Al final Dag si se pasó, pero fue corta al menos por su parte. Te llevó el batido con mas dulce que encontró, que no era mas que una verdadera barrabasada de azucar y una bomba de relojería, pero sin chocolate.
Tu amiga te hubiese dicho que eso significaba rollo. Porque nadie le compra algo así a una chica porque si. Aparte, unas flores. Si, unas jodidas flores. Amapolas, un ramillete de cinco o seis con una tarjeta de disculpa.
Pero no, solo un poco de charla tranquila y un suspiro cuando le sonó en reiteradas ocasiones el móvil que al final tuvo que mirar.
Le habían llamado del trabajo, tenía que irse. Un beso en la mejilla y un breve abrazo con una mano antes de dejarte.
Hilv abrió los ojos de par en par cuando vio el batido... muerte por hiperglucemia debe ser su nombre... claro que el ramillete de flores si que la descolocó por completo. A ver, no era idiota, no del todo, y aparte de ponerse colorada, de tener el breve momento de tierra tragame, logro comportarse con naturalidad, eso era fácil con Dag, con quien se sentía cómoda.
Estuvo temiendo, bueno, no exactamente temiendo, porque en realidad no sabría que habría sucedido, a que él fuera un poco más lanzado, no es que le mandara ninguna señal ni nada, pero el móvil evitó cualquier opción, si es que la había.
Compartió el batido pensando que al dia siguiente tendría que hacer trabajo doble de entrenamiento y cuando se despidió de él pensó en que tenía que llamar a Becky.
Ojalá estuviera aquí...
Si puedo hacer escena con el rarito guay, pero no quiero al observatorio en plan chungo acosador, el día del funeral le dije que hablaríamos luego. ¿Eso quedó en algo?
También habría que situarla temporalmente.
No, el se fue.
Tienes que buscarlo y tu eliges donde y cuando, pero en las dos primeras semanas después de eso, A posterior no puedes, tendría que ser en la escena grupal.
Pensó en buscar información a sus espaldas, en intentar averiguar más cosas, pero no era el estilo de la chica, la sutileza nunca había sido su fuerte.
No había olvidado, no había olvidado lo que sucedió en aquel lugar, al que había acabado acudiendo cada dos noches desde que no la esperara en el funeral. Esto no tenía nada que ver con el chico en si, sino por lo que le hizo aquel día, algo extraño, algo diferente, algo aterrador y a la vez hermoso. Las advertencias de Dag tampoco había ayudado a mitigar su curiosidad, más bien todo lo contrario.
No le importaba venir al observatorio, era un lugar tranquilo y habitualmente se respetaba la soledad de los demás, así que se sentía bien. Se estaba acostumbrando al sitio, conocía a más gente, con todos los problemas y beneficios de tal cosa, pero al igual que cuando estaba en casa, necesitaba sus ratos de soledad, los momentos en los que regulaba su ansiedad ante la inminencia del fin.
Desde el tejado de su hogar también se veía con claridad el cielo nocturno.
Por la noche, a la hora en que lo encontré la otra vez
Vacio. El lugar estaba vacío, oscuro como la boca de un lobo y solo cuando tus pupilas entendían que debían de ampliar el calibre las pequeñas e ínfimas motas brillosas se empezaron a iluminar.
Es precioso...como pensamos que en la misma nada, hay mucho mas de lo que vemos. Solo tenemos que esperar y mirar sabiendo de la paciencia necesaria- la voz del chico que estabas buscando restalló en el silencio del lugar, a tu espalda.
Me alegro de que estés aquí. Es una noche hermosa, como las virutas en tus ojos.
Se sobresaltó ligeramente.
Luego se sonrojó.
He tardado en encontrarte...
No se volvió, seguía mirando hacia arriba, y la calma que encontraba en aquel lugar se tornó intranquilidad.
Ibas a enseñarme algo continuaba en la misma posición y aunque puede que este loca por querer saber que es como una puta cabra no logro quitármelo de la cabeza se encontraba cada vez más obsesionada con la oscuridad, con la nada, con la muerte, con lo que le hizo cuando la besó.
No puedo permitirme tener paciencia...
Se giró y se enfrentó finalmente al chico que le decía las cosas más extrañas y las más bonitas que había escuchado en su vida.
Tenía las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros azules y el colgante con el crucifijo que le había regalado su abuela posado en su pecho, por fuera de su camiseta negra.
Un puto disfraz de pollo, como aquel pájaro de barrio sésamo girante amarillo. No tenía la cabeza, pero si el cuerpo. Miraba al infinito como si allí estuviesen todos los secretos del universo, despiezados, solo para sus ojos, listos para ser revelados.
Deslizó la misma hasta ti, y luego a la cruz- ¿Un recuerdo? ¿Un amuleto?- se inclinó brevemente mientras te miraba la cara que se te había quedado al verlo así vestido.- Lo se...lo se...hace poco he acabado un trabajo en un cumpleaños infantil, antes de ir a casa me he pasado por aquí. De algo tengo que vivir aquí ¿no crees?- miró hacia otro lado devolviéndote ese palmo de espacio que había adquirido sin permiso, casi penetrando en tu burbuja vital.
No me quedaré mucho, diez minutos, así que si quieres hablar, podemos hacerlo aquí, o en mi casa, pero puede que hoy no te muestre nada- una sonrisa tranquila, pero con cierta malicia escondida- Estarás segura mientras lleve este disfraz- te volvió a mirar, ensanchándose una sonrisa bromista- tu decides.
¿Pero qué coño...?
Se sobresaltó al ver un pájaro gigante y amarillo... !muy amarillo! Y dudo entre pegarle un puñetazo o salir corriendo... Por suerte él debió ver su debate interno y se apresuró a aclarar los motivos por los cuales iba de esa guisa.
¿Y eso da para vivir? Pregunto con algo ingenuamente, no era una pregunta apropiada, pero le había salido de dentro da igual, el caso es que me apunto al siguiente cumpleaños al que te inviten y vayas así vestido sonrió todavía flipando un poco y se percató de que le había hecho una pregunta Un recuerdo aunque casi nunca lo mostraba, hoy lo llevaba por fuera, las veces que había venido al observatorio lo llevaba por fuera o quizás un amuleto, que me protege de lo que sea que debo protegerme dijo divertida me lo regaló mi abuela, como si me hiciera falta alguna cosa para recordarla un ligero bufido y echó a andar en dirección a la salida...
¿Segura? Tío, me da más miedo que te pongas la cabeza del pollo y empieces a atacarme, ya sabes, como en la peli esa de la noche de los pollos muertos parecía hablar bastante en serio tienes que verla sino las has visto, y entenderás a lo que me refiero aseguró eso acojona más que lo que fuera que me hiciste el otro día en realidad no, bueno, no lo tenía claro y espero que valores el terrible riesgo social que corro al acompañarte a tu casa con ese disfraz... lanzó un suspiro sonriente a quien vamos engañar, creo que mi popularidad en Titán está todavía más hundida que su último nivel contra todo pronóstico, el verlo así vestido le había puesto más contenta ya en serio... quiero saber que hostias pasó cuando me... cuando me besaste le costó pronunciarlo.
Escena que continuará en la principal.