Los segundos pasaron lentamente en la oscuridad, mientras los dos amigos desplegaban al máximo sus sentidos. Aun con la linterna apagada, los ahora constantes relámpagos evitaban que sus ojos se acomodaran a la oscuridad por lo que alternaban entre oscuridad total y destellos de luz.
El único sonido que llegaba hasta ellos era el de los truenos que ganaban en intensidad y se acercaban hacia la ciudad.
Nick le hizo un gesto a Louis para que saliese de su escondite y volviesen a ponerse en camino. No es que tuviesen prisa, pero era mejor entrar y salir sin demorarse demasiado. Cada segundo que permanecían allí era un momento más en el que alguien podía verles.
Louis sentía cómo se condensaba el sudor en su frente, y no es que la temperatura fuese lo bastante alta, sino que era la propia situación la que hacía que el cuerpo reaccionase, mostrando su malestar por la tensión a la que estaba siendo sometido.
Y es que el guía notaba cómo le dolían incluso los músculos al caminar, tirantes como verdaderos cables.....cuando salieran de allí estaría completamente agotado, pero por el momento no podía pararse a pensar en eso.
Con cuidado, continúo caminando por el pasillo en dirección a su destino.
Pues si no pasa nada, llegamos hasta la puerta del archivo.
Llegaron al número 1002 y Louis le indicó a Nick que se trataba de la que andaban buscando.
Nick se arrodilló ante la cerradura en un gesto ya natural para Louis y con manos expertas introdujo la ganzúa en el orificio. Esta vez el chasquido fue casi inmediato, tanto que Louis creyó que la ganzúa se había roto, pero antes de que pudiera abrir la boca Nick giró el pomo y empujó hacia dentro colándose en el interior.
Cuando los dos estuvieron dentro y cerraron la puerta se permitieron un suspiro. Parecía que la parte más difícil ya la habían superado. Louis enfocó la linterna alrededor para hacerse una idea de la ubicación de las cosas y ambos iniciaron la búsqueda de los archivos.
El lugar en el que se encontraban era de dimensiones bastante reducidas. Había un recibidor modesto con un escritorio y una silla y dos puertas que daban a dos habitaciones distintas. Una de ellas consistía en una oficina pequeña y la otra estaba cubierta de archivadores y estanterías con voluminosos cartapacios.
La penosa tarea de buscar los archivos que necesitaban se vio facilitada por la precisa ordenación cronológica de los mismos y, aunque el uso de la linterna ralentizó el proceso, en algo más de media hora dieron tanto con los datos referentes a Roger Carlyle como a su hermana, Erica.
No se si queréis leer los ficheros ahí o preferís llevároslos sin leerlos. Vosotros mandáis :D
Larguémonos, dijo Nick. No quería quedarse allí más de lo estrictamente necesario. Ojeo un poco el informe para comprobar que era lo que buscaban y se dirigió a la puerta. Cuanto menos tiempo pasasen allí, mejor.
Está bien, vámonos - respondió Louis acercándose a la puerta tras Nick, el cual estaba a punto de abrir la puerta, pero entonces recordó algo que había propuesto Mina, la cual, aunque ausente en aquella incursión, parecía haber grabado sus palabras en la memoria del guía.
Espera un momento - susurró de nuevo antes de darse la vuelta y regresar al archivador, del cual cogió unos cuantos expedientes de forma aleatoria, sin siquiera mirar a quién pertenecían....no le importaba, pues lo único que quería era dejar un señuelo que borrara sus verdaderas intenciones.
Cuando regresó junto a la puerta lo hizo en el más completo silencio, pues ahora se acercaba otro momento decisivo de su misión....abrir la puerta.
Parecía algo sencillo, pero podían encontrarse con cualquier inconveniente cuando la abrieran y había que estar preparado para ello.
Si nos descubren - le indicó a su compañero - yo me encargaré de entretener al guardia ¿me entiendes? No importa lo que pase, pero los expedientes que tu llevas deben ser llevados hasta los demás. Eso es todo lo que importa.
