, en el 1 de Ransom Court, Harlem. Hagan lo que quieran, pero les advierto lo mismo que ya le advertí a Elias: ándense con ojo. Estos malditos extranjeros no pueden traer nada bueno.
Gracias, es usted muy amable. Nick apunta la dirección en su libreta. Supongo que eso es todo. Nick dejó escapar un suspiro. Mire, perdone si hemos sido un poco descorteses. Solo estamos intentando encontrar a un amigo. Hace días que no sabemos de él. ¿Podría decirnos cuando fue la última vez que vio a Jackson?
Emersón se recostó en la silla y miró a Nick con una mezcla de desconfianza y curiosidad.
-Ayer. Estuvo aquí a mediodía.
¿Ayer? Nick dejó entrever sorpresa. ¿Como es posible? ¿Como es posible? Ya que había fracasado estrepitosamente a la hora de hacerse el tonto, tal vez mezclar verdades con mentiras tuviese mejor resultado. ¿Parecía nervioso? ¿Venía con alguien? ¿Le dio la impresión de que estba siendo coaccionado?
Emerson clavo la vista en el techo intentando recordar los detalles del día anterior.
-Vino solo y sí, parecía algo nervioso. Bueno, me pareció un tipo que sabe controlar sus emociones pero... -sonrió mientras hablaba- Billy tiró unas cajas al suelo y cuando el tipo este oyó el estruendo casi pensé que se iba a salir por la ventana jajaja.
Lanzó una carcajada riéndose de su propio chiste, aunque la sonrisa desapareció de su rostro cuando vió que Nick seguía impertérrito.
-Bueno, lo que sea. De todas formas si le ven harían bien en prevenirle acerca de husmear en esa tienda de Harlem. Yo ya se lo advertí pero no creo que me hiciera caso.
Nick miró a Louis a los ojos. Ambos conocían a Jackson y no era de los melindrosos, precisamente. Después se volvió hacia al encargado. Gracias por su tiempo, señor. Creo que es hora de que sigamos buscando.
El hombretón se mantuvo en silencio mientras Nick interrogaba a Emerson...era mejor así, pues el detective tenía muchas más experiencia en esos asuntos, y al parecer estaba dando resultado pues, desconfiado o no, el dueño de aquel almacén les estaba dando la información que necesitaban. Ahora tenían una pista que seguir.
Sin embargo no pudo hacer otra cosa que intranquilizarse por lo que escuchaba, pues cualquier cosa que pudiera hacer temblar a un hombre que, a lo largo de su vida, se había infiltrado en los lugares más peligrosos, rodeado de personas más peligrosas aún, debía de ser algo realmente terrorífico.
Nick daba, en ese momento, por finalizada la conversación, así que se dispuso a salir de aquel estrecho despacho y bajar las escaleras.
Se aferró a la barandilla pues notaba sus pasos algo inseguros, y al hacerlo pudo ver cómo la sangre parecía haber desaparecido de sus manos, mostrando un blanco enfermizo.
Lentamente llevó su mano libre hasta el rostro, donde suponía que la piel debía demostrar el mismo aspecto que sus manos, acariciandose la mejilla levemente.
No hagas suposiciones - se decía mentalmente - Debes llegar hasta el fondo de este asunto.
Atravesó las puertas del almacén, dejando que el sol calentara su piel. Incluso llegó a cerrar los párpados y alzar la barbilla para exponer lo máximo posible el rostro, aunque tan solo fue un segundo, pues enseguida se volvió hacia su compañero.
Supongo que tendremos que ir hasta esa tienda ¿no? - preguntó aún sin necesitar la respuesta. La cuestión es si les daría tiempo a hacerlo antes o después de ir a la comisaría - No conozco esta ciudad lo suficiente. ¿Está lejos de la comisaría?
