Partida Rol por web

Pones la tele y una chica policía aparece en pantalla, parece que va a hacer un comunicado.

Ciudadanos, estad tranquilos pues nuestra investigación está dando sus frutos. Tenemos algunas pistas que nos llevan hacia los que están haciendo que la gente se vuelva completamente loca y cambie radicalmente de un día a otro. No podemos decir mucho, pero de momento puedo adelantaros que es un grupo de diez adolescentes. Si, han oído bien, los causantes de todo esto son unos estudiantes. En cuanto confirmemos las pistas en las que estamos procederemos a anunciar sus nombres y a ejercer sobre ellos todo el peso de la ley.

Con esas últimas palabras se acabó el comunicado, haciendo que una gota de sudor frío cayera sobre tu espalda.

Ayame hasta que no miró el móvil Ayame no entendió qué pasaba que era tan urgente y preocupante. Ni siquiera se le pasó por la cabeza que estuvieran hablando de ellos. Apenas se habían conocido hacía dos días. ¿Responsables de qué? ¿Cómo y por qué? Además de que la noticia no tenía pies ni cabeza... ¿cómo iban diez adolescentes a lavarles los cerebros a la gente y volverlas locas de un dia para otro? Además, técnicamente eran diez adolescentes y una niña...

Tratando de quitarse eso de la cabeza, Ayame se distrajo haciendo el verdadero deber de un estudiante: estudiar.

Madre mía, bondage... ¿Eso no era ilegal o algo? En cualquier caso, tras regresar a casa Ayame fue a la biblioteca de su mansión a estudiar. No quería quedar atrás en los estudios...

Aunque estaba algo cansada de haber pasado el dia fuera por el centro comercial con Hotaru y Momoka, Ayame no quería perder el hábito de estudios así que antes de irse a dormir realizó sus deberes.

¡Había pasado un gran día en el café del señor K con Tetsuya! Habían hablado de quién era más torpe que el otro, se habían animado mutuamente, ¡y luego habían atendido a los clientes! Aún podía recordar cómo de loco se puso el niño hiperactivo con el subidón de azúcar. ¡Ja ja ja!

No fue una noche muy productiva con los estudios, no paraba de recodar anécdotas de ese día. ¡Pero se lo había pasado super bien! ¡Se había puesto un traje de camarera maid y todo! ¡Con orejitas de gato! ¡Jajaja!

Vas a dormir, para intentar recuperarte un poco del duro periodo de lucha que habíais vivido en el castillo.

Al día siguiente y con bastante más energía, te despiertas, enciendes la tele y en las noticias puedes ver a la chica policía haciendo un comunicado.

Lamento comunicaros a todos... Que el informante que teníamos ha resultado ser un fraude. - suspiró, mirando al suelo. - Y yo como policía también, por creer tan ciegamente en alguien que me prometía tener de todo... Lo admito, confié en mi informante y programé esta rueda de prensa porque pensé que llegaría a ascender si lo hacía bien... Yo... Lo siento. Pido perdón a la prensa, al cuerpo de la policía, a esta ciudad y sobretodo a aquellos pobres que fueron acusados falsamente por un maleante que solo buscaba protagonismo.

Dirigió ahora una mirada más seria. - Pero prometo, por mi honor y por todo lo que le debo a esta ciudad, investigar a fondo todos los casos de gente que pierde la cabeza ¡y encontrar al verdadero culpable detrás de esto! Además, me encargaré personalmente de enchironar al tipo que andaba presentando pruebas falsas. Eso es todo, gracias por su tiempo y una vez más, perdón por mi incompetencia hasta el momento. - esto último lo acompañó con una reverencia.

Parece que os habíais librado de aquello y además, Eldwin iba a pasar una buena temporada a la sombra ¡genial! 

