Partida Rol por web

Brenda correspondió al saludo de Erica con una inclinación y una sonrisa. Lo hizo como si hubiera cazado por casualidad su gesto, no como si hubiera estado pendiente de la conversación que su anfitriona estaba teniendo con su buen amigo Nick. Pero así era. Con el rabillo del ojo, y en ocasiones parapetada tras el cristal de una copa de champagne convenientemente protectora, la joven no había dejado de observar a la pareja, y sus respectivas actitudes.

Se dirigió entonces hacia donde se encontraban Mina, Henric y el padre, y les comentó discretamente el significado de lo que acababa de ocurrir.

-Nick estaba convencido que devolverle el pequeño libro a Erica le representaría una muestra de confianza, y que así se la ganaría para nuestra causa. Y acaba de hacerlo. No quiero adelantar acontecimientos, pero parece que su estratagema le ha dado buen resultado... a él. Ya no sé, a juzgar por esa mirada que nos ha dedicado la señora de la casa, qué tal hemos quedado nosotras, mi querida Mina...

Nick no era un tipo especialmente duro, no era un matón de tres al cuarto ni un asesino a sueldo, pero distaba mucho de ser un jovenzuelo impresionable pese a lo que su edad pudiera indicar.

Por eso, mientras Erica hablaba Nick recordó con pesar sus días en Egipto, trabajando para la embajada, codeándose con el servicio secreto. Recordó toda la mierda en la que se vio envuelto -¿acaso había alguna vez llegado a olvidarla?-, recordó cómo su vida se fue al garete por hacer la elección que él creía correcta...

Por eso, mientras Erica hablaba una sonrisa se fue dibujando en la cara de Nick, aunque bastaba con mirarle a los ojos para comprender que no había el más mínimo atisbo de humor en ella.

-Me temo Srta. Carlyle que la que hace las asunciones erróneas es usted, -dijo con un tono de voz tranquilo, frío y sombrío, como la superficie de un estanque en día nublado.

-Se equivoca al pensar que tengo amigos en Singsing; las pocas personas que conozco allí entraron porque yo les envié dentro, y le aseguro que no son amigos míos. Se equivoca al pensar que sabemos algo más de lo que ya le contamos esta mañana. Si ha amenazado usted a mis amigas... –la ligerísima pausa en el discurso de Nick apenas si fue apreciable, como apenas lo fue el repentino aumento en el brillo de su mirada- la felicito por su valentía, pero dudo mucho que ellas le hayan podido contar nada que no le hubiéramos dicho ya antes...

Nick hizo una pausa para sacar un paquete de cigarrillo, encender uno con si viejo encendedor y dar una profunda calada. Tras exhalar una larga bocanada de humo, teniendo buen cuidado de no lanzarlo en dirección a su interlocutora, Nick siguió hablando.

-Pero sobre todo, se equivoca usted si piensa que voy a entrar en su juego de chantajes y amenazas.... Los juegos son para gente como usted, que puede permitirse apostar sin pensar en las consecuencias. Yo, como usted ya sabe, pertenezco a una clase mucho más humilde, que no entiende de juegos, porque no tiene nada que ganar... ni nada que perder. –de nuevo una pequeña pausa marcó las últimas palabras de Nick con un énfasis totalmente intencionado- Eso sí, entiendo de amenazas y le aseguro que no me gustan.

Aprovechando que un camarero que pasaba por su lado, Nick apuró de un trago su vaso de bourbon, lo dejó ya vacío sobre la bandeja y se volvió de nuevo hacia su anfitriona,

-Aunque según parece usted piense lo contrario, le aseguro Srta. Carlyle que ya sabe lo que necesitamos y sabe lo que podemos ofrecerle a cambio. Cuando se decida, si se decide, sabe donde encontrarnos. Hasta entonces, me gustaría poder decir que ha sido un placer...

Con el evidente doble sentido de su última frase todavía en el aire, Nick hizo una cortés inclinación de cabeza a Erica Carlyle a modo de despedida, ignorando de forma flagrante a su guardaespaldas.

Mina suspiró, ante las palabras de Henric.

- A mí tampoco, la verdad. Y menos aún, jugar con los sentimientos de la señorita Carlyle...

