Kanizhar desaceleró el paso cuando se acercaban a la figura encapuchada, quedando detrás de Hanna mientras se dedicaba a conversar. Sin embargo, se mantuvo lo suficientemente cerca como para oír claramente, por simple curiosidad. Una pequeña distracción no es que le hiciera mal... Llegó a ver que la persona era una muchacha joven, o al menos eso aparentaba, y aguardó en silencio a que su acompañante acabara de charlar, para continuar la marcha.
Finalmente, aunque no exactamente de manera amigable, las dos mujeres se despidieron y Kanizhar reaundó la caminata junto a Hanna, dedicando una inclinación de cabeza a la figura a manera de saludo.
La desconocida no replicó, sino que se dejó adelantar. Les dejó unos metros de distancia antes de seguir a la pareja hacia la Casa de Mystra. El templo de la Señora de los Misterios era un lugar de nueva construcción, de aspecto sólido. Sobre el amplio edificio que albergaba las salas comunes se alzaba hacia el cielo la torre donde estaban las celdas de las sacerdotisas. Kanizhar no pudo evitar sentir un escalofrío al imaginarse a su madre tirarse desde esa altura.
Seguidos por la desconocida embozada subieron por la escalinata y penetraron al interior del templo a través de las dobles puertas. Allí una de las sacerdotisas expresó sus condolencias a Kanizhar y les escoltó a donde estaba el féretro de Deniria. Obviamente, las servidoras del misterio habrían reparado lo peor de las heridas de la suicida, pues tenía un aspecto de una palidez mortal, pero no desagradable.
Kanizhar avanzó a acongojado. Jamás le había gustado el templo en demasía, gracias a un rencor que con los años había mermado, pero que aún existía. Sin embargo, esa no era su mayor preocupación. No pudo evitar alzar la vista hacia la torre desde la que su madre se lanzó sin apego alguno a la vida. Comenzó a preguntarse que razones podría haber tenido, y en cuan cruel había sido en no dejar explicación alguna. Realmente, esa no era su madre.
Entró en el templo con una expresión de seriedad, dejando las emociones de lado. Prefería hacer su duelo en privado. A pesar de sus deseos de privacidad, suponía que el velorio no sería el momento propicio, y sus sospechas se confirmaron al llegar a la sala donde su descansaba Deniria. Las sacerdotisas del lugar le presentaban sus condolencias, un gesto que Kanizhar ignoró, pero en cierto grado llegó a apreciar. Lentamente, como dudando, se acercó al féretro para mirar a su madre a la cara. Estaba blanca, y fría, como la nieve. Parecía que estaba en paz, pero creyó que era el último sentimiento que ella había sentido allí arriba. El ya no tan joven clérigo notó la presencia de la extraña que los había seguido, y no pudo contener una mueca de extrañeza. ¿Quién es esa mujer y qué asuntos tiene aquí? Sentía la urgencia de abordarla, pero no se atrevería a perturbar el velorio.
La idea de pedirles a los responsables del templo que revivieran a su madre le cruzó al mente, pero sabía que un alma no podía volver de los dominios de Kélemvor si no lo deseaba. Menos aún una vez Mystra la reclamara. Pero ella no hubiera podido hacerlo. Es... inconcebible. Debe haber... debe haber una forma de contactarla, incluso aunque esté en el más allá. No por nada existe la magia.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Avistar
Dificultad: 10+
Resultado: 18(+3)=21 (Exito)
Uno de los oídos de tu madre tiene sangre fresca. Las sacerdotisas parecen haber lavado y restaurado todo lo demás, así que te llama la atención.
Los ojos melancólicos de Kanizhar se entornaron, ahora investigadores. La sangre en la oreja de su madre le había llamado la atención, siendo que los sacerdotes obviamente la había preparado para el velorio. Pero no lograba encontrarle un significado claro. ¿Las encargadas del trabajo se había equivocado, o es que Deniria había sangrado incluso después de muerta? Dudaba que fuera un error, y la posibilidad de que su muerte no haya sido exactamente lo que le habían comentado le carcomía por dentro, pero aún así, eran conjeturas apresuradas. Sin embargo, la curiosidad le pudo.
Disimuladamente, acaricio los suaves cabellos de su madre, para rozar la sangre con uno de sus dedos. Sentía que debía saber que tan reciente era.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Sanar
Dificultad: 16+
Resultado: 15(+3)=18 (Exito)
La sangre parece muy reciente. Entre 5 y 10 minutos.