¡No había que olvidarse de estudiar! Ayame sonrió pícaramente imaginándose que sus compañeros seguramente se estaban olvidando de estudiar. ¡Eso era bueno! ¡Porque podría ayudarles! No, espera... se estaba alegrando de una tragedia o algo malo a costa de ellos... ¡qué mala amiga! -¡Joder, Ayame! ¡Pero qué cabrona y aprovechada que eres!-

Su mente empezó a torturarla una vez más. Le dió un fuerte bajón emocional, una recaida depresiva. Pero por poco tiempo, por fortuna. Su perrito Kibou acudió al rescate. Entró por la ventana (¿¡PERO CÓMO, SI ERA UN SEGUNDO PISO!?) y le pegó un buen susto al lanzarse sigilosamente de un salto hacia ella para pedirle mimitos. Desde luego este perro se creía gato o algo... ¿seguro que no era un perro mágico?

Ayame, una vez más, intentó estudiar. ¡Hacía tanto que no tocaba el piano o hacia otras cosas, como leer en su querida biblioteca! -¡Solo un par de esfuerzos más!- pensaba. ¡Solo un poco más! ¡Cada vez le resultaba más fácil, lo que significaba que iba por buen camino!

-Cállate-cállate-cállate...-

-¿Cuán terrible persona puedes ser, Ayame? Cobarde. Egoista. Falsa amiga. Eres todo esto y más y lo sabes. ¡Me avergüenzas!- se repetía a ella misma, una y otra vez mientras corría, corría huyendo de aquel lugar, esa tienda de armas donde por la cara el... ¿vendedor? había pegado un tiro para demostrar que el arma funcionaba. Porque tenía que ser eso, ¿verdad? ¡Era eso!

-Cállate-cállate-cállate...-

¡Definitivamente era eso! Estuvo repitiéndose que era eso todo el rato mientras a paso rápido, con la mirada perdida y la cara pálida, caminaba y casi corría hasta casa. Su mansión, su santuario, su refugio.

Así que... -¿Cuán terrible persoa puedes llegar a ser? Sales corriendo, huyes, huyes y dejas ahí a tu amigo. No eres mucho peor que el Conde...-

-Cállate-cállate-cállate...-

Ayame llamó por teléfono a Tetsuya Arashi, rezando a todos los dioses, personas y espíritus, porque estuviera bien.

Después de mandar los mensajitos por móvil, Ayame se fue a estudiar nuevamente. Lo cierto es que había sido un buen día, habían estado haciendo gorritos de papel de aluminio en casa de Yuuta para contrarrestar el control mental del supervillano, y se lo habían pasado bastante bien. Pero lo mas importante era que había podido hablar, aunque fuera al móvil, con Arashi-kun sobre el tema de sus aficiones maleantes...

-¡Tengo que hacerme más fuerte! ¡Y más valiente!-

Si ya el funeral después del campamento y el hospital agotaban, después de tratar de salvar a Tetsuya en lo profundo de su mente estaban todos doblemente agotados. Triplemente Ayame, quien además estaba reviviendo su propia infancia y sus propios problemas a través de los de Tetsuya Arashi.

No iba a poder dormir con todo lo que tenía en la cabeza torturándola, taladrándola. Tampoco tenía ánimos ni cabeza para estudiar. Así que para intentar distraerse, se puso a hacer manualidades, una especie de tarjetita collage para Tetsuya. No tenía nada en mente, y al final acabó desechando toda la cartulina, pero al menos pudo relajarse un poco antes de acostarse...

Aunque Akemi-senpai les había animado aquella tarde con la mejor de las intenciones, la alegría agotaba a Ayame tanto o quizás más que la tristeza que llevaba dentro. Era una lucha... una lucha constante para no volver a caer, para no hundirse más en las arenas. Cada acción tenía una reacción, cada gota de felicidad sacudía el lago de tristeza de su mente, creaba ondas, ondas que revolvían la negrura, la agitaban, y la agitación le hacía daño. La despertaba, le abría los ojos, y al abrir los ojos la luz la quemaba. No era culpa de Akemi-senpai. No era culpa de ellos. No era culpa del grupo, ni de Tetsuya, ni... ni siquiera del villano que les había atacado.

