Rhona se despierta creyéndose enredada entre las sábanas pero cuando abre los ojos está atada a una silla. Está en las cocinas. Puede oler el calor y los fogones. Pero nada de lo que pudiera haber en ellas puede desviar su aterrada mirada de lo que está enfrente de ella.
Un gran trozo de carne sangrienta está sobre la mesa, a escasos centímetros de ella, y un horrible hombre de carne putrefacta porta un enorme cuchillo con el que corta la pieza sin cuidado alguno. Los trozos de sangre y vísceras salen despedidos hacia la cara de Rhona.
Entonces el cocinero diabólico gira la pieza para seguir cortando y Rhona advierte que la figura que corta tiene el contorno de un ser humano. Está cortando a tiras a una persona.
El cocinero coge un trozo de la carne cruda rebosante de sangre y la acerca a la cara de Rhona.
- ¡COME!- grita
Rhona mueve la cara sollozando ante la enorme repulsión
El cocinero entonces, furioso, bordea la mesa hasta llegar donde está ella y grita.
- ¡Carne come carne!
¡Si no comes... tú serás la comida
Tienes hasta el viernes a las 23:59 para escribir tu primer post.
Cada día que pasaba en esa maldita casa más temía la llegada de la noche. Ya no sólo era la falta de sueño y descanso, sino descubrir con cada amanecer que un nuevo miembro de la familia, ya fuera Knight o Alistair, desaparecía, moría o simplemente relataba pesadillas vividas durante la noche. Rhona sabía que, tarde o temprano le tocaría a ella, a todos les tocaría, pero lo que no llegaba a comprender era porqué unos vivían y otros morían o simplemente... desaparecían.
Quizás por ese motivo cuando, intranquila, se despertó sintiendo que no se podía mover, supo que había llegado su noche. La noche en la que viviría su peor pesadilla o moriría dentro de ella, ya que estaba convencida que tantos los muertos como los desaparecidos también habían soñado. Pero por mucho que hubiera imaginado las más terribles torturas, se dio cuenta que no estaba preparada para lo que le esperaba.
El pánico la paralizó, más aún que las cuerdas que la sujetaban a la silla, cuando abrió los ojos y se encontró en la cocina de la mansión, sentada a la mesa donde se exhibía ante ella un enorme y sangrante trozo de carne. Notó cómo su estómago daba un vuelco y sintió la primera arcada subiendo hasta su garganta. Pero no era sólo aquel trozo de carne lo que le provocó miedo y asco a la vez, sino comprobar que no estaba sola, que alguien más, ¿o debería decir algo?, cortaba sin piedad y sin miramientos las carne, masacrándola, destrozándola, desperdigando pequeños trozos rebosantes de sangre por todas partes, hasta que fueron a dar directamente en su cara.
Otra arcada amenazó con expulsar de su cuerpo lo último que había comido, aunque ya no recordaba cuándo había sido la última vez que había saciado su estómago. Las lágrimas comenzaron a escaparse de sus ojos, recorriendo sus pálidas mejillas en un silencioso llanto.
Hizo un gran esfuerzo por apartar la mirada tanto de la carne como del ser infecto que disfrutaba, cual carnicero diabólico, con su trabajo, pero no podía, aquella visión ejercía un tétrico y morboso hechizo sobre ella. Un hechizo que le revolvió aún más las tripas pero, sobre todo, el alma al darse cuenta que la carne que despiezaba el carnicero loco no era otra cosa que carne humana.
La tercera arcada consiguió llegarle hasta la boca, sintindo la aridez de un desierto en su garganta. Cerró los ojos apretándolos con fuerza, obligándose a sí misma a no dejarse llevar por el terror, a no abandonarse a su suerte. No podía huir a ningún lado pero podía resistir... por su hermana, por ella misma y su futuro.
