La noche era verdaderamente fría y Arthur no lograba entrar en calor. De tanto tiritar empezó a hiperventilar y pronto llegaron los bronco espasmos que a veces le sacudían.
Su madre le había dicho que si le sucedía, le despertara con urgencia. Aunque el pequeño Arthur se había acostumbrado a aquellos dolorosos estertores, en uno de esos ataques podía verdaderamente morir.
Abrió la puerta y salió al pasillo sintiendo como el eco de aquel corredor devolvía el ruido que hacían sus empequeñecidos pulmones. Hasta que se dio cuenta de que no era un eco.
Un niño de aproximadamente su edad estaba en el pasillo. ¿Sería el hijo de alguno de los criados?
El niño se ahogaba igual que él y estaba vestido con extrañas ropas. No le hablaba, solo respiraba de manera agónica. Pero aunque lo hubiera hecho, a Arthur también le hubiera costado responderle.
Le señaló una luz al final del pasillo, instándole a ir hacia allá. Arthur negó con la cabeza intentando decir que tenía que ir a la habitación de su madre, pero cuando se giró no había más puertas en ese lado del pasillo.
Ya no reconocía dónde estaba y el miedo paralizante le hizo sobreponerse a su ataque y preguntar:
- ¿Quién eres?
- Soy Octavius- dijo el niño entonces- Ven, mi hermanito mayor nos va a curar. Está allí.
Tienes hasta el jueves a las 23:59 para hacer el primer turno.
Y hasta esa misma hora tendrán tus compañeros para apostar sobre tu vida o muerte si así lo quieren.
La nieve del exterior y el aire gélido, que la removía de su manto blanco y la lanzaba en diminutos cristales contra la fachada y los ventanales de la mansión sin afectarlos, había sin embargo traspasado las débiles defensas de Arthur y se había apoderado del pequeño muchacho haciéndolo tiritar y sumiéndolo en una febril duermevela llena de toses, jadeos y esfuerzos por aprehender un aire que no terminaba de llenar
Llamó a madre débilmente y al incorporarse en la cama la habitación oscura comenzó a girar a su alrededor. Tuvo que empeñar un último esfuerzo en cerrar los ojos, apretarlos con fuerza - los párpados pesados, la boca seca abierta y el silbido más fuerte desde sus pulmones - y poner los pies descalzos sobre la vieja tarima del suelo.
El niño apareció en el pasillo frente a él y Arthur parpadeó creyéndose frente a un espejo. Pero el chico llevaba extrañas ropas, aunque parecía débil y enfermo, igual que él. Era como mirarse en un antiguo espejo, una imagen inquietante y penosa. El joven Alistair añoró al padre perdido y ansió el contacto cálido de madre, el único que podría sacar de su pecho aquel frío mortal.
Pero el pasillo no estaba allí. Las puertas faltaban, o le cambiaron de planta...? No podía recordarlo, y no le importó. - ¿Quién eres? - El niño no le causó ya temor, sino lástima. Y viéndose reflejado en él, se dijo que tenía poco que temer. Incluso compartían el nombre. - Yo soy Arthur. Arthur Octavius Alistair - dijo sin embargo, con orgullo. Luego avanzó por el pasillo en dirección a Octavius y a la luz que le indicaba.
- Yo no... - por un momento dudó si debía terminar aquella frase. Le ofreció la mano al niño enfermo y dejó que lo guiara con la naturalidad con que los niños aceptan aquello que desconocen y no pueden explicar. No creyó que fueran a curarle, los chicos siempre fanfarroneaban. Él también lo hacía, a veces. Por eso quiso acompañarle. Tantas cosas misteriosas y extrañas en Green Arrow... los adultos no podían comprenderlas, pero estaban allí. - Yo no tengo hermanos. Como se llama el tuyo? ¿Harry? - Intentó adivinar.
- No. Mi hermano se llama William. Ven.
Arthur acompañó a Octavius. Él también se llamaba de segundo nombre así. ¿Qué significaba aquello? Mientras avanzaba por el pasillo se dio cuenta de que no estaba en Green Arrow. Aquello era un castillo. De repente pensó que estaba en un sueño y que también había soñado con este castillo, que estaba en llamas.
Pasaron cerca de una habitación con el portón abierto. Olía a sangre, a vómito y a heces. Sobre una cama, al lado de dos cuencos, a un niño le hacían sangrías dos médicos. El niño que estaba en la cama era igual que Octavius.
- Ese soy yo. Me estoy muriendo. Tengo lo mismo que tienes tú. Pero mi hermano ha encontrado una forma de curarme... ven... ha aprovechado que todos están en el baile para ir a su tumba
Aquella revelación de estar paseando con el alma de un moribundo le hizo perder conciencia del largo paseo hacia los subterráneos del castillo tras escuchar música y ajetreo en las estancias superiores.
Finalmente llegó a un cubículo oscuro, como una celda, donde un niño de unos trece o catorce años, algo mayor, iluminaba con un candelabro un sepulcro.