Dicho esto, escuchó tras la puerta para comprobar si podía escuchar algún ruido que les avisara de la presencia de alguien.
Nick asintió. Sin quererlo se le escapó una breve sonrisa. El joven era bueno. Y luchaba por una causa noble. Esperaba que no tuviese que aprender que las cosas no eran así. O al menos no por ahora. Ya se encargaría la vida de quitarle la nobleza, golpe a golpe. Y eso si tenía suerte.
Y ahí estaba él, sonriendo como un idiota porque tal vez, lo de luchar por una causa no se le había olvidado del todo. O porque le recordaba a él mismo cuando era joven. O sabe dios el que.
Sacudió la cabeza, y abrió sigilosamente la puerta. El momento se le pasó. Era hora de salir de allí y empezar a patear culos. De una venganza sangrienta. Y al diablo la justicia, la abuela y la tarta de manzana. Él ya no era ese hombre.
Y sin embargo...
Los dos amigos salieron de la oficina sigilosamente y, una vez fuera, se detuvieron para escuchar. Precipitarse no era buena idea en situaciones como aquella. La tormenta se había desatado finalmente ahí fuera y castigaba duramente a la ciudad de Nueva York, con relámpagos, truenos y nieve.
Tras unos instantes avanzaron los dos deshaciendo el camino. No encontraron a nadie ni oyeron nada a excepción de los rayos rasgando el oscuro cielo. Subieron las escaleras, cada vez más rápido a medida que se acercaban a la salida por la que habían llegado y finalmente, jadeando por el esfuerzo, se encontraron fuera del edificio.
El viento lanzaba los copos de nieve, más pesados de lo habitual, contra los dos compañeros. Ninguno de los dos le tenía miedo a los rayos pero cuando uno de ellos cayó a un par de decenas de metros de donde estaban no pudieron evitar sobresaltarse.
Descendieron a toda velocidad las escaleras, procurando no resbalar en el proceso, y llegaron hasta la verja en tiempo record. Los dos saltaron esta vez sin ningún problema, echando a andar a paso rápido hacia el coche de Nick mientras empezaban a notar los efectos del frío: el viento parecía tener vida propia y se colaba por el cuello de la camisa y las mangas.
Cuando llegaron al Cadillac se subieron sin ceremonias y tomaron unos segundos para recuperar el aliento a resguardo del temporal.
Nick sonreía abiertamente mientras daba a la llave de encendido, y miraba hacia atrás para hacer retroceder el coche. -Creo que es lo primero que nos sale bien en mucho tiempo, Louis.
Estaban sanos y salvo, pero Louis aún no podía creerse que todo hubiese salido tan bien, puesto que su mente se había dedicado a preveer posibles problemas o encuentros con la gente de seguridad, y que finalmente no habían ocurrido.
Pero...¿por qué no podía aceptar su buena suerte? ¿Cuál era el motivo por el que aún se sentía algo intranquilo? Ahora ya sólo tenían que ir hasta el hotel para mostrarles los expedientes a los demás, y también leerlos ellos mismos, claro, para poder extraer toda la información que les fuese de utilidad.
Aún así, Sheridan observó atentamente a través de los cristales del coche. Esperando el momento en que un nuevo rayo iluminase la noche para comprobar que no había ningunos ojos indiscretos vigilándoles, pues sería una locura el guiar a aquellos que intentaban acabar con su vida, hasta donde se encontraban los demás.
Pues no habrá que tentar la suerte entonces - respondió a Nick.
El vehículo comenzaba a ponerse en marcha, pero Louis seguía con la vista fija en el exterior.
Nick le dio un par de palmadas en el hombro. Relajate un poco, hombre. Tienes el cuello más tenso que un toro. Luego le pasó el informe a Louis, para tener las manos libres para conducir. ¿Qué tal si me cuentas un poco que tenemos aquí, de la que vamos a mi despacho?
Os pongo en Indicios lo que habéis encontrado a falta de que lo compartáis con el resto.
Pasamos a 1.15 Nueva York - Hotel Franklin