Hanna había ido relativamente silenciosa todo el camino y habia bajado con ligereza. Mucho no pudo ayudar para subir a Ivelios, ya que la fuerza física desde luego no estaba entre sus cualidades.
Ni de lejos.
Al entrar al túnel se detuvo un momento, mirando hacia la pared de piedra, como si dudase de avanzar, aunque la duda duró poco. Al ponerse Galatea a lanzar el hechizo, Hanna se concentró, sumida en sus pensamientos. Luego se acercó a la pared de piedra, aparentemente ignorando a la druida.
Perturbó la Urdimbre con el brazo extendido hacia la pared. No lanzaba ningún conjuro, tan solo removió la magia y pronunció unas palabras. Sombras de Plata, Lágrimas de Selûne.
La pared de piedra desapareció al instante y en su lugar apareció una puerta metálica con un dibujo cuando menos interesante.
Ahí estaba la Ilusión
La puerta se abrió sola, mostrando cómo el pasadizo de piedra continuaba, aunque estaba demasiado oscuro unos pocos metros más adelante para que ninguno de ellos pudiera ver.
Y ahí estaba la Abjuración.
Al advertir el problemilla, y sin sorprenderse, aún algo introvertida, sacó una flecha del carcaj, y sosteniéndola, le pasó la otra mano por la punta, que se iluminó con bastante fuerza. Luego se la puso en el cinturón, cruzada, para que iluminase pero no deslumbrase a los de detrás.
Haría los honores de ir primera, pero creo que se lo cederé a quienes tienen armaduras dignas de ese nombre. Sonrió de medio lado haciendo un gesto de invitación hacia la oscuridad, ahora menos densa.
También miraba un poco por el suelo, esperando encontrar algo.
Rengar no entendió muy bien toda aquella jerga mágica, pero estaba acostumbrado a que fuese así. Dejó la parte culta a las chicas, que sabían del tema, y se colocó a la cabeza.
-Bien. Me toca.
Llevaba el yelmo bien calado y no veía de manera espectacular, pero esperaba no encontrarse ninguna sorpresa. Sujetó el escudo y el hacha en alto y empezó a caminar.
Galatea levantó una de sus perfiladas cejas con la peculiar deducción de Volo aunque cuando Hanna se adelantó a hacer las cosas "por su cuenta" dedujo que o algo había leído en alguna parte sobre aquél templo o simplemente sabía cosas que ella no. Tampoco el importaba mucho, lo arcano no era su mejor campo y lo importante era que lograran superar aquél obstáculo. Por suerte, la acólita parecía saber cómo.
No obstante, cuando la puerta se descubrió, los ojos azules de la elfa se quedaron clavados en aquél extraño símbolo, por una vez había sorpresa en su habitualmente sereno rostro, hasta pareció palidecer sin lograr apartarla mirada.
"Por todos los... "
Donde los demás empezaron a caminar hacia adelante con Rengar al frente ella se quedó quieta como una estatua.
Tras unos largos segundos, Áscalon emitió un gañido bajo empujando la cabeza contra su rodilla y luego levantando la vista con una oreja más tiesa que otra en lo que debía de ser un mudo interrogante. Aquello pareció devolver a la realidad a su compañera que parpadeó y tragó saliva frotándose con una mano la clavícula izquierda y el cuello como si se le hubiera helado la sangre y quisiera devolverle la circulación o algo así.
—.......
No dijo nada aunque se puso en marcha enseguida tras los demás con el lobo caminando pegado a sus pierna.
La decepción se marcó en el rostro de Khaila al comprobar que habían hecho todo ese viaje para nada. Sintió como si le hubieran tirado un jarro de agua bien helada y la hubiesen dejado allí, desnudándola ante todo el mundo y burlándose de ella mientras la señalaban entre mofas.
Se apoyó contra la pared rocosa y se quedó allí, pálida mientras veía como sus compañeros utilizaban sus artes mágicas. Entonces poco a poco, la guerrera empezó a entender lo que estaba ocurriendo. Algún tipo de magia extraña debía estar ocultando la entrada... Se quedó en silencio, observando como Galatea hacía unos gestos y con unas palabras extrañas miraba la pared del fondo. Aunque su marmóreo rostro no mostraba expresión alguna, Khaila sintió como nuevamente empezaba a hundirse en aquel pozo de desesperación. Y más al ver a Volo negando con la cabeza. ¿No vamos a poder hallar esa maldita entrada? Se preguntó con temor. Apretó con fuerza los labios y aguantó la respiración al ver a Hanna acercarse a la pared... Un suspiro de alivio salió de sus labios al ver que la acólita de Mystra conseguía encontrar la entrada...
