Partida Rol por web

Louis disparó el arma Bang - la detonación resonó en la habitación. Te lo advertí hijo de puta - gruñó. No sabía que le había hecho, pero nunca se había sentido tan mal

El disparo alcanza a Tewfik en el hombro, haciéndole girar sobre sí mismo como una peonza y derrumbarse a plomo detrás de la cama, inerte, muerto o inconsciente.

En ese momento os dais cuenta de que alguien ha estado gritando tras de vosotros. La voz de Nathanian parece venir del saloncito de esta misma planta, el artista debe haber subido hasta aquí.

...frentas a una muerte bastante agónica, larga y desproporcionada!- está gritando vuestro compañero.

Nathanian tiene tiempo de terminar su amenazador discurso, pero este queda ahogado por el sonido de un disparo, seguido de inmediato por el de un cuerpo al caer al suelo.

Ocúpate de él - le dijo a su compañero. Sheridan pareció salir de algún tipo de trance ¿ Qué? ¿ Puedes repetir lo que has dicho? - dijo saliendo hacia el saloncito. Aún parecía afectado por lo que fuese que había ocurrido aquí

Tras el barullo de voces y disparos, Sheridan acudió al saloncito al que habían subido tanto Moore como Larsson y desde el que habían dado aquellas voces. Sheridan parecía estar intacto, al menos no se veía sangre, pero su piel y su ánimo parecían cenicientos, como si acabase de pasar por una dolorosa tortura o esfuerzo. Nathanian aclaró a Louis que tan solo intentaba asustar con sus voces al atacante al que suponía Nick y él se acababan de enfrentar. Louis asintió y guió a ambos hombres a la habitación del fondo.

Esta era un dormitorios de estilo árabe, con alfombra, almohadones, muebles bajos para la ropa, un narguile... Junto a la cama había un hombre grueso, inconsciente o muerto, embutido en pijama azul. Se apreciaba un disparo en su hombro, que Nick presionaba con un trozo de manta para evitar que siguiera sangrando.

-Está vivo.- dijo Nick.

No sabía que le ocurría, pero se sentía mal Encargaros de el, que no se muera, yo mientras voy a ver si hay algo que nos pueda ser útil - dijo con un tono que dejaba claro que estaba de mal humor.
Salió de la habitación para dirigirse a la habitación de al lado, la que todavía no habían mirado

- ... pero no por mucho tiempo. - El comentario no pasó del cuello de la camisa del detective pues, efectivamente, aquel tipo se desangraba a una velocidad alarmante.

En principio la posibilidad de interrogarle era interesante pero ante lo potencialmente peligroso que resultaba y lo que le había hecho a Sheridan con una simple palabra hacía que el interés por verle vivito y coleando fuese más bien mínimo. De cualquier modo Nick rasgó una de aquellas sábanas para intentar taponarle la herida y, con suerte, practicarle un torniquete. Pero no había suerte... la herida no dejaba de sangrar y, sin ningún tipo de instrumental, era complicado hacerse con la situación. Los jirones de lienzo blanco se fueron coloreando conforme se empapaban en sangre hasta que el ritmo pareció frenarse.

- Quizá haya suerte... - concluyó. Acto seguido continuó despedazando aquella sábana para improvisar unas ataduras así como una mordaza al herido. Si se despertaba era importante que se mantuviera inmovilizado así como amordazado.

- Henric... ven, vigilalo que no se desate y no le quites la mordaza por nada del mundo. Trata de presionar también la herida para evitar que siga perdiendo sangre. ¿De acuerdo? Y tu, Nat... ¿a qué demonios venía eso de la muerte desproporcionada? Anda... ayuda a Henric que me voy con Sheridan a registrar el resto de la casa. No quiero ninguna sorpresa más tras una puerta.

El resto de la planta alta de la casa, parecía tener muy poco interés, pues solo un baño y un curato para accesorios, mantas y utensilios de limpieza estaban anexos al dormitorio de Tewfik... y al saloncito, este sí repleto de objetos interesantes. Un radiador de aceite en el centro de la sala, encendido, una vitrina donde se exponían estatuillas de dioses egipcios y sobre una mesa, abierto, un ejemplar del Corán. En una de las paredes destacaba un espejo con marco dorado, muy trabajado y en otra, un escritorio de persiana.

Henric siempre se había mareado al ver sangre, pero decidió que no era momento para decirlo y respiró hondo. Apretó la herida, imaginando que ese líquido viscoso y caliente era pintura roja, y miró fijamente al tipejo. No le quitaría la vista de encima, pero mientras fuera posible evitaba mirar directamente la herida.

