Partida Rol por web

No me gustaba que los italianos hablasen entre ellos en aquel idioma. Sabía que la gente del sur tenía pocos modales, pero aquello me parecía pasarse de la ralla. No era que no supieran inglés, sino que les apetecía hablar en su idioma natal pese a haber gente que no lo entendía delante.

Ya veremos. Respondí, poco convencido a Carlo dedicándole una sonrisa divertida, sin mostrar en ningún momento mi desacuerdo con su falta de etiqueta. 

Inmeditamente recuperé la compostura y la seriedad después de que Carlo dijese que no me lo tomase a broma. Ya no recordaba con quien estaba tratando, más me valía que mantuviera las apariencias frente a Lauretta si no quería acabar dibujándome un iratze urgentemente.

Por supuesto, eso no ha estado bien... — continué mirando a Carlo con la cabeza gacha. Nuestra actitud en general, y sobretodo la mía son más que vergonzonas y merecemos todo el reproche posible. De nuevo, lo lamento...

¿A si? ¿Además de francés también es un tramposo?, pensé con una ceja enarcada. Inmeditamente después esbocé una sonrisa de malicia pensando en mi siguiente jugada.

Por favor Lauretta, sé que no estoy en posición de pedirte nada y sobra decir que haré lo que me ordenes sea lo que sea... pero destroza a ese francés — dije levantando la mirada un poco.

Me levanté para coger más café, parecía que nos íbamos a tomar el desayuno con calma y el día iba a ser largo, necesitaba más cafeína. Las primeras noches en un lugar desconocido nunca me habían resultado fáciles y quería estar bien espabilada.

El hecho de que los tres italianos decidieran irse a hablar a otro lugar me decepcionó un poco, me hubiera encantado ver cómo les echaba la bronca.

-Supongo que Lauretta quiere hablar con ellos sobre lo que ha pasado y pretendía hacerlo en italiano. Solo le han aclarado que les iba a entender.

- ¿Una apuesta? - Lauretta arqueó una ceja y dirigió la mirada hacia la puerta cerrada del comedor. ¿Así que esas tenemos? Volvió a mirar a Carlo, esta vez con un pequeño brillo en los ojos. Escuchó las siguientes palabras del muchacho y se quedó un momento pensativa. La verdad es que estaba tan convencida de sus propias habilidades, que había creído que sería como coser y cantar. Que Emille sería tan solo un mosquito molesto. Siempre había visto a los ingleses tan estirados, que la noticia de que tenía la lanza trucada le había pillado por sorpresa. 

Una sonrisa bailó en sus labios y asintió a las palabras de Andrea, con un leve gesto de cabeza.

- Le daré su merecido a ese niñato engreído - . Dijo, volviendo a mirar a los dos muchachos y olvidando, al menos de momento, el motivo real del porqué estaba allí. - Después me prepararé bien para el combate. No pienso ponérselo fácil y descubrirá que los italianos somos huesos difíciles de roer - . En su mirada brillante se podía ver la emoción que sentía ante ese combate. Pensaba patearle en su propio orgullo. 

No dije nada más, Lauretta ya estaba suficientemente calentada en ese aspecto. Tampoco quería alimentar un fuego que yo no iba a apagar.

Deja que me encargue de un tema arriba, en la zona de entrenamiento y así estarás en igualdad de condiciones contra ese tramposo. — continué comentándole en susurros.

Los ojos de Carlo brillaron con la emoción que traslucían los de Lauretta. - A mí me tendrá que dar la revancha un día de estos. Y esa vez no me pillará por sorpresa. - El chico se mordió el labio, deseoso de que ese momento llegase, pero después tomó aire despacio, cruzándose de brazos. Al fin y al cabo, ahora era hora de que Lauretta tuviese acción, no él. 

- Si quieres podemos ayudarte a hacerte runas antes del combate. Para que no gastes tu potencial en ello y puedas ir fresca como una rosa. - Ofreció, solícito y aliviado viendo que al parecer Lauretta no tenía intención de echarles más la bronca.