No sé si nos dará tiempo a ir y volver antes de que estén allí los demas. Ya fuera, el sol le golpeaba. No con demasiada fuerza. Pero si lo suficiente para sentirse incómodo. Ya no estaba cómodo a la luza del día. Los pocos amigos que le quedaban, a los que se aferraba, apenas sin saberlo, como a un clavo ardiendo, se habían reducido ayer. Había un proverbio egipcio que aprendió en sus días en el Cairo.
La montaña más dura, con el tiempo, siempre acabará convirtiéndose en arena.
Cada día se acercaba más a ser arena.
Pero no iva a caer. No hasta que hubiese saldado cuentas. Puede que acabase solo, acuchillado en un callejón por un tipo sin rostro. Puede que cada vez le importase un poco menos. Pero no pensaba irse dejando deudas, y menos una tan grande. Eran las reglas.
Puedo dejarte antes en comisaria, pero voy a seguir este rastro mientras está caliente. Tu decides. Yo... No era lo suyo admitir debilidad, pero... Yo creo que no me vendría mal tu ayuda. Se caló el sombrero, impidiendo que la luz le diese en el rostro. Sombras. Era adecuado con su estado de ánimo. Tengo que encontrar respuestas. Se lo debo a Jackson. Encendió un cigarrillo de nuevo.
Son las reglas dijo, más para sí que para Louis.
No, no - dijo levantando las manos con las palmas hacia el frente, y agitándolas levemente hacia los lados - no quería decir eso. Por supuesto que iré, simplemente preguntaba para saber si nos dará tiempo para acudir a nuestra cita con los demás.
Louis se había quedado de piedra, pues las palabras del detective indicaban que quizá había ahondado en su interior más de lo que esperaba, pero el hombre tenía razón, o al menos en cierto modo, pues él no consideraba que hacer lo que estaban haciendo se debiera a ninguna regla, ya fuese escrita o no, sino porque era lo que realmente quería hacer....porque sabía que Elías hubiese hecho lo mismo por él.
Restregó las palmas de sus manos contra las perneras de los pantalones - Vamos allá entonces - dijo finalmente - y veamos hasta donde nos lleva este camino, aunque he de decir que eso de la Casa de Ju-Ju, pese a tener un nombre que parece un chiste, no me hace ni pizca de gracia.
Nada de esto tiene gracia. Dejar atrás la mascara de bobalicón le había quitado algo de humor. Pero Louis era un buen chico, tampoco era plan de deprimirle. Joder, ha sido el fracaso más productivo de mi carrera de detective. Tengo que mejorar mi capacidad de mentir, porque... vaya palo. Nick abrió la puerta del coche, entró y abrió la del acompañante para su compañero. Recuerdame que un día de estos te cuente la historia del enano del circo. Nick le guiñó un ojo, para quitar hierro al asunto. Luego volvió a ponerse un poco más serio.
Tenemos que tener pies de plomo en Harlem. Todo lo que has oído sobre el ghetto es cierto, y peor. Abre bien los ojos y esperemos que nadie quiera pasarse de listo. ¿Vas armado?
Al escuchar la última pregunta, llevó su mano derecha hasta ese mismo costado y dió unos golpecitos en la chaqueta - Ayer decidí que no volvería a dejarla en el hotel, pues esto es tan peligroso como el mismísimo desierto....algo me dice que antes o después las serpientes comenzarán a salir de su agujero.
El motor ronroneó, o quizá debiera decir rugió, bajo su ya vetusta cubierta metálica, pero incluso así, el sonido ayudó a Louis a relajarse, pues aquello le sujetaba a la realidad....la muerte de Elías también era una realidad, pero se negaba a verlo de aquella manera. Prefería seguir pensando que era una pesadilla de la cual podía despertar en cualquier momento.
El vehículo se puso en marcha, y mientras observaba los edificios desfilar al otro lado de su ventanilla, intentó hacer memoria acerca de ese barrio, pero la información era excasa, simplemente que era una zona peligrosa.
Bien, espero que no la necesitamos. Nick introdujo el coche por las calles, dirigiendose a Harlem.
Lo espero, pero no lo creo.
Y ambos hombres se internaron en las entrañas de la ciudad...