Aquí no parece haber nada sospechoso, sin contar al tipo de la otra habitación. Pero le echaré un vistazo a ese escritorio de persiana, si hay algo podría muy bien estar ahí - echo un último vistazo a su alrededor evaluando la estancia antes de cruzar en unas zancadas la distancia que le separaba.
Lo primero que hizo fue comprobar si estaba abierto, estando el sólo en la casa y sintiéndose seguro igual no había tomado la precaución de cerrarlo

En efecto, el escritorio de persiana estaba abierto y en su interior encontró numerosos documentos. Una revisión por encima solo relevó facturas y libros de contabilidad de la tienda, papel, plumas...

Prácticamente el detective deambulaba por la habitación. Miraba aquí y allá intentando encontrar algo interesante. Algo que realmente diera sentido a aquella intromisión con... ¿asesinato? El tipo quizá pudiera salir adelante. Aunque Nick dudaba de la idoneidad de que eso sucediese. Y todo ello sin olvidar que su principal problema era el que le había llevado a la muerta a Jackson Ellias y que poco o quizá nada tenía que ver con el hecho de que un emigrante egipcio se dedicase a esclavizar a otros emigrantes. Por mucho que una odalisca suplicase ayuda o vendeta.

Con todo ello Nick llegó al espejo. Era una talla realmente increíble. El detective no es que fuese un gran admirador del arte pero cuando algo llamaba la atención era imposible no pensar aún en voz alta... 

- Wow... este tipo vive como un rey.

El espejo tenía un marco dorado, muy trabajado. La forma de este era sutilmente asimétrica y en él había grabadasfiguras extrañas, abstractas, que no parecían representar nada en concreto. El cristal parecía normal, aunque sucio con algo de polvo. Medía poco más de un palmo de ancho por algo más de dos palmos de alto.

Y no sólo eso, si no que además parece estar limpio Le jodia no haber encontrado nada, sólo por eso ya cogió los papeles que había encontrado y sentándose en la silla empezó a echarles un vistazo, esperando encontrar algún nombre, conexión o pista que confirmará lo que sospechaban, que ese tipo no era trigo limpio.

Aquí hay facturas y libros de contabilidad. Voy a echarles un vistazo . Aunque pensádolo mejor me los llevó y ya los revisaremos luego

Mientras investigaban unos, los otros atendían a Tewfik. Parecía que iba a sobrevivir, aunque quizá fueran necesarios más y mejores cuidados médicos para asegurarse. En cualquier caso, no estaba en disposición de hablar ahora mismo, sin duda.

Quizá sabiéndose presionados por el delito y por el hombre herido, sin haber sacado de esta situación más que los papeles que tenían en la mano, los cuatro compañeros decidieron bajar de nuevo las escaleras en dirección a la planta inferior.

Pero allí... ¿dónde estaba Mina? Debería estar esperando al pie de las escaleras...

¡Ah! La joven estaba tirada en el suelo, unos metros más allá, como desmayada, con los ojos cerrados. A su lado había un tarro de barro roto del que se había desparramado un líquido espeso. Casi todo el fluido se había filtrado por los tablones del piso hacia el suelo bajo la casa, pero quedaba el suficiente para alarmar por su fuerte olor. Pareciera que Mina hubiera querido abrir uno de los botes o examinarlo y el olor la hubiera dejado en ese estado.

Henric corrió hacia Mina. Se acercó hasta el jarrón roto con precaución pero con la decisión que una vida aliñada de opiáceos y sedantes le había dado. Sin tocar a la muchacha (bien sabía que él no era el más apropiado para hacer primeros auxilios) se centró en intentar identificar el líquido.

Henric, a pesar de sus conocimientos prácticos, no acertó a identificar el líquido, aunque su punzante olor y vapores le hacían creen que el mejunge llevaba una mezcla de alcohol para hacerse más volátil y afectaría a la mente. Los demás compañeros se hicieron cargo de la dama, que parecía viva pero aún inconsciente. Constatando que la noche se encaminaba hacia un desastre si no la daban por terminada, cargando con Mina, salieron tan raudos como pudieron de allí, cargándola en el coche y dirigiéndose de vuelta al que la desmayada llamaba su hogar, esperando que se repusiera en el camino o se verían obligados a buscar ayuda médica y quizá hablar de lo ocurrido con un desconocido, cuando ciertamente no lo deseaban.