Todavía no había llegado a reaccionar, quedándose con la boca abierta mirando como la magia se desvanecía ante sus ojos. Vio como Rengar, que se hallaba preparado, empezaba a adentrarse en aquel pasillo descubierto. Khaila se incorporó y caminó para ponerse detrás del paladín. Le vio tan decidido que prefirió no discutir con él para que la dejara ir primero. Quedándose justo a sus espaldas podría servirle de ayuda ante los peligros que vinieran de cara.
Kanizhar llegó sudoroso y con la respiración entrecortada. Era más fuerte de lo que su frágil apariencia daba a entender, pero había hecho un esfuerzo ímprobo para ayudar a Khaila con el cádaver de Ivelios. Cuando penetraron en la entrada de la cueva, el sacerdote masculló una imprecación. Todo ese esfuerzo había sido para nada, y peor aún, Khaila estaba ahora en un peligro real.
--Estamos condenados --murmuró, y al instante lamentó haberlo dicho. Levantó la mirada para ver si la guerrera lo había oído. Esperaba que no, suficiente tenía la joven para hundirla aún más con su derrotismo.
Pero al parecer, Hanna sabía lo que hacía. Kanizhar se preguntaba de dónde había sacado la contraseña que hacía desvanecerse las protecciones, pero sospechaba que la pesadilla de la noche anterior podía haber tenido algo que ver.
Cuando la Servidora del Misterio lanzó un conjuro de luz en la flecha, el pasillo se desveló ante sus ojos. La entrada estaba cubierta de una densa masa de telarañas, que se agitó levemente con la brisa procedente del exterior. Desde luego, nadie había utilizado esa entrada en mucho tiempo, y tendrían que abrirse paso entre la masa de hebras para continuar.
Viendo que sus compañeros se ponían en marcha, Kanizhar objetó:
--¿Vamos a dejar a Ivelios aquí?
Gala, Saber (Naturaleza) CD 16.
La última edición ha sido para corregir un error gramatical :P.
Galatea podía ver en la penumbra de modo que la luz de Hanna vino como anillo al dedo apartando la oscuridad. Los ojos de la elfa husmearon despacio el pasillo que se extendía ante ellos. Observaba concienzudamente, como si por alguna razón estuviera analizando lo poco que se veía, es decir: piedra y telarañas.
Kanizhar preguntó sobre Ivelios pero por el momento parecía concentrada en algo. Al cabo de unos segundos debió de sacar alguna conclusión puesto que habló para sus compañeros aunque el tono sereno de su voz estaba ribeteado con algo de seriedad.
—Tengo una "buena" noticia... y una quizá no tan buena...—murmuró—¿Cuál queréis saber primero?
Tirada: 1d20(+5)
Motivo: Saber (Naturaleza)
Dificultad: 16+
Resultado: 20(+5)=25 (Exito)
Si hay telarañas es que hay arañas, si hay arañas hay otros insectos de los que ellas se puedan alimentar: te tranquiliza que haya vida ahí dentro, por lo que pueda pasar si os quedáis encerrados.
El hecho de q las telarañas se hayan mecido tanto significa que hay corriente, por tanto debe haber más salidas de aire, chimeneas artificiales o naturales. Esto es importante porque si no hay aire no podéis encender fuego porque os quedaríais pronto sin oxígeno.
Por otro lado, las hebras de las telaraña son demasiado gruesas para proceder de arañas normales, calculas q el insecto q las haya tejido debe tener al menos el tamaño de un perro.
También sabes que un terreno cerca del agua podría ser desmoronadizo. No estás segura de q si quemáis las telarañas podríais provocar un derrumbe parcial o total
Kanizhar bufó exasperadamente.
--¡No tenemos todo el maldito día, suéltalo ya! --soltó de mal humor. El mismo clérigo pareció sorprendido de su exabrupto y añadió:--. Por favor.
O era una suerte que Galatea tuviese un sentido de la paciencia más que generoso y entendía el nerviosismo de Kanizhar o acababa de ignorar flagrantemente al clérigo. El caso es que pareció tomarse unos segundos más mirando el túnel para asegurarse antes de decir nada. Lo primero fue señalar una pared.
—Si hay telarañas es que obviamente hay arañas—dijo—y si hay arañas hay otras criaturas de las que ellas se puedan alimentar. En cierto modo es bueno que haya vida aquí dentro... por lo que pueda pasar si nos llegamos a quedar encerrados. Aunque el hecho de que se hayan mecido tanto significa que hay corriente, por lo que seguramente existan más salidas de aire, chimeneas artificiales... o naturales.