Lauretta miró a Andrea y arqueó ligeramente una ceja. - ¿Qué estás tramando? - Le preguntó, hablando también en susurros. 

Quería ganar fuera como fuera. No podía permitirse ser derrotada por ese niñato, así que asintió con un gesto de cabeza a la propuesta de Carlo. - Si vosotros os encargáis de las runas yo podré preocuparme sólo de patearle bien en el culo- . Le dijo y una sonrisa de suficiencia se dibujó en sus labios. Si era tan tramposo, como decían Carlo y Andrea, no tenía ningún cargo de conciencia por dejar que la ayudaran. En otra situación su engreimiento habría evitado que aceptara aquellas propuestas. La satisfacción de derrotar a sus contrincantes ella sola, siempre la habían henchido de orgullo. Pero ese caso era diferente y tenía que ganar, aunque tuviera que usar las mismas monedas.

— Si, bien pensado. Asentí a la idea de Carlo y giré el rostro de nuevo hacia la italiana. Cuando ella también decidió susurrar para contestar a mi pregunta no pude evitar sonreír un poco más. Cuanto me alegraba ver que se unía a nuestros planes y dejaba estar esas absurdas broncas de Jeremy, desde luego era una de los nuestros. 

— Pues verás, quiero ver si hay algo de lo que te puedas aprovechar en la sala de entrenamiento — le dije en susurros a Lauretta cuando me preguntó. No será más que un momento, antes de subir espera a que te diga algo... 

No me preocupaba demasiado, pero susurraba por si acaso Nora estuviera espiándonos.

Los ojos de Carlo se dirigieron alternativamente a Andrea y Lauretta mientras una sonrisa pícara se instalaba en sus labios al escuchar las palabras de su amigo. - Eso será cojonudo, tío. 

Entonces dio una palmada y miró a la chica. - Bueno, si ya has acabado de echarnos la bronca... ¿Podemos seguir desayunando? Estoy muerto de hambre. - Dijo, desviando su mirada hacia la puerta del comedor. - Anoche una rubia me dejó exhausto. - Terminó, soltando una risita traviesa.

- ¡Mentira! - dije sin poder creerme que lo hubiera conseguido. En serio tio ya me explicarás cómo lo haces... Era cierto que ayer me había quedado unos segundos observando la puerta de Alice después de que entrase, y no había salido pero tampoco me imaginaba que hubiera llegado tan lejos. 

Miré a Lauretta y negué lentamente mientras hice un gesto de cabeza hacia Carlo. ¿Has visto? Si nos echan será por su culpa - susurré.

- Buuuueno, entonces subo y ahora os digo - dije de nuevo hacia la pareja cambiando de tema por completo.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Lauretta y con ojos brillantes asintió con la cabeza.

- Pero si te pillan, yo no sabré nada - . Le advirtió a Andrea. - Esperaré a que me cuentes lo que hayas preparado - . Entonces volvió su mirada hacia Carlo y arqueó una ceja. - Veo que no pierdes el tiempo - . Empezó a decirle mientras  negaba suavemente con la cabeza y una sonrisa aleteaba en sus labios.

- Bueno, sí, volvamos de nuevo al comedor antes de que sospechen algo - . Volvió a mirar a Andrea y suspiró. - Ve con cuidado - .  Le pidió y se giró para regresar al comedor. Pero antes de abrir la puerta, volvió a girarse para mirarles a ambos. - Intentad no dejarme en evidencia y no habrán más broncas - . Les dijo con un pequeño guiño de ojos.

Carlo soltó una carcajada al escuchar a Andrea y se encogió de hombros como respuesta a Lauretta. - Por lo que yo sabía, no me quedaba tiempo que perder. - Dijo, con una sonrisa pícara. 

Después alzó las manos. - Nada de evidencias. Vamos a portarnos como dos angelitos, ¿verdad, tío? - Respondió, mirando a Andrea. - Y si quieres ya te daré algunas clases sobre cómo ligar con inglesas estiradas. - Bromeó, antes de encaminarse hacia la puerta detrás de Lauretta.