Por el rabillo del ojo, vio lo que sucedía más allá con Nick. El intercambio de manos de aquel pequeño libro hizo a Mina suspirar de nuevo. No supo exactamente qué era aquello, ni adivinó cuál era su contenido. Simplemente, supo que el detective no había ido a la fiesta cargando ningún elemento que se pareciera a un libro. Algo se revolvió en su interior, pues captó instintivamente el cambio en la mirada de Erica, y creyó saber lo que la mujer estaba sintiendo en ese momento. Sintiéndose idiota, la máxima de las imbéciles, traicionada, dolorida, horrorosamente vulnerable, atacada en su dolor más interno, prometiéndose jamás volver a confiar en nada ni en nadie que le hablara de ese tema...

La muerte de un hermano. Nadie que no hubiera pasado por eso podía entenderlo. Mina miró a Henric, y sus ojos expresaron lo que estaba sintiendo en aquel momento. La superficie de su mirada se abrió, como se abre una pintura ante su creador, y le dejó ver el verdadero tenor de sus sentimientos. Erica podía tener la mirada dura, fría, incluso vengativa. Mina, simplemente, expresaba en su rostro lo que Erica seguramente hubiese expresado de no tener ninguna barrera que lo contuviese. No dijo nada más, y justo Brenda se acercó hacia ellos para hacer su comentario discreto.

Mina le miró, negó, y volvió a suspirar.

- Más que cómo hemos quedado nosotras, amiga, a mí me preocupa lo que le hemos causado. Hemos tocado algo demasiado sensible para ella... y ahora lo está sufriendo - volvió a negar, y sonrió suavemente hacia Brenda - Si Nick puede cubrir eso, por mí estará bien. No creo que a la larga interese quién obtiene la información, mientras no sigamos afectando a la señorita Carlyle...

- Señor Stolze...

Y entonces algo se rompió dentro de Erica Carlyle. Toda la fachada de piedra, la armadura que la rodeaba, se resquebrajó como el hielo bajo el sol. Una lágrima discreta rodó por su mejilla.

- Una vez conocí a alguien muy parecido a usted, señor Stolze. Alguien capaz de darlo todo por sus amigos y de pelear sin importar los obstáculos que se encuentren en su camino. Se llamaba Jack Brady, y era el mejor amigo de mi hermano. Si sé que mi hermano sigue vivo, es porque antes de hallar su cuerpo, tendrían que haber encontrado a Jack rodeado de un círculo de cadáveres de sus enemigos.

Se rehizo con un leve gesto y se enderezó de nuevo.

- Señor Stolze, le invito a usted y sus amigos a reunirse conmigo mañana por la noche en mi oficina del Edificio Woolworth, en Manhattan. Llevaré los libros de mi hermano y todo lo que pude reunir sobre la expedición. Buenas noches, señor Stolze.

Nick no pudo evitar sentir empatía con aquella mujer. Salvando las evidentes distancias, él también sabía lo que era sentir que el mundo se desmorona a tu alrededor, mientras te obligas a mantener una apariencia de normalidad, de frialdad e indiferencia incluso, porque sabes que si cedes a la tentación, si te dejas llevar hasta el agujero de los recuerdos, de la tristeza, no habrá fuerza humana capaz de sacarte de allí. Además, desde el primer momento, sin saber muy bien por qué, Erica Carlyle le había caído bien (posiblemente el hecho de que fuera guapa, rica, inteligente y soltera tuviera algo que ver, quién sabe...)

Tras un instante de vacilación, Nick alargó su brazo y sujetó la mano de Erica Carlyle, ignorando el gesto automático de su guardaespaldas...

-Srta. Carlyle, aguarde un momento. Tal vez no se lo hayamos comentado antes, no lo sé, si es así será porque no pensábamos que fuera importante, pero el nombre que ha mencionado, Jack Brady, aparece en uno de los papeles de Jackson Ellias. En él cuenta que se encontró con un tal "Nails" Nelson en el bar Victoria de Nairobi y que éste afirmaba haber visto a Jack Brady con vida en Marzo de 1923 en Hong Kong... –Nick hizo una breve pausa para dejar que ella asimilará lo que esto implicaba, pero en todo momento mantuvo sujeta su mano, con extrema delicadeza.

-Mañana acudiremos a esa cita, por supuesto, y llevaremos también nuestros documentos, para que los pueda revisar si lo desea. Hasta entonces, sólo le puedo asegurar que ha tomado la decisión correcta... Erica.

Con estas palabras Nick soltó la mano de ella, le hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo, y luego se dio la vuelta y se dirigió hacia el lugar en el que estaban sus amigos.

