Partida Rol por web

La noche había sido corta. Apenas había reposado la cabeza en la almohada, Piers había caído en un sueño profundo y denso, una negrura perfecta. Como el color del mar que se veía desde la superficie del barco que le había llevado en su primera campaña de África durante la noche. Un débil fulgor gris azulado bajo la luna, y justo debajo, apenas entrevisto, un negro profundo, abismal, que parecía tirar de tí. Que parecía hundirse con un peso propio, como una losa.

Y el rumor. Un sonido percibido desde más allá de su campo de visión, en la distancia. Una línea de sonido que serpenteaba desde la oscuridad, como el murmullo lejano de muchas voces. A veces podía distinguir, casi, eso creía, una palabra. Una palabra cargada de gravedad, de sentimiento, en un idioma que no entendía. Pero no eran las palabras, era el rumor, esa esa pared de sonido que delimitaba la negrura total del mundo, como un cerco. Como si estuviera dentro de un corazón, oyendo el rugir de la sangre en esos murmullos, en esas palabras sin formar. Si es que lo eran. Quería creer que lo eran, pero ¿quién podía decirlo?.

Se despertó varias veces a lo largo de la noche. A veces vió a Jeanne rebullir inquieta, y tomando su mano en la suya, apretó un poco. Después volvía a dormir, y de nuevo la oscuridad y el murmullo. Exangüe en medio de la negrura, se dejaba ir. Conocía este lugar. Ya había estado aquí.

Era el sueño que siempre llegaba antes de una batalla.

Isandlwhana, Eshowe, Gingidlovu. Kambula, Ulundi. Antes de cada una de ellas, le visitaban la oscuridad y el rumor.

Si necesitaba alguna prueba de que estaba en guerra contra algo, ya la tenía. 

Cuando oyó los lamentos al despertarse, ni siquiera se extrañó ya. Había aceptado la muerte. Sabía que les rondaba, y aceptaba que la gente moriría. La gente muere en batalla. Y esto lo era. No sabían aún con quién, o cómo. Pero alguien les estaba matando, y eso lo convertía en guerra. Si querían matarle a él, a Jeanne o a Harold... bueno. El no se iría sin luchar. De alguna forma. De algún modo.

Esta vez, parecía que la fatalidad se había cebado con los Alistair. Uno- Malcolm- muerto. El otro- el niño, Augustus- afectado por un sueño, unos síntomas que empezaban a ser familiares.

Bajó al comedor sumido en sus pensamientos, sin dar muestras de su estado de ánimo o de sus recuerdos del sueño. Sabía que Jeanne no lo entendería. Ni Harold. Nadie que no ha vivido ese miedo elemental, visceral a la muerte inminente lo entiende. Porque todo el mundo teme a la muerte. Si no al hecho en sí, a lo que acarrea. Al dolor, a la indignidad, a le vergüenza sobre uno o sus semejantes, a la incertidumbre. A los sueños truncados. Todo el mundo teme, y el que diga que no miente, a sí mismo y a los demás.

Y contra el miedo, no queda otra cosa que actuar. Y eso es lo que pensaba hacer.

Escucha al resto de comensales y se pone en pie de nuevo. 

Admito que cada noche que pasa, ya se menos en qué creer. Parece que las pocas certezas que vamos formando se van perdiendo, y seguimos sin encontrar respuestas convincentes. Por una parte, estoy dispuesto a creer en el sueño de Octavius... o lo que fuera. O al menos, lo suficiente como para pensar que pueda ser buena idea investigar a ese "Duque Sangriento", aunque no es mucho lo que eso nos dice. Por desgracia, de sanguinarios siempre ha estado nuestra historia bien llena, especialmente en los tiempos de la barbarie. No es tampoco como si tuviésemos ninguna otra pista. Quizás deberíamos registrar el cementerio, aunque a juzgar por la descripción del lugar y el tiempo, y viendo que realmente Green Arrow parece haberse levantado sobre los restos de un complejo más antiguo, no creo que en el cementerio familiar haya nada. De haber existido esa tumba y esa capilla, estarían en el lugar de culto que descubrimos en los túneles. Parecía haber sido vaciado de cualquier objeto que pudiera haber estado ahí, lo cual me hace pensar en por qué. Y en dónde habrían ido a parar. Sea como sea, creo que deberíamos investigar ese sitio, y tengo la intención de hacerlo ahora que sabemos llegar.