Hanna acompañó a Xintrae al pequeño despacho de la Señora del Misterio, y despidiéndos educadamente, volvió hacia donde se encontraba la difunta.
Aún iba cabizbaja, dándole vueltas, buscando alguna razón si es que había "razón" en algo así. Más bien el motivo para la pérdida de la razón.
Abrió la puerta con un suspiro, y se alegró en cierto modo de ver que los presentes preferían respetar a su amiga Deniria manteniendo apacibles distancias, en lugar de sacarse viejos trapos sucios o tirarse trastos. Tal vez, por alguna razón lo esperaba.
Kanizhar parecía apreciar el silencio, y ella era por todas sabido en el templo que también, así que se quedó en silencio mirando a Deniria. Era de suponer que no tardarían mucho en enterrarla, y prefería quedarse con la imagen que tenía delante que con la que se le había quedado esa mañana.
Descansa en paz, amiga...
Estuvo tentada de cogerle la mano a modo de despedida, pero en lugar de eso... se quitó un par de lágrimas y salió del lugar de luto, despidiéndose con la mano, tan solo para esperar justo afuera... con cara larga y humor de mal día.
La sangre en la punta de su dedo estaba apenas seca. Sus ojos se abrieron de pura sorpresa, e inmediatamente se despegó del féretro, como si hubiera visto un fantasma. No obstante, tardó pocos segundos en reponerse, y comenzó a cavilar.
¿Qué significa esto? No debería... no debería sangrar...
Volteó para mirar a Hanna, pero solo atinó a ver su espalda mientras se retiraba de la sala. Kanizhar dio unos largos pasos, atravesando el cuarto en poco tiempo, para tomar a la muchacha del hombro y acercarse bruscamente, hablándole en susurros nerviosos.
-Escucha. Mi madre... creo que acaba de sangrar. ¡Tiene sangre fresca en su oído! Creo... creo que no ha muerto- le dijo el clérigo, atribulado. No había pensado en sus palabras, sólo se aferraba a una vaga esperanza.
Hanna sintió la mano nerviosa en su hombro y se giró deprisa. Estaba algo tensa, por supuesto, y se le notó en el gesto al reaccionar.
Escuchó las palabras de Kanizhar y abrió los ojos de par en par, en una expresión sorprendida e incrédula.
Que... ha sangrado por el....?
Se apartó rápida pero educadamente la mano del sacerdote de su hombro y entró con zancadas aún más largas a comprobarlo por ella misma.
Espero que no esté delirando o algo... o tal vez soy yo la que sigo teniendo demasiadas esperanzas.
Se acercó al ataúd y no tuvo que coger demasiado aire ni reunir demasiado coraje para poner el dedo en el oído de Deniria, pues si había prisa, había que hacer de tripas corazón.
Comprobó que en efecto había sangre fresca y miró al rostro de su hermana de congregación, y después a su dedo.
¡Immué! ¡Phambra! Venid, deprisa!!
Salió de nuevo buscando a alguna de sus hermanas sacerdotisas que pudieran lanzar una curación.
¡Eh, rápido! ¡Deniria está sangrando! ¡Tiene sangre fresca en el oído! ¡Por la Dama, una clériga por aqui!!
¿¡Pero cómo no se han dadoc uenta mientras la estaban reconstruyendo!?
Siguió buscando a una de sus hermanas, y si no tendría que molestar a la Señora del Misterio y su "invitada", aunque detuvo un paso un instante, volviendo a mirar atrás.
No pueden ser tan... incompetentes... no notar que ni respiraba ni... tenia pulso, si estaban trabajando en sus heridas precisamente. Habrían notado que sangraba si tuviera pulso, no, no puede ser, además en tanto tiempo se habría asfixiado por no respirar, estaría muerta igualmente...
Miró a Kanizhar.
Esto es raro señor Kanizhar... quédese con ella y no le quite ojo, ¿De acuerdo?
Volvió a darse la vuelta y a seguir buscando una de sus compañeras clérigas... por lo que pudiera pasar. ¿Acaso habia resucitado "espontáneamente" o por obra de la diosa? ¿O se trataba de algo más misterioso... y siniestro?
La anciana sacerdotisa Immué fue la primera en aparecer junto al féretro, agitada por la urgencia de la llamada de Hanna.