En cuanto vio el nombre en la tumba supo que algo malo iba a pasar:
HARRY DUQUE DE MOTHCRY
Intentó gritar aprovechando que hace un tiempo que no tosía pero Octavius le agarró de la cara y le dijo:
- No puede oírnos, no estamos realmente aquí. Va a despertar al Duque Sangriento. Ha hecho un pacto...
Cuando ambos quisieron darse cuenta, el sepulcro estaba en llamas. William les atravesó como si fueran fantasmas en su huída del fuego que había provocado sin saber cómo. El fuego empezó a extenderse por las criptas. Pero había algo más. Una figura que les habló y les dijo:
- NIÑOS DEL AYER Y DEL MAÑANA
La voz hizo gritar de terror a Octavius. Había alguien allí. Octavius le soltó de la mano y empezó a desintegrase ante sus ojos. Arthur sintió más miedo que el que nunca había sentido. Tenía que averiguar qué pasaba o salir de allí.
Según lo que hagas se te pondrá un marcador a tu tirada de Oculto.
No estaban realmente allí… aquel lugar no era real, ya no existía. William no podía verlos, ni las llamas debían causarles daño. Aunque daban un poquito de miedo. Y podía sentir el calor.
Por eso Arthur se estremeció hasta lo más profundo de su ser cuando la figura, el Conde Sangriento, fijó su mirada en ellos. Entonces Octavius lo dejó a solas, soltó su mano y se desvaneció y Arthur sintió la soledad el lugar, y el peligro.
Porque el lugar existía, él estaba allí. En el Green Arrow del ayer. Un castillo enorme, en el que se había desorientado por completo al seguir a Octavius por los corredores. Y Octavius también debía ser real, había tomado su mano y habían hablado. Le recordaba a él. Ambos Octavius, pero él pertenecía al ayer, como aquel lugar, el castillo.
El Conde los había visto, él seguía en ambos Tiempos, y podía ver a los niños del ayer y del mañana. Pêro William había huído asustado, y Octavius se desvanecía. Solo quedaba él y de nuevo se sintió demasiado solo. Las llamas y el humo lo envolvían todo pero ya la tos no le preocupaba, porque creía que iba a morir, y el dolor y la fatiga cesarían pronto.
- ¿Por qué le ha obligado a hacerlo? – gritó a la figura. – ¡Le ha engañado, y él ha quemado el castillo! Le prometió curar a Octavius y le ha dejado ir!
Movido por un espíritu rebelde que él mismo desconocía se enfrentó a la figura, hasta que fue consciente de su propia voz y de aquello que le rodeaba – si no era real, lo parecía demasiado. – Bajó la vista, juntó las manos y tardó un tiempo infinito en atreverse a mirar de nuevo. – ¿va a hacer lo mismo conmigo? Por qué me ha traído aquí? – la idea brotó por sí misma: el Conde bien podía ser un fantasma, y siempre tenían problemas para comunicarse. En los libros había muchos casos parecidos, él los había leído.
- ¿Necesita ayuda?
Me estaba temiendo algo así del valiente Arthur. ¿Enfrentarse a Harry o atreverse a conversar con él en vez de correr, tratar de despertarse, salir de allí de alguna forma...?
Tengo que ponerte un modificador de -4 a tu habilidad porque es algo MUY DIFÍCIL.
Tenías 9 en Oculto +2 porque era fácil así que: 11-4 = 7. Tienes que tirar 1d10 y sacar 7 o menos.
Tienes aún muchas posibilidades pero hay un riesgo real de que mueras y, créeme aunque les rabie que lo diga a los que nos están leyendo en la otra escena... ME DOLERÍA MATARTE :)
Motivo: Oculto
Tirada: 1d10
Dificultad: 7-
Resultado: 3 (Exito)
Qué ganas tengo de leer todo lo que están diciendo ^^
La figura que le hablaba y cuya presencia no podía situar porque parecía venir de todas partes y ninguna a la vez se materializó en la forma de un caballero medieval, de esos que Arthur había visto en los libros. Un atroz yelmo gigantesco coronaba una armadura oscura cuyo guantelete ahora se acercaba a su hombro:
- Todo esto ya ha pasado. Tú también perteneces al polvo de los muertos aunque aún lo sepas.
Cuando la mano metálica le agarró Arthur gritó. Gritó en el siglo XVI. Gritó en su cama. Gritó en el año 2017 creía que solo estaba leyendo historias de miedo en una página web.
Sin saber cómo, Arthur aguantó que esa mano no le desintegrara como hizo con Octavius. Simplemente se aferró al miedo y al dolor y se concentró en no querer desaparecer. Cuando la mano aflojó su presión, aprovechó para correr, ahora que al menos veía un enemigo concreto.
Toda la celda estaba envuelta en humo y fuego pero si algo había aprendido Arthur es a sobrevivir respirando de muy a poquito y casi agónicamente.
Nada más subir la primera escalera, Arthur despertó en su cama.
ARTHUR HA SOBREVIVIDO.