La conversación entre el detective y la dueña de la mansión se prolongó durante unos breves minutos. Ninguno de los dos dejaba traslucir con sus gestos cuál era el tema de la conversación, pero lo que estaba claro es que, pese a sus educadas sonrisas, ninguno de los dos estaba contento.

Tras un intercambio especialmente tenso, en el que la actitud de ambos fue especialmente agresiva, ella le dijo unas palabras a él y se dio la vuelta para marcharse. Nick la sujetó un momento la mano, le dijo algo y luego se volvió caminando hacia sus amigos, con gesto serio.

El grupo que estaba junto a la mesa del buffet hablaba quedamente entre sí, y lanzaba miradas comedidas a Nick y a su contertulia, la anfitriona, Erica. Brenda estaba en ese grupito, con una copa de champagne en la mano, y en su rostro se leía la curiosidad, y, tras unos segundos, la preocupación.

Sabía de lo que estaba hablando la pareja en cuestión, y al ver el cambio de actitud y la tensión entre ambos, se tradujo en un ensombrecimiento del ánimo de la mujer.

-Vaya... creo que ha salido mal...

...fue su comentario mientras su amigo se acercaba a ellos.

Con el mismo gesto adusto y la expresión distante del que está perdido en pensamientos poco agradables Nick llegó junto a sus compañeros justo a tiempo para oir el comentario de Brenda. Las palabras de su amiga le sacaron de su ensimismamiento y llevaron a su rostro una mueca que, según desde que lado se mirara, podía parecer una sonrisa cansada o bien que algo se le había quedado entre los dientes...

-Así que esas tenemos, ¿eh, Brenda? -preguntó Nick mientras aprovechaba para acercarse a la mesa y servirse un generoso whisky con hielo. -Pues que sepas que yo no dudé ni por un momento de que podrías salir de cualquier situación, incluso con las piernas al aire... ¡Mujer de poca fe!

Nick se llevó el vaso a los labios y dio un largo trago con la misma expresión del que se acaba de encontrar con un amigo al que echaba mucho de menos.

-No, es broma, yo tambien pensé que no iba a sacar nada en claro. Pero finalmente pudimos entendernos. Hemos sido invitados a reunirnos con ella mañana por la noche en sus oficinas de Manhattan y me ha asegurado que llevará los libros y toda la documentación que pueda encontrar sobre la expedición.

-Y ahora vosotros diréis, -dijo tras dar otro trago- ¿Seguimos de fiesta o nos vamos a dormir, que ya es hora? Yo voto por lo segundo, pero si hay que trasnochar, también me apunto...

-¡Cielos! ¡Acabas de subir diez puestos en mi escala personal de héroes, en la que, sinceramente, ya estabas en primer lugar! ¡Jajajaja!

Brenda alzó su copa y casi la chocó con el vaso de whisky que Nick estaba apurando. Le guiñó un ojo al mismo tiempo, y bebió a su vez.

-Bien, pues veamos, puesto que ya no estoy de demasiado humor como para seguir de fiesta... -su expresión cambió de pronto, pareció ser súbitamente lúcida de por qué estaban en una, y eso la ensombreció trayendo a su mente imágenes que deseaba olvidar -...acepto tu proposición, señor detective. -Era Brenda, nunca podría cambiar. Por lo que, con una mueca pícara, añadió: -La de irnos a dormir, a eso me refiero, nada que tenga que ver con piernas al aire y trasnochar...

MacConlom, que había prestado atención desde lejos a la conversación de Stolze con Erica con mal disimulado nerviosismo, se secó el sudor de la frente con un pañuelo y dejó con cierto alivio el vaso encima de una mesa, satisfecho con el resultado de la velada. Muchacho, durante un momento habría jurado que nos iban a sacar de esta casa a patadas. Será mejor que nos vayamos, todavía puede torcerse la velada y que lo hagan -afirmó mientras miraba alrededor, asegurándose de que no faltaba nadie-. Confiemos en sacar algo en claro de la reunión de mañana, quizá puedas explicarnos cómo has logrado convencer a la señorita Carlyle, espero que su estado etílico no haya tenido demasiado que ver.

Su ceño fruncido dejó claro que no encontraba divertidas las bromas de Brenda sobre piernas desnudas, y esperó rígidamente a que los demás estuviesen tan dispuestos como él a abandonar esa fiesta interminable.

Bien está, lo que bien acaba. Pensó Henric. Aunque todavía nos quedé camino por recorrer para desentrañar el misterio de la muerte de Elías, parece que nuestra investigación empieza a dar sus frutos.

