Partida Rol por web

Meghan no sabía nada de ajedrez. Quería averiguar el misterio como la que más, pero se sentía abrumado ante el desafío intelectual. Por eso, cuando jeanne les dijo a las mujeres que comprobaran los maniquíes lo hizo al instante, intentando ayudar.

Se acercó al maniquí del que parecía un noble. Buscaba algo que fuera poco común, o una manera de manterlos sujetos, como decía Jeanne.

-Espero que algo funcione. Solo tengo una pregunta, ¿los maniquíes no serán las fichas del ajedrez? Aunque solo son tres.

Jeanne miró a Meghan y sonrió.

-Cuando caí en la cuenta del suelo de este Salón pensé en dos cosas. Mi primera intención al subir aquí con el tablero de ajedrez, era intentar reproducir una jugada. Pensé que habría más maniquies y que eso nos ayudaría a montar algo sobre el tablero... el problema es que solo hay tres, y dos reyes sobre el tablero. Eso no da para mucho-se sentó en el suelo para estar más cómoda. Tanto más le daba mancharse el vestido con el polvo acumulado durante los años, ya se lo cambiaría antes de la cena-Así que lo de revisar los maniquies responde a mi segunda idea, que estos sirvieran para reproducir alguna obra teatral. ¿Obra teatral y ajedrez son la misma cosa? Realmente no lo sé. ¿Estoy totalmente equivocada? Puede ser también. Pero en esta habitación hay algo fuera de toda lógica, de eso sí estoy segura. Y siento que es muy importante que lo adivinemos-un estornudo repentino la hizo callar. El polvo se cobraba su deuda al ser molestado después de tantos años en reposo.

El joven Arthur tocó otra nota del clavicordio y se volvió hacia su madre, que parecía algo confusa. Se detuvo un momento a observarla. Tal vez no fuera una gran dama como la joven Elizabeth ni tan elegante como Jeanne, pero el niño sintió una oleada de afecto tal hacia ella recordando todos los momentos en que había cuidado de é y le había consolado cuando se encontraba mal y se sentía solo, que sus ojos se empañaron.

- Madre - la llamó, y se enjugó los ojos con la manga de su chaqueta de lana, obligándose a recuperar la compostura. - Madre, ¿por qué no comprobamos las baldosas del suelo donde están colocadas las piezas de los reyes? - Si el suelo era un reflejo del tablero, un rey frente a otro era una partida acabada, pero ocupaban unas casillas determinadas y allí podía haber algo. Se las señaló con el dedo, y deseó acompañarla aunque todavía quedaban algunas teclas por probar y siguió con la tarea que le correspondía, deseoso de correr a abrazar a Meghan.

¡¡¡Eso es una buenísima idea Arthur!!!- Dijo Elizabeth maravillada de nuevo ante la agudeza de aquel niño, que probablemente había descubierto más cosas de la casa que todos aquellos adultos juntos. Ese frágil chico no dejaba de sorprenderla.

Dejó aquel intrigante agujero, sin la certeza de que realmente fuese nada importante. Demasiado perfecto para no haber sido hecho a propósito... pero lo que acababa de decir Arthur realmente tenía mucho sentido y su inspección podría continuar después.

Se aproximó a una de las baldosas señaladas por el niño y que parecían coincidir con las de la partida y se arrodilló para empezar a repasar los laterales con sus dedos, mientras sugería: - Deberíamos revisar además estas mismas baldosas en los dos laterales del tablero que resultan iguales, pues no sabemos en qué punto estaría el observador.

Revisaron las baldosas de ajedrez, sobre todos las que estaban en la pared donde estaba el boquete. El boquete parecía una hendidura... no... como una especie de cerradura... Había un mecanismo allí pero con la mano no podían acceder a él. 

Al colocarse en las baldosas notaron algo.... Como una especie de presión, casi imperceptible. Solo ocurría si solo había uno de ellos en cada baldosa. Solo eran cuatro. Pero entonces Rhona colocó los maniquíes como si fueran personas... Siete. Se colocaron cada uno en una baldosa dejando despejada la baldosa del rey, pues esa combinación es la que parecía ejercer una presión mayor bajo sus pies. 

- Nada... sigue sin pasar nada... 

- Tal vez debamos poner a alguien en la baldosa del rey

- O tal vez lo que falte sea en esa baldosa en concreto accionar ese boquete. Meter una llave o algo. No creo que sea una casualidad que esté ese artilugio en ella... 

- ¿Os dais cuenta qué hora es? ¡Vamos o llegaremos tarde al Gran Comedor! Debemos continuar con esto mañana pero hay que reunirse con el resto y contarles todo... Y esperemos que mañana estemos de nuevo todos aquí... vivos. 

Arthur siguió llevando el teclado a su cuello. Hacía una música extraña y no parecía que tuviera relación con el maniquí en sí o el resto de la jugada de ajedrez en el salón de baile.