En este punto soltó un hondo suspiro, al parecer había terminado con las buenas noticias. Cambió la mano señalando una gruesa telaraña que pendía del techo del pasadizo balanceándose ligeramente.
—Lo del aire es importante, al menos sabemos que se puede encender fuego a falta de magia, pero... las hebras son demasiado gruesas para ser de arañas normales, me atrevo a aventurar que lo que ha tejido esto tiene al menos el tamaño de un perro—miró a Khaila de reojo por algún motivo, tal vez se había fijado en el repelús que le habría provocado antes el verla tragarse aquella minúscula arañita—y no estoy exagerando.
Se cruzó de brazos dando por finalizada la extensa deducción que había sacado con sólo echarle un vistazo al túnel. Ya que su elemento eran precisamente los parajes naturales, al menos quería ayudar todo lo posible en ese aspecto.
—Y antes de que a alguien se le ocurra recurrir a la ventaja de poder hacer fuego... no se lo aconsejo, un terreno cerca del agua podría ser desmoronadizo y no estoy segura de que si las quemásemos no fuéramos a provocar un derrumbe parcial o total—en ese momento sí miró a Kanizhar, quedó entonces patente que no había ignorado al clérigo aunque no había rabia en sus palabras— ... Motivo por el que también deberíamos bajar la voz.
-Pues si son arañas más grandes, daremos golpes más fuertes -dijo el retumbar metálico que era la voz de Rengar tras el yelmo-. Si alguno tiene miedo, pegaos a mí.
Rengar nunca había temido a los insectos, ni siquiera antes de ser paladín. Cuando vivía con su madre, mataba a las sabandijas en cuanto las veía: arañas, saltamontes, cucarachas. Luego se lo decía a su madre, para que ésta le premiase con una sonrisa, pero no solía ocurrir. Se limitaba a pedirle que limpiase los cadáveres y los echase fuera de la casa, lejos de su vista.
Hanna encontró por el suelo lo que buscaba. Se agachó a recoger una calavera pelada y algo marronosa a causa del tiempo, con un trozo de las cervicales aún pegado al cráneo. La sostuvo en las manos, mirándola frente a frente, con cierta solemnidad.
¿Mira que hay que ser ilusa y ver el mundo de color de rosa eh?
Hanna suspiró y sacudió la cabeza (la suya) y se levantó mirando al resto, que sin duda se preguntarían unas cuantas cosas.
Fue la que dio la bienvenida a las Sharinas. Literalmente. Miró alrededor. Su cuerpo debería estar por aquí... a menos que se lo llevasen para hacer algo con él, o lo hayan arrastrado al interior las alimañas. Cogió aire, sin saber muy bien dónde meterse un cráneo para llevarlo. Me gustaría devolvérselo a su dueña y si nos queda tiempo darles algo que se pueda considerar entierro.
Las enemigas de mi enemiga son mis amigas. Dijo refiniéndose a la enemistar de Shar con Mystra y Selûne.
Khaila había dejado el cuerpo de Ivelios en la entrada, y parecía haberse olvidado de él. Las palabras de Kanizhar le hicieron girarse y mirar al elfo alzando una de sus cejas. Ella ya había dado su opinión referente a cargar con su cuerpo durante toda la incursión. Iba a ser demasiado engorroso, y si tenían que huir les retrasaría. Creía que habían acordado en dejarlo en la entrada de la cueva, y por ello la joven guerrera no había vuelto a plantearse qué hacer.
Pero las palabras de Galatea hicieron volver a Khaila nuevamente al presente. Había visto las telarañas, pero no había sido consciente de lo que indicaba su presencia. Estaba demasiado absorta pensando en el elfo como para plantearse nuevos problemas.
Cuando la elfa nombró el tamaño de esos bichos, la guerrera palideció considerablemente. ¿Arañas gigantes? Tragó saliva y un escalofrío recorrió su espalda. Aunque Khaila no quería mostrar sus debilidades, no pudo evitar que el asco y el horror fueran claras señales en su rostro. Rápidamente se recompuso y apretando sus dientes sus facciones volvieron a ser duras. No le había pasado desapercibido que era la única en alterarse con la única mención de las arañas.