- Felicidades Nick, has conseguido lo que parecía imposible. Le dijo a su amigo con media sonrisa en los labios. A estas alturas ya debería saber que siempre te las ingenias con ese olfato de detective que tienes.

El artista se giró para dejar su vaso de zumo a medio terminar en el primer sitió quee encontró y sacudiéndose las manos de dos palmadas y frotándolas contra el pantalón, terminó diciendo.

-En ese caso, yo también estoy por la labor de irnos retirando, ya hemos terminado aquí, y debo añadir que además de lo que teniamos en mente hacer, me he divertido con la fiesta. Henric lanzó una mirada divertida hacia la terraza, buscando a Archivald. No se si deberiamos interrumpir a nuestro Casanova particular, o esperar a que termine para marcharnos y que nos cuente los pormenores de su conquista, jejeje.

 Siguiendo la indicación de Henric, todos pudieron ver como Archivald abandonaba el balcón en dirección desconocida, con una botella de bourbon en una mano y una joven flapper en la otra...

Mina siguió la conversación de Nick y Brenda con atención, y en silencio. A su brindis, no ofreció cristales si no una amplia sonrisa.

- Me alegra saberlo. Es una gran noticia...

Echó una mirada al salón mientras discutían si marcharse o no. No había nada por lo que debieran quedarse, Mina lo sentía así, y el paneo que sus ojos hicieron de nuevo de los invitados no le develó nada que fuera de utilidad. O no había nadie allí que tuviera relación con el ocultismo o los sectarios, o simplemente ella no era capaz de identificarlos como creía que podía hacerlo. De cualquier manera, lo que realmente podía conducirlos a algo les esperaba mañana en las oficinas de la señorita Carlyle en Manhattan. Era realmente bueno saber que, a pesar de todo, no habían obtenido las cosas escarbando más sobre el dolor de aquella joven. Mina estaba convencida de que, de realmente estar vivo Roger Carlyle, algo muy probable, si tenían acceso a esos datos ellos podrían indicar dónde se escondía.

Siguió las palabras de Henric hacia la terraza, donde estaba Archivand y su acompañante.

- Sería desconsiderado de nuestra parte, pretender que abandone su compañía - dijo, y volvió la atención hacia los demás, sonriendo - Con avisarle de nuestra partida creo que será suficiente. Padre - Mina miró al enorme sacerdote, cuyo ceño fruncido no dejaba lugar a segundas interpretaciones acerca de sus intenciones - La señorita Carlyle no se encuentra bajo efectos del alcohol. Quédese tranquilo por ello...

Les miró, esperando ver si alguien iba a avisar a Archivald. Si no, iría ella. Poco más les quedaba hacer en aquel sitio y, definitivamente, servirían más intentando descansar que pasando la noche en vela sin ninguna necesidad. Miró a Nick y por un momento se preguntó si era el momento de hablar con él. No, decidió que no lo era. Hablaría al día siguiente.

- ¿Vamos? - sugirió, y sonrió.

Nick sonrió a sus amigos, aunque sin demasiada alegría

-Le aseguro padre que el alcohol no tiene nada que ver en todo esto. Imagino que se trata simplemente de que la Srta. Carlyle ha mostrado las lógicas reservas con un grupo de desconocidos bastante pintorescos que llegan a su casa para hurgar en un hecho muy doloroso para ella...

Nick se giró un instante para mirar hacia el lugar en el que la anfitriona de la fiesta, de espaldas a ellos, conversaba con otro grupo de invitados.

-Es más, creo sinceramente que Erica Carlyle puede llegar a ser una valiosa aliada en nuestra búsqueda. Al fin y al cabo, tiene tanto interés o más que nosotros en saber qué demonios ocurrió con la maldita expedición... Claro, que también puedo equivocarme, -continuó Nick tras una breve pausa-, así que más nos vale tener los ojos bien abiertos en todo momento.

El detective apuró su vaso de un solo trago y lo dejó sobre una mesa vecina. Luego, con un tono de voz bastante más alegre, dijo,

-Y si estamos todos de acuerdo, lo mejor será que nos vayamos a dormir. Vayamos a avisar a Archivald de que nos vamos... Eso si le encontramos, porque me parece que él si que no va a tener problemas en encontrar quién le enseñe la piernas... –concluyó devolviéndole el guiño a Brenda y aprovechando que el padre MacConlom se encontraba detras de él, le ofreció a su compañera una burlesca réplica de la mueca huraña del sacerdote.