-¿Qué ocurre, muchacha? -inquirió jadeando por el esfuerzo de haberse dado una carrera a su avanzada edad.
Hanna le puso al corriente de lo que había sucedido e Immué frunció el ceño.
-Déjame que eche un vistazo -dijo simplemente.
Metió el dedo en la oreja de Deniria para corroborar la hemorragia. La tomó el pulso, la abrió los párpados e incluso puso un dedo bajo su nariz para ver si respiraba. La anciana negó con la cabeza.
-Es extraño que haya vuelto a sangrar, pero no guardéis falsas expectativas. Supongo que nuestros hechizos de curación no fueron lo suficientemente potentes como para cerrar todas las hemorragias internas que tenía -Immué negó con la cabeza y posó una mano afectuosamente en el hombro de Kanizhar-. Lo siento mucho, joven.
Aquellas mismas palabras habían sido las que Immué había dicho a Kanizhar muchos años antes, por un motivo completamente diferente.
Tirada: 1d20(+9)
Motivo: Sanar
Dificultad: 16+
Resultado: 6(+9)=15 (Fracaso)
Kanizhar se encontraba frenético. Aquel despliegue le ponía nervioso, y no dejaba de mirar a todos lados en espera de alguien que confirmara sus sospechas. Muy pronto aprendería a desdeñar las esperanzas. Sólo servían para decepcionarlo a uno. La figura de Immué apareció con rapidez en la sala, y los malos recuerdos comenzaron a inundar la visión del clérigo. Recordaba aquel día hace más de 15 años en el que se había presentado como candidato, para orgullo de su madre, pero al parecer, su alma no era lo suficientemente provechosa para la Señora de los Misterios.
A pesar de las palabras de la mujer, Kanizhar era obstinado. Un atisbo de vida había aparecido en su madre, y se aferraría a ello aunque le costara toda su integridad emocional más tarde. Miró a Immué con seriedad, con una cara que guardaba rencor por el pasado, pero que en su mayor parte lo reemplazaba por un ruego. -Prométame que se cerciorarán de que es sólo una herida abierta. Se lo deben- indicó, señalando al féretro.
Hanna había estado muy atenta a las comprobaciones de Immué, pegada a ella y observando, pero llegó a la misma extraña conclusión que ella... había algo abierto, simplemente.
Pero... aún asi, después de tanto rato... ¿Aún sangraria? Miró a Immué, ella desde luego sabía muchísimo más que Hanna de todo esto, pero la acólita también se negaba a dejar pasar una ínfima posibilidad, por pequeña que fuese.
¿Te importa lanzar algunas... curaciones, o... no sé, algo...? Por agotar cualquier posibilidad... por remota que sea. Miró a Kanizhar y de nuevo a Immué Como bien ha dicho... se lo debemos.
Hanna, por su parte y a riesgo de parecer desesperada -cosa que hubiera preferido evitar- lanzó un sencillo truco arcano, que revelaría cualquier aura extraña que hubiera activa, o con suerte, residual.
Tirada: 1d20
Motivo: Chafardear el Sanar de Immué
Dificultad: 16+
Resultado: 9 (Fracaso)
Immué observó a los dos jóvenes con los labios fruncidos.
-Está bien, lo haré. -concedió-. Pero ahora debéis ir a buscar a tu padre y traerle hasta aquí, ¿de acuerdo?
Señalo la salida con un gesto de la mano.
-Id con la bendición de Mystra.
El joven Vilion asintió y musitó un "Gracias". Les dedicó a ambas mujeres un saludo mudo, inclinando la cabeza, y a continuación salió del templo a paso de hombre. Cuando sus pies estaban afuera, echó a correr hacia la armería de su padre. Su rostro era duro e inexpresivo, pero el aire que le chocaba con fuerza le arrancó unas lágrimas. Aunque dudosamente la culpa era del viento.
Hanna asintió a Immué.
De acuerdo hermana... y gracias.
Miró a Kanizhar, que se marchaba, y con unas pocas zancadas largas se colocó a su lado. Puso una mano en su hombro y le acompañó por las calles.
No sabía muy bien qué decir... darle ánimos o esperanzas no iba a ser bueno si finalmente era tan solo lo que había dicho Immué, y por otro lado, Kanizhar intentaba mantener el tipo, hablar demasiado de ello tal vez fuera contraproducente...
Posiblemente lo mejor que podría hacer era compañía, y aquél pequeño contacto de ánimo en su hombro.