También creo que deberíamos sacrificar algo de nuestra comodidad por seguridad, y encerrar a Edward, la señora Huxson y a todo el servicio bajo llave en sus habitaciones. Me da igual si eso supone cocinar nosotros, y me dan igual tus protestas, Edward. Llevas ya tres días prácticamente restregándonos por la cara que sabes algo que nosotros no, y si no vas a aventurarte a decirlo por las buenas, lo harás por las malas. No voy a arriesgarme a que el entretenimiento que te proporciona vernos dar palos de ciega ponga en peligro a Jeanne y Harold, o a nadie más. Os llevaré a todos personalmente del pescuezo si tengo que hacerlo, y os dejaremos en una habitación sin agua. He pasado bastante tiempo en África para saber que después de dos días, ya no te quedarán ganas de ocultarnos nada. 

El tono es frío, casi profesional. No deja translucir enfado ni ninguna emoción violenta, al contrario, rezuma calma. La calma determinada e inamovible del que se ha propuesto hacer algo. Escuchándole, queda poco espacio en la mente para dudar. Realmente, a no ser que algo le detenga, Piers piensa hacer exactamente lo que ha dicho.

La grieta solo va a las habitaciones que puse. No llega a la Habitación de servicio que está en la planta baja junto a las cocinas ;)

 Conrad se levantó lentamente, en un gesto casi dramático y se situó al lado de Piers.

 Señor Knight dijo asintiendo levemente en la dirección de Charles primo Johan, tío Jesse... Os ruego que no os metáis por los pasadizos secretos. No al menos hasta que Piers y yo hayamos confinado al servicio.

 Ayer, Dougal, no sólo te dije que había visto las catacumbas tras la cripta, eso de hecho no era información nueva. También te dije que había visto al ama de llaves, a la señora Hudson, intentando no sé que treta para dejar encerrados a los visitantes del tunel... o quizá tenderles una trampa. 

 Al estar yo presente no tuvo otra que escapar y aún me quedé haciendo guardia con el arma por si pretendía volver. A mi no me ponen nerviosos los criados con sus sonrisitas y sus chanzas. Eso es algo que es típico entre los lacayos, que no son hombres libres. Pero si piensan ser algo más que meros observadores entonces la cosa cambia.

 ¡Trabajáis para la Casa! ¿No es así, Edward? Sois una parte más de esta pesadilla. Quien sabe si no los verdaderos culpables tras las muertes y desapariciones. Yo y mi arma estamos de acuerdo con Piers. Eliminada la variable de los criados podremos concentrarnos mejor en Octavius, el Duque sangriento, el Quinto Infierno o lo que sea que haya que hacer.

 Sin más demora, saca el revólver y apunta a Edward con la intención de respaldar la sugerencia de Piers Knight.

-Cuando vi a la señora Huxson escuchar a través del cuadro, pensé que sólo estaba cotilleando, pero ahora que contáis todo esto no puedo más que sumarme a la decisión de retener al servicio. Al menos a ella, si como decís la habéis visto actuar poniendo en peligro la integridad de alguno de nosotros. Contad conmigo.

Las cosas se calientan. Al principio, se daban ideas, se intentaba investigar para evitar más muertes. Ella estaba implicada, no por salvar su vida, si no por la de su hijo. Pero, como siempre, los hombres desconfiaban entre sí. Hasta que Conrad sacó el arma. Estuvo a punto de ponerse en medio para que hubiera paz, pero no sabía hasta qué punto Conrad estaba mal de la cabeza.

Ella se dedicaría a acabar con la maldición, o a intentarlo. Que los hombres se maten entre sí si querían. Ella se centraría en lo importante.

El Mayordomo, al contrario que la Señora Huxson que parece muy contrariada, no pierde la sonrisa. 

- Somos casi una veintena de personas, señor Conrad. ¿Quiere retenernos a todos o solo a los que tenemos contrato permanente? Algún inexperto criado puede ponerse muy nervioso por estar retenido a punta de pistola...

- ¡Todos! Llámales ahora mismo. ¡No queremos ningún criado merodeando detrás de nosotros!- dice Murron. 

- Así se hará entonces. Será como si nos dieran el día libre pero sin salir de Green Arrow.  ¿Puedo sugerir entonces que nos confine en las cocinas? Tal vez es lo más apropiado.  

- ¡No te muevas, Edward, maldita sea!- dice Piers sin saber si teme más que el joven Alistair pierda los estribos o lo haga él mismo. Tú- dice al más asustado de los criados- ​Llama al resto y venid todos aquí inmediatamente. *

Cinco minutos después, Murron, Piers y Conrad vigilan las entradas y salidas del Gran Comedor donde dieciocho miembros del servicio esperan sentados en sillas o en el suelo a que el resto de habitantes de la casa salgan de allí. 

- Tengan cuidado, señores. Esta Casa necesita de mucha atención y temo que el día de hoy va a ser más bien caótico sin nuestra presencia- son las últimas palabras del Mayordomo.