Respiró hondo intentando tranquilizarse, pero eso fue lo peor que pudo hacer. El olor dulzón de la carne cruda unido al metálico de la sangre consiguieron que estaba vez los espasmos de las arcadas fueran más seguidos. Apretó aún más fuerte los ojos, buscando en su mente todas las cosas buenas de la vida, buscando la fuerza de voluntad que siempre la había caracterizado, buscando la determinación que siempre la habían sacado de las peores vivencias. Ella había sido el soporte de su padre cuando su madre y la abuela habían fallecido. Ella había cuidado con todo cariño y mimo de su hermana. Y ella seguiría cuidándola, cumpliría el deseo de Mary Jane de salir de aquella casa montadas a caballo.
Pero... ¿cómo?
Entonces el carnicero gritó, obligándola a comer aquella carne que sabía había sido anteriormente un cuerpo humano. En su cabeza se abrió paso el recuerdo de las palabras del padre de Harold, les hicieron comerse a sus propios hijos, y eso consiguió que la fortaleza que había encontrando hacía tan sólo unos segundos se resquebrajara.
¡NO!
No podía resignarse, no podía dejarse vencer, tenía que hacer algo aunque las posibilidades eran escasas por no decir nulas. No podía huir ya que no podía moverse, no podía negarse a comer porque no podía abandonar a su hermana, y tampoco era capaz de comer aquella carne que había sido un humano.
Tenía que ganar tiempo, fuera como fuese tenía que entretener de alguna forma a esa monstruosidad que disfrutaba despedazando carne humana hasta que llegara el amanecer. Otros en la casa habían conseguido escapar a las pesadillas y ella tenía que encontrar la manera de lograrlo.
-Co-comeré, tiene un aspecto -tuvo que detenerse un leve instante para afianzar su voz temblorosa- delicioso. Pero estaría aún mucho más sabrosa asada a fuego lento, acompañada de tiernas y crujientes verduras. Un guiso propio de un rey... Mmm... se me hace la boca agua sólo de pensarlo.
Se horrorizaba sólo de pensar detenidamente en lo que estaba diciendo, pero las palabras habían ido saliendo de su boca con más confianza a medida que las iba pronunciando. Era una opción desesperada pero, dadas las circunstancias y las nulas opciones que tenía, o se arriesgaba y ganaba tiempo hasta que la luz del nuevo día rompiera esa horrible pesadilla, o su vida, sus deseos y sus esperanzas se acababan allí mismo
Aquel horrible cocinero se le quedó mirando y volvió a gritar...
- ¡CARNE COME CARNE!
No parecía que hubiera cerca ningún otro ingrediente para hacer un guiso. Rhona intentó pensar otra salida...
Tienes que tirar una mezcla entre Mente y Social (no sé si sería OCULTO, incluso, por enfrentarte al fantasma) pero te daría lo mismo.
Tienes +2 así que tienes que tirar 1d10 y hacer 8 o menos para sobrevivir.
Motivo: la palmo o no la palmo
Tirada: 1d10
Dificultad: 8-
Resultado: 9(+2)=11 (Fracaso)
Estoy con el movil y no se que hice con la tirada, de todas formas no la paso
El cocinero se gira. No puede verle. Tal vez esté buscando ingredientes para el guiso... Algo debe hacer cogido porque cae una maraña encima de la carne cruda.
Entonces se da cuenta de que es su propio cabello. ¿Cómo se lo ha arrancado sin siquiera darse cuenta? Ve caer sangre de su cabeza sin que aún le duela y entonces un trozo de su propio craneo.
Con el cuchillo le ha decapitado por encima de la frente. Por eso no le duele. Porque ya está prácticamente muerta.
Eso le impedirá llorar pensando en su padre y en su querido Harold e imaginar al menos en su hermana alejándose en un caballo de aquel lugar donde ella permanecerá para siempre enterrada.
NOOOOOOO
¡Qué mala suerte! Y además me va a dar mucha pena...
No conseguir´eis hacerme vegetariana por mucho que lo intent´eis :P
Sors salutis
et virtutis
michi nunc contraria
est affectus
et defectus
semper in angaria.
Hac in hora
sine nora
cordum pulsum tangite;
quod per sortem
sternit fortem,
mecum omnes plangite!
El Destino está contra mi
en la salud
y la virtud,
empujado
y lastrado,
siempre esclavizado.
A esta hora
sin demora
toca las cuerdas vibrantes;
puesto que el Destino
derrota al más fuerte,
llorad todos conmigo!