Vio como Hanna cogía una calavera del suelo, sin hacer comentario alguno volvió a mirar hacia el túnel, acercándose y observando el techo. Aunque su vista no era muy buena, esperaba que esas alimañas no la pillaran por sorpresa. Sólo con pensar en aquellas patas gigantes y peludas... Por todos los dioses, he de pensar en otra cosa. Se dijo apartándose nuevamente de la entrada y mirando al clérigo.
- Dijimos que Ivelios se quedaba en la entrada, ¿no? - Le respondió a lo que había dicho en un principio.
Tirada: 1d20(+4)
Motivo: Avistar Khaila
Dificultad: 19+
Resultado: 9(+4)=13 (Fracaso)
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Escuchar Khaila
Dificultad: 16+
Resultado: 7(+3)=10 (Fracaso)
Hanna miró a Khaila y levantó una ceja.
Claro, y les ponemos un cartel a las arañas "Sírvanse ustedes mismas", o le ponemos un lacito de regalo, o algo así...
Suspiró, metió la calavera en su mochila y se fue para el cuerpo del elfo, haciendo un gesto a Galatea.
Échame una mano, al fin y al cabo tú y yo vamos a ir hacia el final.
Y agarró al elfo de las axilas.
Hay que joderse... con una calavera en la mochila y un muerto de los sobacos, en una cueva maldita con un medio sharino. Porqué no me metería a camarera...
Volo quedó asombrado al ver como Hanna lograba finalmente eliminar el "encantamiento" y lograban entrar en la cueva- esta chica tiene potencial- pensó, más no dijo nada. Simplemente una pequeña curiosidad le reconcomía por dentro: ¿como lo habrá sabido? Aunque no era el momento de hacer esa pregunta, dado que la situación no era la mejor aconsejable. Tenían un pasillo por delante con serios problemas
¿Arañas?- dijo al escuchar las palabras de Galatea- ¿en serio que hay arañas? odio las arañas. Con sus cuerpos abultados y pegajoso, rostro repugnante y un veneno nada agradable al contacto- comentó- desde luego, dejar al pobre elfo aquí sería una locura. A no ser que queramos que sea pasto de esos "bichitos", en su defecto sería lo más acertado.
Se acerca hacia Hanna- ¿puedo ayudar? Al fin y al cabo, yo se quien no va a participar en un combate cuerpo a cuerpo. No por falta de ganas, es que no me gusta sudar.
El rostro de Khaila se sonrojó levemente. En ningún momento se había llegado a plantear que las arañas fueran a comerse a Ivelios. Por todos los dioses, nuevamente estaba pensando en esos bichos asquerosos, y encima las palabras de Volo consiguieron que la guerrera sintiera un nuevo escalofrío recorrer su espalda.
- Bueno... Sí... Esto... Yo... - Las palabras no le salían de forma coherente. Así que osó por callarse y seguir al Paladín dejando que los demás se encargaran del elfo, tal y como habían propuesto.
Mientras caminaba, la guerrera iba con la espada desenfundada, ayudando a Rengar a ir cortando esas gruesas talarañas, e intentando discernir algo en aquella penumbra.
Galatea asintió a las palabras de Hanna, de acuerdo con hacer lo que ella considerase con la calavera, Volo pareció optar por sustituirla en lo referente a cargar a Ivelios así que le dejó hacer. Definitivamente deberían llevar al elfo, aquel no era un sitio seguro para dejarle.
Cuando el mago preguntó se limitó a asentir pacientemente.
—Sí, esto no se ha tejido solo. Hay arañas, todos sabemos lo que es una araña...
No lo decía molesta ni mucho menos pero mediante la pequeña indirecta esperaba que el humano dejase de ser tan gráfico con las descripciones. A ella le daban lo mismo las arañas, cosas peores había visto en el reino natural, pero la pobre Khaila parecía no sentirse muy a gusto con aquellas criaturas.
—Si no podemos quemarlas, vamos a tener que ir cortándolas y bueno... —suspiró negando con resignación y optando por acompañar la sugerencia con gestos que siempre resultaba más explícito. En aquél punto prefirió echar mano de la espada y el escudo, disparar dentro de un túnel con el arco no resultaba ni fácil ni seguro—... que ya sabéis lo que pasa cuando una araña siente vibración en su tela. No hace falta que diga más.
Le gustaría pensar que aquella zona había sido abandonada hace tiempo por las alimañas, la ausencia o no de "capturas" en las redes podía ser una pista pero teniendo en cuenta la nefasta suerte que habían ido teniendo hasta ahora... no tenía unas perspectivas muy optimistas con respecto al asunto.
Áscalon caminaba delante de ella atento y olisqueando el aire.