-No, es culpa tuya Ayame. Tuya, tuya y tuya.- se echó en cara una y otra y otra vez nuevamente. Ser feliz la despertaba, la despertaba de aquel trance de depresión que ella solía llamar 'el modo zombie'. Era más fácil mantener la balanza intacta, y sustituir lo negro por gris, que quitar lo negro y poner lo blanco. Era más fácil adaptarse a la oscuridad que combatirla, era más fácil acostumbrarse a la falta de luz que abrir las ventanas y quedarse cegada, quemada. Combatir la oscuridad con oscuridad le era más fácil... no creaba ondas... sustituía lo malo por menos malo, lo negro por gris. Y sobretodo, la silenciaba. Silenciaba su voz interna. Esa voz de sí misma que tanto odiaba, que tanto temía.

Aquella noche, Ayame decidió tocar el piano. Necesitaba hacerlo. Ya lo había pospuesto demasiado tiempo. Era una suerte ser una niña rica en una mansión apartada: así no molestaba a nadie tocando el piano a horas intempestivas... no era la primera vez que lo hacía. Era un buen remedio para calmar las aguas agitadas, para tranquilizarse, para silenciarse, y a veces incluso para vaciar el lago de sus emociones y pensamientos o desteñirlo un poquito...

Aquella excusa que Miyuki Akemi había cándidamente montado para proteger a los demás, eso sobre el grupo de estudio, le recordó a Ayame que debía seguir estudiando en la realidad. Fue una preocupación potente, afortunadamente, una suficientemente potente como para distraerla, al menos esa noche, de todas las demás preocupaciones. Quizás también ayudó la conversación que tuvo con Saito sobre la acampada que tendrían pendiente, o también el hecho de que al dia siguiente volverían a la cabeza de Tetsuya a trabajar.

Esa noche, estuvo enviandole un mensaje por móvil al grupo. Se lo había estado pensando, ¿por qué Lilie vivia allí? ¿No era rica? ¿Se había fugado de casa? ¿Por qué? ¿Podría volver? Y si no... ¡no podían dejarla así! Mañana lo hablaría con el grupo, especialmente con Momoka-chan. Lilie necesitaba un hogar.

Aquel día había sido uno tranquilo para todos, allí en la escuela. ¡Un momento de paz para compensar todo lo de ayer! Se había ido en una especie de primera cita con Saito a buscar disfraces para Halloween juntos. No llegó a ser una cita completa, pero eso era lo guay porque ella no se sentía preparada. ¿¡Qué tan más genial podía ser Saito!? Le encantó que no la presionara y sobretodo que él mismo también estuviera igual que ella, porque así no era una carga sino que juntos, poquito a poco, irían descubriendo lo que era el amor... ¡enfrentando al miedo y a la vergüenza!

¡Mañana era Halloween! ¡M-m-mañana era Halloween! Se había comprado un disfraz para la ocasión pero la verdad es que estaba asustada. ¡No por Halloween, sino por el hecho de ir a la fiesta! Sería la primera vez en su vida que iba a un evento así. De hecho... ¡la primera vez en su vida que celebraba Halloween! ¡Ánimo, Ayame! ¡Ánimo! Seguro que todo saldría genial...

Después de despedirse de sus amigos, Ayame quiso aprovechar para continuar los estudios que ya tenía adelantados. Fue curioso, porque ella, que siempre había estudiado allí y completamente a solas, ahora sentía como que faltaba algo. La ausencia de sus amigos en la biblioteca se notaba, tanto que incluso no terminó de adelantar mucho sin ellos.

¡Al día siguiente ya eran los examenes! ¡Venga, Ayame! ¡Un último repaso antes de dormir! Era importante era dormir para asentar todo lo estudiado, pero había unos conceptos que la chica sabía tenía que repasar antes del momento definitivo... Además, una vez por fin terminaran los examenes, ya podrían centrarse en superar aquella prueba que el cazador de demonios quería hacerles... ¡oh! Y-y-y la cita d-d-doble... ¡Ah! ¡Y la acampada!