Partida Rol por web

Al recibir la llave, subes a tu habitación para dejar tus pertenencias y poder dar el recorrido más libremente, aunque no puedes resistirte y dar un pequeño paseo por la habitación. No es muy grande pero es lo bastante acogedora como para pasar una cómoda estancia allí.

La habitación que se te ha asignado tiene una distribución sencilla, pero puedes sentir la comodidad en cada parte de las paredes. 

La cama es individual y a su lado, tienes una pequeña mesa con dos sillas. Ideal para un juego de cartas o un rato de relajación.

El baño tiene una bañera con una hermosa cortina de color turquesa que la cubre, decoración de caracoles marinos y 

algunas estrellas de mar. 

Todo parece perfecto, pero hay un detalle que llama tu atención. Justo encima de la cama, puedes ver una lámpara bastante peculiar, donde las manos sujetan las dos bombillas y el rostro de esa extraña muñeca mira fijamente en dirección a la cama.

A pesar de la temática del ambiente, podía ser que lo hubieran tomado muy a pecho. Su ropa parecía un poco vieja y su figura no era tan trabajada como las muñecas de la exhibición. ¿Por qué estaría allí?

Entró en la habitación y dejó la maleta en un lado. Fue al baño para lavarse un poco y refrescarse, y al salir de él se dio cuenta en la muñeca que había encima de la cama. Dio un pequeño respingo.

-¡Coño! Que susto me ha dado la muñeca... ¿Que hará eso ahí?

Abrió los ojos de par en par mirando la muñeca.

Esto tiene que ser una broma... Me gustan las muñecas, pero no se si podré dormir con esta así mirándome...

Se encogió de hombros y decidió salir de la habitación.

Ya le pondré una sabana encima.

Te encontrabas mirando la muñeca con atención y te distraías bastante con verla. Estar lejos de tu hogar era una sensación que no habías vivido pero te llenaba de vida.

Mientras te encontrabas meditanto sobre qué hacer, te fijaste en los ojos vidriosos de la muñeca. Eran un poco rústicos pero lograron abstraerte lo suficiente de la realidad para no notar el parpadeo de las luces y la aparición de la joven a tu lado.

El brillo de sus ojos era intenso y te miraba fijamente. No podías moverte del lugar pero sabías que no importaría. La habitación era demasiado pequeña.

Con una voz de ultratumba, comienza a hablar, aunque su voz se partiera en dos, dando la impresión de hablar dos personas por una sola garganta. - Estás muerta y lo sabes. No tienes aspiraciones pero tienes poder. Esa es tu dualidad. La muerte y la vida en un solo cuerpo. Por esto, estás ligada inherentemente a la muerte. Ese es tu destino y tu don - estira una mano hacia ti y puedes ver que allí se encuentra una llave de color negro.

Con dudas, te levantas y tomas la llave. La joven mira una pared al lado de la ventana y por reflejo, te volteas a mirar donde ella mira, aunque no sabes de qué se trata.

Te dispones a preguntarle pero la joven se ha ido. La buscas por todos lados pero la visión frente al espejo te deja perpleja. Un lado de tu cuerpo es perfectamente normal pero el otro... Está muerto. Eres una momia. Un cadáver en deterioro. Como acto reflejo, llevas tu mano a tu rostro y puedes ver que una de tus manos es sólo huesos sin carne. No entiendes qué sucede pero estabas dispuesta a seguir buscando a la joven y averiguarlo.

Con desesperación, vas hacia la pared que ella observó y tratas de moverla, correrla, buscar alguna trampa, hasta que encuentras una tabla suelta. La retiras y puedes ver que detrás hay una puerta totalmente negra. Sin mucha dificultad, asocias la llave con la cerradura, metes la llave y la puerta se abre, llevándote a una escalera circular que daba con el exterior del hotel.

Al recibir el golpe en el pecho, se revela tu rol secundario:

PERSÉFONE...

Eres la diosa de la muerte y por esto, puedes regresar de la muerte una vez, pero si tienes ya súbditos a tu servicio, no podrán regresar.

Estaba apunto de salir de la habitación cuando algo le hizo volver a mirar esa muñeca. Había algo que le llamaba de ella. Se quedó mirándola hasta que, vagamente intuyó una sombra a su lado. Se giró bruscamente al ver esa joven. 

-Pero.. ¿qué?

No podía hablar, un vago temor le empezó a surgir de las entrañas. ¿Quién es?

Escuchó atentamente lo que la joven le decía, se levantó y cogió la llave que esta le tendía. Esta miró hacía la pared y Lisseth se giró para mirar. Al volver a girarse ya no estaba la joven.

-¿Dónde estás? ¿Quién eres?

Miró a su al rededor pero un reflejo en el espejo le hizo pararse en seco. Al ver que medio cuerpo estaba muerto, se quedó paralizada. ¿Qué... qué ha pasado? Se llevó la mano a la cara demacrada y vio que era todo su cuerpo lo que estaba muerto.

-Esto tiene que ser una broma... De muy mal gusto...

Se giró hacia donde la joven había mirado y empezó a investigar toda la pared. Hasta que encuentró una tabla suelta y con una cerradura. Abrió la puerta y vió una escalera.

-Seas quien seas, te voy a encontrar. - Frunció el ceño y subió las escaleras.

Concentras todo tu poder y recuerdas aquella visión que tuviste cuando la joven apareció en tu habitación. Cuando menos te das cuenta, eres de nuevo la diosa de la muerte. Una mitad de tu cuerpo se encuentra en estado cadavérico, mientras que tu mitad vive sigue como siempre.

Debías adentrarte en los dominios de la muerte y atravesarlos, mas para alguien como tú, no sería problema porque eran tus dominios.

Subes a la azotea y tocas una de las figuras de Anubis para conectarte con tu verdadero ser. Un aura negra te rodea pero sientes el poder invadiéndote y empiezas a rastrear el alma de Kenneth, hasta que das con una pequeña casa de muñecas hecha de madera. Sabías que su alma estaba allí, así que con tu mano cadavérica la tomas y la arrastras hasta ese lugar. Se materializa en la azotea como un esqueleto en primer lugar, para luego envolverse poco a poco en músculos, tejidos, articulaciones y por último, su piel. Escuchas un gemido salir de su boca cuando el proces finaliza y en primer lugar, su piel es grisácea, oscura como ese lugar y sus ojos son completamente negros.

El alma se va acoplando a su cuerpo y poco a poco, va recuperando su color, hasta que Kenneth parece incorporarse en el lugar. Reconoce el entorno y te mira, sabiendo lo que has hecho por él y reconociéndote como ama y señora de la muerte. Su ama y señora.

Vale, entonces si yo muero, luego no puedo levantar a más ya que lo habría gastado levantando a dos. Entonces casi que prefiero esperar a levantar otro, por si acaso muero, así luego tengo a alguien que me ayude.